La importancia de desentrañar y admirar

Recién leí en una página de opinión y crítica del arte y cine, que no sabe más de películas  quien ha visto muchas sino, quien sepa apreciar, admirar y desentrañar el misterio que existe en cada una de las producciones cinematográficas. Y es que todo lo que vemos y escuchamos debería de llevar una reflexión, para no dejar que la ligereza de razonamiento nos conduzca a sentarnos en la banca de la vacuidad.

Al estar en un momento de auge tecnológico, las diversas opiniones que genera una producción audiovisual, zigzaguean el espacio cibernético en segundos, dando como resultado en varios criterios que son proclives a asimilar sesgos ajenos, estas opiniones o aseveraciones las cuales van cimentándose, quedando así para algunos y por influencia de otros una valoración determinada. Para el caso encontramos en este arte del cine, a la Academia que nomina, premia o ignora a producciones según  sean sus valoraciones  sobre lo que a estas puedan otorgársele   o no merecimiento.

Ante esto, como en varios  ámbitos de la vida, me pregunto: ¿quién lo dijo? ¿En que marco conceptual o de interés se dijo? Y, ¿en qué momento coyuntural se dice? No todas seguramente, las estimaciones  que se generalizan sobre producciones de la pantalla grande o también de la pantalla chica y  de diversas plataformas visuales, han sido un reflejo de aquello que nos llenó los ojos de lágrimas, que nos hizo admirar a alguien no por su aspecto físico  sino su determinación o por todo aquello que nadie nombra pero que le movió algo por dentro. Seguro que no, por lo tanto en la línea individual de pensamiento, cuestionar apoya un poco ante los sesgos prefabricados o influenciados.

El apreciar, admirar o desentrañar, lo sabremos si y solo si hay  ese interés en nosotros. A veces vemos lo que queremos ver, cometiendo el error de simplificar una trama que quizás tiene mucho que desentrañar y que obliga a enfrentar puntos de vista sobre humanidad, pero que emocionalmente nos increpa, dejándonos en el piso quebradizo de la vulnerabilidad existencial.

El cine es arte y uno de sus componentes para que lo que se presenta pueda conectar con el público debe ser la realidad. En este sentido, leí que en referencia al cine latinoamericano existe una apatía a apoyarlo, dicen algunos que puede ser  que se evite ver reflejadas ciertas realidades en estas producciones, cuando su corte es de esta temática, pero ¿acaso al hacer cine en estas tierras puede obviarse la eterna crisis económica, política y social con la que por décadas hemos vivido? La respuesta es no, pero al ser una sociedad con una identidad cultural  hibrida y a la vez  expuesta mayormente a cine anglosajón es lógico hasta cierto punto, exista rechazo o apatía a producciones locales; sin embargo, es labor individual analizar y valorar lo que parte de nuestra historia pueda mostrarse en los muchos filmes que se realizan en nuestro país específicamente.

No hay mejor película, solo se toma una muestra de todo el universo de producciones que se realizan. De las cuales podemos y debemos ver, dicen también que la belleza del mundo es la imperfección. Si fuera lo contrario, no habría más belleza que la que se nos indica; no habría esa libertad de poder apreciar y admirar lo que es doloroso, diferente, incluso raro, si  es que las aseveraciones convencionales así lo determinan. Lo extraño pero bello, lo real, lo  agridulce de la misma vida en su dualidad inmanente es lo que nos puede conectar ante la fabulosa experiencia del cine.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ivette María Fuentes

Abogada

 

29/Diciembre/2025