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  • Fallece Rhina Avilés, pionera del arte salvadoreño, fundadora del Marte y de Galería Espacio

    Fallece Rhina Avilés, pionera del arte salvadoreño, fundadora del Marte y de Galería Espacio

    El mundo del arte salvadoreño está de luto tras el fallecimiento de Ana Rhina Avilés Valdés, reconocida promotora cultural, fundadora de la Galería Espacio y pieza clave en la creación del Museo de Arte de El Salvador (Marte). Avilés murió el viernes a los 92 años, dejando un legado invaluable para la cultura nacional.

    Instituciones culturales como el Patronato Procultura, el Museo Marte y la Asociación Museo de Arte de El Salvador lamentaron su partida con una esquela conjunta, donde destacaron su compromiso con las artes visuales.

    “Estaremos eternamente agradecidos por el legado que deja al país”, expresaron las tres entidades, de las cuales Avilés fue miembro fundadora y activa.

    Originaria de Santa Ana, Avilés estudió Arte, Literatura y Diseño de Interiores en Estados Unidos. A su regreso a El Salvador, ocupó cargos en el Instituto de Turismo y como Agregada Cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores, además de ser fundadora del Patronato de Cultura de El Salvador.

    En 1985, fundó la emblemática Galería Espacio, considerada durante décadas una de las más influyentes del país. Allí se exhibieron obras de maestros de la pintura y escultura salvadoreña y latinoamericana.

    “Ella era un referente cultural en la ciudad de San Salvador. En Galería Espacio uno podía contemplar la obra de la plástica no solo salvadoreña, sino también centroamericana y latinoamericana”, recordó el historiador Carlos Cañas Dinarte.

    Para Cañas Dinarte, la galería tuvo “un fuerte impacto en el trabajo de otros creadores” y fue también un punto de encuentro intelectual.

    “Galería Espacio tuvo una participación determinante para mantener el mercado de arte salvadoreño vivo y activo en las décadas de los 80 y 90, tiempos muy difíciles para las artes plásticas nacionales”, destacó.

    Durante los años noventa, Avilés, desde el Patronato Pro-Cultura, gestionó personalmente ante el entonces presidente Armando Calderón Sol el terreno donde se construyó el Museo de Arte de El Salvador, inaugurado en el año 2000 detrás del monumento a la Revolución.

    “Rhina Avilés trasciende fronteras, ella fue gran amiga del premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa”, relató Cañas Dinarte al recordar su influencia más allá de las artes visuales.

  • Hiroshima y El Salvador, 80 años

    Hiroshima y El Salvador, 80 años

    A las 08:15 horas del lunes 6 de agosto de 1945, la bomba atómica Little Boy fue arrojada por el avión estadounidense Enola Gay sobre la localidad portuaria de Hiroshima. Después de 55 segundos de caída, el artefacto de fisión con base en uranio 235 hizo explosión a 600 metros sobre la ciudad. Los 16 kilotones de TNT liberados elevaron la temperatura ambiental en un millón de grados Celsius, dando lugar a una bola de fuego rojizo de entre 250 y 300 metros de diámetro. El “viento divino” se manifestó en forma de hongo y arrasó con infraestructuras y personas en un radio de 1.5 a 3.0 kilómetros. Cerca del 70% de edificios y residencias resultó destruido en la primera ola de impacto, para después sucumbir ante los innumerables incendios desatados.

    Un niño de India envía mensajes de paz en el día de Hiroshima. / EFE.

    La calle y distrito de Minami estaban situados a unos 2,500 metros de distancia de la zona de detonación de aquel artefacto devastador. Aunque no sufrió daños inmediatos por la explosión, sus edificios y cientos de personas sí resultaron dañados por los efectos de la detonación y la lluvia radiactiva. Una de las personas fallecidas en esa calle y distrito fue un hombre de 53 años, médico e inspector sanitario militar. Se trataba del doctor Juro Hatori. En su currículum constaba que, alguna vez, dos décadas antes, había estado por algunos días en la capital de la República de El Salvador.

    Hitomi Hasebe, representante de la familia Tetsutani, muestra fotos del joven Shinichi Tetsutani con su triciclo que tenía en el momento de la bomba, frente a la escultura del mismo en el Museo de la Cruz Roja en Suiza. / EFE.

