Kilmar Ábrego García, el salvadoreño deportado en marzo y devuelto en junio a EEUU, comparecerá ante la justicia estadounidense el próximo 8 y 9 de diciembre, luego de que un juez federal reprogramara la audiencia de acusación por tráfico humano en Tennessee, originalmente prevista para esta semana.
La decisión fue tomada por el juez Waverly Crenshaw, quien se reunió con los abogados defensores y fiscales el pasado viernes. Aunque no se han revelado los motivos del cambio de fecha, se espera que en la audiencia se analicen los argumentos de la defensa para desechar los cargos y excluir parte de las pruebas presentadas.
La defensa de Ábrego García sostiene que los cargos federales por tráfico humano en su contra son “represalias judiciales” y que, ante la posibilidad de una acusación con motivaciones indebidas, corresponde al gobierno probar lo contrario.
En documentos recientes, el equipo legal del salvadoreño denunció que el gobierno estadounidense no ha entregado información clave para su defensa ni ha permitido el testimonio de testigos relevantes en la audiencia.
El caso se remonta a un incidente ocurrido en 2022, cuando agentes estatales detuvieron a Abrego García en una carretera de Tennessee y encontraron a ocho personas más en su vehículo. En el operativo también se le decomisaron $1,400 en efectivo, cantidad que, según los oficiales, habría sido un pago por el traslado.
Durante la intervención, Ábrego García cambió su versión de los hechos en varias ocasiones. Inicialmente dijo que se dirigía a su casa en Maryland, luego afirmó que viajaba por motivos laborales. Además, señaló que las personas a bordo del vehículo provenían de St. Louis, Missouri.
El salvadoreño fue deportado a El Salvador en marzo de este año junto a un grupo de venezolanos que fue recluido en el CECOT, pero posteriormente fue repatriado a Estados Unidos para enfrentar los cargos federales. Según los registros migratorios, Ábrego García ingresó al país en 2011 y fue sujeto de una orden de deportación desde 2019, que luego fue suspendida.
Hasta ahora, el juez Crenshaw no ha emitido un fallo sobre la moción para desestimar los cargos. El resultado de la audiencia de diciembre será determinante para definir si el caso avanza o queda anulado por presunta persecución judicial.
El gobierno estadounidense ha pretendido deportar a Ábrego García a varios países africanos, pero el juez ha ordenado que permanezca en EEUU mientras se realiza el proceso en su contra..
Una jueza federal en Maryland exigió este lunes garantías al gobierno de Estados Unidos de que no deportará al salvadoreño Kilmar Ábrego Garcia mientras se mantenga vigente una orden judicial que impide su expulsión del país. La medida se da luego de que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) notificara su intención de enviarlo a Liberia tan pronto como este viernes.
Ábrego Garcia, quien reside desde hace años en Maryland, está casado con una ciudadana estadounidense y es padre de un hijo nacido en EE.UU. Migró ilegalmente al país durante su adolescencia y, en 2019, un juez de inmigración le otorgó protección contra una deportación a El Salvador, debido a una amenaza creíble de violencia por parte de una pandilla que atacó a su familia.
Sin embargo, a inicios de este año fue deportado por error a El Salvador, donde fue recluido en el CECOT a pesar de no tener antecedentes penales. Su caso provocó una ola de indignación contra las políticas migratorias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En junio, y tras la presión mediática y una orden judicial, la administración lo regresó a territorio estadounidense.
Durante una audiencia celebrada este lunes, la jueza Paula Xinis cuestionó por qué el gobierno no lo deporta a Costa Rica, país que, según la defensa de Ábrego Garcia, ha ofrecido recibirlo como inmigrante legal sin riesgo de repatriación a El Salvador.
“¿Por qué seguimos con esta audiencia si podrían enviarlo mañana mismo a un tercer país?”, cuestionó la magistrada al equipo legal del gobierno.
Los fiscales federales Drew C. Ensign y Jonathan Guynn no ofrecieron una respuesta concreta, pero indicaron que el tema podría aclararse en futuras presentaciones judiciales. Mientras tanto, ICE está preparando una entrevista para evaluar el temor expresado por Ábrego Garcia de ser deportado a Liberia.
Su abogado, Simon Sandoval-Moshenberg, afirmó que han recibido algunos documentos clasificados con promesas del gobierno liberiano sobre su tratamiento, pero no consideran suficientes dichas garantías. Incluso insinuó que Liberia solo estaría dispuesto a recibirlo temporalmente.
El caso también ha puesto nuevamente en el centro del debate los acuerdos de deportación de Estados Unidos con terceros países, criticados por organizaciones defensoras de derechos humanos que advierten que estas políticas violan el debido proceso y exponen a los migrantes a graves riesgos. Aunque en junio la Corte Suprema permitió deportaciones aceleradas a terceros países, la legalidad de estos traslados sigue en disputa.
Paralelamente, Ábrego Garcia enfrenta un proceso penal en Tennessee, donde fue acusado de tráfico de personas tras su retorno en junio. Él se ha declarado inocente y ha solicitado al juez la desestimación de los cargos. La audiencia para decidir sobre esa solicitud está programada para la próxima semana.
La jueza Xinis cuestionó que ICE pretenda deportarlo justo antes de esa vista judicial. “No parece coincidencia que quieran removerlo antes de la audiencia penal”, dijo, y recalcó que su orden judicial sigue vigente. “Si no levanto la medida, ¿están comprometidos a cumplirla y no lo van a deportar?”, preguntó al equipo gubernamental, quienes confirmaron que respetarán la decisión.
