El presidente estadounidense, Donald Trump, dijo este viernes que el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, le ha ofrecido «de todo» porque no quiere «meterse» (fuck around) con Estados Unidos.
«Él me ha ofrecido de todo. Tienes razón. ¿Sabes por qué? Porque no quiere meterse con Estados Unidos», dijo al ser preguntado por la prensa en la Casa Blanca sobre supuestas concesiones de Maduro para negociar con Washington.
El diario The New York Times publicó la semana pasada que Maduro habría ofrecido a Trump abrir a las compañías estadounidense sus proyectos de petróleo y oro, contratos preferentes, redirigir de China a Estados Unidos la exportación de petróleo, y terminar contratos mineros y energéticos con China, Irán y Rusia.
El periódico Miami Herald publicó el jueves que la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, y su hermano, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, habrían ofrecido a Estados Unidos encabezar un gobierno de transición sin Maduro para preservar la estabilidad política del país.
Estas informaciones se producen mientras Estados Unidos ha protagonizado un inédito despliegue militar en el mar Caribe, donde ha destruido varias embarcaciones que, según Washington, pertenecen al narcotráfico y estaban vinculadas con el Gobierno de Maduro.
Asimismo, Trump anunció esta semana que autorizó a la CIA realizar operaciones encubiertas en Venezuela y aseguró que estudia la posibilidad de ejecutar ataques contra «el narcotráfico» en tierra tras los bombardeos contra embarcaciones.
Maduro, que rechaza las acusaciones de tener vínculos con el narcotráfico, advirtió el jueves que el mando político y militar del país está «más unido que nunca» para defender a Venezuela de las amenazas de Estados Unidos, al tiempo que su vicepresidenta desmintió las informaciones del Miami Herald.
La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, ofreció a Estados Unidos encabezar un gobierno de transición sin Nicolás Maduro, como parte de una estrategia para preservar la estabilidad política del país, según reveló este jueves el Miami Herald, citando fuentes cercanas a las negociaciones.
Rodríguez y su hermano Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, junto a altos funcionarios del régimen venezolano, presentaron dos propuestas avaladas por Maduro a la administración del presidente Donald Trump, con la intermediación del gobierno de Catar.
La primera oferta fue entregada en abril al enviado especial estadounidense Richard Grenell. En ella se planteaba la salida de Maduro del poder con garantías de seguridad para permanecer en Venezuela, dejando a Delcy Rodríguez al frente de un gobierno de transición.
La segunda propuesta, presentada en septiembre, contemplaba un gobierno encabezado por Delcy Rodríguez y el general retirado Miguel Rodríguez Torres, mientras Maduro se exiliaría en Catar o Turquía.
Ambos planes buscaban persuadir a la Casa Blanca de que un “madurismo sin Maduro” podría facilitar una transición pacífica, sin desmantelar por completo la estructura del régimen.
Según el Miami Herald, Delcy Rodríguez mantiene una relación estrecha con miembros de la familia real catarí, país donde además tendría parte de sus activos financieros.
La información se conoció un día después de que el presidente Trump autorizara a la CIA a ejecutar operaciones encubiertas en Venezuela. Además, el mandatario indicó que evalúa acciones militares contra el narcotráfico en tierra, luego de que las fuerzas estadounidenses mataran al menos a 27 personas en cinco ataques marítimos cerca de las costas venezolanas durante su administración.
Consultado sobre si había autorizado el asesinato de Nicolás Maduro, el presidente Trump respondió que sería “ridículo” contestar esa pregunta.
Mientras tanto, el régimen venezolano denunció “con extrema alarma” el uso de la CIA como una amenaza directa, y calificó las acciones como parte de “maniobras de cambio de régimen” orquestadas desde Washington.