    Al mediodía del miércoles 5 de noviembre de 1924, en la residencia de la Legación japonesa de la ciudad de México, situada en el número 21 de la calle de Mérida, el ministro Shigetsuna Furuya (Ehime, 12.jun.1876-São Paulo, Brasil, 13.jun.1967) organizó un banquete oficial para presentar al Dr. Iwatarō Uchiyama (Maebashi, 28.feb.1890-19.nov.1971), un católico que en ese momento era secretario del Departamento Comercial del Ministerio de Asuntos Extranjeros del Japón y jefe de la comisión comercial especial enviada por el imperio para inspeccionar las situaciones generales existentes en las repúblicas centro y suramericanas. El Dr. Uchiyama sería más conocido como el promotor del ingreso de Japón a la Liga de las Naciones y ocuparía puestos diplomáticos en Madrid (1912), Santiago de Chile, Río de Janeiro (1917), Montevideo (1930) y embajador en Buenos Aires (1937).

    Para entonces, El Salvador y Japón llevaban casi un cuarto de siglo en acercamientos y pláticas para lograr establecer relaciones diplomáticas y comerciales, pero diversas circunstancias habían impedido concretar esas intenciones mediante la suscripción de algún tratado o el establecimiento de alguna Legación o Consulado General o de otra naturaleza.

    Fotografías de Senji Yamaguchi, quien sufrió quemaduras en el Museo de Nagasaki. / EFE.

    En aquel ágape en la Legación Imperial en la capital mexicana estuvieron presentes diversos jefes de misión, entre ellos Cecilio Bustamante Magaña (nacido en la ciudad de San Miguel, el 26 de junio de 1871, falleció en la capital salvadoreña, el 24 de junio de 1965. En ese momento era el ministro plenipotenciario y enviado extraordinario de la República de El Salvador en México, entre otros cargos desempeñados durante su extensa carrera diplomática).

    Otros invitados fueron Federico Quintana (ministro de Argentina), Pedro Pablo Agustín Mujica Carassa (Lima, 29.jun.1875-21.jul.1933, fue alcalde de Lima entre 1920 y 1921 y era el ministro de Perú en México), Eduardo Aguirre Velásquez (ministro de Guatemala), Luis Felipe Angulo (ministro de Colombia), Dr. Lourival de Guillobel (encargado de negocios del Brasil), Manuel Novoa Torres (encargado de negocios de Chile), Agustín Diner (cónsul general de Nicaragua), José Ignacio Icaza Camacho (mexicano, 1886-1930, cónsul general de Panamá), Ángel Lagarda (cónsul general de Costa Rica), Otto Reinbeck (cónsul general honorario de Honduras en la capital mexicana desde el 16 de julio de 1924, desempeñó ese cargo por las siguientes tres décadas), César E. Arroyo (cónsul, escritor y periodista ecuatoriano, nacido en Quito en 1887 y fallecido en Madrid, en 1937), Koshida Saichirō (1884-1963, entonces secretario jefe de la Legación japonesa en territorio mexicano, antes fue cónsul general en Milán -1921- y Batavia -actual Yakarta-, así como futuro encargado de asuntos ad interín en México -enero a diciembre de 1926- y España -de abril a noviembre de 1932- y ministro plenipotenciario y enviado extraordinario de Japón en Panamá, México y las repúblicas de Centroamérica, entre 1938 y 1939), acompañado de sus asistentes secretariales, Masaki Yodokawa (29 años, originario de Fukuoka, sería encargado de negocios y ministro del Japón en Perú en 1941) y una señora de la que no se tienen datos en el presente.

    Tres semanas después de esa comida, esa comisión comercial japonesa -presidida por el Dr. Iwatarō Uchiyama y el secretario Koshida Saichirō e integrada por el ingeniero Ryusaburo Muroki (34 años), el médico e inspector sanitario militar Dr. Juro Hatori y un canciller-agente sin nombrar (quizá el oficial diplomático Akira Fukuoka, de 32 años)- llegó a San Salvador para “investigar las condiciones comerciales” de El Salvador, por lo que todos ellos “recibieron de parte del Gobierno y autoridades de la República las atenciones debidas y merecidas por la distinción de las personas que la integraban”, para que después pudieran continuar su viaje por diversos países del continente americano, entre ellos Brasil y Venezuela.

