Netflix estrenó el viernes El refugio atómico, una nueva serie de suspenso apocalíptico creada por Álex Pina y Esther Martínez Lobato, los mismos responsables del fenómeno La Casa de Papel.
La trama gira en torno a un grupo de millonarios que, ante el supuesto estallido de una Tercera Guerra Mundial, se recluyen en un sofisticado complejo subterráneo. Sin embargo, pronto descubren que escapar del fin del mundo no es tan sencillo… ni tan real.
La historia arranca con Max, un joven de familia adinerada que acaba de salir de prisión tras cumplir condena por homicidio involuntario. Su padre lo lleva directamente a un búnker de lujo, por el que los invitados han pagado decenas de millones de euros para asegurar su supervivencia. La entrada se da tras un alarmante contexto internacional que sugiere un inminente desastre nuclear.
Horas después de ingresar al refugio, una potente explosión sacude las instalaciones. Los ocupantes, vestidos con trajes azul turquesa, son llevados a la “cúpula”, el espacio más seguro del complejo. A través de pantallas, observan cómo una supuesta bomba atómica arrasa el exterior. Para reforzar el pánico, trabajadores del búnker salen a “explorar” y transmiten imágenes de cuerpos calcinados y un bosque en llamas.
Pero el impacto final del primer episodio llega cuando la directora del refugio, Minerva (interpretada por Miren Ibarguren), celebra con su equipo el éxito del montaje: todo ha sido una simulación. En realidad, no ha ocurrido ningún ataque nuclear.
El segundo episodio, titulado La gran estafa de la humanidad, revela el mecanismo del engaño mediante un detallado flashback.
“Nuestro éxito depende de una sola cosa: que sientan el fin del mundo como algo absolutamente real”, afirma Minerva, al explicar el plan que involucra manipulación tecnológica, fake news y una compleja infraestructura de simulación sísmica.
La serie muestra cómo el equipo detrás del montaje aprovecha cualquier crisis global para ejecutar su plan. En cuanto se produce un conflicto internacional, los millonarios reciben una llamada para ingresar “preventivamente” al refugio. Para aumentar la sensación de caos, actores simulan evacuaciones masivas y medios digitales proyectan noticias falsas.
Incluso el terremoto que sacude el búnker es parte del montaje: una plataforma antisísmica permite agitar la estructura sin ponerla en riesgo. Falsas grietas, humo, ascensores trabados y efectos visuales refuerzan la idea de que el mundo exterior ya no existe. La escena de los trabajadores saliendo al exterior devastado también es falsa; fue filmada como parte de un “show” cinematográfico.
Con una narrativa envolvente, El refugio atómico ofrece una crítica feroz a la paranoia de las élites y al poder de la manipulación mediática en tiempos de crisis. La serie promete posicionarse como una de las producciones más vistas del otoño en la plataforma de streaming.