Categoría: Editorial

  • Diario El Mundo cumple 58 años con fuerza renovada y compromiso con El Salvador

    Diario El Mundo cumple 58 años con fuerza renovada y compromiso con El Salvador

    Diario El Mundo arriba hoy a sus 58 años de fundación.

    Un 6 de febrero de 1967, el Dr. Juan José Borja Nathan fundó Diario El Mundo como un vespertino que ha ido evolucionando y creciendo desde entonces.

    En 2004 nos convertimos en un diario matutino y ahora somos un potente medio digital multiplataformas donde millones de lectores nos visitan a diario.

    Lo que no ha cambiado es el compromiso por la independencia, el balance, la objetividad. A 58 años de nuestra fundación, seguimos siendo un diario inclusivo, balanceado, objetivo, donde todos los sectores tienen voz.

    Un diario que siempre está velando por los intereses nacionales, por valores supremos como la democracia, las libertades públicas e individuales, el Estado de Derecho, los derechos humanos, la paz social.

    Diario El Mundo ha enfrentado enormes dificultades a lo largo de su historia pero no ha cesado en buscar la información que permita a la sociedad salvadoreña tomar decisiones.

    Durante la guerra civil que sufrimos, Diario El Mundo siempre buscó escuchar a todas las partes y reflejar el sufrimiento de todos. En democracia, hemos criticado lo que era necesario pero también hemos sido un medio constructivo, capaz de reconocer los progresos y avances.

    Hoy seguimos siendo parte de la construcción de un El Salvador mejor, una nación donde todos vivamos en armonía y la población pueda prosperar. Por eso agradecemos a nuestros lectores su preferencia y su compañía desde 1967 y estamos seguros de contar con su respaldo muchos años más.

  • El peligroso juego de los aranceles de Trump puede traer graves consecuencias

    El peligroso juego de los aranceles de Trump puede traer graves consecuencias

    El reciente anuncio del presidente Donald Trump de imponer aranceles del 25% a productos de Canadá y México, así como un 10% adicional a las importaciones chinas, marca un nuevo episodio en su estrategia proteccionista.

    Sin embargo, más allá de la retórica populista y del nacionalismo económico con el que busca fortalecer su base electoral, la realidad es que estas medidas pueden tener efectos devastadores no solo para la economía global, sino también para los propios ciudadanos estadounidenses.

    Los aranceles, en teoría, pueden parecer una forma de proteger la producción nacional, pero la historia ha demostrado que su impacto suele traducirse en mayores costos para los consumidores y las empresas. Al encarecerse las importaciones, los precios suben, afectando el poder adquisitivo de los estadounidenses y aumentando la inflación, que ya es una preocupación para la economía del país. Como bien señala el economista Gregory Daco, se espera que estas medidas eleven la inflación en un 0,7% en el primer trimestre, algo que puede generar inestabilidad en los mercados financieros y un freno en la inversión empresarial.

    Además, no se debe subestimar la capacidad de respuesta de los países afectados. Canadá ya ha anunciado una reacción “robusta, rápida y medida”, mientras que México, bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, analiza sus próximos movimientos con prudencia. China, por su parte, ha demostrado en el pasado que no dudará en contraatacar con medidas que perjudiquen sectores clave de la economía estadounidense, como la agricultura y la manufactura.

    Paradójicamente, las políticas de Trump pueden terminar perjudicando a la misma clase trabajadora que dice defender. Un alza en los costos de producción y distribución podría generar despidos o reducir el crecimiento del empleo en sectores dependientes del comercio internacional. Y si bien Trump confía en que la economía de Estados Unidos es lo suficientemente fuerte como para resistir el impacto, el riesgo de una desaceleración económica y de inestabilidad global es real.

    La visión de Trump de “usar los aranceles como un arma de negociación” no es nueva, pero es un juego peligroso. Apostar a que México y Canadá cederán a sus presiones para endurecer su postura en materia de inmigración y drogas, o que China no responderá con sus propias represalias, es un riesgo innecesario para una economía que ha mostrado signos de recuperación tras la crisis inflacionaria post-pandemia.