    Los datos personales de los integrantes de esa misión del imperio nipón aparecen en la lista de pasajeros llegados el jueves 16 de octubre de 1924 al puerto de San Francisco (California), procedentes de Yokohama en el vapor Siberia Maru, un transpacífico de segunda clase. La lista puede consultarse en Passenger Lists of Vessels Arriving at San Francisco, CA, 1893-1953, Maryland, National Archives Microfilm Publication M1410, rollo 189, línea no. 6, id 004893620_00177_5. Su llegada a San Salvador quedó reseñada en la Memoria anual de Relaciones Exteriores, Instrucción Pública y Justicia, leída por el Dr. Reyes Arrieta Rossi y publicada por el Diario Oficial, tomo 98, no. 50, sábado 28 de febrero de 1925. De ella proceden los entrecomillados citados en el párrafo anterior.

    Tendrían que transcurrir once años más para que El Salvador y Japón entablaran relaciones diplomáticas formales. En el Salón Rojo del Palacio Nacional de San Salvador, a partir de las 11:30 horas del jueves 25 de julio de1935, el presidente y general de brigada Maximiliano Hernández Martínez recibió las cartas credenciales del que desde septiembre de 1931 se desempeñaba como ministro residente en México, el doctor Hori Yoshimatsu (1895-1958, también llamado Yoshiatsu Hori o Yoshitaka Hori), quien llegaba como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante el gobierno salvadoreño, en carácter de diplomático concurrente en toda la región centroamericana. Hori salió por vía aérea de la capital mexicana, el sábado 8 de junio de 1935, con destino a Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, adonde arribó el lunes 24. Con oficinas situadas en el no. 190 de la Avenida de los Insurgentes de la capital mexicana, Hori Yoshimatsu fungió antes como cónsul en Vancouver (Canadá,1913-1914), encargado de negocios en la Legación japonesa en Beijing (China, 1927-1928) y como representante diplomático ante los sucesivos gobiernos mexicanos del coronel Abelardo Díaz Luján y del general Lázaro Cárdenas del Río. El 28 de abril de 1936 cesó en su cargo diplomático en México y Centroamérica y dejó como encargado de negocios ad-interín a Minoru Izawa (17.dic.1897-¿?), secretario de la Legación Imperial en San Salvador, quien llegaría a ser uno de los máximos especialistas japoneses en asuntos latinoamericanos. El 2 de septiembre de 1936 fue electo para ocupar uno de los cuatro puestos ejecutivos de la junta de directores de la Dōmei News Agency, el servicio noticioso imperial que daría cobertura a toda la Segunda Guerra Mundial, tras de la cual sería rebautizado como Kyodo News. Con rango militar de mayor, dirigió la Chichi Jima Radio durante la histórica batalla de Iwo Jima, librada por Japón y las tropas aliadas entre el 19 de febrero y el 24 de marzo de 1945.

    En este 2025 se conmemoran 125 años en que Japón y El Salvador iniciaron acercamientos diplomáticos en la capital mexicana, además de los 90 años de las relaciones formales. Mientras tanto, en Hiroshima, un corazón salvadoreño late y canta en la voz del músico Alvar Castillo (Sensuntepeque, 11.feb.1960), quien con su esposa japonesa fundaron el restaurante mexicano Chikada (2017-2018). Residente desde hace dos décadas en esa localidad portuaria, Castillo mantiene su propia orquesta -con músicos nipones- en el Latin Bar Cafe Latino, todo un punto de obligada referencia de la cultura latinoamericana en aquella localidad del Imperio del Sol Naciente.

    >Texto adaptado del libro inédito Sakuras y maquilishuats. Biografía mínima del primer diplomático centroamericano en Japón, 1927-1941.

  • Hace un siglo, un grupo familiar de salvadoreñas viajó por China, Corea y Japón

    Hace un siglo, un grupo familiar de salvadoreñas viajó por China, Corea y Japón

    Desde el último cuarto del siglo XIX, en el estado de California y, más específicamente, en el puerto de San Francisco, residía una pequeña comunidad salvadoreña. La formaba una serie de familias de élite económica y profesional, vinculada con sectores agroexportadores, bancarios, empresarios (transportes, energía y comunicaciones) y profesionales (medicina).

    Dos de los pioneros de esa inmigración fueron el prófugo expresidente y general Carlos Basilio Ezeta -gobernante de facto entre junio de 1890 y junio de 1894- y el empresario Encarnación Mejía, quien no sólo dirigió sus empresas nacionales desde el extranjero, sino que también desempeñó funciones diplomáticas como cónsul durante casi dos décadas, incluso antes y después de la devastación de la ciudad por el terremoto e incendio de 1906.