Ábrego Garcia también mantiene abierta una solicitud de asilo en la corte de inmigración.
Mario Guevara es un periodista salvadoreño que pasó la mitad de su vida en Estados Unidos ejerciendo su labor e informando estos meses sobre las redadas de migrantes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) por sus siglas en inglés en Estados Unidos.
En junio durante una manifestación en Atlanta contra las redadas de la administración de Donald Trump, Guevara fue acusado de delitos menores como obstrucción, caminar sobre o junto a la calzada y reunión ilícita, a pesar que estaba identificado como miembro de la prensa.
Luego de ser de permanecer en prisión, Guevara fue deportado a El Salvador el pasado 3 de octubre. Durante una entrevista con Diario El Mundo, Guevara denuncia «torturas» emocionales con cambios frecuentes de cárceles y su permanencia en una celda de aislamiento durante más de 70 días.
¿Cuánto tiempo vivió en Estados Unidos? y en ese tiempo que estuvo allá, ¿cuántos años estuvo ejerciendo su labor periodística?
Básicamente yo me fui a principio del año 2004 para Estados Unidos, después de haber trabajado en dos importantes medios de comunicación locales y me fui para allá, pues en busca de seguridad. Desde entonces, pues yo me considero una persona de mucha fe y una de las oraciones que tuve en aquella época fue pues ´Dios, ¿verdad? Si me da la oportunidad de seguir haciendo el periodismo aquí en en Estados Unidos, me quedo. Si no, voy a hacer unas pequeñas pruebas y decido irme para otro par para otro país, otro lugar´.
Y no, se me abrieron unas puertas, afortunadamente, en un periódico allá en Atlanta, Georgia, un periódico bilingüe, que aunque yo no hablaba inglés, me abrí las puertas y empecé a trabajar con ellos.
Estuve ahí cuatro años hasta que fui contratado por otro periódico más grande y desde entonces ejerzo el periodismo, básicamente desde el mismo año que llegué, empecé a hacer mis funciones periodísticas allá y pues logré las credenciales del país, hice coberturas muy importantes en la Casa Blanca, en el Congreso en Washington, en el Congreso estatal en Georgia e hice muy buenas relaciones con el autoridades locales, también con las estatales y las federales.
En el transcurso de esos 22 años casi, creo yo de que pues logré, ¿verdad? Logré resaltarme en mi carrera periodística. Yo siempre lo he dicho, ´logré hacer mi sueño americano, lo logré hacer realidad´.
¿Cuál era su estatus en Estados Unidos?
Yo tuve permiso de trabajo desde cuando llegué al país.Un año después apliqué por asilo político debido a las condiciones aquí en El Salvador y apliqué en el 2005 por asilo político. Y ese caso estuvo pendiente, los procesos estaban muy lentos y fue hasta el 2012 que un juez revisó mi caso.
Lamentablemente cuando presentamos las pruebas que yo tenía, reportes policiales de aquí, reportes periodísticos, el juez dijo: «Sí, hay evidencia de que fuiste atacado en tu país, pero ya pasó mucho tiempo, ya es un país más seguro.» La Fiscalía presentó el reporte que El Salvador estaba más seguro en 2012, cuando la realidad era otra. El juez falló en contra, me negó mi asilo político. Entonces, me ordenaron salida voluntaria, me dieron 60 días para abandonar el país.
Y estábamos haciendo planes con mi familia de irnos a Canadá, porque no queríamos regresar a El Salvador, precisamente porque sabíamos que la situación aquí estaba crítica con las pandillas.
Lo que pasó fue que en ese lapso que estábamos armando nuestras maletas para irnos para Canadá, inmigración decidió llamar a mis abogados y decirle que me iba a conceder un cierre administrativo en mi caso para que yo me quedara en Estados Unidos, porque ya tenía muy buenas relaciones con la agencia, incluso había hecho muchos reportajes con ICE en aquella época y yo creo que eso ayudó para que ellos consideraran mi caso y darme la oportunidad de quedarme.
Desde entonces estuve super bien, extensión de permiso de trabajo, extensión cada dos años, cada dos años hasta que, pues se dio la oportunidad, que fui acusado en una cobertura, ya todos conocen la historia, una cobertura periodística y aunque fui acusado de cargos menores, que luego me quitaron mis abogados, pero igual inmigración aprovechó.
Ahora que hay una nueva administración más severa con inmigrantes, pues se aprovecharon para reabrir mi caso de deportación y dijeron: «Pues yo tú ya tienes una orden final y te vamos a sacar del país.» Y fue lo que hicieron, lo lograron.
Usted fue capturado en junio durante una cobertura periodística ¿Cómo fue eso? ¿Qué estaba reportando usted? ¿Cómo se da el momento en el que llegan los agentes y lo capturan?
Sí, yo tengo una teoría, no lo puedo probar, pero era el único periodista latino que estaba transmitiendo en ese momento, habíamos varios reporteros, pero el único latino que estaba transmitiendo en vivo en español.
Mi teoría es que como ahora mismo hay un ambiente de discriminación racial en Estados Unidos, pienso yo que los oficiales se ensañaron conmigo por el idioma, pero no lo puedo probar, obviamente, pero fueron dos veces que se me acercaron y la primera vez fue un poco acosadores y yo le dije, «soy miembro de la prensa y me dejaron en paz», pero unos minutos después ya se fueron contra mí directamente a arrestarme.
