Por primera vez, la prevalencia mundial de la obesidad ha superado a la del bajo peso entre niños y adolescentes de 5 a 19 años. El Informe sobre Nutrición de UNICEF 2025 revela cómo los entornos alimentarios poco saludables están impulsando un rápido aumento del sobrepeso y la obesidad infantil. Este fenómeno es particularmente preocupante en los menores de 5 años, ya que la obesidad temprana afecta el desarrollo y crecimiento de todos los sistemas del organismo, además de ser un catalizador de mala salud a lo largo de la vida y de mayor riesgo de mortalidad.
Las causas son múltiples, pero destacan dos factores principales. En primer lugar, la influencia de la industria de alimentos y bebidas, que ha generado entornos alimentarios perjudiciales. Los productos ultraprocesados son accesibles y ampliamente publicitados en espacios donde los niños viven, aprenden y juegan. Aunque muchos países han aprobado medidas legales para proteger a la niñez, las industrias recurren a prácticas poco éticas para debilitar la acción gubernamental. Un ejemplo es el uso de programas de “responsabilidad social empresarial” para asociarse con escuelas y facilitar el ingreso de alimentos y bebidas ultraprocesados.
En segundo lugar, persisten dificultades para implementar y evaluar la eficacia de las intervenciones de salud pública. Muchas de ellas, aunque bien diseñadas, no han logrado demostrar un impacto significativo en la reducción de la obesidad infantil. Por ejemplo, un metaanálisis del grupo de colaboración Transforming Obesity Prevention for Children (TOPCHILD), que analizó intervenciones conductuales centradas en los padres de niños menores de 30 meses, concluyó que, pese al papel dominante del entorno familiar en la alimentación, las intervenciones dirigidas exclusivamente al comportamiento familiar son insuficientes para prevenir la obesidad en ese grupo etario.
En América Latina, la prevalencia de sobrepeso infantil sigue en aumento: uno de cada tres menores presenta exceso de peso, sin que ningún país esté por debajo del 20%. En El Salvador, las cifras se mantienen cercanas al promedio regional. Para niños y adolescentes de 5 a 19 años, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad alcanzó el 33.6% en 2025, mientras que en menores de 5 años la obesidad reportada en 2022 fue del 8%. Un estudio realizado en 2024 entre escolares de 5 a 11 años evidenció tasas preocupantes de obesidad, estrechamente vinculadas a factores socioeconómicos y a los hábitos familiares.
Factores de riesgo en El Salvador
En nuestro país, la obesidad infantil está asociada al nivel socioeconómico y educativo, particularmente al nivel de educación de la madre. Los niños de familias con menores ingresos y madres con baja escolaridad presentan mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad. La disponibilidad de dietas pobres en nutrientes, pero más accesibles económicamente, constituye un determinante clave. La Asociación de Pediatría de El Salvador y expertos en salud han calificado este fenómeno como una “epidemia silenciosa”, señalando la falta de priorización del problema por parte de las autoridades.
Impacto en la salud infantil
Los niños con obesidad enfrentan riesgos metabólicos (resistencia a la insulina, hipertensión arterial), síntomas respiratorios, psicológicos y osteomusculares ya en el corto plazo. A largo plazo, las consecuencias son aún mayores: un niño con obesidad tiene hasta un 80% de probabilidad de convertirse en un adulto obeso, perpetuando el ciclo de enfermedades crónicas en la adultez.
Respuesta del Ministerio de Salud
El Ministerio de Salud, en coordinación con el Despacho de la Primera Dama y organismos internacionales, ha impulsado estrategias y consultas para diseñar políticas públicas de prevención. Entre las medidas destacan las restricciones a la venta de alimentos ultraprocesados en entornos escolares y campañas de educación alimentaria.
Sin embargo, los avances son limitados. En El Salvador los niños no es que no coman, sino que comen mal. Los programas de alimentación escolar, con una cobertura del 93.5%, han contribuido a mejorar la seguridad alimentaria y la permanencia en el sistema educativo, pero no han tenido un impacto significativo en la reducción de la obesidad infantil.
*El Dr. Alfonso Rosales es médico epidemiólogo y consultor internacional