Cuando los libros se vuelven fiesta: una invitación a soñar desde la lectura

En muchos lugares del mundo, los libros ya no viven encerrados en estantes: ahora caminan entre la gente, celebran, cantan y dialogan. He visto cómo las ferias del libro se transforman en verdaderas fiestas culturales donde miles de personas se acercan no solo a comprar, sino a vivir la lectura como una experiencia compartida.

Y mientras contemplo todo esto, pienso con alegría que en nuestro querido El Salvador ya hemos tenido destellos de estas celebraciones. Y sé que podemos seguir fortaleciéndolas, con creatividad, unión y un renovado deseo de acercar los libros a más personas.

Ferias del libro: cuando el papel se vuelve celebración

Durante años, las ferias del libro fueron simples espacios de venta. Hoy, en muchas ciudades del mundo, parecen festivales: hay música, charlas con autores, talleres para niños, presentaciones teatrales y hasta experiencias digitales que mezclan tradición y tecnología.

Lo más bello es que estos encuentros construyen puentes entre lectores y escritores. Cada conversación, cada libro firmado, cada historia contada frente a un público convierte a la lectura en un acto de comunidad.

En El Salvador, aún podemos crecer en estas experiencias masivas, pero no estamos lejos ni impedidos. Contamos con talento, lectores fieles y espacios culturales que, con más impulso y apoyo, podrían convertirse en celebraciones literarias de gran alcance.

Como salvadoreño y escritor, sueño con ver esas fiestas multiplicarse en plazas, parques y centros educativos.

Premios literarios: cuando nacen nuevas voces

También los premios literarios han cambiado. Antes parecían destinados solo a autores consagrados. Ahora vemos certámenes locales, regionales y temáticos que buscan iluminar nuevas voces: jóvenes, mujeres, escritores independientes y narrativas antes invisibles.

Este cambio es una bendición para la literatura y una invitación para los lectores. Los premios funcionan como brújulas: nos muestran obras frescas, relevantes, que dialogan con temas como la migración, la identidad o la vida cotidiana en nuestras comunidades.

Un premio bien otorgado puede cambiar una carrera, sí. Pero también puede cambiar a un lector que descubre una voz nueva que lo conmueve o lo inspira.

Entre el libro impreso y lo digital: un nuevo equilibrio

En los encuentros literarios también se conversa mucho sobre la edición digital. Audiolibros, plataformas en línea y dispositivos electrónicos han abierto puertas donde antes solo había muros.

Es cierto que existen desafíos como derechos de autor, acceso tecnológico y calidad editorial, pero la meta es clara: llegar a más lectores. El libro digital no pretende sustituir al impreso; más bien lo acompaña y complementa. La lectura cambia de forma, pero no pierde su poder de transformar.

La literatura como motor social

En estos espacios literarios también se reflexiona sobre el papel social de la lectura. No se habla solo de entretenimiento, sino de educación, inclusión, convivencia y construcción de ciudadanía.

Un país que lee piensa mejor, dialoga mejor y sueña mejor. Como dice la Escritura: “La sabiduría es árbol de vida a los que de ella echan mano; y bienaventurados son los que la retienen” (Proverbios 3:18).

Leer es justamente eso: abrazar una sabiduría que ilumina nuestro caminar diario.

Un sueño posible para El Salvador

Sueño, como Alfredo y como salvadoreño, con ver nuestro país lleno de ferias del libro vibrantes, premios literarios que impulsen nuevas voces, debates culturales que unan a la comunidad y jóvenes que descubran en un libro un mundo nuevo.

Sueño con ver a El Salvador celebrar la palabra escrita como celebramos la música, el arte o el deporte. Y creo sinceramente que es posible. Porque todo comienza con un libro abierto. Y con alguien, quizá usted, quizá yo, dispuesto a leer la primera página.

*Alfredo Caballero Pineda, es escritor y consultor empresarial. 

alfredocaballero.consultor@gmail.com