El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, anunció este lunes que su gobierno ha entregado a Estados Unidos una nueva versión del borrador del plan de paz, que incluye propuestas conjuntas con Europa, y que plantea resolver la soberanía del Donbás mediante un referéndum ciudadano.
Durante una rueda de prensa en Kiev, Zelenski explicó que el documento presentado a la Casa Blanca no es un plan final, sino una respuesta a las condiciones previas planteadas por las partes en conflicto. “No es un plan definitivo, es una reacción a lo que recibimos, a las condiciones previas”, aclaró el mandatario ucraniano.
El nuevo borrador contiene una veintena de puntos clave que aún están sujetos a debate y desarrollo. Uno de los aspectos más controvertidos sigue siendo la situación en el este del país, donde Rusia mantiene el control de varios territorios. “Actualmente es difícil predecir cuáles serán los documentos finales. Los rusos quieren todo el Donbás, pero nosotros, por supuesto, no lo aceptamos”, afirmó Zelenski.
Respecto a estos territorios ocupados, Zelenski subrayó la necesidad de que cualquier decisión sea respaldada por la población ucraniana. “Debe existir una postura del pueblo ucraniano”, dijo, y no descartó que esa decisión pueda darse por medio de un referéndum o elecciones.
El presidente también hizo referencia a los desacuerdos sobre la región de Donetsk, donde, según explicó, Rusia —con el visto bueno de Estados Unidos— propone la retirada de tropas ucranianas, a cambio de comprometerse a no desplegar sus propias fuerzas.
“La respuesta a esa pregunta debe darla el pueblo ucraniano”, reiteró Zelenski, quien continúa apostando por una salida negociada al conflicto, pero sin renunciar a la soberanía nacional.
Estados Unidos y Ucrania coincidieron en que cualquier avance hacia un acuerdo de paz en la guerra dependerá de que Rusia muestre un compromiso serio y verificable, según declararon ambas delegaciones al cierre de dos días de reuniones bilaterales sostenidas esta semana.
El consenso se alcanzó durante la sexta ronda de encuentros entre el Enviado Especial para la Paz de EE.UU., Steven Witkoff, el asesor Jared Kushner, y las autoridades ucranianas encabezadas por el secretario de Seguridad Nacional y Defensa, Rustem Umerov, y el jefe del Estado Mayor, general Andriy Hnatov.
“El fin de la guerra y medidas creíbles hacia el alto el fuego y la desescalada son necesarias para prevenir nuevas agresiones y hacer posible el plan integral de desarrollo de Ucrania”, escribió Witkoff en su cuenta oficial de X.
Los negociadores estadounidenses reiteraron que cualquier solución a corto plazo depende de que Moscú respete un cese inmediato de hostilidades y adopte medidas para desescalar el conflicto, incluyendo la suspensión de ataques en zonas civiles y un repliegue controlado.
Presión diplomática directa sobre Putin
A comienzos de esta semana, una delegación enviada por el expresidente Donald Trump, compuesta por Kushner y Witkoff, viajó a Moscú para presentar personalmente al presidente Vladímir Putin los resultados de los contactos previos con Kiev.
Sin embargo, fuentes diplomáticas confirmaron que Putin rechazó ceder sus ambiciones territoriales en Ucrania, postura que mantiene como condición no negociable pese a los llamados de Estados Unidos a una salida pacífica al conflicto.
En noviembre, Estados Unidos propuso un borrador de plan de paz que incluía algunas de las exigencias del Kremlin: reducción del Ejército ucraniano, retiro de tropas del Donbás y renuncia formal a ingresar en la OTAN. Estas condiciones fueron luego descartadas por Ucrania en una reunión posterior en Ginebra.
Ucrania presentó una versión revisada del plan, eliminando los puntos que consideraba inaceptables. No obstante, Rusia ha rechazado el documento actualizado como base para iniciar conversaciones directas, según confirmaron fuentes cercanas al proceso.
Hasta el momento, el Kremlin no ha ofrecido señales de apertura para modificar su postura militar o diplomática, lo que mantiene bloqueada cualquier posibilidad inmediata de negociación formal entre las partes.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este martes que su equipo diplomático retomará reuniones con delegaciones de Rusia y Ucrania para presionar a ambas partes a aceptar el acuerdo de paz propuesto por Washington para poner fin a la guerra en Ucrania.