    Las guerras comerciales no son ganadas por nadie; generan incertidumbre, perjudican a los consumidores y dañan relaciones económicas clave. Si Trump realmente busca fortalecer la economía estadounidense, debería apostar por estrategias de cooperación y acuerdos comerciales en lugar de recurrir a medidas que solo alimentan el proteccionismo y el aislamiento económico. La historia nos ha enseñado que el costo de estas políticas es alto y, al final, quienes terminan pagando son los ciudadanos comunes.

  • Inicia la segunda etapa de Trump con muchas incertidumbres

    Inicia la segunda etapa de Trump con muchas incertidumbres

    Donald Trump asume este lunes 20 de enero un segundo periodo presidencial con rudas promesas de acabar con la migración ilegal y el inicio de arrestos y deportaciones masivos de migrantes el martes mismo, algo que ha hecho preocuparse a los salvadoreños y a todos los latinoamericanos en general.

    La víspera de su investidura, Trump prometió actuar «con una rapidez y fuerza históricas» para «detener la invasión de fronteras» por migrantes, impulsar la producción petrolera y bloquear las «ideologías» de izquierda. Y su zar de la frontera había dicho el sábado que mañana martes iniciarán los arrestos y deportaciones.

    La retórica incendiaria de Trump en este y muchos otros temas dominará los próximos cuatro años y en ese sentido queda tener una política exterior pragmática, aunque digna ante los Estados Unidos.

    Durante la primera administración de Donald Trump (2017-2021), la relación entre El Salvador y Estados Unidos estuvo marcada por tensiones discursivas, desafíos migratorios y un pragmatismo político que definió los vínculos bilaterales. En un contexto de políticas restrictivas en materia migratoria y un enfoque más transaccional de la diplomacia estadounidense, la interacción entre ambos países osciló entre momentos de distanciamiento y cooperación estratégica.

    Trump particularmente apoyó a El Salvador durante la pandemia con donaciones claves para aquellos momentos difíciles, sostuvo un amistoso encuentro con el presidente Bukele en 2019 y hubo un cierto alineamiento político en aquel momento. Sin embargo, Trump canceló el Estatus de Protección Temporal (TPS) para miles de salvadoreños y en algún momento se refirió con términos despectivos al país.

    Desde una perspectiva económica, en el primer periodo de Trump, la relación bilateral se mantuvo fuerte gracias al comercio y las remesas. Estados Unidos siguió siendo el principal socio comercial de El Salvador. Eso sigue pasando en esta nueva etapa y por eso es vital sostener los pilares de una relación históricamente fuerte.

    Evidentemente, se trata de una relación asimétrica que habrá que moldear según los intereses y dinámicas particulares de cada gobierno. Pero hoy, la relación política entre los dos gobernantes es más estrecha y eso puede facilitar la comunicación en problemas vitales y eventuales beneficios para El Salvador.

  • Rubio tira las cartas de la política exterior estadounidense para los próximos cuatro años

    Rubio tira las cartas de la política exterior estadounidense para los próximos cuatro años

    La audiencia de confirmación del futuro Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio reflejaron una postura firme y confrontativa hacia diversos actores internacionales, especialmente ante China y los regímes enemigos de Estados Unidos en América Latina.

    Durante su audiencia de confirmación en el Senado, Rubio calificó a China como el «adversario más poderoso y peligroso» que ha enfrentado Estados Unidos, acusándola de aprovecharse del orden mundial para ascender como superpotencia mediante prácticas deshonestas. Además reiteró su preocupación por la presencia china en el Canal de Panamá y el comportamiento de China para conquistar aliados en la región.

