«La música está para nombrar, denunciar y proponer», Ceshia Ubau, nicaragüense

En entrevista exclusiva con la sección Escena de Diario El Mundo, la cantautora nicaragüense radicada en Costa Rica

Ceshia Ubau habló sobre su evolución artística, su vínculo con la memoria colectiva y el cuerpo, y su agradecimiento profundo hacia El Salvador.

Y es que la joven llegó para cantar en los Premios Música 503 que se realizaron este domingo en un hotel de San Salvador, donde ella alzó dos recococimientos en las categorías de

Cantautora Centroamericana del Año, EP Centroamericano del Año, por «Edén»; así como Mejor Balada Pop y Canción Centroamericana del Año por su corte

“Mujer salvaje”.

El mensaje de Ubau, de 27 años, destaca la importancia de hacer música que sane, movilice y dialogue con las realidades de Centroamérica. Actualmente, ella trabaja en nuevas composiciones y en un proyecto musical dedicado a la niñez. ¡Conozcámosla!

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Tu música tiene una raíz muy profunda en lo identitario, lo íntimo y lo político. ¿Cuál fue el momento clave que te impulsó a escribir desde ese lugar?

Yo crecí muy influenciada por la música nicaragüense que está marcada por contextos históricos, sociopolíticos, de la cotidianidad cultural, rural y urbana, particularmente rural y tengo una imagen muy presente siempre de

Katia Cardenal cantando en el Teatro Nacional Rubén Darío (Managua, Nicaragua) cuando ella celebraba sus 50 años de vida y 30 años de carrera. Yo la vi ahí cantar a capela la “Aunque no fuera para mí» y el mensaje de las canciones de Katia y del dúo Guardabarranco, y de las canciones de Salvador Cardenal; por supuesto, marcaron mucho por dónde yo quería ir en la música y qué era lo que yo quería decir, poder hablar de esperanza, poder hablar de nuestra realidad; pero sobre todo, del mundo interno. Yo tenía apenas 16 años y al verla a ella esa noche, dije, «todo es posible».

¿Cuál fue la primera canción que lanzaste, el primer álbum?

La primera canción fue “La canción del Güis” y el primer álbum “En los ojos del alma”.

¿Cómo ha evolucionado tu manera de componer desde tus primeros trabajos hasta ahora?

Me encanta (la pregunta). He cambiado mi forma de escribir, creo que antes hacía canciones un poco más extensas y también con muchas figuras o imágenes poéticas que de alguna forma sigue presente; sin embargo, yo trato, también, de ser un poco más concisa y precisa al momento de narrar algo en las canciones y de usar un lenguaje más más sencillo, adaptándome a las estructuras actuales de la música pop. Quiero hacer pop, es lo que estoy haciendo y me siento cómoda con eso.

¿Qué sigue siendo esencial en lo que querés decir?

Algo que sigue siendo esencial es el abordaje de las emociones y el abordaje de mi propia búsqueda y procesos de sanación personal. Eso, independientemente de lo que hable, ya sea canciones de amor, canciones de conciencia social, canciones feministas.

Cuando empecé a escribir canciones que iba también de la mano de mi proceso terapéutico, era mucho introspectivo, lo acústico, ir a la raíz y eso se siente sonoramente. Sin embargo, con lo que he trabajado y continúo trabajando a nivel personal, tengo también el deseo de hacer música que invite al baile, que invite a sacudirse, porque dentro de un proceso terapéutico, sea cual sea, siempre es importante abordar el cuerpo.

¿Por qué es importante?

El cuerpo es el vehículo por el cual vivimos la realidad y el mundo, todo pasa primero por ahí, por el órgano más grande que tenemos que es nuestra piel y nuestro segundo cerebro que tenemos que es el estómago; entonces, procesamos todo a nivel físico y ya después de tanto trabajo cognitivo, emocional; importante sacudirse y estoy en ese proceso: trabajando mi relación con mi cuerpo y por ende queriendo hacer música que invita a fortalecer eso y que invite a las personas a moverse.

Muchas de tus canciones hablan de sanar, resistir y recordar… ¿Qué papel creés que tiene la música en los procesos de memoria colectiva?

¡Uf! La música es una herramienta multifuncional empezando porque es un medio de comunicación, un medio de sanación y un medio testimonial. Cuando hablamos de memoria colectiva, la música tiene un papel enorme porque retrata una fotografía sonora de los tiempos, una canción que narra un suceso, ya por sí misma aporta a sanarlo porque lo menciona, lo nombra.

