Más allá de las redes sociales: la digitalización que las MYPES necesitan para crecer

La digitalización se ha convertido en un factor decisivo para el crecimiento y la competitividad de las micro y pequeñas empresas (MYPES). En un entorno económico marcado por la incertidumbre, los cambios tecnológicos acelerados y mercados cada vez más exigentes, incorporar tecnología no se limita a vender por redes sociales, sino que supone mejorar la gestión interna, profesionalizar las finanzas, ampliar mercados y fortalecer la capacidad de adaptación de los negocios. Sin embargo, el proceso de digitalización de las MYPES salvadoreñas dista de ser integral. Este artículo, basado en el Informe sobre el Estado de la MYPE 2025: La otra cara de la economía, elaborado por el Observatorio MYPE de la Escuela LID de FUSAI y FLACSO El Salvador, muestra que los avances existen, pero siguen siendo desiguales y excesivamente concentrados en los canales comerciales.

En términos generales, la digitalización de las MYPES avanza, pero de forma fragmentada. Aunque en los últimos años se ha ampliado el acceso a herramientas digitales, su adopción no ha derivado en una transformación profunda de los modelos de gestión ni de los procesos productivos. El resultado es un uso tecnológico que mejora la visibilidad de los negocios y facilita la relación con los clientes, pero que deja intactos muchos de los factores que limitan la productividad y el crecimiento empresarial.

La mayoría de las MYPES ya cuenta con acceso a internet, lo que representa un avance relevante. No obstante, este acceso está condicionado por el costo y, sobre todo, por la calidad del servicio. El internet móvil se ha convertido en la principal vía de conexión para negocios pequeños, informales o ubicados en zonas con menor infraestructura, gracias a su flexibilidad y menor costo. Sin embargo, su baja velocidad y capacidad restringen el uso de aplicaciones más complejas y limitan la incorporación de herramientas orientadas a la gestión, el análisis de información o la automatización. En contraste, la banda ancha fija —más frecuente entre empresas de mayor tamaño y formalización— ofrece mejores condiciones para integrar sistemas de gestión y plataformas digitales más avanzadas, ampliando de manera significativa el potencial de uso tecnológico.

En cuanto a la adopción de herramientas, la digitalización se concentra casi exclusivamente en la relación con el cliente. WhatsApp y Facebook son la principal puerta de entrada al mundo digital: la mayoría de empresarios las utiliza para comunicarse con clientes, coordinar pedidos y promocionar productos. Estas plataformas cumplen una función clave para sostener las ventas y mantener la cercanía con el mercado, pero su uso suele ser intuitivo y poco estratégico. Otras herramientas, como sitios web propios, Instagram o TikTok, tienen una presencia más limitada, mientras que recursos básicos como el correo electrónico o los programas de oficina siguen siendo utilizados por una minoría. El uso de sistemas especializados, como la gestión de relaciones con clientes, soluciones de ciberseguridad o aplicaciones basadas en inteligencia artificial, continúa siendo marginal y se concentra en un segmento reducido del tejido empresarial.

La adopción de pagos digitales constituye otro de los grandes rezagos. A pesar de la existencia de soluciones accesibles y gratuitas, una proporción significativa de MYPES continúa operando principalmente con efectivo. Entre quienes han incorporado medios digitales, Transfer365 destaca como la herramienta más utilizada, lo que sugiere que las barreras no son exclusivamente tecnológicas. La preferencia por el efectivo limita la trazabilidad financiera, dificulta el registro sistemático de operaciones y restringe el acceso a clientes institucionales, plataformas de comercio electrónico y modelos de negocio más sofisticados. Además, refuerza la desconexión entre las ventas y la gestión financiera, reduciendo la capacidad de planificación y crecimiento.

La mayor brecha de la digitalización se encuentra en los procesos internos. Una parte importante de las MYPES no ha digitalizado ninguna función administrativa y, entre las que lo han hecho, predominan aplicaciones orientadas a tareas operativas puntuales, como la coordinación de entregas. La gestión financiera, el control de inventarios, la administración del personal y el manejo de información estratégica continúan realizándose mayoritariamente de forma manual. Esta situación limita la eficiencia, eleva costos ocultos y reduce la capacidad de tomar decisiones basadas en información oportuna y confiable. A ello se suma la escasa formación digital, que frena la adquisición de nuevas competencias y la apropiación de herramientas más sofisticadas.

Las diferencias en los niveles de digitalización responden a factores estructurales bien definidos. El tamaño del negocio, el nivel educativo del empresario, el grado de formalización y el sector económico condicionan el tipo y la intensidad del uso tecnológico. Las MYPES formales, de mayor tamaño y con mayor nivel educativo muestran avances más consistentes, aunque algunos negocios semiformales destacan en la adopción exploratoria de tecnologías emergentes. Por sector, producción y servicios presentan un patrón de uso más diversificado, mientras que comercio y agro se concentran en funciones básicas asociadas a la coordinación de ventas.

Las percepciones del empresariado confirman este panorama. La principal oportunidad que identifican en la digitalización es el aumento de la visibilidad y el acceso a nuevos mercados, mientras que beneficios como la mejora de la productividad, la reducción de costos o la capacitación aparecen con menor peso. Entre las principales barreras destacan el alto costo, la falta de conocimientos, la baja calidad del internet y la dificultad para encontrar proveedores confiables.

Más que confirmar un rezago, los hallazgos del estudio apuntan a una hoja de ruta clara. La digitalización de las MYPES requiere dejar atrás enfoques parciales y avanzar hacia estrategias integrales que combinen conectividad de calidad, alfabetización digital y acompañamiento técnico continuo. No se trata solo de vender más, sino de incorporar tecnología en la gestión financiera, la administración del personal, el control de inventarios y la capacitación, vinculando el uso digital con objetivos concretos de negocio. Para ello, resulta clave ampliar el acceso a banda ancha fija y soluciones alternativas en zonas rurales, promover de forma decidida los pagos digitales interoperables, cerrar brechas de conocimiento con programas adaptados al tamaño y sector de cada empresa y facilitar el uso práctico de herramientas emergentes como la inteligencia artificial. Este esfuerzo exige políticas diferenciadas y el fortalecimiento de alianzas público-privadas que integren a universidades, cooperativas, proveedores tecnológicos y organizaciones de desarrollo. Solo así la digitalización podrá convertirse en un verdadero motor de productividad, competitividad y crecimiento sostenible para las MYPES salvadoreñas, y no quedarse únicamente en una vitrina digital.Principio del formulario

 

*William Pleites, director de FLACSO El Salvador