La crisis política que atraviesa Francia ha dejado en evidencia la creciente soledad del presidente Emmanuel Macron, quien enfrenta críticas no solo de la oposición, sino también de figuras clave de su propio entorno. Mientras tanto, la izquierda se fragmenta, la derecha moderada se divide y la extrema derecha de Marine Le Pen avanza con paso firme.
Emmanuel Macron, quien asumió el poder con una imagen de renovación en 2017, enfrenta ahora uno de los periodos más críticos de su presidencia. En un escenario de bloqueo institucional y falta de liderazgo definido, hasta sus más cercanos colaboradores han comenzado a tomar distancia.
El expresidente del Gobierno y actual líder del partido Horizons, Edouard Philippe, pidió este martes una dimisión «en diferido» del mandatario, una propuesta sin precedentes desde dentro del propio bloque macronista. Propone que se nombre un primer ministro de transición que permita aprobar el presupuesto de 2026 y, posteriormente, convoque elecciones presidenciales anticipadas, originalmente previstas para 2027.
Por su parte, Gabriel Attal, líder del partido presidencialista Renacimiento y ex primer ministro, reiteró sus críticas al presidente. “Como la mayoría de los franceses, no comprendo las decisiones del presidente”, dijo, reflejando el malestar incluso dentro de la base que llevó a Macron al poder.
Fragmentación en la izquierda
El Nuevo Frente Popular, coalición de izquierdas que se consolidó tras las elecciones legislativas de julio de 2024, empieza a mostrar severas fisuras. La alianza entre La Francia Insumisa (LFI), socialistas, ecologistas y comunistasestá siendo puesta a prueba.
Los socialistas rompieron la disciplina de voto en la aprobación del presupuesto de 2025, bajo el gobierno centrista de François Bayrou, a cambio de abrir el debate sobre la reforma de las pensiones.
Mientras LFI intenta rearticular el bloque, solo los ecologistas se han sumado a ese llamado. Socialistas y comunistashan marcado distancia del liderazgo de Jean-Luc Mélenchon, al que acusan de intransigente y poco dispuesto al consenso.
División interna en la derecha tradicional
El partido Los Republicanos, pilar de la derecha moderada francesa, también vive una lucha de poder interna. La facción conservadora liderada por Bruno Retailleau, actual ministro del Interior en funciones, mantiene el control del partido, pero enfrenta presión del ala liberal encabezada por Laurent Wauquiez.
Ambos han protagonizado choques públicos sobre la estrategia del partido ante la crisis. Mientras Retailleau defiende seguir colaborando con el Ejecutivo, Wauquiez pide romper cualquier vínculo con los macronistas. Esta tensión podría desembocar en una fractura que debilite aún más a la derecha tradicional.
La extrema derecha, única fuerza en ascenso
En contraste con el caos en los bloques tradicionales, la extrema derecha francesa avanza sin fisuras. Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional (RN), se beneficia del desgaste institucional y lidera los sondeos de intención de voto de cara a las presidenciales.
El crecimiento de Le Pen ha relegado a figuras como Éric Zemmour, que en 2022 amenazó con disputarle el electorado, pero terminó con apenas 7 % de apoyo.
La única sombra que se cierne sobre su candidatura es su inhabilitación cautelar, tras ser condenada en primera instancia por financiación ilícita de su partido con fondos del Parlamento Europeo. Su juicio en apelación está previsto para verano de 2026, una fecha clave para sus aspiraciones presidenciales.
Con el primer ministro Sébastien Lecornu en funciones y sin una mayoría clara en la Asamblea Nacional, Francia se encuentra en un punto muerto político. La presión para encontrar una salida institucional viable crece, mientras Macron insiste en mantenerse en el cargo hasta el final de su mandato.

