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  • El Kremlin lanza una campaña para castigar la disidencia en sus filas

    El Kremlin lanza una campaña para castigar la disidencia en sus filas

    El Kremlin ha comenzado a castigar cualquier muestra de disidencia en sus filas. No se libran ni altos funcionarios ni propagandistas. Se prohíbe criticar públicamente la postura oficial, sea con respecto a la guerra en Ucrania o en materia de política exterior.

    En cuanto alguien emborrona la foto fija de una sociedad unida en torno al líder, salen raudos los delatores a sueldo del Kremlin para señalar a los que se han desviado de la línea marcada por Putin al grito de «traidor».

    El primero en criticar la guerra en Ucrania

    El número dos de la Administración presidencial y durante años uno de los principales aliados de Putin, Dmitri Kózak, presentó su dimisión después de que la prensa occidental informara de que había pedido a su jefe que detuviera la guerra.

    «Puedo confirmar que, efectivamente, Dmitri Kozak, ha presentado su dimisión», dijo este jueves el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, en su rueda de prensa diaria.

    Al ser preguntado sobre los motivos de esa decisión, Peskov señaló que Kozak, que nació en Ucrania y trabaja para Putin en Moscú desde 1999, lo hizo «por voluntad propia» sin dar más detalles.

    Al parecer, antes del comienzo de la campaña militar en 2022 Kózak ya había advertido al líder ruso sobre las consecuencias de la guerra y ahora habría presentado un plan para el cese de las acciones militares, e incluso propuso reforzar el control sobre las fuerzas de seguridad, que han convertido a Rusia en un estado policial.

    Aunque su mayor error fue pedir a sus interlocutores occidentales argumentos con los que convencer al jefe del Kremlin a detener los combates, de acuerdo con el diario The New York Times.

    El propagandista número uno, Vladímir Soloviov, no dudó en llamar en su programa de televisión a castigar al traidor, aunque sin mencionar su nombre.

    Eso sí, Putin raramente condena a los suyos al completo ostracismo. La prensa predice que Kózak, de 66 años, asumirá el cargo de representante plenipotenciario en el distrito federal noroccidental del presidente, que casualmente quedó libre este jueves.

    El único antecedente similar es el ex viceprimer ministro Arkadi Dvorkóvich, que abandonó el cargo de director del centro de innovaciones Skólkovo tras ser tachado de «traidor» por el partido del Kremlin supuestamente por lamentar por igual la muerte de los caídos de ambos bandos en el conflicto en el Donbás.

    Al enemigo ni agua

    La fina línea entre lealtad y traición no se tiende sólo sobre Ucrania, sino sobre cualquier adversario, aunque sea conyuntural. Este es el caso de Azerbaiyán, que mantiene desde finales del pasado año unas tensas relaciones con Moscú.

    A lo largo de los años, aunque Armenia es el teórico aliado del Kremlin, el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, se granjeó numerosos amigos en Rusia.

    Es el caso del analista y antiguo diputado Serguéi Márkov, antaño uno de los principales propagandistas del partido del Kremlin, Rusia Unida, declarado en agosto agente extranjero, sinónimo del «enemigo del pueblo» soviético.

    Creyó erróneamente que la patente de corso del Kremlin le daba derecho a elogiar a Aliyev justo cuando Bakú había detenido a varios ciudadanos rusos y rechazado la invitación para asistir al desfile en la plaza Roja del Día de la Victoria.

    No sólo eso, sino que admitió -algo que Moscú aún no ha hecho- que Rusia había derribado en diciembre un avión de pasajeros azerbaiyano, tragedia en la que murieron casi 40 personas. Aliyev ha pedido insistentemente a Putin que castigue a los culpables sin obtener respuesta.

    «No soy agente extranjero. Todos lo saben bien. Llevo 25 años defendiendo la política de Vladímir Putin y estoy sancionado (por ello) por Canadá», escribió el analista en su canal de Telegram.

    Según Markov, su inclusión en la «lista negra» del Ministerio de Justicia es un «error», ya que es víctima de «ataque de los enemigos de Rusia».

    También fue relevado de su puesto el primer subdirector de la agencia rusa TASS, Mijaíl Gusman, quien calificó a Aliyev de «virtuoso» político, poco después de asistir a un foro en Bakú.

    Con todo, con los opositores el Kremlin se las gasta de otra forma. El difunto Alexéi Navalni murió envenenado en prisión, según denunció la víspera su viuda, Yulia Naválnaya, que se basó en los resultados de los análisis clínicos de dos laboratorios occidentales.