    En relación con América Latina, Rubio arremetió contra los regímenes dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Describió a Venezuela como una nación gobernada por una «organización de narcotráfico» y criticó las recientes elecciones en el país, considerándolas fraudulentas. Sobre Cuba, afirmó que el país se está «derrumbando literalmente» debido a la ineficacia del marxismo y la corrupción, sugiriendo que el régimen deberá elegir entre permitir mayor libertad económica y política o enfrentar un colapso total. En cuanto a Nicaragua, acusó al gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo de eliminar la democracia y contribuir directamente a la crisis migratoria que enfrenta Estados Unidos, permitiendo el tránsito de migrantes hacia la frontera estadounidense.

    Las cartas están echadas sobre lo que será la política exterior de los Estados Unidos en los próximos cuatro años del segundo periodo de Donald Trump.

    Las declaraciones indican un endurecimiento de la política exterior estadounidense hacia estos países bajo la administración de Trump, con Rubio al frente del Departamento de Estado. Su postura sugiere la implementación de medidas más estrictas y una reducción en la tolerancia hacia gobiernos que considera autoritarios o adversarios de los intereses estadounidenses. Además, su enfoque en China refleja una continuidad y posible endurecimiento de la competencia estratégica entre ambas naciones, con implicaciones significativas para la política internacional y las relaciones diplomáticas en los próximos años.

    El Salvador solo fue mencionado una sola vez por Rubio, para elogiar el apoyo a la misión de paz en Haití. Rubio ha sido cercano al presidente Nayib Bukele y ha elogiado su política de seguridad. Se espera que la relación bilateral se fortalezca y eso traiga muchos beneficios a los salvadoreños de aquí y a los de la diáspora.

  • El vergonzoso apoyo del FMLN a Maduro

    El vergonzoso apoyo del FMLN a Maduro

    La presencia de una delegación del FMLN en la toma de posesión del gobernante venezolano, Nicolás Maduro, tras el descarado fraude electoral de julio pasado, nos muestra la doble moral del partido de izquierda que suele reclamar por supuestos derechos perdidos en El Salvador mientras respalda dictaduras oprobiosas como las de Venezuela y Nicaragua.

    No hay comportamiento más fascistoide en América Latina que los que tienen las dictaduras de Nicolás Maduro y Daniel Ortega, pero en ambos casos, el FMLN los respalda abiertamente y defiende cómo han destruido la democracia en ambos países, violado derechos humanos y acabado con las libertades públicas e individuales.

    El FMLN perdió toda credibilidad en su década como gobierno, dejó de ser una opción electoral y en la última elección no consiguió ni un solo diputado ni alcalde debido a sus pésimos resultados en el Ejecutivo y a su peor papel como oposición.

    Seguir apoyando a las dictaduras de Cuba, Venezuela o Nicaragua solo se justifica como un agradecimiento del financiamiento recibido de parte de esos gobernantes y del refugio que le han dado a los expresidentes Funes y Sánchez Cerén, así como a otros tantos exfuncionarios perseguidos por sus actos de corrupción.

    La izquierda salvadoreña seguirá languideciendo mientras siga empeñada en alinearse con esos regímenes oprobiosos que nunca dejaron nada bueno a sus pueblos y por supuesto, tampoco a El Salvador.

  • El doloroso recuerdo de Las Colinas sigue en nuestra memoria

    El doloroso recuerdo de Las Colinas sigue en nuestra memoria

    La tragedia de Las Colinas es un doloroso episodio en la memoria colectiva de El Salvador. El terremoto del 13 de enero de 2001 afectó a todo el país pero esta colonia de Santa Tecla puso el mayor número de víctimas entonces cuando un deslizamiento sepultó a cientos de personas bajo toneladas de tierra.

    El Salvador tiene enormes riesgos sísmicos, geológicos y climáticos son inevitables en un país como El Salvador pero en el caso de Las Colinas, la pérdida de vidas humanas fue atribuida no solo a la fuerza de la naturaleza, sino también a la negligencia en la planificación urbana y al hecho de haber permitido asentamientos en áreas inestables.