Entonces, me da la impresión de que tal vez por el hecho de la cuestión y la diferencia étnica pudo haber generado algún tipo de de represalia en mi contra, pero no puedo probarlo, lo que hice de mal, pues en realidad lo único mal que hice fue salirme de la acera, cruzarme en la calle, pero lo hice huyendo del gas lacrimógeno que estaban tirando los antimotines. Entonces, fue una reacción y ellos aprovecharon de esa reacción para arrestarme.
Me presentaron cargos por haberme cruzado la acera de manera ilegal y de haber participado en una protesta. Cuando mis abogados se reunieron con la fiscal un par de días después y justamente el martes, yo fui a arrestar un sábado, entre lunes y martes mis abogados se reunieron con los fiscales, mostraron evidencias, mi mismo Facebook live, las cámaras corporativas de los policías y la fiscalía estuvo de acuerdo. Yo no estaba ni participando en la protesta ni tampoco obstruir la justicia ni nada. Entonces, decidieron remover los cargos antes de que llevaran a juicio. Así es que mis cargos fueron removidos. Yo pensé que iba a salir libre en ese mismo día, pero no, la inmigración decidió que era tiempo de que yo fuera deportado.
Usted estuvo recluido más de 100 días ¿En qué condiciones estaba? ¿Le permitieron hablar con sus abogados, tener contacto con alguien en el sector?
Sí, básicamente estuve preso 110 días, al día 111 me deportaron. Fue un viernes 3 de octubre que yo llegué al país, pero desde el jueves empezaron mi traslado de una cárcel a otra para para enviarme para acá. Este esos 110 días que estuve preso, pues 72 de ellos estuvieron en una celda en confinamiento solitario.
En esa celda ICE ahí pone a las personas que riesgo de ser agredidos por otros presos o también ponen ahí a las personas que han cometido faltas contra guardias o contra otros presos que se han peleado: son celdas de castigo básicamente.
A mí me dijeron que me iban a poner ahí por protección. Yo le digo, «¿Protección por qué?» y me dijeron «porque tú eres figura pública, eres alguien conocido, te pueden agredir” y le digo «yo no tengo miedo que me agreden, yo vengo de la comunidad latina, no me van a agredir», especialmente porque la mayoría de prisioneros eran latinos, hispanos, uno 90 %, 95 % quizás.
Yo sabía que no me iban a hacer nada, aún así ICE negó toda mi solicitud, el consulado de El Salvador también solicitó que me trasladaran, tampoco le hicieron caso, mis abogados lo pidieron por las buenas que me trasladaran y tampoco le hicieron caso.
Al final, pues mis abogados demandaron al gobierno, después de 71 días que me tuvieron ahí, un juez se revisó la demanda y falló que me tenían que soltar. Bueno, no soltar, sacar de confinamiento y me pusieron a una unidad general con 36 presos y fue ahí que me enteré, yo descubrí que ICE lo que no quería es que yo hablara con otros presos porque inmediatamente llegué a la otra unidad y los demás detenidos se acercaron para contarme sus historias y me di cuenta de muchas injusticias, personas que habían sido arrestadas, golpeaba durante los arrestos, cosas así. Entonces, yo creo que esa fue una de las razones por la cual me tuvieron encerrado y no por protección hacia mi persona.
Después de ahí, estuve un mes, un mes más, más de un mes más en una celda, en una unidad general con 36 presos y no me pasó nada, porque yo sabía que no me iba a pasar nada, ni siquiera fui amenazado, pero en el transcurso de los primeros 70 días inmigración me anduvo rodando de cárcel en cárcel, que es una tipo de tortura emocional, lo hacen con los presos para desesperarlos y que firmen.
Ellos me dicen a mí que aceptara mi salida voluntaria y que me viniera para el país y que iba a ser rápido, que podía venirme por mi cuenta en un avión privado, en un vuelo privado, no deportado. Yo le dije que no, que iba a pelear. Entonces, a lo que hacían es moverme de cárcel. Y anduve rodando en en cuatro cárceles que yo creo que fue una tortura emocional porque nunca sabía para dónde me llevaban, no sabía cuál iba a ser la condición en la otra cárcel. Apenas empezaba a adaptarme en una y me llevaban a otra y me cambiaba y fue una tortura emocional, pero todos lo hicieron para desesperarme, para que yo firmara mi salida voluntaria.
Pues no lo lograron, mi familia está allá y yo estaba dispuesto a seguir peleando para seguir con mi familia y al final pues perdí, pero lo intenté, por lo menos me quedó el orgullo que lo intenté.
Cuando era trasladado ¿Esos movimientos eran informados a su familia o a sus abogados?
No, los traslados eran sorpresivos, llegaban, me decían: «alista tus cosas, mis cosas eran los uniformes. Yo tenía que entregarlos, en cada cárcel entregaba los uniformes que me daban ahí y ahí ya decía, «¿Para dónde voy?» y no me decían, lo único que me decían es que para evitar un posible emboscada por política de la agencia no revelaban para dónde uno iba.