Sanar es todo un proceso que va a durar lo que tenga que durar, pero cuando hablamos de eventos sociales, la música es una gran herramienta y un gran primer paso porque verbalizamos lo que pasó, verbalizamos y vemos que no sólo nos atravesó a nosotros como individuos, sino que a todo un grupo de personas y eso es la clave para trascender emociones, que no son precisamente cómodas, y ojo, no emociones negativas, porque no existen emociones ni negativas ni positivas, solo existen emociones y todas tienen una función.

La música está para nombrar, para denunciar y para proponer.

¿Y en los procesos de justicia social?

Hay muchas formas de hacer justicia y yo creo que ante dinámicas… A ver, Centroamérica es una región con dinámica de justicia muy difícil, que nos hace falta mucho por nutrir y para mí una forma de hacer justicia es hablar de lo que pasa, es también hacerme cargo de lo que para mí ha representado y trabajarlo. Entonces, ahí es donde yo siento que la música tiene ese papel de justicia social.

Estás en El Salvador para los Premios Música 503. ¿Qué significa para compartir tu arte con el público salvadoreño?

El Salvador como país y sociedad, a mí me ha dado muchísimo desde la primera vez que yo vine en 2019. Un país donde siento que tengo una familia escogida que son mis redes, colegas que me han abierto las puertas y me han ayudado también y por cosas, pongámosle del universo espirituales, también me ha ayudado mucho a quererme, a encontrar herramientas aquí y en y en su praxis de procesos terapéuticos, de espacios colectivos, ¿no? para el bienestar emocional. He recibido ayuda de muchos profesionales, muchas profesionales salvadoreñas de la salud mental.

Entonces tengo un gran agradecimiento, a mí me emociona muchísimo ir a estos premios, llevar un poco de Nicaragua y Costa Rica.

La intención también de de regionalizar la música y ver a Centroamérica como una región fuerte y hay mucha iniciativa en cada país de esta región que lo está logrando y me encanta que los Premios Música 503 sea parte de eso y por supuesto que muy agradecida por haber que tomen en cuenta mi trabajo y el trabajo de mi equipo.

¿Hay algo de la cultura salvadoreña con lo que sientas una conexión especial?

Hay muchas cosas de la historia y cultura salvadoreña. En principio, yo siento a El Salvador una hermana de Nicaragua por su historia, sus memorias y también siento mucha admiración por el trabajo de memoria colectiva e histórica que han realizado.

Algo que cada vez que yo voy, por ejemplo, al Museo de la UCA, de los Mártires o a los museos nacionales de El Salvador, yo digo «qué maravilla poder tener esto en Nicaragua», ¿no? La persona salvadoreña es muy especial y yo me he sentido muy querida; las calles de El Salvador me recuerdan mucho a mi país y hay algo especial con las playas que me encanta, cada vez que yo voy, hago lo posible por ir al mar, por ir a El Tunco, por caminar. La última vez me fui en Ubermoto. Y fue divertidísimo. Además, la comida es exquisita, o sea, los buñuelos de El Salvador son una belleza con, perdón de mis compatriotas.

Tu propuesta fusiona sonidos latinoamericanos con una lírica muy poética. ¿Qué artistas o ritmos te han marcado?

Salvador y Katia Cardenal, el dúo Guardabarranco. Pero también, artistas como Marta Gómez que es una gran cantautora colombiana. Yo trato de consumir todo tipo de música, hay canciones que prefiero no introducir a mi mente por su contenido, pero musicalmente, trato de estar siempre actualizada y apreciar todo, ¿sabes? todo es una escuela.

Y no hay manera de que no esté vinculado con lo que pasa actualmente. Amo la música de Brasil, me encanta la música brasileña. Me encanta la música celta, el folclore de otras tierras me gusta. La música nórdica, el country. Hace poco estuve en Nueva York y conocí también muchos más espacios para el folky y el country y de todo.

Y como es tradición en Diario El Mundo: cuéntanos sobre alguna primicia ¿Qué podemos esperar de esta próxima etapa de tu carrera?

Estoy trabajando en muchas cosas, viene mucha música. Estoy ahorita más dedicada a componer y estoy en un momento de escribir y escribir; tengo muchos proyectos especialmente dirigidos a la niñez. Entonces, eso me emociona, me ilusiona poder anunciar que estoy trabajando en música para niños y niñas y solo pensar en la posibilidad de seguir trabajando en lo que amo, me emociona.

Gracias Ceshia por el espacio.

Gracias por estas preguntas, ¡me encantaron!

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