    Dos décadas después, ¿qué hemos aprendido realmente? Aunque el país ha avanzado en ciertos aspectos de gestión de riesgos, muchas de las condiciones que facilitaron esta tragedia persisten: asentamientos en zonas de alto riesgo, falta de una planificación territorial sostenible y la inacción frente al crecimiento desordenado de las ciudades.

    Los damnificados de Las Colinas aún luchan por preservar la memoria de sus seres queridos y por exigir que tragedias como esta no vuelvan a repetirse. El impacto de estos eventos no solo se mide en vidas perdidas, sino en el daño emocional y social que permanece por generaciones. Las heridas físicas pueden cicatrizar, pero las comunidades que enfrentaron la tragedia siguen llevando consigo el trauma, la incertidumbre y la frustración de vivir en un país que parece condenado a repetir sus errores.

    Honrar la memoria de las víctimas de Las Colinas significa más que conmemorar la tragedia cada año. Significa aprender de los errores del pasado y trabajar incansablemente para construir un país donde el dolor de las tragedias no sea una constante. A 24 años después, el recuerdo de Las Colinas debe ser un llamado urgente a la acción, para que ninguna comunidad salvadoreña vuelva a enfrentar un desastre evitable.

  • La usurpación, el fraude, la dictadura, el narcoestado, todo eso se impone por la fuerza en Venezuela

    La usurpación, el fraude, la dictadura, el narcoestado, todo eso se impone por la fuerza en Venezuela

    El pasado 28 de julio, Venezuela volvió a ser escenario de elecciones cuestionadas, de un monumental fraude electoral del que el régimen de Nicolás Maduro no pudo mostrar una sola acta.

    El desenlace es la toma de posesión -prevista para hoy- de Nicolás Maduro para un nuevo mandato presidencial, a pesar de las numerosas denuncias de fraude electoral. Este evento no solo refuerza la percepción de un régimen autoritario que se sostiene sobre la manipulación y la represión, sino que también profundiza la crisis de legitimidad que afecta al país desde hace años.

    La comunidad internacional, encabezada por organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE), ha condenado los resultados de los comicios, señalando la falta de garantías democráticas y la ausencia de observación electoral independiente. Mientras tanto, la oposición venezolana, debilitada por la persecución y la división interna, enfrenta enormes dificultades para articular una estrategia que permita enfrentar esta nueva imposición del chavismo en el poder.

    La jornada electoral del 28 de julio estuvo marcada por irregularidades que van desde la coacción a los votantes hasta la manipulación directa de los resultados por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el régimen. Además, el uso de recursos estatales para favorecer al oficialismo y la inhabilitación de líderes opositores claves han convertido estas elecciones en un simulacro de democracia, diseñado únicamente para perpetuar a Maduro en el poder.

    Maduro asume en medio de una nación devastada: la economía está colapsada, con una inflación que sigue sin control; los servicios básicos como la electricidad y el agua son un lujo inalcanzable para muchos; y la diáspora venezolana continúa creciendo, dejando atrás una nación que alguna vez fue próspera. A pesar de estos indicadores, el régimen sigue apostando por la retórica del enemigo externo, responsabilizando a las sanciones internacionales de una crisis que en realidad es el resultado directo de su mala gestión y corrupción.

    El gran desafío para la comunidad internacional ahora es decidir cómo actuar frente a este nuevo golpe a la democracia. Las sanciones y condenas han demostrado ser insuficientes para presionar al régimen, que ha logrado mantenerse gracias al respaldo de aliados como Rusia, China e Irán. Sin embargo, es evidente que cualquier solución pasa por una mayor unidad de los países democráticos para ejercer presión diplomática y económica, así como un renovado compromiso con el pueblo venezolano, que sigue luchando por recuperar su país.

    Por su parte, la oposición venezolana enfrenta el reto de superar sus divisiones internas y reenfocar su lucha en un objetivo común: el restablecimiento de la democracia. Esto requiere no solo de unidad y liderazgo, sino también de una estrategia clara y sostenible que combine movilización interna, articulación internacional y propuestas concretas para el futuro del país. Hay que destacar por supuesto la figura gigantesca de María Corina Machado y del candidato presidencial ganador, Edmundo González.