Yo me enteraba hasta 5, 6, 8 horas después, porque a veces los traslados son largos, lo trasladan a uno en vehículos privados o en camionetas con otros presos. Son largos (los viajes), son horas de ir esposado de pies y manos. Es una tortura y después llegar a otra cárcel, ser fichado, poner huellas, foto, otro uniforme y por último, ya uno, dos, tres, cuatro días ahí y me pasaban para otra cárcel. Entonces, era una tortura.
Eso fue bastante, bastante agotador, muy irritante, sobre todo porque cada cárcel tenía sus nuevos retos, nueva comida, nuevas gentes. Y en las cárceles donde me trasladaban generalmente eran de los condados y la de los condados si hay presos generales, no solo inmigración. Es un poco más difícil porque uno no sabía con quién lo iban a colocar.
Durante ese tiempo ¿Ningún gente, alguien la penitenciaría lo agredió?
No, físicamente yo no fui agredido de ninguna manera. Sí fui amenazado por otros presos, cuando me llevaron a la prisión federal de Atlanta, me extorsionaron, de hecho. Me pusieron una cuota de $60 diarios y mi familia mandó tres días consecutivos, mandó $60, $60, $60, hasta que el Consulado de El Salvador en Atlanta y mis abogados, y mi familia les notificó que me estaban extorsionando y ellos se movieron y Migración se dio cuenta y fueron a sacarme. Ese mismo día fueron a sacarme cuando hicimos la denuncia. La hizo mi familia, yo no podía, porque ni siquiera tenía acceso a teléfono, un preso me ayudó a reportar el la la la extorsión que me estaban haciendo.
Entonces, sí fui víctima de muchas injusticias, muchas irregularidades y cuando los agentes de ICE llegaron a la cárcel, como me tomaron fotos incluso los presos y las se las mandaron por texto a mi familia, cuando los agentes de ICE llegaron a la cárcel me dijeron: «¿Tú andas un teléfono contigo?» y le digo «No, ¿de dónde voy a andar un teléfono?» Y me llevaron una máquina de rayos X creyendo que yo andaba un teléfono escondido. Hicieron una serie de cosas conmigo como que fuera un criminal. Eso es una de las denuncias que yo siempre hago: me trataron como un criminal a pesar que no tenía delitos en Estados Unidos.
Mario Guevara brindó una entrevista a Diario El Mundo este viernes. / Alexander Montes.
¿Cómo ve usted el proceso legal en el que le negaron quedarse y lo mandan deportado a El Salvador?
Básicamente usaron muchas mentiras para convencer a los jueces y tristemente los abogados mostraron las pruebas de que eran mentiras, pero los jueces aceptaron por el gobierno por creerle a ICE y precisamente se entiende, ¿verdad?.
Hay un ambiente bastante feo ahora mismo en Estados Unidos, donde hay discriminación, hay poder absoluto de parte de una autoridad y pues otras personas con menos poder temen que puedan perder sus trabajos, entonces se entiende que ellos hayan fallado en mi contra, pero sí, fue injusto, usaron muchas mentiras.
Desde un principio mintieron, ICE dijo que yo estaba preso no por ser periodista sino por haber entrado ilegalmente al país, yo no entré ilegalmente al país, entré con una visa.
Después dijeron de que yo estaba ilegalmente en el país, nunca estuve ilegalmente en el país, los 20 años estuve con permiso de trabajo que ellos mismos me ofrecían para poder trabajar y y vivir legalmente, tenía licencia de conducir, etcétera. Entonces, no estuve ilegalmente, pero ellos dijeron mentiras tras mentiras con tal de congraciarse con la comunidad radical, extremista y de conseguir el apoyo de los jueces. Y lo lograron, tristemente lo lograron.
Aunque dijeron que no era por su cobertura periodística ¿Usted considera que fueron estas coberturas sobre temas de inmigración las que pudieron ser la causa de que usted fuera deportado?
Esa fue la causa, por eso los abogados y las organizaciones de periodistas y de defensores del derechos humanos intervinieron porque en una de las audiencias ICE cometió el error de decirle a los jueces: “Él nos anduvo persiguiendo, él andaba grabando cuando cuando nosotros efectuábamos arrestos”.
Cuando ellos dijeron eso quedó en evidencia de que era una represalia por mi trabajo periodístico, pero solo lo hicieron una sola vez y mis abogados aunque documentaron eso con grabaciones y todo después ya cambiaron el discurso.
Después decían: «porque es ilegal, porque es ilegal». Entonces, ya no volvieron a usar esos mismos términos que porque ellos sabían de que se habían equivocado cuando dijeron que era porque yo los andaba persiguiendo y andaba grabando las redadas, pero ellos lo hicieron una vez, o sea, sí dejaron un claro de que era por eso, aunque después cambiaron su discurso.
Por eso mis abogados trataron de pelear y tristemente no, no lo logramos.
¿Usted cree que la experiencia que ha tenido es un atentado contra la libertad de prensa en Estados Unidos?
Sí, estamos convencidos de que mi arresto y posterior deportación fue como un ejemplo para los periodistas internacionales, que hay muchísimos en Estados Unidos, de Europa y de Latinoamérica, que están con visas de periodismo, que están ejerciendo la labor o que tienen un permiso de trabajo, pero están ejerciendo el periodismo, como yo, yo tenía permiso de trabajo ejerciendo el periodismo. Estamos convencidos que ese fue un mensaje para los periodistas: “no te metas con nosotros, no te metas con el gobierno”.
