Los pioneros del ajedrez en El Salvador (I)

En la página 124 de su Catálogo general alfabético de la Biblioteca Nacional de El Salvador (San Salvador, Imprenta Nacional, 1896), el guatemalteco Diego O’Meany Saldos (1829-¿?), director de dicha institución cultural, anotó la existencia en sus estanterías de un ejemplar del Manual de ajedrez (San Salvador, 1891), de Sergio Luski (sic: Lusky). En su escueto apunte, ese funcionario olvidó consignar la imprenta y el número de páginas de dicho tomo fundamental, el primer libro publicado en El Salvador (y quizá en la región centroamericana) dedicado al llamado juego-ciencia. Hasta este momento, ha resultado infructuosa la búsqueda de un ejemplar en archivos y bibliotecas dentro y fuera del país.

El ajedrez ya era conocido en el Reino de Guatemala por influencia española directa. En el período del proceso independentista y la vigencia de la república federal centroamericana, uno de sus jugadores más conocido fue el poeta y soldado morazanista José Batres Montúfar, nacido en San Salvador, el sábado 18 de marzo de 1809, en una casa situada en el sector norte del predio ahora ocupado por la biblioteca donada por la República Popular China. Además de conocedor de las pupusas, Batres Montúfar es aún recordado por el soneto Yo pienso en ti. Falleció en la capital guatemalteca, el martes 9 de julio de 1844.

La progresiva expansión del ajedrez en la República de El Salvador se produjo a partir de mediados del siglo XIX, con la llegada de europeos atraídos por las transferencias de tecnologías (telégrafos, ferrocarriles, teléfonos, electricidad) y por la creciente demanda de mano de obra para las haciendas y fincas cafetaleras. Por eso, no resulta extraño que uno de los primeros documentos que atestiguan la presencia del ajedrez proceda de la ciudad de San Vicente. El sábado 31 de julio de 1869, Eduardo Portillo anunció la apertura de su Hotel de Austria en el no. 12 de la calle del Comercio de esa urbe paracentral y entre los juegos decentes disponibles en el establecimiento ofreció al ajedrez.

Los finos materiales con los que se elaboraban las piezas, estuches y tableros de ajedrez hicieron que el Ministerio de Hacienda y Guerra del gobierno salvadoreño les impusiera un aforo o impuesto de importación del 70% sobre el precio, derecho de importación que sería cobrado por las aduanas marítimas y terrestres, según la tarifa publicada por el Diario Oficial (San Salvador, tomo 4, no. 81, jueves 4 de abril de 1878, pág. 325).

En 1884, arribó a El Salvador un matrimonio ucraniano. Estaba compuesto por Sergio Lusky, su esposa Olga y su pequeño hijo Serge o Sergio. Se asentaron en la ciudad de Santa Ana, atraídos por las posibilidades de progreso y desarrollo ofrecidas por las pujantes fincas de café, que urgían de personas disciplinadas en campos como la economía y la educación. Aquella pareja cumplía con creces con esas habilidades. En San Salvador, el régimen despótico encabezado por el médico Dr. Rafael Zaldívar entraba en su fase final, para ser derrocado por el general ahuachapaneco Francisco Menéndez Valdivieso en junio de 1885.

Sergio Lusky en compañía de sus hijos Serge o Sergio y Alexander o Alejandro. Foto de estudio hecha en la ciudad de Santa Ana hacia 1890.

Fedor Serge Vladimirovich Loutsky o DeLoutsky nació el miércoles 26 de julio de 1854 en la localidad ucraniana de Yekaterinoslav (nombrada así en 1787, en homenaje a la emperatriz Catarina La Grande), cuando la región pertenecía al imperio ruso. Desde 1926, la localidad fue llamada Dnipropetrovsk y en la actualidad es Dnipro. Por su parte, Olga Alexandrovna Konstantinovich Ivanoff nació en Kiev (ahora Kyiv), el lunes 20 de febrero de 1860 dentro de una familia judía, pero ella y su marido fueron practicantes del cristianismo ortodoxo ruso.

Durante un período vacacional en San Petersburgo, los jóvenes se conocieron y Serge la cortejó. Para ese momento, él era un joven abogado y banquero, que había alcanzado el grado de coronel en el cuerpo de cosacos del zar. Hábil para las matemáticas, desde entonces era practicante del ajedrez. La pareja contrajo nupcias en 1880 y pronto huyó del puerto de Odessa en barco, para después abordar un ferrocarril con destino a París, donde nació su primogénito Serge (1881-1957). En su paso por la región centroamericana -a la que arribaron en 1882, con Guatemala como primer destino y donde cambiaron su apellido por Lusky-, su descendencia se vería incrementada con la llegada de Ludmila, Olga Ester (1894-1972), Sidonila Sofía, Alejandro, Elena Ana Natalia (casada con Edgard Ahrens, su familia aún reside en la ciudad de Guatemala), Blanca y Benjamina Ana.

