El estrés se manifiesta de diversas formas en el sueño de los salvadoreños, siendo el insomnio uno de los principales. El sueño fragmentado, las pesadillas por estrés postraumático (TEPT), el bruxismo (rechinar de dientes), el sonambulismo y la somniloquia (hablar dormido) también son frecuentes en personas que han experimentado situaciones estresantes.
En el día mundial del sueño, la doctora Elena M. Majano, somnóloga-neuróloga-internista, revela una preocupante realidad: los salvadoreños duermen poco y mal, principalmente debido al estrés y los malos hábitos.
Aunque no se cuenta con un estudio reciente en el país en este ámbito, se conocen los últimos datos del 2022, brindados por la Clínica de Trastornos del Sueño ubicada en el Hospital Policlínico Arce ISSS, equipada con un laboratorio especializado y personal capacitado para el diagnóstico y tratamiento de estas patologías en donde se brindaron 1,254 consultas, siendo el insomnio y la apnea del sueño las principales causas de consulta.
«El estrés crónico y la ansiedad tienen un impacto significativo en la calidad del sueño, ya que aumentan la producción de cortisol y adrenalina, lo que dificulta la relajación y mantiene el cerebro en un estado de hipervigilancia. Esto puede provocar insomnio, despertares nocturnos, sueño superficial y fragmentado, pesadillas y sueños angustiantes, así como alterar los ritmos circadianos, afectando negativamente el descanso», expresa la especialista.
En un entorno donde el estrés es un factor común, mejorar la calidad del sueño se vuelve crucial
La experta recomienda establecer una rutina de sueño fija, acostándose y despertándose a la misma hora todos los días. También se aconseja reducir el uso de pantallas antes de dormir, practicar técnicas de relajación como la meditación o la respiración profunda, y crear un ambiente propicio para el descanso, con una habitación oscura, silenciosa y a una temperatura agradable.
Evitar la cafeína y las comidas pesadas por la noche, así como realizar ejercicio regularmente (pero no justo antes de dormir), son medidas adicionales que pueden contribuir a un sueño más reparador.
“Para combatir los trastornos del sueño relacionados con el estrés, la Terapia Cognitivo-Conductual para el Insomnio (TCC-I) se presenta como el tratamiento más efectivo. Además, se recomiendan técnicas de relajación como la meditación, la respiración profunda y el yoga, así como la adopción de una higiene del sueño que incluya rutinas regulares y la limitación del uso de pantallas antes de dormir. En casos específicos, y siempre bajo supervisión médica, se pueden considerar medicamentos prescritos por especialistas en sueño y salud mental. El ejercicio físico regular también se destaca como una herramienta útil para reducir el estrés y mejorar la calidad del sueño”.
Dra. Elena Majano.
La National Sleep Foundation recomienda la siguiente cantidad de horas de sueño según la edad
• Recién nacidos (0-3 meses): 14-17 horas
• Bebés (4-11 meses): 12-15 horas
• Niños pequeños (1-2 años): 11-14 horas
• Preescolares (3-5 años): 10-13 horas
• Escolares (6-13 años): 9-11 horas
• Adolescentes (14-17 años): 8-10 horas
• Adultos jóvenes (18-25 años) y adultos (26-64 años): 7-9 horas
• Adultos mayores (65 años en adelante): 7-8 horas
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