También, ahora ya fueron más allá, se han visto casos recientes donde periodistas estadounidenses han sido agredidos y han sido arrestados también. Por lo menos hay unos tres casos muy, muy fuertes recientemente y eso deja ver de que es una clara agresión a la prensa y que no quieren que se cubran, nada que tiene que ver con las operativos o los redadas de ICE y eso obviamente sí es una violación a la libertad de prensa.
La primera enmienda de la Constitución, que es algo que Estados Unidos siempre se ha jactado, ahora están pasando por encima de esa enmienda.
Ahora que ya está en El Salvador, ¿cómo piensa retomar su labor periodística? ¿Qué tiene pensado? ¿O cree que en algún punto podría volver a Estados Unidos?
Estoy optimista de ambas cosas, estoy optimista de ejercer la labor periodística aquí, tal vez no trabajar con ningún medio todavía porque tengo mi canal de noticias acreditado y debidamente registrado en Estados Unidos y pues básicamente podemos seguir operando desde allá y tal vez yo hacer algún tipo de periodismo de manera digital.
Tenemos clientes allá que todavía están invirtiendo en nosotros y básicamente somos seis, siete conmigo, siete personas, es un medio pequeño, tenemos un año apenas que me independicé después de trabajar con el Atlanta Journal Constitution por 16 años. Yo trabajé con Mundo Hispánico 16 años, Mundo Hispánico era la división hispana del AJC de la Atlanta Journal Constitution.
Entonces teníamos un buen respaldo, pero debido mi crecimiento en redes sociales y el apoyo de muchos clientes decidí independizarme y me iba muy bien, nunca me arrepentiría de haber dado ese paso, pero tristemente pues no tenía tenía el mismo peso que tenían los canales grandes antiguos, ¿verdad? y eso a lo mejor afectó contra mí, pero voy a seguir con mi canal de noticias, posiblemente unos meses más para cumplir con compromisos comerciales con nuestros clientes, además de eso pues planeó hacer trabajo periodístico aquí.
Ya comencé uno, fui a entrevistar a los familiares de la familia de los accidentes graves que hubo, murieron ocho personas en Georgia, fui a San Vicente a entrevistar a los seres queridos y me dieron una entrevista referido por los otros seres queridos de allá de Florida y de Georgia que me dieron los teléfonos, y me gustó porque dije: «Primera cobertura periodística que hago oficialmente en El Salvador en 22 años», pero fue la primera, pero yo sé que no será la última, vienen más.
De hecho, voy a viajar internacionalmente, voy para Colombia pronto. Estoy esperando que deporten un compañero de celda con el que estuve. Estoy esperando que lo deporten a Colombia para ir a entrevistarlo porque él tiene historia fuertísima. Entonces, sí voy a ejercer el periodismo y voy a seguir reportando sobre migración, ahora desde otro ángulo, ya no redadas porque estoy afuera, no estoy dentro del país, pero sí historias más humanas.
Estoy optimista de que me voy a quedar aquí un tiempo ejerciendo el periodismo, pero también quiero regresar, allá está mi familia, mis hijos no se quieren venir. Ellos tienen todo allá.
Gracias a Dios los dejé bien establecidos con su casa y sus medios de transporte bien, entonces, eso me da una tranquilidad, pero igual los extraño, ellos me extrañan a mí. Entonces, el plan es regresar, posiblemente tome un año, quizás dos, incluso tres, no lo sabemos. La última instancia sería hasta que el presidente Donald Trump salga de la presidencia y pues entonces llegue una administración un poco más humana. Entonces posiblemente eso sea el plan para regresar, si es caso que no funciona, todo lo que mis abogados están haciendo.
Ahora mismo hay cinco abogados defendiéndome y si no funciona ninguna de las estrategias que tenemos previsto para las próximas meses, pues habrá que esperar por lo menos tres años y medio hasta que la administración salga para poder regresar, pero yo sé que voy a volver y voy a volver con la frente en alto porque no me deportaron por criminal, me deportaron por ejercer el periodismo y nunca cometí delito en Estados Unidos, respeté las leyes, pagué impuestos, no abusé de ningún beneficio público. Quiere quiero decir que yo me considero una persona grata, que merece vivir en Estados Unidos.
Entonces, simplemente hay que esperar, ser paciente, eso es lo que me resta.
¿Cuántos hijos tiene, cuál es su edad y qué significa para usted estar lejos de ellos?
Sí, básicamente mis dos hijos menores son ciudadanos estadounidenses y bajo uno de ellos es que estoy con una petición familiar que posiblemente me salga el próximo año, pero no sé si inmigración va a aprobar mi residencia o no e igual, verdad, mis hijos ellos acaban de de regresar y estuvieron conmigo una semana y van a volver en diciembre otra par de semanas también.
Y eso me da tranquilidad saber de que dos de mis hijos pueden viajar, la mayor no puede viajar, ella lastimosamente igual que mi esposa está con permiso de trabajo, si ellas vienen aquí, no van a poder regresar. Entonces, les toca aguantarse allá y quedarse hasta que sus papeles se definan también, que puede tardar igual varios meses.
¿Cómo describe esta etapa en la que cambió su vida de lo que usted creía que tenía y cómo se ha reinventado con esa nueva condición?
Para mí es un proceso humillante. Yo creo que esa es la segunda prueba más grande que que he pasado en mi vida. Ya tengo casi 50, bueno, 48 para ser exacto, pero yo me pongo 50 porque estoy más cerca de los 50 que de los 48, ¿verdad?