El secretario de Estado, Marco Rubio, llegó el miércoles visiblemente nervioso al Comedor de Estado de la Casa Blanca, donde el presidente, Donald Trump, encabezaba un acto y le entregó una nota. El mensaje decía que el acuerdo en Gaza estaba «muy cerca» y añadía: «Necesito que apruebes pronto una publicación en Truth Social para ser el primero en anunciarlo».
Dos horas después, el presidente hizo el anuncio que dio la vuelta al mundo: «Me enorgullece anunciar que Israel y Hamás han firmado la primera fase de nuestro Plan de Paz. Esto garantizará que todos los rehenes serán liberados pronto e Israel retirará sus tropas como primer paso hacia una paz duradera».
Aunque la guerra en Gaza aún requiere varias rondas de negociación y el conflicto israelí-palestino continúa lejos de resolverse, el acuerdo representa un hito diplomático para el presidente, quien busca posicionarse como pacificador global y optar al Premio Nobel de Paz.
El bombardeo en Doha, el detonante
El detonante del pacto fue el bombardeo israelí en Doha, el 9 de septiembre, un intento fallido de asesinar a la delegación de Hamás, que se encontraba en la capital catarí para unos diálogos de paz estancados.
El ataque provocó indignación en el mundo árabe e irritó profundamente a Trump, quien mantiene una relación estratégica con Catar, país que visitó en mayo, convirtiéndose en el primer presidente estadounidense en hacerlo.
La crisis fue aprovechada por Steve Witkoff, enviado especial estadounidense en Oriente Medio, para dar un nuevo impulso a las negociaciones, elaborando un plan de veinte puntos junto a Jared Kushner, yerno del mandatario, quien había sido responsable de la política en la región durante la primera Administración Trump.
Fuentes estadounidenses aseguran que Witkoff utilizó un hotel de Nueva York, cerca de la residencia de Kushner, como centro de operaciones para diseñar el plan. Se basó en negociaciones previas y en aportaciones del primer ministro catarí.
Los puntos incluían el fin de la ofensiva israelí, calificada por muchas voces como genocidio; la liberación de todos los rehenes de Hamás y la formación de un gobierno de transición para el enclave liderado por el ex primer ministro británico Tony Blair.
El humo de la explosión provocada por un ataque israelí en Doha, la capital de Catar se observa en la distancia. El objetivo israelí fue el liderazgo del grupo terrorista palestino Hamás.
El ‘ok’ de los árabes e Israel
El primer escollo se superó el 23 de septiembre, durante la Asamblea General de la ONU, cuando Trump presentó el borrador del plan a líderes de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Egipto, Jordania y Turquía.
Estos introdujeron algunos cambios al documento antes de que Trump presentara el plan a Netanyahu el 29 de septiembre.
Ese día, la Casa Blanca convocó una comparecencia de ambos mandatarios, sin que Netanyahu hubiera aceptado todavía el plan, pues tenía reticencias sobre la retirada israelí del enclave y el papel de la Autoridad Nacional Palestina.
Durante la reunión, en la que Trump presionó a Netanyahu para que se disculpara por teléfono con el líder catarí, el primer ministro logró algunas modificaciones y acabó aceptando un documento que limitaba un eventual Estado palestino a una referencia muy vaga.
Trump y Netanyahu anunciaron el plan con tono triunfal, advirtiendo a Hamás de una intensificación de la ofensiva en Gaza si rechazaban la propuesta. Las conversaciones para lograr la aceptación de los cambios por parte de los líderes árabes fueron arduas, pero Estados Unidos los convenció de que era la única manera de que Israel aceptara.
La pelota quedó en el tejado de Hamás, a quien Trump dio un ultimátum el viernes pasado para aceptarlo antes del domingo, al advertir que, de lo contrario, desataría un «infierno» sobre el grupo islamista. No fue necesario: Hamás dio su visto bueno pocas horas después.
El «momento decisivo» en Egipto
El pasado lunes arrancaron en Sharm el-Sheij (Egipto) las negociaciones entre Israel y Hamás, con mediadores cataríes, egipcios y turcos, para acordar la implementación del plan de paz.
