Siete viviendas en riesgo de derrumbe por las lluvias en la comunidad Nuevo Israel

La incertidumbre y el temor se han vuelto parte del día a día en la comunidad Nuevo Israel, en el distrito de San Salvador, donde las lluvias recientes han transformado la tranquilidad de sus habitantes en una constante alerta.

Cada tormenta erosiona el terreno bajo sus viviendas, dejando a varias familias a merced del desbordamiento en el río arenal de Montserrat y de posibles nuevos derrumbes.

La situación se agravó la noche del lunes 16 de junio, cuando alrededor de las 8:00 de la noche un primer deslizamiento de tierra sorprendió a los vecinos de la comunidad Nuevo Israel. 20 horas después, el martes 17 cerca de las 4:00 de la tarde, otro desprendimiento ocurrió. El suelo, ya debilitado por las lluvias, se desliza poco a poco con cada tormenta, minando las bases de las viviendas más cercanas al río.

Actualmente son 12 las viviendas con daños, pero siete de ellas están en alto riesgo. En estas casas, porciones completas del terreno han desaparecido, dejando habitaciones parcialmente suspendidas, sin base firme que las sostenga. La erosión ha debilitado los cimientos, y basta otra lluvia intensa para que colapsen por completo.

Las familias que aún permanecen en el lugar conviven con el miedo constante y ahora se suma la desesperanza de que su hogar no puede ser reparado. “Nos dejaron claro (las autoridades) que no se puede hacer mucho… solo nos dijeron que tal vez una institución pueda ayudar. Esperamos en Dios”, relató Lilian Maritza, madre de tres adolescentes, y cuya casa está entre las más expuestas al río.

La comunidad ha hecho múltiples llamados a las autoridades. Otra de las residentes es Julia Salas, quien explicó que los muros de contención que han intentado levantar han sido en vano. Su vivienda ha ido cediendo lentamente, al ritmo de las lluvias.

“Ya hicimos el muro, como cuatro veces, y otra vez se lo ha llevado el río. Hemos perdido cama, ropa, cocina… todo”.
Julia Salas, residente de comunidad Nuevo Israel.

Además del daño material, hay una amenaza constante para la vida. “No se duerme aquí con el río. Ya vio que no es solo una casa, son muchas. Hay personas mayores que no se pueden mover, y uno no tiene a dónde ir. Lo que pedimos es algo digno, aunque sea pagándolo con el tiempo”, expresó Sandra Zelidón, mientras mostraba cómo la corriente ha alcanzado el nivel de las ventanas en más de una ocasión.

Aunque existe la opción de evacuarlos de forma temporal, la comunidad exige una reubicación definitiva, segura y digna.

Mientras tanto, las noches transcurren en vela, con el sonido de la lluvia convertido en un disparador de alarma. Cada tormenta agrava el daño ya hecho, y el margen para evitar una tragedia se reduce con rapidez.

Esta semana, la tormenta tropical ahora reclasificada a huracán «Erick» ha causado abundantes lluvias y humedad sobre el territorio salvadoreño desde el pasado lunes, hasta ayer, Protección Civil contaba al menos 112 personas albergadas en seis refugios, 64 árboles caídos, 21 derrumbes y 75 vías obstruidas, dos desbordamientos de ríos, cinco muros perimetrales con daños, ocho vehículos afectados, 37 viviendas anegadas, 14 viviendas con daños leves y una vivienda con daños mayores.
Entre los afectados hay menores y mayores de edad. /Alexander Montes.

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