Entonces, ya tengo casi 50 años, digo, medio siglo de vida, nunca había estado preso, jamás me habían encarcelado por nada, ni aquí, ni allá, ni ningún otro lado del planeta que he visitado varios países y nunca. Entonces, para mí el haber estado encerrado fue algo traumatizante, ¿verdad? Horrible, horrible como un criminal, pero por otro lado, tuve una experiencia unos tres años años atrás, donde mi hijo le trataron un tumor en el cerebro, casi lo perdemos, estuvo dos horas en el quirófano, tuvo un derrame un derrame cerebral, perdió mucha sangre.
Los médicos no llegaron a sacar firmas, casi lo perdemos, de milagro Dios hizo el favor y nos lo dejó con vida. Mi muchacho está en recuperación. Esa ha sido la prueba más dura que pasé después está esta otra experiencia aquí, que me deportaran, sobre todo porque yo hasta que aterrizó el avión aquí en el Aeropuerto de El Salvador, yo todavía esperaba un milagro de Dios, yo dije: «Algo va a pasar”, tal vez reciben una llamada de agente de ICE, tal vez un mensaje de texto o un e-mail y me regresan al país.
No perdí la esperanza hasta que realmente los agentes de Migración y la PNC me llamaron por mi nombre que bajé, entonces entendí que ya, verdad, no había marcha atrás. Y desde entonces estoy aquí, hoy cumplo dos semanas y tratando de adaptarme, un país completamente diferente al que dejé, más tráfico, lindo, hermoso como siempre, la comida la extrañaba, hay cosas muy maravillosas, pero pero igual extraño mi familia. Entonces, vamos a tener que seguir luchando por para poder regresar a Estados Unidos, porque ya está básicamente la mitad de mi vida.
Me fui de 26 años, de 27 años y ya regresé casi de 50, entonces mitad de mi vida la he hecho allá. Así es que yo creo que no tengo opción, seguir peleando por quedarme.
El salvadoreño Daniel Alexander Martínez Marín, de 24 años de edad, fue acusado el sábado en un tribunal guatemalteco de asesinar a un niño de 12 años y guarda prisión en el Centro Preventivo para Hombres de la zona 1 de Quetzaltenango, al occidente de Guatemala, informó la Policía Nacional Civil del vecino país.
Martínez habría asesinado con una arma blanca al menor Jonathan Joel Vásquez Tizol en el municipio de Olintepeque, departamento de Quetzaltenango. El niño murió a causa de las heridas.
Martínez Marín ya había sido detenido tres días después del crimen, el 17 de septiembre, durante un allanamiento en la zona de Llanos de la Cruz. En esa ocasión, las autoridades guatemaltecas le incautaron droga y fue acusado por posesión para consumo. Sin embargo, en la audiencia inicial la jueza dictó falta de mérito por el asesinato, decisión que generó indignación entre la comunidad local.
El historial delictivo del salvadoreño incluye un arresto anterior en noviembre de 2023 cuando fue capturado mientras portaba un arma de fuego sin documentación legal y varias bolsas con marihuana.
El sábado, con la nueva orden de aprehensión por asesinato, Daniel Alexander Martínez Marín fue trasladado al Centro Regional de Justicia de Quetzaltenango, donde enfrentará cargos por el crimen del menor, así como por los delitos vinculados al narcotráfico y tenencia ilegal de armas.
El caso ha causado conmoción en la comunidad de Llanos de la Cruz, donde vecinos exigen justicia por la muerte del niño, quien trabajaba en la tienda donde fue asesinado.
La Junta de Apelaciones de Inmigración (BIA) ordenó este viernes la deportación del periodista salvadoreño Mario Guevara, quien permanece en una cárcel migratoria en Georgia desde hace tres meses, tras ser arrestado mientras cubría una protesta contra el Gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La resolución contradice un fallo previo de un juez de inmigración que había ordenado la liberación del reportero. Sin embargo, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) se negó a acatar la medida, alegando que Guevara representa un “peligro para la comunidad” por transmitir en vivo e informar sobre redadas migratorias.
La junta decidió reabrir el proceso migratorio de Guevara, que llevaba 13 años en trámite, y dispuso su regreso a El Salvador. La decisión fue criticada de inmediato por la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU).
“El señor Guevara ni siquiera debería estar en detención migratoria, pero el gobierno lo ha mantenido allí durante meses debido a sus cruciales reportajes sobre la actividad policial”, denunció en un comunicado Scarlet Kim, abogada principal del Proyecto de Discurso, Privacidad y Tecnología de la ACLU.
La organización advirtió que la apelación de la defensa del periodista fue desestimada por la BIA como “irrelevante” y denunció que la junta aceptó la moción del Gobierno Trump para reabrir el caso.
Trayectoria y situación familiar
Guevara vive en Estados Unidos desde 2004 y es padre de tres hijos, dos de ellos ciudadanos estadounidenses. Uno de sus hijos depende de él para recibir atención médica de largo plazo, lo que hace más delicada su situación.
El pasado 14 de junio, el periodista fue arrestado en Doraville (Georgia) mientras cubría una protesta del movimiento No Kings para su canal MG News, pese a estar identificado como miembro de la prensa. Aunque enfrentó cargos menores en dos condados, todos fueron desestimados, pero su proceso migratorio continuó.