Las posiciones parecían enrocadas: Hamás quería retener a los rehenes como moneda de negociación e Israel no aceptaba avanzar sin garantías plenas de seguridad.
El miércoles, tras casi veinte horas de negociaciones ininterrumpidas, se produjo lo que fuentes estadounidenses califican como «el momento decisivo», cuando ambas partes comenzaron a ceder posiciones.
Witkoff y Kushner estaban presentes en la negociación y, al ver que el acuerdo era inminente, avisaron a Trump para que intercediera por teléfono y le diera un empuje final. Pasadas las dos de la mañana en Israel, se dio luz verde.
«Estar allí fue clave. Por Zoom nunca lo habríamos logrado», afirman las fuentes.
Se acordó dividir el plan en dos fases: la primera incluiría un alto el fuego, la liberación de los veinte rehenes vivos a cambio de prisioneros palestinos y la retirada parcial de las tropas israelíes.
La segunda fase, a negociar más adelante, abordaría la desmilitarización de Gaza, el despliegue de una fuerza internacional de estabilización y un plan de reconstrucción con apoyo árabe.
El gabinete de Israel debe ratificar el plan y la retirada parcial de tropas comenzará dentro de veinticuatro horas. En las siguientes 72 horas está prevista la liberación de los rehenes.
Trump aseguró este jueves que ha logrado poner fin definitivo a la guerra en Gaza y afirmó que lo hizo no por el Premio Nobel de Paz, sino por «la humanidad». No obstante, Israel rompió meses atrás otro alto el fuego en Gaza y está por ver si esta vez la historia es distinta.
Israel y el grupo islamista Hamás estarían próximos a dar el primer paso en un acuerdo de paz propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que plantea la liberación de todos los rehenes israelíes a cambio de cesar el fuego sobre la Franja de Gaza.
Hamás, que había recibido un plazo hasta el domingo para pronunciarse sobre la hoja de ruta, aceptó el viernes liberar a todos los cautivos israelíes, vivos y muertos. A cambio, exige que Israel detenga los ataques y se concrete un intercambio de prisioneros palestinos.
El presidente Trump pidió de inmediato a Israel que detuviera los bombardeos para garantizar una liberación segura y rápida de los rehenes. “En muchos sentidos esto no tiene precedentes (…) todos estaban unidos en el deseo de que esta guerra terminara por el bien del Oriente Medio y estamos cerca de lograrlo”, expresó en un video.
Israel, que ya había aprobado el plan días antes, confirmó en la madrugada de este sábado que se prepara para implementar “la primera fase” del acuerdo. Aunque el comunicado de Benjamín Netanyahu no aludió al fin de las ofensivas, medios como Times of Israel y Kan informaron que el Gobierno ordenó reducir las operaciones militares y limitarse a labores defensivas.
Desde la comunidad internacional, líderes y gobiernos calificaron el gesto de Hamás como una oportunidad histórica para avanzar hacia la paz.
António Guterres, secretario general de la ONU, expresó estar “alentado” por los avances y reiteró su llamado a un alto el fuego “inmediato y permanente”, junto con la liberación “incondicional” de los rehenes y acceso humanitario sin restricciones.
Catar y Egipto, que actúan como mediadores, respaldaron la respuesta de Hamás, alabando el liderazgo de Trump. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, la describió como un “avance significativo”, mientras que Emmanuel Macron destacó que la paz está al alcance.
El primer ministro británico, Keir Starmer, se sumó al respaldo y pidió a ambas partes implementar el acuerdo sin demoras. Por su parte, el canciller alemán, Friedrich Merz, y la mandataria italiana, Giorgia Meloni, también coincidieron en que el alto el fuego debe ser prioritario.
Incluso el presidente de Colombia, Gustavo Petro, reconoció estar “de acuerdo esta vez” con Trump y aseguró que, si EE.UU. mueve su Ejército para frenar la opresión en Palestina, Colombia lo acompañaría.