En esta nueva ronda de contactos, el enviado especial estadounidense, Steve Witkoff, viajará a Moscú para reunirse con el presidente ruso, Vladimir Putin. Paralelamente, el secretario del Ejército, Dan Driscoll, sostendrá encuentros con representantes ucranianos para acercar posturas sobre los últimos puntos del plan de paz.
«Me informarán sobre todos los avances, junto con el vicepresidente JD Vance; el secretario de Estado, Marco Rubio; el secretario de Guerra, Pete Hegseth; y la jefa de gabinete, Susie Wiles», afirmó Trump a través de su red social Truth Social.
El mandatario estadounidense confirmó que espera sostener reuniones personales con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y con su homólogo ruso, aunque dejó claro que esos encuentros solo tendrán lugar «cuando el acuerdo esté completamente cerrado o en su fase final».
Trump defendió que su administración ha logrado “avances tremendos” para resolver el conflicto y reiteró que la guerra “jamás habría comenzado” si él hubiese estado en la Casa Blanca desde el inicio de la crisis.
El plan de paz impulsado por Washington consta de 28 puntos y ha sido modificado tras recibir observaciones de ambas partes. Según Trump, actualmente solo quedan “unos pocos puntos de desacuerdo” que están siendo discutidos de forma activa.
Uno de los aspectos más polémicos del plan es la propuesta de que Ucrania ceda territorios de la región del Donbás a Rusia y limite el tamaño de sus fuerzas armadas. Kiev, por su parte, intenta suavizar estas cláusulas en coordinación con Washington, en busca de una fórmula que no comprometa su soberanía ni su seguridad.
Con esta ofensiva diplomática, Trump busca consolidar su rol como mediador principal en el conflicto y ofrecer un cierre político a una guerra que ha generado devastación, crisis humanitaria y una creciente tensión geopolítica global.
Kiev y Moscú se preparan para discutir en los próximos días un plan de paz impulsado por Estados Unidos, cuyo contenido ha generado controversia por alinearse, en su versión inicial, más con las exigencias rusas que con los intereses de Ucrania. El documento, que incluye 28 puntos, busca poner fin a casi cuatro años de guerra, pero contiene propuestas que cruzan varias líneas rojas para el gobierno de Volodímir Zelenski.
Entre los puntos más sensibles está la retirada ucraniana del Donbás, región que sería desmilitarizada y reconocida de facto como parte de Rusia por la comunidad internacional. Además, las provincias de Zaporiyia y Jersón quedarían congeladas en su situación actual. Rusia, por su parte, devolvería otras zonas ocupadas fuera de esas regiones.
El texto también exige a Ucrania renunciar a su aspiración de ingresar a la OTAN y reducir su ejército de 900,000 a 600,000 soldados. Se prohibiría el despliegue de tropas extranjeras en su territorio tras la guerra, dejando a Kiev sin garantías de seguridad ante futuras agresiones.
En el ámbito político, se plantea la celebración de elecciones presidenciales en Ucrania en un plazo de 100 días tras la firma del acuerdo. Asimismo, se obligaría por ley al reconocimiento del idioma ruso en el sistema educativo y en los medios de comunicación, como condición para avanzar en el proceso.
Respecto a Rusia, el plan contempla su reintegración al sistema económico internacional y al G8. No obstante, cualquier nuevo ataque a Ucrania implicaría la reactivación inmediata de las sanciones. Además, se propone usar $100,000 millones en activos rusos congelados para reconstruir Ucrania, en un mecanismo que otorga a Estados Unidos ventajas económicas que han generado resistencia en Europa.
Aunque estas condiciones han sido rechazadas previamente por Kiev, el presidente Zelenski aceptó abrir una negociación basada en el documento. Para fortalecer su posición, mantuvo conversaciones con los líderes de Francia, Reino Unido y Alemania, y espera hablar pronto con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para discutir cambios a las cláusulas más polémicas.