“Si el señor Guevara es deportado, será un resultado devastador para un periodista cuya detención inicial constituyó una grave violación de sus derechos”, afirmó Cory Isaacson, director legal de la ACLU en Georgia.
La organización presentó un habeas corpus el mes pasado, alegando que la detención del comunicador es ilegal. Este viernes, la ACLU solicitó al tribunal federal una moción de emergencia para detener la expulsión del reportero salvadoreño.
El Departamento de Seguridad Nacional estadounidense (DHS) publicó durante la tarde del lunes en su cuenta de la red social X un video donde se ve al salvadoreño Kilmar Ábrego García escoltado por un agente migratorio, esposado y encadenado, mientras se dirigía a su celda y decía: «gobierno corrupto», en referencia al gobierno del presidente republicano, Donald Trump.
En el material audiovisual se muestra a Ábrego con las manos esposadas y encadenado, mientras un agente lo dirige.
A raíz de esto, la descripción del video contiene un mensaje del departamento que arremete contra el salvadoreño, acusándolo de ser un pandillero activo de la Mara Salvatrucha 13 (MS-13).
“Él (Ábrego) no pertenece aquí. Él no se quedará aquí. Estados Unidos es una nación más segura sin este pandillero de la MS-13. Buena suerte”, se lee en dicha publicación.
He doesn’t belong here.
He won’t be staying here.
America is a safer nation without this MS-13 Gangbanger in it.
La medida responde a la acción legal impulsada por los abogados del connacional, luego de que fuera arrestado nuevamente esta mañana por oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), en Baltimore.
Ábrego y sus abogados han negado que el salvadoreño haya pertenecido a pandillas y por el contrario, han recordado que tenía protección migratoria por haber huido del acoso de las pandillas en su país.
En una conferencia de prensa convocada por la organización CASA, el abogado experto en migración Simon Sandoval-Moshenberg confirmó que Ábrego podrá permanecer en Estados Unidos mientras las autoridades judiciales analizan el caso.
Su arresto por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) tuvo lugar el mismo lunes, mientras acudía a una cita en los tribunales de inmigración de Baltimore, Maryland. Esta detención se produjo solo tres días después de haber sido liberado en Tennessee.
El Gobierno de Costa Rica manifestó su disposición de recibir al salvadoreño Kilmar Ábrego García, acusado en Estados Unidos por presunto tráfico de personas, una vez concluya cualquier condena penal en ese país, según informó la cadena ABC News este viernes.
La decisión fue comunicada en una carta enviada por el ministro costarricense de Gobernación, Policía y Seguridad Pública, Mario Zamora Cordero, a la Embajada de Estados Unidos en San José.
En el documento, Costa Rica se compromete a otorgarle residencia o estatus de refugiado y a no trasladarlo a un tercer país, incluyendo El Salvador.
“El Gobierno de Costa Rica (…) desea expresar su disposición a aceptar la transferencia desde Estados Unidos del señor Kilmar Armando Ábrego García al concluir cualquier condena penal que pueda cumplir”, indicó Zamora en la carta citada.
El ministro también aseguró que, en línea con los convenios internacionales de protección de refugiados, Costa Rica no someterá a Ábrego a tortura ni persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social o por opinión política.
La medida abre la puerta a que el salvadoreño, de 30 años, pueda permanecer en territorio costarricense bajo protección humanitaria al término de su proceso judicial en Estados Unidos.
Juicio en EE.UU. y liberación en Tennessee
Ábrego fue liberado el viernes de una cárcel en Tennessee y viajó a Maryland, donde reside su familia. Actualmente enfrenta un proceso en Estados Unidos por presunto tráfico de personas, cuyo juicio está programado para el 27 de enero de 2027.
La libertad condicional de Ábrego García marca un nuevo capítulo en la saga que comenzó en marzo pasado cuando el Gobierno del presidente Donald Trump lo deportó a pesar de que un juez de inmigración le había permitido quedarse en el país, mientras revisaba su caso.
El Departamento de Justicia de EE.UU. (DOJ) presentó cargos de tráfico humano contra Ábrego García, luego de que una orden judicial obligara a su regreso al país. Por su parte, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) había amenazado con detenerlo nuevamente para deportarlo si se le concedía la libertad condicional mientras enfrenta su proceso penal.
En el caso penal por tráfico de indocumentados, los abogados de Ábrego García solicitaron a principios de esta semana a un tribunal de Tennessee que desestimara la acusación, alegando que su defendido está siendo objeto de persecución por parte del Departamento de Justicia.
Los abogados han incorporado una denuncia presentada por el exfiscal del Departamento de Justicia, Erez Reuveni, quien afirma haber sido despedido tras negarse a presentar un escrito engañoso en el caso.
“Este caso es el resultado del esfuerzo concertado del gobierno para castigarlo por tener la audacia de defenderse, en lugar de aceptar una brutal injusticia”, escribió su equipo en la moción citada por la televisora WUSA9.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, ha dicho sobre el salvadoreño: “Tiene un historial de toda una vida de tráfico de personas y de aprovecharse de menores, solicitándoles pornografía, fotos de ellos desnudos, abusando de su esposa, abusando de otros inmigrantes ilegales, extranjeros que estaban en este país, mujeres que estaban bajo su cuidado mientras él las traficaba”.
«Es un ser humano horrible y un monstruo, y nunca debería ser liberado», añadió la secretaria.
Otros funcionarios de la Administración también han tachado al inmigrante salvadoreño de “criminal peligroso”.
