La lucha por salvar algo en un pueblo cubierto de lodo en las montañas de Jamaica

El lodo todavía cubre hasta la segunda planta de numerosas viviendas en Cave Valley, un pueblo montañoso de Jamaica que quedó inundado por el huracán Melissa. Sus habitantes se afanan por limpiar sus hogares y pertenencias con el fin de salvar algo entre tanta devastación.

Desde la cima de la cadena montañosa, la vista de los valles es hermosa, pero pronto se comienzan a evidenciar los efectos del paso de Melissa. Postes de luz en el camino, plantaciones de plátanos arrasadas y troncos de bambú derribados, denotan la dureza de lo sucedido.

La potencia de este huracán, que impactó como categoría 5 en Jamaica, provocó el desbordamiento del río Cave, cuyo caudal arrojó niveles inimaginables de agua sobre el centro del poblado.

«La comunidad de Cave Valley quedó completamente inundada. Ahora estamos recogiendo todo lo que quedó dañado y limpiando», cuenta a EFE Christopher Campbell, dueño de un pequeño supermercado de la localidad.

El comerciante explica que Cave Valley se ha inundado en otras ocasiones pero «nunca a este nivel»: «Esta es la primera vez que este edificio se inunda», se lamenta.

Varias personas tratan de quitar el barro y lavar diversos productos como maniquíes, refrescos, ropa y neveras del supermercado, donde el agua alcanzó 1.2 metros.

Un hombre limpia una ferretería afectada por el paso del huracán Melissa, este domingo en Cave Valley (Jamaica). El lodo todavía cubre hasta la segunda planta de numerosas viviendas en Cave Valley, un pueblo montañoso de Jamaica que quedó inundado por el huracán Melissa. Sus habitantes se afanan por limpiar sus hogares y pertenencias con el fin de salvar algo entre tanta devastación. EFE/ Orlando Barría

Solidaridad comunitaria en medio de la adversidad

«En este momento, en el que la mayoría de la gente está en apuros, están aquí intentando ayudar», destaca Campbell, quien agradece con sinceridad la ayuda de sus vecinos.

También acudió a prestar ayuda Patrick Jhon, quien barre con fuerza y a toda prisa el lodo que cubre todo el segundo piso de una casa, mientras un grupo de personas le ayudan a retirar algunos enseres para trasladarlos en un camión.

En la planta baja de la vivienda, todo se ha perdido.

John viene del distrito de Manchester, donde todos los techos de las viviendas salieron volando con el huracán, pero se desplazó a Cave Valley porque los habitantes de esta población «están atrapados en el lodo».

«Todo está completamente devastado en esta zona. Todo es lodo, solo lodo y agua», comenta a EFE el hombre, quien pronostica «un camino difícil y largo» de recuperación.

John calcula que la situación no mejorará hasta febrero o marzo próximos y que la reconstrucción de Jamaica puede durar hasta cinco años. Al igual que otros jamaicanos, se queja de que «todavía no hay respuesta del Gobierno».

«Seguimos intentando ayudar a nuestros hermanos y hermanas, para eso estamos aquí, para cuidarnos y ayudarnos mutuamente en este momento», asegura.

«Lo hemos perdido todo»

La joven Sandreka Knight arrastra hacia la parte delantera de su casa unos cojines que, a primera vista, son difíciles de identificar ya que están completamente cubiertos de un pegajoso lodo.

Los arroja con una sonrisa sobre una pila de muebles y ropas que se perdieron por la crecida del río. Al recorrer su vivienda, las marcas evidencian que el agua llegó hasta el techo.

«Perdimos todo, lo único que cogimos fueron los documentos», afirma a EFE Knight, que vivía en la casa con sus padres, hermanos y sobrinos.

En las habitaciones de la casa quedan dos colchones que seguirán el mismo destino que los demás enseres, y una cocina cuyos hornillos es improbable que vuelvan a funcionar.

Los siete miembros de esta familia se están quedando ahora en casa de unas amistades que viven en una colina y cuya casa no se vio tan afectada.

También mira con desolación la oficina de su ferretería Robert Chen. Todas sus carpetas, archivos, facturas y computadores han quedado inservibles.

En las proximidades, una estación de gasolina aún mantiene las protecciones de plásticos sobre los dispensadores de combustible que los empleados colocaron para que no se mojaran por la lluvia, sin pensar jamás que el agua lo cubriría todo, al igual que en el resto de Cave Valley.