Rusia, por su parte, exige una rendición inmediata de Ucrania. El Kremlin ha declarado que es momento de negociar la paz, argumentando que su ejército avanza en todos los frentes, incluida la reciente toma de Kúpiansk. Moscú niega estar detrás del plan, aunque analistas creen que la propuesta es fruto de una estrategia conjunta con Washington para presionar a un Zelenski debilitado por escándalos de corrupción.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, recibió oficialmente una propuesta de plan por parte de Estados Unidos para buscar una salida diplomática al conflicto con Rusia, que inició en febrero de 2022. Kiev aseguró que está dispuesto a trabajar en los puntos planteados para lograr “un fin digno a la guerra”.
“La parte estadounidense entregó formalmente un plan que, según indicó, podría intensificar los esfuerzos diplomáticos”, informó la Presidencia ucraniana en un comunicado difundido a través de Telegram. La delegación ucraniana afirmó que Zelenski ya presentó sus propios principios clave y acordó estudiar el contenido del plan con enfoque constructivo.
La oficina presidencial reiteró que Ucrania ha promovido la paz desde el inicio de la invasión rusa, y recordó su respaldo a las propuestas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde principios de año.
“Estamos preparados para trabajar con Estados Unidos y con nuestros socios de Europa y del mundo”, indicó el comunicado, donde se adelantó que Zelenski espera conversar en los próximos días con Trump sobre las oportunidades diplomáticas.
Plan Secreto
El plan habría sido elaborado en secreto por Washington y Moscú, sin participación directa de Kiev ni de aliados europeos, según reportes de medios estadounidenses. Contempla un esquema de 28 puntos divididos en cuatro categorías generales que incluyen garantías de seguridad para Ucrania y Rusia, y el futuro de las relaciones bilaterales con Estados Unidos.
Algunos de los puntos más sensibles incluirían concesiones territoriales a Moscú, como la cesión de partes del Donbás —ya bajo ocupación rusa— y la reducción del tamaño y capacidad del Ejército ucraniano. Aunque Washington insiste en que el documento busca “garantías de seguridad para ambas partes”, en Kiev no descartan que ciertas condiciones sean inaceptables.
Desde Moscú, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, evitó dar detalles.
“No tenemos novedades. No tenemos nada nuevo que añadir a lo dicho en Anchorage”, dijo, en referencia a la cumbre celebrada en agosto entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y Donald Trump en Alaska. El Kremlin insistió en que una solución debe abordar “las causas profundas del conflicto”.
Críticas europeas
La propuesta tampoco fue bien recibida en Europa. El jefe de la Cancillería Federal de Alemania, Thorsten Frei, calificó de “inaceptable” cualquier plan que implique que Rusia logre en la mesa lo que no pudo obtener en el campo de batalla.
“Eso sería un resultado que no podemos aceptar”, declaró en entrevista con la cadena ntv.
Frei también advirtió que la ofensiva rusa sigue centrada en infraestructuras civiles y energéticas, lo que revela —según dijo— “una estrategia insidiosa” de parte de Moscú.
En la misma línea, el ministro de Exteriores alemán, Johann Wadephul, y la canciller británica, Yvette Cooper, confirmaron no haber sido informados del plan por parte de Washington.
El canciller alemán, Friedrich Merz, matizó que su gobierno mantiene comunicación constante con Estados Unidos, pero advirtió que “no es posible prever un resultado a corto plazo” que ponga fin al conflicto.
El general retirado Keith Kellogg, representante especial de Estados Unidos para Ucrania, dejará su cargo en enero próximo, al cumplirse un año de su designación por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, según reveló una fuente de la Casa Blanca al medio ucraniano Kyiv Independent.
Kellogg fue nombrado en enero de este año como enviado especial para las relaciones entre Washington, Kiev y Moscú. Sin embargo, poco después cedió la interlocución con el Kremlin a Steve Wifkoff, un funcionario inicialmente asignado a los asuntos de Medio Oriente.
Medios locales han señalado que el cambio se dio tras quejas del Kremlin por la postura pro-ucraniana de Kellogg. El general es considerado en Kiev como la figura de la administración del presidente Trump con mayor respaldo a la causa ucraniana.