El miércoles 7 de enero de 1885, Olga inauguró el Colegio Nacional de Señoritas, establecido por el gobierno en Santa Ana, con ella como directora, para atender a un público femenino de estudiantes internas, semi-internas y externas. Cuatro años después y por acuerdo emitido por el Poder Ejecutivo, Sergio estableció desde el viernes 22 de febrero de 1889 al Colegio de Segunda Enseñanza de Varones en la misma localidad occidental, del que divulgó su reglamento interno el primer día de marzo. Fue para uso estudiantil dentro de ese plantel educativo que el coronel Lusky ideó su Manual de ajedrez.

Para entonces, el inquieto Sergio ya había dado otras notables muestras de sus intereses por las ciencias. Entre 1888 y 1889, se convirtió en uno de los principales colaboradores del Dr. David Joaquín Guzmán Martorell para la recolección de materiales santanecos que serían llevados a la Exposición Universal de París. Además, en julio de 1892, en los alrededores de San Salvador descubrió un material que entregó al laboratorio químico de la Universidad de El Salvador, que certificó que provenía de un yacimiento de aluminio gelatinoso. La adquisición de conocimientos y su divulgación eran constantes en ese masón grado 32, reconocido por su amplia retentiva y su capacidad lingüística, que lo llevó a dominar 17 idiomas y 30 dialectos.

Tras su paso por el sistema educativo nacional y ser uno de los representantes salvadoreños en el Primer Congreso Pedagógico Centroamericano (ciudad de Guatemala, 1893), Sergio trasladó a su familia a la ciudad de San Salvador, donde entre 1895 y 1896 se desempeñó como administrador del Banco Salvadoreño, fundado una década antes. Debido a la grave crisis económica surgida en el país en 1896, se movieron hacia Tegucigalpa (Honduras), donde el intelectual se desempeñó como gerente del Banco Comercial (1898-1899), para después asumir los cargos de comisario de Honduras en la Exposición Panamericana de Buffalo (New York, donde tuvo como misión promover el tabaco y minerales de esa república centroamericana) y administrador de la aduana del puerto de Trujillo (1900-1902). Como abandonó este cargo de manera repentina y sin haber saldado cuentas, el gobierno hondureño le siguió un juicio en julio de 1911, incluso tras enterarse de su fallecimiento en territorio estadounidense.

La familia Lusky-Konstanstinovich arribó al puerto californiano de San Francisco el miércoles 23 de septiembre de 1903, en compañía de sus hijos Serge (22 años), Benjamina (18), Alexander (15), Ludmila (12), Blanch (11) y Olga (9), mientras que Elena ya residía en la capital guatemalteca. Entre junio y agosto de 1901, periódicos como The Bamberg Herald (Bamberg, South Carolina) y The Minneapolis Journal habían dedicado notas y entrevistas al coronel Lusky en su papel de emisario de Honduras para las exposiciones de Buffalo y Charleston, por lo que su nombre no resultaba desconocido en ciertos círculos estadounidenses. Sin embargo, le resultó imposible obtener trabajo entre la sociedad californiana, algo que él atribuyó a su “avanzada edad” de 50 años. Impulsado por sus conocimientos financieros y con el apoyo del cónsul ruso en San Francisco, un antiguo compañero escolar, Lusky trató de obtener la representación local de un banco de la Rusia zarista, pero la guerra ruso-japonesa iniciada en 1904 echó a pique sus aspiraciones.

A inicios de 1905, el coronel Lusky enfermó de gravedad. Su sangre se infectó y tuvo una sepsis que mereció varias semanas de hospitalización. Como resultado, se volvió adicto a la morfina para calmar sus dolores. Una pierna se le engangrenó y los médicos decidieron que era inminente la amputación, pero carecía de los fondos suficientes para pagar todos los servicios médicos necesarios. En la tarde del sábado 18 de marzo de 1905, mientras su esposa e hijos preparaban todo para la cena, Sergio subió a su dormitorio en su casa del número 327 de la calle O’Farrell, esgrimió su revólver y se descerrajó un tiro en la sien. Una detallada como macabra crónica anónima de la escena del suicidio fue publicada por el diario San Francisco Call (San Francisco, volumen XCVII, no. 111, lunes 20 de marzo de 1905, pág. 12). Sus restos descansan en la tumba 19 de la parcela Myrtle del cementerio Olivet Gardens of Cypress Lawn Memorial Park, en Colma, condado de San Mateo, California. En su lápida se exhiben la A y G del emblema masónico. En la actualidad, el predio de su casa es parte del hotel Hilton San Francisco Union Square.

Olga y sus hijos abandonaron San Francisco tras perder su escaso patrimonio en el terremoto e incendio que destruyeron a esa localidad portuaria en 1906. Radicada en Londres, ella falleció el lunes 18 de enero de 1943, mientras la capital inglesa era objeto de constates bombardeos por parte de las fuerzas nazis.