Una mujer delgada y extrovertida entró en la sala de reuniones de Diario El Mundo en el centro de San Salvador una mañana de septiembre de 2013. Vestía un traje blanco de sastre con una blusa verde amarela, saludó con esa amabilidad y desenfado propio de los venezolanos, amigable, sumamente cordial. Pero cuando empezamos a dispararle nuestras preguntas, María Corina Machado respondió con el mismo temple y la firmeza con que la hemos visto enfrentar a Hugo Chávez y Nicolás Maduro, los dictadores venezolanos con los que le ha tocado lidiar desde sus días de diputada.
De esa entrevista con Diario El Mundo, publicada el 4 de septiembre de 2013, quedaba entonces su firme convicción de que “Venezuela volverá a ser un referente a la democracia para la región y para el mundo”.
“Hemos aprendido mucho”, dijo entonces y se lamentaba que “los venezolanos hemos perdido toda la confianza en las instituciones, en la justicia, en la Policía, en la Fiscalía, en el poder electoral, en la Asamblea, incluso en el respeto al voto”.
Machado, quien llegó acompañada de la también diputada venezolana Dinorah Figueroa, lamentaba que “lo más grave ha sido el ataque a la cohesión social”, donde de manera intencionada y sistemáticamente “se ha pretendido dividir a la población, bajo todo criterio, racial, generacional, económico, religioso”.
“Es nuestro gran desafío, más allá de reconstruir, porque se ha ido acumulando una capacidad creadora, pero nuestro mayor desafío va a ser esa cohesión social”, decía entonces y 12 años después, Machado sigue luchando.


El miedo, hilo conductor
Machado dijo entonces que “el miedo se ha convertido en el hilo conductor y un miedo que se le mete en los tuétanos”.
“(La dictadura venezolana) intenta hacerle sentir a todo aquel que disiente que es un enemigo de la revolución y que va a pagar por eso”, denunciaba Machado que calificaba al régimen chavista de “una neodictadura, un régimen profundamente totalitario que se disfraza de democracia, que además tiene una receta clara para lograr ese control progresivo de la sociedad, y se ha ido repitiendo y perfeccionando”.
Y vaya que tenía razón. El régimen impidió a Machado, siendo la figura opositora más popular del país, postularse a las elecciones de 2024 y la alianza opositora postuló a Edmundo González Urrutia, quien ganó ampliamente los comicios que luego Maduro le arrebató en un fraude monumental donde no pudo ni mostrar las actas de una sola urna.
«Quienes nacimos y crecimos en democracia, no tuvimos conciencia de cómo preservarla y cuidarla», se lamentaba. Una frase que la hemos escuchado repetir estos días.
Machado, en 2013, como ahora, siempre habló de democracia como el único camino para recuperar su país, pero con la convicción que sería un camino duro.
“Nos esperan días muy duros para quienes están absolutamente comprometidos a defender los valores de la democracia”, dijo a Diario El Mundo en 2013 y así ha sido.