Los abogados de Abrego García en el caso penal afirmaron que esos comentarios tenían el potencial de “manchar el jurado” y poner en peligro a Abrego García y a su familia.
Un 42 % de los salvadoreños en Estados Unidos quiere recorrer el centro histórico de San Salvador cuando regresa de visita al país, según una investigación de la Escuela Mónica Herrera.
El estudio, titulado ‘Toma este TikTok, patria querida’, representa la opinión de 1,020 salvadoreños en Estados Unidos, cuyas encuestas se recogieron entre julio y agosto de 2024 para identificar los lazos que unen a la diáspora con su país de origen.
Una de las preguntas –con respuesta de selección múltiple– corresponde a los lugares turísticos les gusta visitar en El Salvador, en la cual destacan las playas y las montañas como las favoritas, con un 90.1 % y un 50.8 %, respectivamente.
El estudio destaca que un 42 % está interesado en explorar el centro histórico, un “cambio importante” en las preferencias de los salvadoreños que regresan al país. Este lugar no se incluyó una la primera investigación que realizó la institución de educación superior en 2019 porque no perfilaba como un destino turístico.
Además, un 49.6 % visita su pueblo o ciudad de origen, un 31% busca lagos, un 19.8 % se muestra interesado en ríos o balnearios, y un 16.8 % busca bares, discotecas o lugares de entretenimiento.
Según la opinión de los salvadoreños en EE. UU., el país ha experimentado cambios como la disminución de la violencia, acompañado de promoción de una imagen de seguridad y crecimiento en atractivo turístico.
“Gracias a la promoción, por ejemplo, del centro histórico de San Salvador, las playas y el surf, etc.; esto vuelve interesante conocer cómo los salvadoreños que residen en los Estados Unidos perciben estas transformaciones, y cuál es su actitud y expectativas hacia el país actualmente”, indicó la investigación.
El centro histórico experimenta un boom de nuevos comercios después del reordenamiento, que incluyó quitar las ventas ambulantes o el cierre de algunos negocios. En los últimos dos meses han abierto cinco restaurantes, con montos de inversión que superan los $180,000 cada uno.
¿Qué extrañan?
Si bien los salvadoreños en Estados Unidos pueden comprar alimentos importados desde el país y preparar platillos como en casa, para un 78.9 % de los consultados la comida que más extrañan son las pupusas.
Un 70.2 % también extraña los típicos, como chilate, nuégados, atol, atol chuco, elotes, pasteles, tamales o yuca. Asimismo, un 61.6 % echa de menos las sopas de gallina, patas, res, mariscada y frijoles.
Otro 57.1 % añora los refrescos de horchata, agua de coco o ensaladas, así como un 51.9 % que extraña el pan dulce, un 51.3 % los mariscos, un 47.3 % los frijoles preparados al “estilo salvadoreño” con queso, crema y plátano frito.
Un juez federal en Tennessee programó para el 27 de enero de 2026 el inicio del juicio por tráfico de personas contra Kilmar Ábrego García, un migrante salvadoreño cuyo caso ha encendido la polémica en torno a la política migratoria del Gobierno de Estados Unidos.
Según documentos judiciales a los que tuvo acceso EFE, la audiencia celebrada este miércoles se extendió por más de tres horas, pero el juez Waverly D. Crenshaw no emitió una decisión sobre una posible liberación anticipada del acusado. La defensa advirtió que esa excarcelación facilitaría su deportación inmediata a un tercer país, como México o Sudán del Sur, bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Ábrego García, de 30 años, se encuentra recluido en una prisión de Nashville por presuntamente transportar personas indocumentadas en Tennessee, en un hecho ocurrido en 2022. Aunque se ha declarado inocente, enfrenta un proceso federal que sus abogados califican como una represalia del Gobierno de Donald Trump por una deportación errónea.
Errores administrativos y riesgos de deportación
En marzo pasado, Kilmar Ábrego fue expulsado por error a El Salvador, pese a contar con una orden judicial de protección por amenazas de la pandilla Barrio 18. Fue enviado junto a más de 200 migrantes al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), sin derecho a apelar, según la defensa.
Aunque una jueza en Maryland ordenó su liberación en un proceso civil interpuesto por su familia, los abogados pidieron mantenerlo detenido en EE.UU. para evitar que vuelva a ser deportado antes del juicio penal.
“Gracias a la lucha de la familia de Kilmar, su nombre ya no es solo un caso, sino un símbolo de resistencia contra este Gobierno”, afirmó Lydia Walther-Rodríguez, de la organización We are Casa, durante una rueda de prensa frente al tribunal de Tennessee.
El salvadoreño había residido en Maryland por más de diez años, tras haber ingresado irregularmente en 2012 cuando era menor de edad. En 2019, un juez de inmigración lo declaró “deportable”, pero más tarde otro tribunal de asilo determinó que no podía ser regresado a El Salvador debido a la persecución que enfrentaba por parte de estructuras criminales.
El 6 de junio de 2025, Ábrego fue devuelto a EE.UU. pero arrestado inmediatamente por los cargos en Tennessee. Su defensa considera que estos señalamientos responden a un intento del Gobierno de justificar su error de deportación.
El caso de Ábrego García ha generado críticas de organizaciones civiles y defensores de derechos humanos, que insisten en que su detención es parte de una política migratoria que vulnera el debido proceso y pone en riesgo la vida de migrantes vulnerables.