La cineasta Agnieszka Holland presentó este lunes en San Sebastián «Franz», un biopic caleidoscópico sobre el genial escritor alemán Franz Kafka (19883-1924), a quien la reconocida directora polaca sitúa dentro de un «espectro y sensibilidad sensorial» propio de personas neuroatípicas relacionado con el asperger.
La película, que representa a Polonia en los próximos Oscar, está protagonizada por Idan Weiss, cuyo extraordinario parecido físico con el autor de «El proceso» y el célebre «La metamorfosis», que murió a los 40 años, se acompaña de una exhaustiva preparación durante medio año de su personaje.
En dicho periodo el actor alemán conectó con su pasado depresivo y se aisló durante dos meses en su piso de Hamburgo, del que no salía durante el día, para «tener una energía más oscura», relató en la rueda de prensa para presentar una película que compite por la Concha de Oro.
Un tiempo de «silencio interno» en el que además leyó todos los libros y diarios de Kafka para «entender qué lenguaje» hablaba el extraordinario escritor que ahora se ha convertido en una especie de producto turístico, sobre todo en Praga, un elemento que en la película también se destaca con ironía en una especie de ventanas a un inesperado futuro por las que se asoma el escritor.
Holland (Varsovia, 1948) explicó que no pretendía hacer un diagnóstico médico del escritor, pero sí que cree que sus reacciones, su fina piel, algunos toques violentos y el miedo a ser tocado podría recordarle a personas de su entorno con el síndrome de Asperger.
Ver esta publicación en Instagram
Además contó la anécdota de que en cuanto a los tics le recomendó a su protagonista fijarse también en los que desplegaba en la pista el tenista español Rafael Nadal, que a juicio de la directora están en parte relacionados con su genialidad como jugador.
Una de las cuestiones centrales de la película son las relaciones familiares de Kafka, sobre todo con su padre, interpretado por Peter Kurth, también presente en la rueda de prensa.
Entre ellos se estableció una «dinámica muy moderna», dijo Holland, en el sentido de que no veía colmadas sus expectativas de éxito para su hijo, y no dudaba en intentar aplastar su verdadera vocación como escritor.
Holland, cuya hija, Kasia Adamik, cierra la sección oficial del Festival fuera de concurso con ‘La conspiración del cuervo’, explicó que su relación con Kafka viene de lejos, cuando era una adolescente de 14 años en la Polonia comunista, en un momento en el que en la propia Checoslovaquia se le consideraba un escritor burgués y decadente, lejos del actual icono.