Al menos siete delitos se le pueden atribuir a los fanáticos de Alianza F. C. que atacaron a pedradas de manera irracional y delictiva a aficionados de FAS que el sábado pasado se dirigían en un autobús, sobre la carretera Panamericana, hacia el estadio Oscar Quiteño de Santa Ana a presenciar el partido entre FAS y Alianza.
Los delincuentes disfrazados de aficionados pueden ser acusados de agrupaciones ilícitas, daños materiales, desórdenes públicos, lesiones, homicidio en grado de tentativa, limitación a la libertad de circulación y amenazas. Se agruparon para atacar y es evidente que actuaron de manera planificada y con alevosía; le quebraron vidrios y focos de luces al autobús donde iban las víctimas; generaron desórdenes en la vía pública lo que provocó zozobra y angustia a sus víctimas y a quienes circunstancialmente transitaban por el sector; causaron golpes y heridas a más de un aficionado de FAS; lanzaron piedras con saña y la finalidad de matar a alguien tal como se aprecia en los video; su intención era que el bus y los aficionados del otro equipo ya no continuaran su viaje, restringirles el paso; y gritaron amenazas de muerte generando pánico entre sus potenciales víctimas (en su mayoría mujeres y niños, según los videos).
A los que resulten culpables fácilmente se les puede acumular más de 25 años de cárcel y la responsabilidad civil por los daños materiales causados. Eso sí, la Fiscalía General de la República (FGR) debe investigar a profundidad y acusar de manera firme e individualizada únicamente a los que participaron en el bochornoso ataque. Sí hay inocentes, hay que dejarlos en libertad.
Hasta ahora la Policía Nacional Civil (PNC) ha asegurado que luego de un “intenso operativo” detuvo a 20 sospechosos los cuales ya presentó a la población como los autores del ataque ocurrido la tarde-noche del sábado pasado en el carril de San Salvador hacia Santa Ana, en la jurisdicción de San Juan Opico; sin embargo, las investigaciones de la FGR aún no individualizan a los imputados.
En ese suceso las víctimas hicieron videos y al difundirlos a través de redes sociales han facilitado la identificación de algunos de los detenidos como autores materiales del ataque. Otros aparentemente no tienen mayor participación, pero insisto, debe ser la Fiscalía la que investigue e individualice para no castigar a inocentes. A los que resulten involucrados y culpables se les debe aplicar con todo rigor las leyes. La justicia debe ser implacable con los delincuentes aunque actúen disfrazados de fanáticos aficionados.
No es la primera vez que fanáticos albos se ven envueltos en hechos delictivos. Hace varios años, cuando regresaban del oriente del país, saquearon una tienda de conveniencia sobre la carretera Panamericana, en San Vicente. Años después generaron desórdenes en los alrededores del estadio Jorge “Mágico” González. Esta vez la PNC hizo una redada y detuvo a todo aquel que portaba playera con los colores del Alianza, mientras que quienes originaron los desórdenes lograron escapar.
En la mayoría de desórdenes de barras de aficionados se encuentran involucrados seguidores albos. Recientemente unos pocos fueron a provocar desórdenes a la ciudad de Antigua, Guatemala, declarada patrimonio cultural de la humanidad, donde macharon con grafitis algunas viviendas. Otras veces se les ha visto lanzado piedras y provocando pleitos con otras barras.
Desde luego, no solo Alianza tiene malos y problemáticos aficionados, también los hay en otros equipos como FAS, Águila y Luis Ángel Firpo, equipos mal llamados grandes de la deficiente liga salvadoreña. Malos aficionados los tiene hasta la Selección Nacional, donde nos sancionan por racistas e intolerantes tal como ocurrió recientemente en el juego contra Surinam.
Mis respetos para los verdaderos y buenos aficionados de Alianza porque son mayoría, pero a esos pocos que se disfrazan de fanáticos para saciar sus bajos y malos instintos, su intolerancia, amargura y frustración se les debe castigar con dureza, aunque antes hay que probarles su culpabilidad siguiéndoles el debido proceso.
La actuación negativa de los malos aficionados es un problema de cultura estructural. Las drogas, el alcohol, las malas influencias, las frustraciones sociales, las convivencias deficitarias, la mala fundamentación de valores en el seno de la sociedad y particularmente en el sistema educativo y el núcleo familiar, es entre muchos factores, causas de los malos y nefastos comportamientos. En todo caso, las personas tienen libre albedrío y, salvo en pocos y especiales casos, la posibilidad de diferenciar el bien del mal. Es decir, el culpable de sus actos es el propio individuo.
La prensa deportiva, las instituciones y la sociedad en general no debe pasar desapercibido este hecho y debemos mantenernos atentos y exigir dureza con justicia. Los dirigentes del futbol nacional deben activarse y evitar el acceso de fanáticos revoltosos a los escenarios deportivos, tomar medidas disciplinarias estrictas y justas con los delincuentes disfrazados de fanáticos. Que alguien pague su entrada no le da derecho a protagonizar desórdenes ni fuera ni dentro de los escenarios.
La prensa deportiva está obligada a fomentar valores y a promover la sana convivencia entre aficionados y a no promover malinchismos idiotizantes. Conozco a personas que ni siquiera son capaces de ubicar a España en un mapa, pero que dicen “Mi Barcita” y que se declaran “enemigos a muerte” de quienes dicen “Mi Madrid” y viceversa. Salvadoreños que siguen a Messi y que son capaces de liarse a golpes con seguidores de Cristiano y viceversa. A veces veo o escucho programas deportivos donde se fomenta el divisionismo, incluso supuestos periodistas que dejan a un lado el profesionalismo y se desenvuelven como aficionados.
En definitiva, a juzgar por los resultados a nivel de selección nacional y la primera división, nuestro fútbol pasa por una de sus peores crisis, acentuada por los comportamientos de unos pocos cafres que disfrazados de aficionados son en realidad delincuentes peligrosos a los cuales hay que aplicarles todo el peso de la ley, pero con justicia.
Que se haga justicia y que a estos pseudoaficionados se les investigue a fondo para que los que resulten culpables paguen con cárcel sus fechorías y que jamás se les permita ingresar a un escenario deportivo. Los demás fanáticos deben poner sus barbas en remojo. Ser aficionado a un equipo es derecho respetable de cada salvadoreño, atentar contra un aficionado rival es un acto delictivo… de terrorismo.
*Jaime Ulises Marinero es periodista