El anuncio de su salida coincide con reportes sobre un presunto plan de paz entre Estados Unidos y Rusia. Según esas versiones, Washington y Moscú estarían negociando directamente una propuesta que implicaría que Ucrania renuncie a los territorios actualmente ocupados por Rusia, así como a los que aún controla en la región de Donetsk. Además, se incluiría una reducción de las capacidades militares del país eslavo.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, aseguró este jueves que el país continuará su lucha contra todos aquellos “enemigos” que intenten rearmarse y socavar la seguridad nacional. Durante su discurso conmemorativo por los ataques del 7 de octubre, reiteró su compromiso de llevar la batalla “hasta alcanzar la victoria”.
“Lo que necesitamos es unidad. Unidad en la guerra y unidad en la paz. Lograremos todos nuestros objetivos si tenemos cohesión interna, garantías mutuas y si reforzamos aquello que nos une en vez de lo que nos divide”, expresó Netanyahu, durante los actos oficiales organizados según el calendario hebreo.
El mandatario destacó que Israel, en medio de un entorno hostil, sigue siendo una “roca sólida” en Oriente Próximo. También recordó a las víctimas del ataque del 7 de octubre y elogió la fortaleza de los heridos: “Es increíble ver a gente amputada con tal fortaleza, con un gran espíritu, que siguen adelante por el bien de su país”.
Netanyahu criticó duramente al régimen de Irán, al que acusó de intentar “ahogar a Israel hasta la muerte” mediante sus “ramas terroristas”. Sin embargo, aseguró que sus enemigos subestimaron la capacidad de reacción israelí. “Nos levantamos como un solo hombre, luchamos en todos los frentes, y quien nos ataque pagará un alto precio por su agresión”, afirmó.
El jefe del gobierno israelí afirmó que el país libra una batalla que va más allá de sus fronteras: “Israel es la barrera que frena a las fuerzas destructivas del islam radical. Esta es una lucha global entre la humanidad y la peor de las crueldades”.
Por su parte, el presidente Isaac Herzog llamó a la población a dejar de lado la polarización política y social que —dijo— “horroriza”, especialmente “ahora que seguimos enterrando a nuestros muertos”. “Si elegimos unirnos en torno a una bandera y un sentido común, no habrá nada que no podamos lograr”, declaró.
Herzog agradeció a los soldados caídos, a quienes calificó como “héroes que serán para siempre una fuente de fortaleza para todos”. También expresó que el regreso de los rehenes bajo el plan de paz propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene un “peso histórico y emocional enorme”.
Finalmente, el presidente israelí instó a no descansar hasta recuperar todos los cuerpos de los rehenes fallecidos. “Debemos actuar por todos los medios posibles hasta que cada uno de los rehenes muertos sean traídos de vuelta”, concluyó.
La ciudad balneario egipcia de Sharm el Sheij se prepara para recibir este lunes a líderes de más de 20 países que participarán en la firma del plan de paz para Gaza, impulsado por Estados Unidos. La ceremonia será copresidida por el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y busca poner fin a más de dos años de conflicto entre Israel y el grupo islamista Hamás.
El evento, que también incluye la celebración de una cumbre de paz, tiene como objetivo “intensificar los esfuerzos por la paz y abrir una nueva etapa de seguridad y estabilidad en Oriente Medio”, según indicó la Presidencia egipcia.
Entre los asistentes destacan los mandatarios de España, Pedro Sánchez; de Francia, Emmanuel Macron; y del Reino Unido, el primer ministro Keir Starmer. La reunión se desarrollará a tan solo tres días de iniciado el alto el fuego y de la retirada de tropas israelíes de las principales ciudades de Gaza.
Durante la jornada también se espera la liberación de los primeros rehenes israelíes que aún permanecen en manos de Hamás. El Gobierno egipcio, junto a Catar, ha sido uno de los principales mediadores del conflicto. Para El Cairo, esta cita representa “un punto de inflexión histórico hacia una paz justa, duradera y global” en la región. Mientras tanto, la ciudad se encuentra bajo estrictas medidas de seguridad y ha comenzado a llenarse de prensa internacional.
El plan de paz presentado por la Casa Blanca contempla una primera fase que incluye el cese total de operaciones militares, la retirada progresiva de las fuerzas israelíes, la entrada masiva de ayuda humanitaria y la liberación de rehenes, vivos o muertos, a cambio de prisioneros palestinos. Posteriormente, se instalaría una administración tecnocrática palestina en Gaza, supervisada por un nuevo organismo llamado “Consejo de la Paz”, presidido por Trump y con participación de figuras como el exprimer ministro británico Tony Blair.
