Las esferas ardientes comenzaron a cruzar la calle, arrancando gritos y emociones entre lugareños y visitantes. Las llamas rozaron zapatos, pantalones y camisas de quienes se encontraban demasiado cerca, mientras el clamor colectivo mezclaba euforia con un toque de riesgo. Nejapenses, turistas nacionales e internacionales vivieron la conmemoración con un entusiasmo desbordante, envueltos en un espectáculo de fuego, tradición y valentía.
Más allá de la adrenalina que despierta el enfrentamiento, las bolas de fuego representan un símbolo profundo para Nejapa. Su origen se remonta a la erupción de 1917, cuando la lava obligó a los habitantes a abandonar sus hogares. Con el tiempo, aquella tragedia se transformó en una fiesta de resiliencia y memoria, que cada 31 de agosto honra a San Jerónimo, patrono del municipio, y refuerza la identidad cultural de la comunidad, hoy reconocida internacionalmente por esta tradición única.