La crisis silenciosa del cáncer de próstata y el machismo como barrera letal

En el país, especialistas como Víctor Caceros, oncólogo y cofundador del Centro Internacional de Cáncer, y el urólogo Carlos Atilio Rebollo advierten que la combinación de un cáncer que no presenta síntomas tempranos, la desinformación y la resistencia masculina a someterse a los exámenes necesarios está derivando en diagnósticos tardíos, aún cuando se trata de una enfermedad altamente curable si se detecta a tiempo.

Esa resistencia, sostienen, nace del machismo y de la creencia de que un examen urológico pone en riesgo la masculinidad. “Muchos hombres creen que una evaluación afectará su virilidad. Eso no es cierto, pero el miedo les impide dar el primer paso”, explica el doctor Rebollo en entrevista con Diario El Mundo.

Esa negativa a la consulta ha llevado a que muchos hombres busquen alternativas “menos invasivas”, y allí surge otro problema: la confianza excesiva en el examen PSA. Rebollo detalla que esta prueba —que mide el Antígeno Prostático Específico mediante una muestra de sangre— se ha convertido en una especie de “comodín” entre quienes quieren evitar el tacto rectal.

“Muchos hombres piensan que, si el PSA sale bien, ya están protegidos”, señala Rebollo. Pero esa sensación de seguridad es engañosa. “El PSA puede elevarse por infecciones o inflamación, y también puede mantenerse dentro de rangos normales aun cuando existe cáncer. Por eso el PSA no basta”, subraya el especialista.

Cuando se usa como única herramienta de detección, el efecto es contraproducente: retrasa la consulta, impide una evaluación completa y lleva a diagnósticos tardíos.

La falta de síntomas tempranos agrava aún más el problema. El cáncer de próstata puede avanzar de manera silenciosa, sin señales visibles, durante años.

Cuando finalmente aparecen los síntomas, suelen ser de alarma: dolor óseo, metástasis o incluso parálisis. Para entonces, el tratamiento es más complejo y las probabilidades de supervivencia disminuyen.

Por ello, los médicos insisten en que el PSA debe interpretarse siempre junto con el tacto rectal, la historia clínica y otros estudios complementarios. Los chequeos deben iniciarse a partir de los 40 años —o antes si hay antecedentes familiares— porque el riesgo crece con la edad: del 6 % entre los 40 y 50 años, hasta más del 70 % después de los 70.

“El cáncer de próstata es uno de los mayores retos en salud masculina. A pesar de ser el segundo cáncer más diagnosticado y tener un 99 % de posibilidad de cura cuando se detecta a tiempo” señaló el oncólogo Víctor Caceros a Diario El Mundo en una reciente entrevista.

Vida salvada o condenada
Detectar el cáncer en etapas tempranas cambia por completo el pronóstico. “En muchos casos puede considerarse una curación”, afirma el doctor  Rebollo.

Pero la historia es distinta cuando el diagnóstico llega tarde. “Quienes esperan enfrentan complicaciones letales: dolor, sangrados, metástasis, un ‘mal morir’”, advierte. Y recalca: “Los efectos secundarios del tratamiento son un mal menor comparado con lo que implica no tratarse”.