Aunque el alto el fuego se mantiene desde el viernes, Hamás aún no ha confirmado su compromiso con el desarme total, mientras que en Israel persisten divisiones internas sobre el retiro militar y la liberación de prisioneros.
La Administración Trump, sin embargo, confía en que la cita en Sharm el Sheij marque “el inicio de una nueva era de paz regional” y allane el camino hacia una reconciliación más amplia entre Israel y el mundo árabe.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este viernes que la líder opositora venezolana María Corina Machado fue «muy amable» al dedicarle el Premio Nobel de la Paz que ella recibió y al que el mandatario republicano también aspiraba.
«La persona que recibió el Premio Nobel hoy me llamó y me dijo: ‘Estoy aceptando esto en tu honor porque realmente te lo merecías’. Fue una cosa muy amable de su parte», dijo Trump en una comparecencia de prensa en la Casa Blanca.
El mandatario dijo, entre risas, que no le pidió el galardón: «No le dije ‘dámelo a mí'».
«Fue muy amable. Y la he estado ayudando en todo momento. Necesita mucha ayuda. En Venezuela, hay un desastre», apuntó.
Además, Trump volvió a insistir en que ha logrado poner fin a ocho guerras, incluida la de Gaza, después de que Israel y Hamás acordaran un alto el fuego y la liberación de los rehenes siguiendo el plan de paz que él propuso tan solo un día antes de que el Comité Noruego del Nobel anunciase el ganador de este año.
«Estoy feliz porque salvé millones de vidas, muchos millones de vidas», declaró.
Machado, que recibió el galardón por «su incansable trabajo promoviendo los derechos democráticos para el pueblo de Venezuela», le dedicó el premio en un mensaje en inglés publicado en X: «¡Dedico este premio al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decidido apoyo a nuestra causa!».
El mandatario suele reivindicar que ha resuelto, además de la guerra de Gaza, otros siete conflictos: Camboya-Tailandia, Kosovo-Serbia, República Democrática del Congo-Ruanda, Pakistán-India, Israel-Irán, Egipto-Etiopía y Armenia-Azerbaiyán.
Trump aspiraba a recibir el Premio Nobel de la Paz, especialmente desde que lo ganó en 2009 el entonces presidente Barack Obama, alguien que para el republicano no era merecedor del galardón.
La Casa Blanca criticó este viernes al Comité del Nobel por «anteponer la política a la paz».
«El presidente Trump seguirá promoviendo acuerdos de paz, poniendo fin a las guerras y salvando vidas», señaló Steven Cheung, director de Comunicaciones de la Casa Blanca.
El secretario de Estado, Marco Rubio, llegó el miércoles visiblemente nervioso al Comedor de Estado de la Casa Blanca, donde el presidente, Donald Trump, encabezaba un acto y le entregó una nota. El mensaje decía que el acuerdo en Gaza estaba «muy cerca» y añadía: «Necesito que apruebes pronto una publicación en Truth Social para ser el primero en anunciarlo».
Dos horas después, el presidente hizo el anuncio que dio la vuelta al mundo: «Me enorgullece anunciar que Israel y Hamás han firmado la primera fase de nuestro Plan de Paz. Esto garantizará que todos los rehenes serán liberados pronto e Israel retirará sus tropas como primer paso hacia una paz duradera».
Aunque la guerra en Gaza aún requiere varias rondas de negociación y el conflicto israelí-palestino continúa lejos de resolverse, el acuerdo representa un hito diplomático para el presidente, quien busca posicionarse como pacificador global y optar al Premio Nobel de Paz.
El bombardeo en Doha, el detonante
El detonante del pacto fue el bombardeo israelí en Doha, el 9 de septiembre, un intento fallido de asesinar a la delegación de Hamás, que se encontraba en la capital catarí para unos diálogos de paz estancados.
El ataque provocó indignación en el mundo árabe e irritó profundamente a Trump, quien mantiene una relación estratégica con Catar, país que visitó en mayo, convirtiéndose en el primer presidente estadounidense en hacerlo.
