Este 2025 habrá sido un buen o mal año, dependiendo de nuestras perspectivas y resumida en la evaluación de nuestros logros y fracasos, en todo caso cada año nuevo debemos albergar nuevas esperanzas y fortalecernos en la fe. Debemos confiar en un Ser Superior, en su voluntad y en nuestras capacidades y esperar que 20026 sea un mejor año.
Algunos recibirán el 2026 sin trabajo, enfermos, en soledad, sin algún ser querido, con deudas y con ansiedades propias de los azares negativos de la vida, otros lo recibirán ilusiones, con anhelos y con deseos de consolidar sus metas y objetivos rumbo al éxito suyo y de quienes los rodean. Como sea, 2026 será un año de mucha esperanza.
Los salvadoreños debemos priorizar objetivos y enrumbar nuestra vida hacia el bien común, siendo ciudadanos con un aporte positivo para nuestras familias y para la sociedad en general. Si este 2025 nos ha ido mal es posible que a nuestro alcance está que 2026 nos vaya mejor, que logremos superación personal y que eso se vea reflejado en nuestro entorno. Si mejorar nuestras condiciones no está en nuestras manos, debemos pedir iluminación para aquellos que tienen la posibilidad de tomar decisiones por los demás. Que Dios haga su voluntad.
Dios bendice al dador alegre y al que recibe. En 2026 demos lo mejor de cada uno de nosotros y procuremos que la prosperidad sea espiritual con alcances en lo material. Feliz es aquel ser humano que disfruta lo que tiene en suficiencia y no aquel que anhela bienes que no requiere o que le sobran para su existencia.
Pidamos a Dios que se generen fuentes de trabajo y un abanico de oportunidades para todos. Que la zozobra se diluya y que surge la certidumbre en las familias, en los puestos laborales, en las relaciones sociales, en la convivencia cotidiana, en las comunidades, que el país se enrumbe por el camino correcto.
2026 debe ser un año en el que brille e ilumine nuestro futuro. Necesitamos salvadoreños sanos en salud y en mentalidad. Compatriotas dispuestos a dar lo mejor de sí, para que la patria sea mejor, para que reine la paz y la armonía y para que cada día a día florezca la tolerancia, la empatía, el respeto y la responsabilidad.
En este año nuevo no nos soltemos de la mano de Jesús, que nuestra fortaleza espiritual se anteponga a lo negativo y no perdamos nunca la fe. Si nos ha ido mal este y los años pasados, algo deberá ocurrir para que nuestra suerte mejore. Si pedimos con fe y la plena convicción de la existencia divina seguramente el desempleado logrará un empleo, el enfermo sanará o mejorará en su salud, el que vive en soledad encontrará compañía, el que vive en deplorables condiciones encontrará a seres altruistas que le extenderán su mano amiga salvadora, el que sufre en indigencia hallará consuelo y el que hace el bien será premiado con paz.
Amigos salvadoreños no perdamos la fe, 2026 por obra y gracia de Nuestro Señor Jesucristo, será un mejor año si cada quien se lo propone. Como ciudadanos rechacemos las mentiras, las injusticias y exijamos buenas obras, acciones y decisiones a nuestros gobernantes. Como personas seamos más humanos, más espirituales y mejores ciudadanos aportando para el desarrollo nacional. Feliz año nuevo y muchas bendiciones para todos.
* Jaime Ulises Marinero/Periodista
