Con la Iglesia hemos topado

En 1974 la Editorial Plaza&Janez publica 12 crónicas escritas entre 1957 y 1959 por quien sería décadas después laureado con el Nobel de literatura, Gabriel García Márquez. Crónicas que viajaban entre lo fantástico y el hecho real reseñado como periodista, mientras trabajaba para la revista Bohemia de Venezuela (originalmente de origen cubana, pero editada posteriormente por sus propietarios, a raíz del triunfo de la revolución cubana).

Fueron doce, escritos que presagiaban obras mayores convertidas en novelas y cuentos que le haría famoso a nivel universal. Dos de ellas, son de lacerante y emocionante actualidad: “El clero en la lucha” y “Caracas sin agua”. Digo emocionante, pero en realidad pareciere escritas para repetirse una y otra vez, cuan si fuera un Sísifo.

Escribe el autor, que una vez  mirando Caracas desde el balcón de su apartamento, en medio de una crisis de ausencia de agua en toda la ciudad que ya se prolongaba por más de una semana, su vecino, se la pasaba mirando el cielo desde su balcón, para desaparecer en  breves minutos, y volver a repetir su acción hasta que el sol se iba en el horizonte.

Una mañana el novel periodista al dirigirse a la sala de redacción de la revista, observó el mismo fenómeno de la acción de su vecino, el del balcón; en la calle, vio que este fenómeno se repetía, muchas personas al detenerse en la esquina antes de cruzar alzaban su mirada al cielo, y movían la cabeza. Fue intrigante para él, ¿qué le pasaba a los caraqueños?, se preguntaría el novel periodista. Seguramente oraban para que pronto cayera la dictadura del General Pérez Jiménez, respondería para sí.

Al atardecer al regresar a su hogar, se asomó de nuevo al balcón y allí estaba de nuevo el vecino, estático, absorto, mirando al cielo; no resistió la impertinencia y se decidió a preguntarle ¿por qué usted y todo el mundo en la calle mira tanto al cielo?. El vecino ladeó su rostro, le miró detenidamente y le dijo: no se ha dado cuenta que tenemos más de una semana sin agua, sin poder lavar los trastos, bañarnos, poder bajar el retrete o tan siquiera asearnos? Me asomo a ver si ya va a llover, le contestó.

La otra crónica que relaciono con la anterior, fue la del “El clero en la lucha”. En esta, García Márquez narra las peripecias, posturas y acciones que asumió el clero venezolano frente a la dictadura de Pérez Jiménez y las amenazas de Pedro Estrada Director de la Seguridad Nacional, de su mano derecha Miguel Silvio Sanz, y del propio Ministro de Relaciones Interiores Laureano Vallenilla-Lanz Planchart.

Allí quedaron para la historia venezolana y la reciedumbre de sus sacerdotes. Quizás por lo importante de su pastoral debemos comenzar por nombrar al Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias, inquieto, luego de muchas peripecias, decidió que se debía leer en todos los templos de Venezuela, el mismo día y a la misma hora, la misma Pastoral que debería estar en cada parroquia el 29 de abril de 1957, para ser leída el 1 de mayo, el Día del trabajador. Y así se hizo, y allí se desencadenó el hostigamiento al clero en la lucha.

Monseñor Rafael Arias, autor de la Pastoral, el padre Hernández Chapellín, director del diario La Religión, el padre José Sarratud, el padre José Osiglia, Monseñor Moncada, el padre Rafael María Alvarez, y cientos más de ellos, esparcidos en todo el territorio, en Caracas como centro de accionar que  desencadenaron el primero de enero de 1958 y luego el 23 de enero de ese mismo año, el fin de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez. “Con la Iglesia hemos topado, Don Sancho”, le susurraría Pedro Estrada al General Pérez Jiménez.

Cincuenta años después, de nuevo la tiranía, esta vez no de militares nacionalistas, graduados en Francia o en la famosa Academia Militar de Chorrillo de Perú, como fue el caso del General Marcos Pérez Jiménez, sino por militares y civiles admiradores de Fidel Castro y su revolución marxista y por antiguos guerrilleros venezolanos de la década de los sesenta, que quisieron edulcorar sus intenciones aviesas con el estrambótico nombre de Socialismo del Siglo XXI, pero que quedó finalmente atrapado por el narcotráfico, los “bolichicos” que transformaron ilusiones en euros y dólares a buen resguardo, y terminaron conformando la organización criminal más poderosa del mundo, dueña total de un estado  gobernado  actualmente Cartel Internacional del Crimen Organizado, instalado en el Palacio de Miraflores y en Fuerte Tiuna.

Verdadero enemigo de la humanidad, que finalmente se ha topado con la Iglesia. Ya no son nuestros héroes del púlpito con su constante denuncia de violación de los derechos humanos, desde que el felón Teniente Coronel Hugo Chávez Frías traicionó su juramento militar y razón de ser, de defender la Constitución y leyes de la República, así como la soberanía nacional (entendida como territorio y ciudadanía), hasta esta insólita ocupación territorial, ideológica y económica que sufre y soporta Venezuela, con el ignaro Nicolás Maduro y sus cómplices que usurpan el poder y martiriza a sus ciudadanos.

*Juan José Monsant Aristimuño es diplomático venezolano retirado, fue embajador de Venezuela en El Salvador