    En la costa este estadounidense, Nueva York fue la localidad preferida para la llegada de salvadoreños de fines del siglo XIX e inicios de la centuria siguiente, pero mucha de esa masa humana de varios miles de personas estuvo integrada por obreros de escasa formación y casi nulo patrimonio, aunque sí hubo varios intelectuales (Luis Lagos y Lagos, Alberto Masferrer, Claudia Lars) que se dejaron atraer durante algún tiempo por la ciudad de los rascacielos y sus alrededores.

    En San Francisco, la comunidad salvadoreña de élite no sólo usó sus rutas navieras para desplazarse por el mundo o enviar cargas de café, azúcar, añil y otras materias primas, sino que también lo empleó para movilizar cargas de diversos productos industriales o semiindustriales procedentes de China, Corea y Japón. Decenas de almacenes y tiendas por todo el casco urbano mostraban diversos productos de vestimenta y decoración para hogares y oficinas, algunos de los cuales terminaban decorando estancias en las residencias de esa comunidad salvadoreña en el territorio nacional. Ese fue el caso del banquero Rafael Guirola Duke, quien decoró de manera exquisita con motivos japoneses un sector de Villa San Rafael, su mansión en la ciudad de Santa Tecla, a inicios del siglo XX.

    En esas primeras décadas del siglo XX, el comercio entre el Lejano Oriente y El Salvador pasó por San Francisco. Incluso, viajeros nacionales hacia Japón, China, Vietnam, Laos y otros destinos del sur asiático tuvieron que hacer transbordo en las líneas de vapores de la Pacific Mail Steamship Company, que daba cobertura naviera entre Panamá y San Francisco, con escalas en los puertos salvadoreños de La Unión, La Libertad y Acajutla.

    Así fue como llegaron a Yokohama, Tokio, Shanghái, Hanoi y otras localidades del Asia francesa, británica, china y japonesa viajeros salvadoreños como el médico y microbiólogo Dr. Gustavo Barón (1904) y el escritor y periodista Arturo Ambrogi Acosta (1913), el flâneur y cronista urbano de la literatura modernista salvadoreña.

    Fotografía de 1927 de la fachada de la residencia particular del Dr. Alfonso Quiñónez Molina y su familia. En estado ruinoso, aún se alza en la manzana inmediata al costado norte del templo del Rosario, en el centro de la capital salvadoreña.

    En la mañana del jueves 23 de julio de 1925, Edwin Lowe Neville (1884-1944, cónsul general en Tokio y consejero de la embajada estadounidense entre 1924 y 1936, así como embajador estadounidense en Tailandia de 1937 a 1940) telefoneó a K. Hishi, perteneciente a la planilla oficial de Gaimushō o Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno imperial japonés. En horas vespertinas, le envió una carta, en la que le reiteró la misma petición verbal, cuya copia ahora se conserva en el Archivo Diplomático de Japón: que se les otorgaran facilidades de ingreso a territorio japonés a las viajeras salvadoreñas Leonor Meléndez de Quiñónez, a su hija Mercedes Quiñónez Meléndez, a su sobrina Ana María Letona Meléndez y a su amiga estadounidense Fannie Ware.

    Según lo mencionó Mr. Neville en su llamada y carta, ese grupo femenino se desplazaba por sus propios medios mediante la red de ferrocarriles chinos del este y los del sur de Manchuria, empresa establecida el 26 de noviembre de 1906 por el gobierno imperial japonés. El lento y nada sencillo viaje lo iniciaron desde Pekín (China), con escalas en Mukden (nombre manchú de Shenyang, capital provincial de Lianing) y Seúl, dentro del territorio entonces llamado Chōsen (actual Corea), que estaba bajo administración del imperio nipón. Después, el grupo se embarcó con destino a Tokio y Yokohama, su puerto de salida hacia el continente americano.

    Una de las locomotoras y convoyes de pasajeros y carga del ferrocarril del sur de Manchuria (China), empresa estatal japonesa inaugurada en noviembre de 1906.

