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  • España cumple 50 años de cambios sociales y económicos tras el fin de la dictadura

    España cumple 50 años de cambios sociales y económicos tras el fin de la dictadura

    España conmemora este mes 50 años desde la muerte del dictador Francisco Franco y lo hace como un país irreconocible respecto a 1975. La transición democrática trajo consigo una transformación acelerada en derechos civiles, estructura demográfica, modelo económico y valores sociales, con avances visibles, aunque no exentos de desafíos.

    En aquella época dominada por una moral católica oficial, el divorcio, el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo eran impensables. Hoy, todos están regulados por ley. La eutanasia también es legal desde 2021. La secularización ha reducido la influencia de la Iglesia, y el número de matrimonios civiles supera ampliamente a los religiosos.

    Foto de archivo del dictador español Francisco Franco. EP

    La sociedad española ha envejecido. En 1975, solo el 10 % de la población tenía más de 65 años; en 2025, representan el 20.5 %, lo que tensiona el sistema de pensiones y la red sociosanitaria. Mientras tanto, la esperanza de vida aumentó de 73 a 84 años, pero los nacimientos se redujeron a la mitad: de 669,378 a 320,656.

    El país también ha experimentado un gran cambio demográfico. La población pasó de 35.3 millones a 49.3 millones, con un 14.2 % de inmigrantes. La migración ya no es solo hacia las ciudades o el extranjero; ahora España es receptora de población extranjera, especialmente en regiones como Madrid, Cataluña y Andalucía.

     

    Los derechos de las mujeres

    Uno de los cambios más visibles ha sido el avance de los derechos de las mujeres. En 1975, aún no podían abrir una cuenta bancaria sin permiso del marido o del padre.

    Hoy, España cuenta con leyes contra la violencia de género, igualdad salarial y derechos sexuales y reproductivos garantizados. A pesar de esto, los crímenes machistas siguen siendo una preocupación nacional.

    El informe más reciente de Cáritas advierte que 4.3 millones de personas viven en situación de exclusión social severa, un tercio de ellas menores de edad. El alto costo de la vivienda y la precariedad laboral siguen siendo barreras para la igualdad de oportunidades, pese a la disminución general de la pobreza desde los años setenta.

    Desde 1975, España ha multiplicado por cuarenta el producto interior bruto (PIB), ha aumentado más de cien veces el valor de las exportaciones y casi ha duplicado el número de ocupados. EFE

    La economía

    Desde el punto de vista económico, el país ha multiplicado por cuarenta su PIB y más que duplicado su fuerza laboral desde 1975. La entrada en la Comunidad Económica Europea en 1986 y en el euro en 2002 supusieron un impulso clave para su integración internacional. En 2024, España alcanzó los 21.8 millones de ocupados.

    La economía de servicios se consolidó como motor principal, representando el 77 % del PIB nacional gracias, sobre todo, al turismo. En 2024, España recibió 94 millones de visitantes. En contraste, la industria y el sector primario perdieron peso de forma sostenida.

    No obstante, persisten desequilibrios. El desempleo, que era del 4.7 % en 1976, se sitúa ahora en el 10.4 %. La deuda pública representa el 103 % del PIB. Según el Consejo General de Economistas, aunque España ha cerrado brechas con países como Italia y Francia, los retos estructurales aún condicionan su crecimiento.

    Medio siglo después de la dictadura, España se posiciona como un país plural, con avances democráticos y sociales consolidados. Pero la desigualdad, el acceso a la vivienda y el envejecimiento poblacional figuran como desafíos clave para el próximo ciclo histórico.

     

  • El rey Juan Carlos I pide volver a España y reconciliarse con su hijo Felipe

    El rey Juan Carlos I pide volver a España y reconciliarse con su hijo Felipe

    El rey emérito Juan Carlos I desea regresar a España, reconciliarse con su hijo, el rey Felipe VI, y disfrutar de una jubilación tranquila, según revela en sus memorias tituladas “Réconciliation. Mémoires. Juan Carlos I d’Espagne”, que serán publicadas el próximo 5 de noviembre en Francia por la editorial Stock.

    En extractos del libro difundidos este domingo por el semanario Le Point y la revista del diario Le Figaro, el monarca español afirma: “Espero sobre todo, durante mi vida, tener una jubilación tranquila, renovar una relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, regresar a España, a mi hogar”.

    Las declaraciones se producen desde su residencia en la isla de Nurai, Emiratos Árabes Unidos, donde vive desde 2020 tras salir del país envuelto en escándalos.

    La publicación, considerada uno de los eventos editoriales del otoño europeo, llegará a España en diciembre bajo el sello de Planeta. En ella, el rey emérito defiende la democracia como su legado más importante.

    “Tras cuarenta años de dictadura, le di a los españoles una democracia que sigue viva; es mi herencia”, subraya el rey emérito.

    Juan Carlos I reconoce que asumió el trono a los 37 años con todos los poderes en sus manos: “Durante dos años, tuve todos los poderes. El poder de indultar o refrendar la pena de muerte. No tuve que hacerlo, gracias a Dios, porque en ese momento, si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado”.

    También rememora los años de transición, afirmando que “la democracia española no cayó del cielo” y que su intención fue siempre consolidarla.

    El libro también aborda momentos críticos como el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. El rey relata que hubo tres intentos de golpe: el del coronel Tejero, el del general Alfonso Armada y el de políticos afines al franquismo.

    “Alfonso Armada estuvo a mi lado durante diecisiete años. Lo quería mucho, y él me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre”, recuerda.

    A sus 87 años, Juan Carlos se mantiene activo, inspirado por el consejo de Clint Eastwood: “Cada mañana, dejo al viejo fuera”. Sin embargo, admite que sufre por el distanciamiento familiar. Desde que partió de España, solo ha convivido con su nieto Froilán.

    “Estoy resignado, herido por una sensación de abandono”, confiesa. “Hay días de desesperación, de vacío”.

    Sobre su legado institucional, asegura que su exilio fue voluntario para no afectar a la monarquía ni a su hijo. También admite que aceptó un regalo de $100 millones del rey Abdulá de Arabia Saudí en 2008, calificándolo como “un grave error”, pero insiste en que no se le ha imputado en ninguno de los procesos judiciales abiertos, ni por blanqueo de capitales ni por la denuncia de acoso interpuesta por su examiga Corinna Larsen.

    En su reflexión final, Juan Carlos I se muestra melancólico: “Di libertad a los españoles al establecer la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí”. También alerta sobre el riesgo de que resurjan los autoritarismos: “Es más fácil destruir una democracia que construirla”.