El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió un reloj de mesa de lujo de la firma Rolex y un lingote de oro de un kilo como parte de una reunión diplomática celebrada en el Despacho Oval, donde participaron ejecutivos suizos, incluido el director de Rolex, Jean-Frédéric Dufour.
Ambos regalos, ahora ubicados en el escritorio presidencial, forman parte de la lista de obsequios diplomáticos que podrían representar un conflicto de interés en el seno del Gobierno estadounidense, según advirtieron juristas y organizaciones de vigilancia ética.
El encuentro se produjo mientras empresarios suizos buscaban reducir el arancel del 39 % que gravaba sus exportaciones hacia Estados Unidos. Días después, el gobierno de Trump anunció un acuerdo que reducía ese impuesto al 15 %, el mismo nivel aplicado a la Unión Europea.
Según medios especializados, el lingote entregado tendría un valor superior a los $130,000, una cifra que supera ampliamente el límite legal permitido para que un presidente retenga regalos diplomáticos de gobiernos extranjeros, que es de $480.
En una carta firmada por Dufour, los empresarios justificaron el obsequio como “un gesto de agradecimiento hacia el pueblo de Estados Unidos que refleja el espíritu de amistad y los lazos duraderos entre las dos naciones”.
La normativa estadounidense establece que un presidente puede conservar regalos personales sin límite de valor, siempre y cuando estos no estén vinculados a decisiones ejecutivas. Sin embargo, al tratarse de una reunión con fines comerciales y diplomáticos, se reaviva el debate sobre la interferencia de intereses privados en la política exterior del país.
Congresistas demócratas recordaron que Trump ya había sido señalado por no declarar más de 100 regalos diplomáticos recibidos durante su primer mandato, los cuales estarían valorados en unos $291,000. Entre estos se encuentran espadas del gobierno de Arabia Saudita, palos de golf bañados en oro entregados por Japón y hasta un retrato de gran tamaño del presidente, obsequiado por El Salvador.
El nuevo episodio genera inquietud sobre la transparencia de los procedimientos en la Casa Blanca, en momentos en que organismos civiles exigen mayor rendición de cuentas sobre los obsequios recibidos por el mandatario y su equipo más cercano.