    Antonia Leonor de Jesús Meléndez Ramírez (¿1873-1875?-1968), era, desde el 3 de marzo de 1905, la esposa del médico Dr. Alfonso Quiñónez Molina, para entonces presidente de la República de El Salvador y, por tanto, como lo señaló Mr. Neville en sus dos mensajes, era la primera dama del país centroamericano. Su hija era María Mercedes Quiñónez Meléndez, nacida en la capital salvadoreña el 4 de junio de 1908, misma ciudad en la que fallecería el 19 de abril de 1994. Leonor era hija del salvadoreño Rafael Meléndez y de la nicaragüense Mercedes Ramírez -hija del expresidente Lic. Norberto Ramírez- y hermana de los expresidentes Carlos y Jorge Meléndez Ramírez. Desde la década de 1870, su familia estaba involucrada en política, negocios azucareros, metalúrgicos, bancarios y de bienes raíces urbanos y rurales.

    Leonor y su hija Mercedes arribaron dos años antes de su viaje al Lejano Oriente. Llegaron el lunes 16 de abril de 1923 desde La Libertad al puerto californiano de San Francisco a bordo del vapor SS Venezuela -de la Pacific Mail Steamship Company-. Una de las primeras atracciones que visitaron en las siguientes 48 horas fue el Golden Gate. En septiembre, la joven ingresaría al bachillerato en un colegio de señoritas de esa urbe californiana y su madre permanecería a su lado durante esos años de formación secundaria.

    El vapor SS Venezuela, de la Pacific Mail Steampshic Company, que hacía su trayectoria periódica entre los puertos salvadoreños y San Francisco, California.

    Dos meses más tarde de su arribo, el lunes 11 de junio de 1923, a bordo del mismo vapor Venezuela, llegaron el médico y cirujano Dr. Santiago Letona Hernández (Sensuntepeque, 01.jul.1872-San Salvador, 11.abr.1953), casado desde el 20 de mayo de 1908 con María del Carmen Meléndez Ramírez (San Salvador, 03.jun.1877-01.ene.1949), en compañía de sus hijas Ana María, Carmen, Aminta y Regina, quienes también fueron matriculadas en instituciones educativas californianas, acompañadas por su respectiva progenitora, la hermana de Leonor. Con estatura de 152 centímetros, ojos verdes y cabellos negros, Ana María nació en la ciudad oriental de San Miguel, el sábado 15 de marzo de 1913. Tras viajar por Europa y regresar a El Salvador al finalizar sus estudios, Ana María reingresó a los Estados Unidos por vía terrestre por el punto migratorio de Laredo (Texas), el domingo 17 de septiembre de 1944. El lunes 1 de septiembre de 1958 en la ciudad portuaria San Francisco contrajo nupcias con Charles Mehr, nacido en 1906 en Bedford (Wyoming), solicitó la nacionalidad estadounidense y pasó a firmar como Ana Mehr. Ella falleció en Sacramento (California), el domingo 29 de octubre de 1995.

    El periplo turístico por China, Corea y Japón de las Meléndez-Quiñónez y Letona-Meléndez fue realizado durante las vacaciones veraniegas de las adolescentes. Finalizó el martes 11 de agosto de 1925, cuando el SS President Taft -barco transpacífico de pasajeros y carga (1920-1947), de 14,123 toneladas y perteneciente entonces a la Dollar Steamship Company- atracó en San Francisco procedente de Yokohama, tras una escala en Shanghái y su salida desde Hong Kong el 2 de ese mes. En la ficha migratoria de Leonor se consignó que tenía una estatura de 165 centímetros, ojos y cabellos cafés.

    ¿Qué ciudades visitaron en esos países exóticos? ¿En qué hoteles se hospedaron? ¿Qué experiencias vivieron? ¿Qué objetos compraron e importaron? ¿Tuvieron algunos contratiempos en sus diferentes tramos por ferrocarriles o barcos? ¿Se enfrentaron a algún fenómeno de la temporada de monzones en el océano Pacífico?

    ¿Enviaron cartas o postales desde cada uno de sus puntos de llegada y salida? ¿Tomaron fotografías de ellas m ismas o de los lugares visitados? Hasta la fecha, la búsqueda de más detalles acerca de ese viaje por el Lejano Oriente ha resultado infructuosa, pero sería ideal darle mayor seguimiento, porque se constituyó en la primera ocasión en que mujeres salvadoreñas hicieron turismo en grupo por China, Corea y el Imperio del Sol Naciente.

    Tarjeta postal coloreada que muestra la actividad en el puerto japonés de Yokohama, en la segunda mitad de la década de 1920.

     

    *Texto extraído del libro inédito dedicado a los 125 años de vínculos entre Japón y El Salvador y al 90 aniversario de sus relaciones diplomáticas.