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    El Partido Comunista chileno, una «anomalía» occidental que llega a la segunda vuelta

    Cuna política de artistas como Pablo Neruda o Víctor Jara, el Partido Comunista chileno es una fuerza centenaria e institucional, con bases consolidadas, que acaba de hacer historia con el inédito pase a segunda vuelta de una de sus militantes, lo que lo convierte en una «anomalía» en la izquierda occidental.

    Al frente de la coalición progresista más amplia de la historia chilena -desde los democristianos hasta el PC-, la exministra Jeannette Jara ganó la primera vuelta, con el 26,8 % de los votos, y se medirá en una segunda vuelta el 14 de diciembre con el ultraderechista José Antonio Kast (23,9 %).

    Se trata, sin embargo, de un triunfo agridulce y más ajustado de lo previsto, que la deja con pocas posibilidades de llegar a La Moneda, ya que el exdiputado ultracatólico cuenta con los apoyos de otros candidatos que quedaron fuera de la contienda.

    Menos dogmática que otros dirigentes, la exministra de Trabajo de Gabriel Boric repitió en campaña que, en un eventual Gobierno suyo, el PC tendrá el mismo rol que el resto de partidos que conforman la coalición.

    También dijo que, si gana, renunciará a su militancia, «dada la controversia que genera»: «Hoy día represento a una coalición mucho más amplia», insistió, consciente del recelo que provoca su militancia en distintos sectores, incluida la centro-izquierda.

    Mezcla entre doctrina y pragmatismo

    A diferencia de otras experiencias comunistas de la región y de Europa, que han perdido fuerza y se han diluido en otras nuevas izquierdas, el PC chileno tiene arraigo social y electoral y hoy en día es el tercer partido con más afiliados de Chile (45.000).

    «Es una anomalía en el mundo occidental», apuntó a EFE Octavio Avendaño, sociólogo de la Universidad de Chile.

    Con 113 años de historia, el PC jugó un rol fundamental en el gobierno del socialista Salvador Allende (1970-1973) y fue duramente perseguido durante la dictadura de Augusto Pinochet.

    Con el regreso a la democracia, fue una fuerza extrainstitucional y opositora a la coalición de centroizquierda que gobernó durante dos décadas, pero en 2010 logró volver al Parlamento y en el segundo gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet (2014-2018) regresó a La Moneda, con un ministerio.

    En 2022, tras apoyar desde el inicio a Boric (del Frente Amplio), se hizo con carteras clave como la vocería, Educación y Trabajo, que Jara ocupó hasta que renunció para competir en unas primarias con la socialdemocracia por la candidatura del sector.

    «En la última década, el PC ha logrado recuperar un espacio central en la política chilena. Desde luego, es una excepción en el mundo occidental», subrayó a EFE el historiador español Mario Amorós, biógrafo de Jara y Neruda.

    Contrario a los que pasó en otros países, «el PC chileno no renunció a la vía electoral y logró integrarse en coaliciones de gobierno sin abandonar su identidad ideológica», indicó a EFE Gonzalo Espinoza, politólogo de la Universidad Diego Portales.

    «Esa combinación entre claridad doctrinaria y pragmatismo institucional lo distingue», añadió.

    Desde su fundación en 1913, «aspiró a competir dentro de una democracia», salvo en dictadura, cuando apostó por la vía armada con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), luego de que el régimen detuvo e hizo desaparecer a su dirigencia clandestina y a decenas de militantes, apuntó a EFE Cristian Pérez, de la Universidad de Playa Ancha.

    El derechista José Antonio Kast, del Partido Republicano, el rival de Jara en segunda vuelta.

    «El demonio marxista»

    «Llegó el demonio marxista, llamen al exorcista», cantaba irónicamente hace unos años en un videoclip que se hizo muy popular la exdiputada y actual portavoz del Gobierno, Camila Vallejo.

    De 37 años, la exlíder estudiantil es hoy en día una de las referentes, junto a Jara, del alma menos doctrinaria del PC.

    «Conviven dos corrientes visibles: una con una identidad más tradicional y orgánica y otra más joven, con mayor disposición a enfrentar los debates contemporáneos», señaló Espinoza.

    Las fricciones se hicieron evidentes en campaña, sobre todo en torno a Cuba y Venezuela.

    Jara admitió que en Cuba hay presos políticos y el presidente del partido, Lautaro Carmona, salió a contradecirla públicamente.

    «El compromiso histórico del PC con la democracia se desdibuja cuando ciertos líderes hablan de Cuba o Venezuela», indicó Avendaño.

    Jara, de 51 años, se alejó durante la campaña del discurso de la lucha proletaria y de símbolos como la hoz y el martillo e hizo gala de su capacidad de dialogar como ministra durante las negociaciones con la derecha para aprobar una reforma clave de pensiones.

    Durante el próximo mes tendrá el desafío de aumentar su caudal electoral, desmarcándose de la impopularidad del Gobierno y superando el estigma sobre su militancia, en un país donde «el anticomunismo ha experimentado cierto resurgimiento, en parte por el avance de la derecha radical», concluyó Espinoza.