Las condiciones no estaban dadas. No fue antes ni después que cumpliera su ciclo. Es como si fuera aquello de todo tiene su tiempo: “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo…su tiempo la guerra y su tiempo la paz..” Eclesiastés 3.8.
Desde ese fatídico martes 2 de febrero de 1999, cuando aquél vanidoso, envalentonado, irrespetuoso y felón ex-militar alzó su mano derecha y posó su izquierda sobre la Constitución de 1961 sobriamente empastada, mientras pronunciaba su histórica irreverencia que presagiaba los tormentosos y dolorosos días a porvenir: ”Sí, juro ante esta Constitución moribunda…”, Venezuela no sería la misma, ni para ella, ni para el continente, ni para el mundo.
Primero se le llamó el proceso, luego revolución bolivariana, y finalmente el filósofo alemán nacionalizado mexicano Heinz Dieterich Steffan le otorgó el edulcorado nombre de Socialismo del Siglo XXI. Y con ese romántico nombre con aroma soviético/cubano, se inició el proceso más tenebroso, sufriente y alocado que haya conocido el continente americano, y buena parte de la comunidad internacional.
Y con ese pomposo nombre, y una vez asegurada la cooptación de los poderes legislativo y judicial, los medios de comunicación, se inició el proceso de influenciar, financiar y participar en la actividad política y económica del resto de los países hispanoamericanos desde México a la Argentina, sin olvidar el esquivo Caribe angloparlante. Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador, Perú Bolivia, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Paraguay, Brasil, Ecuador, Perú. Todos ellos, alineados en un solo objetivo: enfrentar la influencia de los Estados Unidos en Hispanoamérica y el Caribe; neutralizar la Unión Europea con su complejo del Buen Salvaje y buscar alianzas políticas, militares y comerciales, con Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Turquía, Siria y el Medio Oriente en general, salvo con el Estado de Israel, declarado por el mismísimo Chávez como enemigo de la humanidad y con quien muy pronto rompió relaciones diplomáticas .
Cuba fue otro esquema, en realidad, se fundió con la Venezuela y el Socialismo del Siglo XXI una alianza casi consanguínea, al punto que el propio Chávez lo presentaba como su padre.
En el 2005 se debió reunir en la ciudad de Mar de Plata/Argentina una Cumbre Extraordinaria de Las Américas, para tratar el tema económico, una especie de ALCA continental. Cumbre que fue saboteada por los peronistas del ala kirchnerista bajo la protección y financiamiento de Venezuela. Allí se jugó la suerte del continente, y se supo desde ese momento que el objetivo era la destrucción de los valores democráticos occidentales sustentados en la libertad individual, la separación de los poderes públicos republicanos y la libertad de mercado.
Desde ese momento, el objetivo fue sustituir la OEA por una nueva organización continental sin la presencia e influencia de los Estados Unidos y Canadá. Y se consiguió. Ya para ese entonces el precio del petróleo había subido de manera tan repentina y exponencial que le fue posible a Venezuela no solo crear, con la asistencia del Foro de Sao Paulo, diferentes organizaciones latinoamericanas y del Caribe que se podían financiar con el apoyo exclusivo de Venezuela.
Fue el caso de la Alianza latinoamericana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) fundada por Hugo Chávez y Fidel Castro en el 2004, Petrocaribe fundada en el 2005, la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR) fundada en el 2008, TeleSur fundada en el 2005 que transmite en televisión de alta definición, y que desde el 2014 en inglés desde Quito, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), creada en el 2011, AlbaPetróleo en el 2006 entre PDVSA y una organización de 19 municipios de El Salvador gobernadas por el FMLN, Albanisa de Nicaragua (2007).
En medio de esta ebriedad monetaria sin control en Venezuela ni en el país receptor, el Socialismo del Siglo XXI creó una alianza con los mismos fines ideológicos que abarcó todo el continente hispanoamericano y el Caribe, la España de Zapatero y Pedro Sánchez, y las ciudades de Londres, Italia y Nueva York, además de sus alianzas políticas con Rusia, Bielorrusia, Irak, Siria, Irán, Turquía y Libia.
Cuando no era donando o vendiendo petróleo y asfalto a precios reducidos, pagaderos a largo plazo, con intereses irrisorios, lo fue prestando un servicio público loable como la Misión Milagro, solo que los beneficios eran remitidos a Cuba.
Hoy, todo es diferente. Nuestro continente hispanoamericano, decidió rechazar de forma contundente, esos cantos de sirenas sostenidos con dinero mal habido y peor distribuidos. Desde Argentina a Venezuela se ha rechazado el modelo estatista y unipersonal totalmente ideologizado del Socialismo del Siglo XXI, que no fue más que el mismo proyecto marxista tropicalizado por Fidel, que se derrumbó por sí solo.
El primero en cambiar el ritmo sostenido fue El Salvador con la presidencia de Nayib Bukele, le siguió Ecuador, Bolivia, Peru, Paraguay, Chile, Saint Vincent y las Granadinas, Guyana, Trinidad y Tobago, República Dominicana, y tal como despuntan los resultados, Honduras. Con un hecho muy representativo, en Chile, y ahora en Honduras, cualesquiera fuere en definitiva el ganador, el 80% del electorado rechazó en forma irreversible cualquier propuesta que conlleve caudillismo, comunismo, socialismo, partidismo, negadores todos de la dignidad humana, la libertad y el Estado de Derecho democrático.
* Juan José Monsant Aristimuño es diplomático venezolano retirado. Fue embajador de Venezuela en El Salvador
