Modernización acelerada, viejos retos por afrontar: la transformación del Derecho Laboral salvadoreño en 2025

El Derecho Laboral en El Salvador atraviesa un proceso de modernización profunda. La reciente aprobación de la Ley para la Protección de Datos Personales ofrece un hito importante: por primera vez el país cuenta con una norma integral que regula el tratamiento de información personal de trabajadores y empleadores, consolidando derechos al acceso, rectificación, cancelación y oposición (ARCO-POL), así como obligaciones de custodia, seguridad y transparencia. Esta ley no es un accesorio: es una herramienta que reconoce la dignidad de las personas en un mundo laboral crecientemente digital y globalizado.

De igual forma, la ratificación del Convenio 190 de la OIT sobre violencia y acoso en el mundo del trabajo consolida un compromiso internacional: visibilizar y sancionar conductas que vulneran la dignidad, la integridad física y psicológica de quienes laboran. Por primera vez, la normativa internacional exige que empleadores, sindicatos y Estado garanticen espacios laborales libres de violencia, sea en oficinas, casas, centros de trabajo o en entornos virtuales.

Existiendo, a nuestro criterio, una deuda pendiente con una normativa secundaria que desarrolle todos los derechos y obligaciones detallados en el Convenio referido. A ese impulso normativo se añade una práctica judicial moderna: cada vez con más frecuencia se admite la prueba digital en procesos laborales, reconociendo que las relaciones laborales, los contratos, las comunicaciones y hasta las evidencias de acoso o incumplimiento pueden residir en plataformas electrónicas.

Ese reconocimiento —aunque todavía con matices— desplaza la cultura del papel y consolida un enfoque de Derecho Laboral adaptado a la era digital. No obstante, más allá de estos logros, el escenario exige anticipación.

Tal como advierte un reciente artículo sobre empleos en riesgo para 2030, la automatización y el uso de inteligencia artificial (IA) amenazan empleos administrativos, de oficina, contables, teleoperadores y otras ocupaciones repetitivas. Esa tendencia obliga al país no solo a modernizar la regulación tradicional, sino a construir un marco jurídico capaz de responder a la transformación estructural del trabajo: modalidades transnacionales, teletrabajo mas flexible, colaboradores que prestan servicios desde otro país para empresas sin presencia local, jornadas asincrónicas, la desconexión digital, regulación de algoritmos y protección de Derechos Fundamentales en entornos virtuales.

En pocas palabras: el Derecho Laboral salvadoreño requiere Normas que garanticen Derechos ante la algorítmica, reglamentos claros para trabajadores remotos y transnacionales, protección frente a vigilancia digital, regulación sobre inteligencia artificial en la gestión del talento, así como estándares de formación continua. El camino recorrido en 2024–2025 demuestra voluntad normativa: protección de datos, dignidad, acoso cero, reconocimiento de lo digital.

Pero el desafío del futuro —una revolución en la naturaleza del trabajo— demanda visión, actualización constante y compromisos de largo plazo. Si logramos anticipar esos cambios con regulación adecuada, no solo preservaremos Derechos sino que construiremos un mercado laboral competitivo, justo y preparado para la economía del siglo XXI.

* Jaime Solís es experto en Derecho Laboral