La denuncia de los jugadores surinameses de racismo en el Cuscatlán es vergonzosa

El Estadio Cuscatlán ha sido el gran escenario de los triunfos y fracasos de nuestra «Selecta Cuscatleca», el llamado «Coloso de Montserrat» es intimidante para cualquier selección nacional extranjera debido al fuerte apoyo que la afición desata hacia los rivales.

Pero una cosa es gritar para animar a nuestra Selecta y otra cosa es insultar o denigrar a los adversarios por su color de piel, como se ha denunciado recientemente en el encuentro con Surinam. La denuncia de los jugadores surinameses es vergonzosa, inaceptable, condenable y la inmensa mayoría de salvadoreños siente pena por semejante suceso.

Todos los seres humanos exigimos y queremos respeto, independientemente de nuestro color de piel o condición social, es un derecho humano básico, es un comportamiento mínimo de decencia en la sociedad. Faltar al respeto a una persona, a un jugador de fútbol que ha dado lo mejor de sí mismo en la cancha, no puede ser un comportamiento aceptable, Además es un comportamiento tan absurdo tomando en cuenta que tenemos jugadores en nuestra selección con ese mismo color de piel.

El racismo y sus expresiones en las canchas de fútbol deben ser desterradas y sancionadas. Pero no es la Fesfut, ni la Selecta los que deberían pagar esas sanciones solamente, sino los individuos que han desatado esas conductas, tal como hemos visto en España y otros países.

La campaña que ha lanzado la Fesfut y el Indies contra el racismo y toda forma de discriminación es un primer gran paso en la dirección correcta, pero también hay que aplicar sanciones individuales e incluso vetos permanentes a quienes tengan esos comportamientos porque sino volverá a ocurrir.