El plan de Washington contempla una desmilitarización progresiva de Gaza, la formación de un gobierno de transición administrado por tecnócratas palestinos y supervisado por Trump y el ex primer ministro británico Tony Blair. Aunque se plantea negociar un posible Estado palestino a futuro, Netanyahu ha rechazado esa opción.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó el lunes junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, un plan de paz para Gaza que ha sido calificado por expertos como un “ultimátum” al grupo islamista Hamás, y no una vía concreta para resolver el conflicto árabe-israelí.
La propuesta, compuesta por 20 puntos, excluye completamente a los palestinos en su elaboración y apuesta por un gobierno de transición encabezado por el propio Trump, acompañado del exprimer ministro británico Tony Blair, sin que se definan plazos ni estructura clara.
El proyecto condiciona cualquier posibilidad de autodeterminación palestina a una serie de reformas en la Autoridad Nacional Palestina bajo supervisión de Israel.
“El plan más que una solución parece un ultimátum a Hamás para que se rinda; de no hacerlo, continúa la amenaza de destrucción de la Franja de Gaza y el genocidio de su población”, advirtió Ignacio Álvarez Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid.
Ni siquiera con el control total del proceso, Israel ha mostrado disposición a reconocer un Estado palestino. Horas después de presentar el plan, Netanyahu reiteró que “rotundamente, no” aceptará la creación de un estado palestino, según lo dijo en un video publicado en redes sociales.
“Sería un milagro que la Autoridad Palestina hiciera todas las reformas que Israel exige”, recordó Max Rodenbeck, director del proyecto Israel-Palestina del International Crisis Group.
Pese a la polémica, varios países de la comunidad internacional han visto con buenos ojos la iniciativa, señalando que podría aliviar la crítica situación humanitaria en Gaza. La región sufre bombardeos diarios, escasez de alimentos y medicinas, y un creciente número de víctimas por hambruna, en su mayoría niños.
Álvarez Ossorio reconoció algunos elementos positivos del plan: “Permitirá la entrada masiva de ayuda humanitaria, rehabilitará infraestructuras destruidas y facilitará la reconstrucción con apoyo de países del Golfo. Además, no plantea expulsiones, lo que mejorará notablemente la situación de la población”.
Sin embargo, alertó que “se vuelven a negar los derechos nacionales del pueblo palestino”, repitiendo un patrón histórico en el que potencias extranjeras toman decisiones sin contar con los propios afectados.
Max Rodenbeck consideró que la propuesta fue diseñada para complacer a distintos actores clave de la región. Egipto y Jordania, preocupados por un posible flujo masivo de refugiados palestinos, habrían recibido garantías de que estos permanecerán en Gaza. A su vez, los países interesados en contratos de reconstrucción y oportunidades comerciales han sido “silenciados” con promesas concretas
. “Francamente, muchos de los vecinos de la región tampoco son amigos de Hamás, así que si esto significa el fin de Hamás, no les preocupa demasiado”, sostuvo Rodenbeck.
Israel, según Álvarez Ossorio, sería el gran beneficiado. “Se han eliminado elementos lesivos para los intereses israelíes, como la retirada total de tropas, y el plan ya no hace mención a la solución de los dos Estados”, señaló.
El documento carece de cronograma, nombres de los integrantes del gobierno de transición, detalles sobre el retiro militar israelí o mecanismos para distribuir ayuda. Tampoco se explicita cuál será el papel de los países árabes e islámicos, pese a la inclusión de una “Fuerza Internacional de Estabilización”.
“No queda claro cómo estarán representados los intereses de esos países en el gobierno de transición, ni cuánto durará ese gobierno”, cuestionó Álvarez Ossorio. Rodenbeck fue aún más directo: “No sabemos exactamente qué se está aceptando. Ni siquiera está claro quién va a estar a cargo, excepto el presidente Trump”.