La crisis fue aprovechada por Steve Witkoff, enviado especial estadounidense en Oriente Medio, para dar un nuevo impulso a las negociaciones, elaborando un plan de veinte puntos junto a Jared Kushner, yerno del mandatario, quien había sido responsable de la política en la región durante la primera Administración Trump.
Fuentes estadounidenses aseguran que Witkoff utilizó un hotel de Nueva York, cerca de la residencia de Kushner, como centro de operaciones para diseñar el plan. Se basó en negociaciones previas y en aportaciones del primer ministro catarí.
Los puntos incluían el fin de la ofensiva israelí, calificada por muchas voces como genocidio; la liberación de todos los rehenes de Hamás y la formación de un gobierno de transición para el enclave liderado por el ex primer ministro británico Tony Blair.
El humo de la explosión provocada por un ataque israelí en Doha, la capital de Catar se observa en la distancia. El objetivo israelí fue el liderazgo del grupo terrorista palestino Hamás.
El ‘ok’ de los árabes e Israel
El primer escollo se superó el 23 de septiembre, durante la Asamblea General de la ONU, cuando Trump presentó el borrador del plan a líderes de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Egipto, Jordania y Turquía.
Estos introdujeron algunos cambios al documento antes de que Trump presentara el plan a Netanyahu el 29 de septiembre.
Ese día, la Casa Blanca convocó una comparecencia de ambos mandatarios, sin que Netanyahu hubiera aceptado todavía el plan, pues tenía reticencias sobre la retirada israelí del enclave y el papel de la Autoridad Nacional Palestina.
Durante la reunión, en la que Trump presionó a Netanyahu para que se disculpara por teléfono con el líder catarí, el primer ministro logró algunas modificaciones y acabó aceptando un documento que limitaba un eventual Estado palestino a una referencia muy vaga.
Trump y Netanyahu anunciaron el plan con tono triunfal, advirtiendo a Hamás de una intensificación de la ofensiva en Gaza si rechazaban la propuesta. Las conversaciones para lograr la aceptación de los cambios por parte de los líderes árabes fueron arduas, pero Estados Unidos los convenció de que era la única manera de que Israel aceptara.
La pelota quedó en el tejado de Hamás, a quien Trump dio un ultimátum el viernes pasado para aceptarlo antes del domingo, al advertir que, de lo contrario, desataría un «infierno» sobre el grupo islamista. No fue necesario: Hamás dio su visto bueno pocas horas después.
El «momento decisivo» en Egipto
El pasado lunes arrancaron en Sharm el-Sheij (Egipto) las negociaciones entre Israel y Hamás, con mediadores cataríes, egipcios y turcos, para acordar la implementación del plan de paz.
Las posiciones parecían enrocadas: Hamás quería retener a los rehenes como moneda de negociación e Israel no aceptaba avanzar sin garantías plenas de seguridad.
El miércoles, tras casi veinte horas de negociaciones ininterrumpidas, se produjo lo que fuentes estadounidenses califican como «el momento decisivo», cuando ambas partes comenzaron a ceder posiciones.
Witkoff y Kushner estaban presentes en la negociación y, al ver que el acuerdo era inminente, avisaron a Trump para que intercediera por teléfono y le diera un empuje final. Pasadas las dos de la mañana en Israel, se dio luz verde.
«Estar allí fue clave. Por Zoom nunca lo habríamos logrado», afirman las fuentes.
Se acordó dividir el plan en dos fases: la primera incluiría un alto el fuego, la liberación de los veinte rehenes vivos a cambio de prisioneros palestinos y la retirada parcial de las tropas israelíes.
La segunda fase, a negociar más adelante, abordaría la desmilitarización de Gaza, el despliegue de una fuerza internacional de estabilización y un plan de reconstrucción con apoyo árabe.
El gabinete de Israel debe ratificar el plan y la retirada parcial de tropas comenzará dentro de veinticuatro horas. En las siguientes 72 horas está prevista la liberación de los rehenes.
Trump aseguró este jueves que ha logrado poner fin definitivo a la guerra en Gaza y afirmó que lo hizo no por el Premio Nobel de Paz, sino por «la humanidad». No obstante, Israel rompió meses atrás otro alto el fuego en Gaza y está por ver si esta vez la historia es distinta.