El rey emérito Juan Carlos I desea regresar a España, reconciliarse con su hijo, el rey Felipe VI, y disfrutar de una jubilación tranquila, según revela en sus memorias tituladas “Réconciliation. Mémoires. Juan Carlos I d’Espagne”, que serán publicadas el próximo 5 de noviembre en Francia por la editorial Stock.
En extractos del libro difundidos este domingo por el semanario Le Point y la revista del diario Le Figaro, el monarca español afirma: “Espero sobre todo, durante mi vida, tener una jubilación tranquila, renovar una relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, regresar a España, a mi hogar”.
Las declaraciones se producen desde su residencia en la isla de Nurai, Emiratos Árabes Unidos, donde vive desde 2020 tras salir del país envuelto en escándalos.
La publicación, considerada uno de los eventos editoriales del otoño europeo, llegará a España en diciembre bajo el sello de Planeta. En ella, el rey emérito defiende la democracia como su legado más importante.
“Tras cuarenta años de dictadura, le di a los españoles una democracia que sigue viva; es mi herencia”, subraya el rey emérito.
Juan Carlos I reconoce que asumió el trono a los 37 años con todos los poderes en sus manos: “Durante dos años, tuve todos los poderes. El poder de indultar o refrendar la pena de muerte. No tuve que hacerlo, gracias a Dios, porque en ese momento, si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado”.
También rememora los años de transición, afirmando que “la democracia española no cayó del cielo” y que su intención fue siempre consolidarla.
El libro también aborda momentos críticos como el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. El rey relata que hubo tres intentos de golpe: el del coronel Tejero, el del general Alfonso Armada y el de políticos afines al franquismo.
“Alfonso Armada estuvo a mi lado durante diecisiete años. Lo quería mucho, y él me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre”, recuerda.
A sus 87 años, Juan Carlos se mantiene activo, inspirado por el consejo de Clint Eastwood: “Cada mañana, dejo al viejo fuera”. Sin embargo, admite que sufre por el distanciamiento familiar. Desde que partió de España, solo ha convivido con su nieto Froilán.
“Estoy resignado, herido por una sensación de abandono”, confiesa. “Hay días de desesperación, de vacío”.
Sobre su legado institucional, asegura que su exilio fue voluntario para no afectar a la monarquía ni a su hijo. También admite que aceptó un regalo de $100 millones del rey Abdulá de Arabia Saudí en 2008, calificándolo como “un grave error”, pero insiste en que no se le ha imputado en ninguno de los procesos judiciales abiertos, ni por blanqueo de capitales ni por la denuncia de acoso interpuesta por su examiga Corinna Larsen.
En su reflexión final, Juan Carlos I se muestra melancólico: “Di libertad a los españoles al establecer la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí”. También alerta sobre el riesgo de que resurjan los autoritarismos: “Es más fácil destruir una democracia que construirla”.
