El Papa León XIV avisó en la última misa del año 2025 de las «estrategias orientadas a conquistar mercados, territorios y zonas de influencia, frecuentemente armadas y envueltas en discursos hipócritas, proclamas ideológicas y falsos motivos religiosos», informó Vatican News.
Durante la homilía pronunciada en la basílica de San Pedro, el Pontífice señaló que, «ante estas lógicas, la Santa Madre de Dios –la más pequeña y la más elevada entre las criaturas– mira la realidad con la mirada de Dios, que dispersa las tramas de los soberbios, derriba a los poderosos de sus tronos y eleva a los humildes».
María, en sus palabras, «es la mujer con la que Dios escribió su Palabra no imponiéndola, sino proponiéndola a su corazón, y tras su ‘sí’, la escribió con amor inefable en su carne». En ella, ha dicho, «la esperanza de Dios se entrelazó con la esperanza de María, descendiente de Abraham según la carne y, sobre todo, según la fe».
La celebración ha culminado con el canto del Te Deum en acción de gracias por el año civil que concluye. Una riqueza que, según ha explicado el Papa, «brota tanto del misterio celebrado –la maternidad divina de María– como de su ubicación justo al final del año solar, cuando la Iglesia contempla el paso del tiempo bajo la bendición de Dios».
León XIV enfatizó en que esta solemnidad, que cierra la Octava de Navidad, «cubre el paso de un año a otro y extiende sobre él la bendición de Aquel ‘que era, que es y que viene'». En ese horizonte situó también el Jubileo recientemente concluido, celebrado «en el corazón de Roma, junto a la tumba de Pedro», afirmando que el Te Deum «quiere expandirse para dar voz a todos los corazones y rostros que han pasado bajo estas bóvedas y por las calles de esta ciudad».
Deteniéndose en la carta a los Gálatas, León XIV ha recordado las palabras de san Pablo: «Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer».
En este punto, señaló que el misterio de Cristo se inscribe en un «gran designio sobre la historia humana». Un designio «misterioso, pero con un centro claro», que el Papa describió como «una alta montaña iluminada por el sol en medio de un espeso bosque: la plenitud de los tiempos».
Ese mismo término -«designio»-, acotó, resuena en el himno de la carta a los Efesios, donde se habla del proyecto de Dios de «recapitular en Cristo todas las cosas».
Frente a las incertidumbres del presente, el Obispo de Roma ha expresado la necesidad de «un designio sabio, benévolo y misericordioso», «libre y liberador, pacífico y fiel», como el que María proclama en el Magníficat: «De generación en generación, su misericordia se extiende sobre los que le temen».
Al concluir, el Papa ha dado gracias «por el don del Jubileo» y por todos los que a lo largo de 2025 han servido a los peregrinos y han trabajado para hacer Roma más acogedora.
Retomando un deseo del Papa Francisco, ha pedido que la ciudad, «animada por la esperanza cristiana», permanezca al servicio del designio de amor de Dios sobre la familia humana, confiándolo todo a la intercesión de la Santa Madre de Dios, Salus Populi Romani.
