Atiquizaya, en Ahuachapán, vivió una jornada histórica con la tercera edición del Festival de la Cochinita, que volvió a posicionar a este municipio como uno de los referentes culturales del occidente salvadoreño. Este evento gratuito reunió gastronomía ancestral, arte afrodescendiente, moda, música y memoria colectiva.
El festival comenzó desde la madrugada de este domingo con la tradicional alborada y la presentación de diversos artistas. A las 5:30 de la mañana ya se formaban filas para degustar la cochinita recién salida del horno de tierra, preparada por siete familias locales que cocinaron más de 300 libras de carne. Asimismo, la participación de la Marimba de Santa Ana evocó tiempos pasados, cuando este instrumento llenaba el parque de música y se convertía en el corazón del pueblo quien celebró una tradición con más de tres siglos de historia.
Uno de los instantes más emotivos del festival ocurrió cuando la directora de AFROOS, el Embajador de Colombia en El Salvador y el director de OIKOS compartieron palabras de unidad, identidad y orgullo afrodescendiente. En ese mismo acto, Mister Antony entregó una corona a la Belleza Afro El Salvador y otorgó un reconocimiento especial al Embajador de Colombia, como símbolo de hermandad y respeto entre pueblos. Estos gestos reforzaron el espíritu del festival: honrar la memoria, fortalecer la inclusión cultural y destacar el aporte afrodescendiente en la identidad salvadoreña.
La moda durante el evento estuvo a cargo del diseñador Diego Chacón y su pasarela con trajes teñidos en añil —uno de los símbolos identitarios de El Salvador— se convirtió en uno de los momentos más destacados, donde el arte, la tradición y la afrodescendencia dialogaron en una misma escena.
La cochinita, protagonista indiscutible de la celebración, no es solo un platillo, sino una herencia viva transmitida de generación en generación. Su origen se remonta a las comunidades afrodescendientes que llegaron al occidente del país hace más de dos siglos, aportando conocimientos culinarios que, al fusionarse con ingredientes locales como el achiote, la pepitoria y el chile guaque, dieron vida a una receta irrepetible. El Festival de la Cochinita, organizado por la Fundación Afrodescendientes Organizados Salvadoreños, demostró una vez más que este encuentro no solo alimenta el cuerpo, sino que preserva historias, identidades y la profunda resistencia cultural de un pueblo que se niega a olvidar.