    La usurpación, el fraude, la dictadura, el narcoestado, todo eso se impone hoy por la fuerza de las armas en Venezuela. Pero la toma de posesión de Maduro no debe ser vista como el fin de la esperanza, sino como un recordatorio de que la lucha por la libertad y la democracia en Venezuela sigue vigente. Cada vez son más las voces que se alzan dentro y fuera del país, exigiendo un cambio. La pregunta es cuánto tiempo más podrá un régimen autoritario resistir la presión de un pueblo que, pese a las adversidades, sigue soñando con una Venezuela libre y democrática.

  • Los desafíos y las oportunidades para El Salvador en 2025

    Los desafíos y las oportunidades para El Salvador en 2025

    Concluido el 2024 y analizados los momentos superados, ahora es momento de pensar en los significativos desafíos que determinarán el rumbo del país en 2025.

    Mientras el país avanza en áreas clave como la seguridad y la inversión en infraestructura, persisten cuestiones críticas que requieren atención inmediata y estrategias sostenibles para garantizar un desarrollo inclusivo y duradero.

    El crecimiento económico de El Salvador ha mostrado cierta estabilidad en los últimos años, pero aún no es suficiente para las necesidades del país que requiere atraer mayores inversiones que generen empleo formal que a su vez genere prosperidad y desarrollo a la sociedad salvadoreña. Por eso será vital en 2025 promover políticas públicas que fortalezcan la educación técnica, fomenten el emprendimiento y atraigan inversiones extranjeras. Además, la diversificación de la economía, con un enfoque en sectores como tecnología, turismo sostenible y agricultura moderna, puede ser un camino hacia un crecimiento más equitativo.

    La estrategia gubernamental para combatir la delincuencia ha logrado avances notorios en la reducción de homicidios y la percepción de seguridad. Sin embargo, estos logros deben complementarse con reformas institucionales que aseguren la transparencia y el respeto a los derechos humanos. Una justicia independiente y el fortalecimiento de las instituciones democráticas serán fundamentales para evitar retrocesos y consolidar un entorno seguro y justo.

    Un desafío importante ahora que vuelve a la Casa Blanca el presidente estadounidense Donald Trump será la migración, un fenómeno central en la vida de los salvadoreños. Las remesas representan un pilar de la economía, pero también reflejan la falta de oportunidades en el país. Para reducir la dependencia de las remesas, El Salvador debe enfocarse en crear un entorno en el que las personas no sientan la necesidad de emigrar. Además, aprovechar el potencial de la diáspora en términos de inversiones y transferencia de conocimientos puede ser un activo valioso.

    Hay que recordar que El Salvador es altamente vulnerable al cambio climático. Las tormentas, sequías y otros fenómenos extremos afectan la seguridad alimentaria y las infraestructuras del país. Hacia 2025, el desafío radica en implementar políticas climáticas ambiciosas, incluyendo la promoción de energías renovables, la reforestación y la gestión sostenible del agua. La inversión en resiliencia climática será clave para proteger a las comunidades más vulnerables.

    El acceso a una educación de calidad y servicios de salud eficientes sigue siendo un reto. Para 2025, será crucial mejorar la infraestructura educativa, reducir la brecha digital y garantizar que los servicios de salud lleguen a todas las comunidades, especialmente las rurales. Estas áreas son fundamentales para construir un capital humano robusto que impulse el desarrollo del país.

    El Salvador tiene la oportunidad de consolidar los avances logrados en los últimos años y abordar sus desafíos estructurales con visión de largo plazo. Sin embargo, esto requerirá un esfuerzo conjunto entre el gobierno, la sociedad civil y el sector privado. Para 2025, el éxito dependerá de un liderazgo comprometido, una ciudadanía activa y una apuesta decidida por un modelo de desarrollo que priorice la inclusión, la sostenibilidad y el bienestar colectivo.