La entrega del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado ha representado un respaldo internacional sin precedentes para la oposición venezolana, en un contexto político marcado por el creciente aislamiento del presidente Nicolás Maduro y las advertencias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El galardón fue recibido este miércoles en Oslo por Ana Corina Sosa, hija de Machado, quien ha permanecido en la clandestinidad en Venezuela para evitar su detención. Desde el Comité Noruego del Nobel, la distinción fue presentada como un reconocimiento a la lucha por una “transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
Machado dedicó el premio a los venezolanos que continúan resistiendo dentro del país, y quienes mantienen la esperanza de un cambio político sin recurrir a la violencia. Su figura emerge ahora como el principal referente de una oposición diversa, fragmentada y con el desafío de liderar un proceso de transición sin caer en personalismos.
Una oposición dividida, pero con figura unificadora
A diferencia de otros líderes opositores como Enrique Capriles o Leopoldo López, exiliados o deshabilitados políticamente, Machado optó por permanecer en el país, lo que ha reforzado su legitimidad entre sectores ciudadanos y le ha permitido acumular un capital político que no pasó desapercibido para la comunidad internacional.
Desde sus inicios como fundadora de la organización Súmate, hasta su liderazgo en la plataforma Vente Venezuela, Machado ha mantenido una postura firme contra el chavismo, rechazando cualquier salida negociada con el régimen. En 2014 fue despojada de su curul en la Asamblea Nacional tras intervenir en una sesión de la OEA como representante alterna de Panamá.
Aunque inicialmente apoyó el boicot electoral, tras el fracaso del experimento de Juan Guaidó ajustó su estrategia y se posicionó como la principal candidata para los comicios presidenciales de 2024. Sin embargo, fue inhabilitada nuevamente por el régimen, repitiendo un patrón usado sistemáticamente por Maduro para neutralizar adversarios.
En su lugar, Machado respaldó al candidato Edmundo González, quien ha reclamado la victoria en las elecciones presidenciales de julio de 2024, en medio de denuncias de fraude y manipulación electoral.
Desafíos en medio de una transición incierta
El Comité Noruego del Nobel destacó que la transición política venezolana debe ser pacífica y con participación amplia. No obstante, el panorama sigue siendo complejo. A pesar del amplio respaldo ciudadano, la oposición deberá negociar con sectores claves como las Fuerzas Armadas, que han sido sostén del chavismo por más de dos décadas.
Con el control total de las instituciones por parte del oficialismo, el reto opositor no solo pasa por recuperar el poder político, sino por reconstruir un sistema democrático incluyente. Esto implica reformas profundas en el sistema electoral, la reinstitucionalización del Estado, el retorno de los exiliados y el impulso a un nuevo modelo de desarrollo económico.
Los aliados internacionales, como Colombia y Brasil, han comenzado a marcar distancia del régimen de Maduro, mientras Estados Unidos mantiene una postura firme, especialmente desde el retorno del presidente Donald Trump a la Casa Blanca.
La comunidad internacional observa con atención los próximos pasos de la oposición, que deberá plantear un proyecto de reconciliación nacional en una Venezuela polarizada, empobrecida y con una diáspora que supera los 7 millones de personas.











