El salvadoreño Cruz León, Posada Carriles y la aventura terrorista en Cuba

Raúl Ernesto Cruz León ha pasado la mitad de su vida en prisión en Cuba por una serie de atentados terroristas con explosivos en sitios turísticos cubanos en 1997. El régimen de la isla anunció su liberación el lunes tras 27 años y casi cuatro meses de prisión.

¿Pero cómo se metió en ese lío aquel joven que había trabajado como escolta de artistas en conciertos en San Salvador? Aparentemente el dinero tentó a Cruz León, el hijo de una mujer trabajadora que era propietaria de un negocio en Santa Tecla con el que creció a sus hijos.

Su cercanía con Francisco Chávez Abarca, un reconocido personaje del bajo mundo salvadoreño lo acercó al problema. Chávez Abarca había sido reclutado en 1996 por el cubano Luis Posada Carriles, un personaje del mundo anticastrista que propiciaba acciones violentas contra el régimen de Fidel Castro e incluso llegó a planificar un atentado en contra de él en Panamá.

Posada Carriles pagó a Chávez Abarca por colocar explosivos en la discoteca del hotel Meliá Cohiba, uno de los más modernos de La Habana entonces. A su regreso, reclutó a Cruz León y a cuatro guatemaltecos para perpetrar atentado adicionales. Todos terminaron detenidos

Cruz León apareció en marzo de 1999 en un tribunal cubano confesando los hechos: «Quiero hacer públicos mi más absoluto arrepentimiento y repulsión por estas acciones», dijo.

Había camuflado los explosivos en un televisor que llevó hasta Cuba.

El salvadoreño pidió perdón de Cuba, El Salvador, Dios, su familia y los familiares de las víctimas de los seis atentados con bomba contra hoteles y un restaurante en 1997. Un turista italiano, Fabio di Celmo, murió en uno de los atentados, y hubo once heridos más en total.

La madre y la hermana de Cruz León, presentes en el proceso, contemplaban entre lágrimas aquella confesión.

“Yo simplemente soy un soldado al que mandaron una guerra a la que no pertenecía y a la que nunca debí haberme metido”, dijo Cruz León en una entrevista a la agencia AP al relatar su historia personal en El Salvador de los años 80 y acusar a exagentes de la CIA de origen cubano-estadounidense de financiar y ordenar los ataques para socavar el pujante sector turístico en la isla.

Fue condenado a muerte en ese proceso judicial, aunque luego en 2010 su pena fue conmutada a 30 años de prisión. Su liberación el 30 de diciembre de 2024 se justifica porque en Cuba los años penales se cuentan por 10 meses.

Otros dos salvadoreños

No fue el único salvadoreño involucrado. Otro salvadoreño acusado de haber perpetrado los atentados, Otto René Rodríguez Llerena, fue igualmente condenado a muerte y su pena fue también conmutada por 30 años de prisión en 2010.

Rodríguez Llerena, quien era un militar retirado que trabajaba en una distribuidora de automóviles, había conocido personalmente a Posada Carriles, quien lo reclutó. Rodriguez confesó haber cometido un atentado con bomba contra el lujoso hotel Meliá-Cohiba de La Habana en agosto de 1997 y de haber intentado introducir dos potentes bombas en Cuba en junio de 1998. Fue liberado en 2016.

Entre tanto, Francisco Chávez Abarca siguió libre en sus andanzas hasta que se denunció su misteriosa desaparición en Guatemala en 2010. En una aparente operación de los servicios de inteligencia cubanos, Chávez Abarca apareció en Venezuela y fue inmediatamente entregado a Cuba, donde fue sentenciado a 30 años de cárcel.

Chávez Abarca confesó en un programa de la televisión cubana haber sido hombre de confianza de Posada Carriles, y como tal, el reclutador de varios ciudadanos centroamericanos a los que les ofreció $2.000 por cada bomba que detonaran en centros turísticos cubanos.

Los detenidos –un salvadoreño y cuatro guatemaltecos– confirmaron ante las cámaras que fue él quien los reclutó, les entregó los dispositivos y mantuvo comunicación permanente con ellos mientras estuvieron operando dentro de Cuba.

Posada Carriles

Posada Carriles nunca fue procesado por los atentados en Cuba y aunque es considerado un terrorista por el régimen de la isla, el exilio cubano lo considera un “héroe”.

A Posada, quien se exilió en Venezuela y se convirtió en oficial de inteligencia de ese país en los años 70, se le procesó en Caracas por una bomba en un avión comercial de Cubana de Aviación, donde murieron 73 personas mientras sobrevolaba la isla de Barbados en 1976.

Luego escapó de prisión y se estableció en El Salvador desde los años 80 cuando participó en operaciones de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) para abastecer a los contras nicaragüenses desde el aeropuerto de Ilopango.

Tras el escándalo de los atentados en la isla en 1997 se descubrió que tenía documentos salvadoreños obtenidos fraudulentamente a nombre de Franco Medina. Y entonces huyó a Panamá donde en el 2000 fue detenido junto a otros cubanos por preparar un atentado contra Fidel Castro, pero la presidenta panameña, Mireya Moscoso, lo amnistió y fue admitido en Estados Unidos, donde finalmente murió en 2018.

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