Categoría: Opinión

  • Árbol que nace torcido…

    Árbol que nace torcido…

    El Salvador tiene historia, dolorosa en su mayoría. Pero no nos cansamos de repetir sus pasajes sombríos y condenables como, por ejemplo, el de la dictadura del siglo veinte encabezada por Maximiliano Hernández Martínez. De ese pasado, mayo me evoca su caída en 1944 cuando ‒forzado por una huelga de brazos caídos, el retiro del beneplácito estadounidense y el descontento oligárquico‒ no tuvo otra más que renunciar. Por él, como ha ocurrido y ocurre con cualquier autócrata de izquierda o derecha, habría seguido encaramado en el poder. De mayo resuenan en mi memoria, además, dos eventos condenables: la masacre en el atrio de la catedral metropolitana en 1979 y otras atrocidades sucedidas entonces, junto al vil asesinato de Roque Dalton en 1975 ‒en el día de la madre‒ a manos de quienes él creía eran sus “camaradas”。

    Esas efemérides cumplieron 46 y 50 años respectivamente, con un denominador común: la impunidad prevaleciente hasta la fecha en favor de sus responsables, impidiendo impartir justicia y repararles los daños a las familias de las víctimas. No faltará quien diga que ya no joda con ese lejano pasado, que viva el presente y “tire pa’lante”. El problema es que lo que acontece ahora nos presagia la recreación de las mismas cagadas y la posibilidad de que la situación se agrave quién sabe hasta qué nivel, pues continúa pasando lo que siempre he sostenido: nuestra rueda de la historia se mueve sin avanzar, porque su eje es el de la mencionada impunidad para quienes –directa o indirectamente– utilizan el poder en favor de sus intereses, conspirando contra un lejano bien común。

    En serio, lo que acontece actualmente no es motivo para el optimismo y menos para festejar. Bien dice mi exjefe, Rodolfo Cardenal, que a Bukele se le torció el rumbo. Y es que –como indica el dicho popular– “árbol que nace torcido, crece torcido”. El problema son las consecuencias nada promisorias que nos anuncian sus sombras nebulosas y peligrosas。

    Y es que, como muchas y muchos, incursionó en la política por el lado chueco desde el 2011 sembrado como candidato a alcalde de Nuevo Cuscatlán y agarrado de la bandera del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, al cual no solo le dio la espalda sino que terminó empujándolo al precipicio electorero tras haber sido trasplantado como su candidato victorioso en el 2015 a la municipalidad más importante del país: San Salvador。

    La primera alcaldía mencionada gobierna una superficie de apenas 15 kilómetros cuadrados, ocupados por menos de 13 000 habitantes. Pero ese fue el terreno fértil para plantar la semilla y crecer, para luego extender sus ramas hasta la de la ciudad capital. Entre otros “frutos”, desde esta última nos heredó una deuda enorme adquirida para montar uno de sus proyectos “insignia” que terminó siendo parte de una desilusionante pero muy publicitada cosecha: el mercado “Cuscatlán”。

    Y agrandó su tamaño hasta convertirse constitucionalmente en presidente de la república, incumpliendo promesas como la de su afamada Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador ‒la CICIES‒ creada esencialmente para combatir la corrupción; pero la desapareció cuando esta recién empezaba a querer podar los tallos ponzoñosos de su administración. Además, pedaceó las municipalidades y se ensañó con la Universidad de El Salvador al incumplir la retahíla de promesas que en campaña llegó a hacer a su campus y, además, retenerle fondos presupuestados; asimismo, desmanteló la institucionalidad del Estado y secuestró sus despojos, se reeligió violando nuestra carta magna y mantiene desde hace más de tres años un régimen de excepción pese a presumir haber mochado la mala hierba marera。

    La lista es mucho más extensa, como extensa es también la reserva de la información pública. Esto último, acompañado de su millonario despliegue publicitario, le funcionó por un tiempo para aparecer como el maravilloso gobernante de un paraíso terrenal en el cual el único logro real es el de la drástica reducción de homicidios conseguida ‒tras haber maldecido a quienes antes lo hicieron‒ negociando con las altas jefaturas de la criminalidad pandilleril。

    Pero dentro y fuera del país, como bien señala el padre Cardenal, está haciendo agua y apunta al fracaso de un desgobierno que ‒cuando caiga en un mayor desespero‒ revivirá lo que Roque le escribió a los policías y los guardias: “Siempre vieron al pueblo como un montón de espaldas que corrían para allá, como un campo para dejar caer con odio los garrotes”; al igual que en mayo de 1979, también “como el ojo de afinar la puntería. Y entre el pueblo y el ojo, la mira de la pistola o el fusil”. Pero ya conocemos el final de esa historia y…

  • Obra y posiciones (II)

    Obra y posiciones (II)

    Mario Vargas Llosa, como muchos escritores e intelectuales de América Latina, reaccionó con simpatía y con adhesión al proceso cubano que se abrió el 1 de enero de 1959.

    El significado de lo que ocurrió en Cuba, con la caída de Batista, provocada sobre todo por la acción de un movimiento guerrillero (el Movimiento 26 de Julio), señaló un parteaguas en la vida política latinoamericana.

    En la década de 1960 la construcción de un nuevo ordenamiento económico, político y social implicó nuevos alineamientos regionales y globales.

    Todo esto generó tensiones y confrontaciones y diez años después algunos desencantos. Vargas Llosa fue de los desencantados.

    A esas alturas era un autor «internacional» por novelas como «La ciudad y los perros» (1963), «La casa verde» (1966) y «Conversación en la catedral» (1969).

    Pero será a mediados de la década de 1970 que comenzará su giro hacia una visión un tanto opuesta a lo que fue antes su postura política, y ya un poco más adelante desde la década de 1980 es que se asumirá un liberal.

    Sin embargo, en Vargas Llosa, por lo menos en el plano político, pareciera que los puntos intermedios lo desesperaban y por eso se corría a los extremos.

    ¿Esta modificación de posición política es condenable? En absoluto. Cada quien hace lo que puede con el arsenal de sus convicciones.

    Lo de Vargas Llosa no es un caso único. Ha habido otras mutaciones (políticas o religiosas): G. K. Chesterton, de liberal trocó a católico ferviente; Giovanni Papini, que pasó de los postulados futuristas a convertirse en un fervoroso católico.

    En la dilatada producción de artículos de prensa de Mario Vargas Llosa (que va desde inicios de la década de 1960 hasta el año 2023) puede apreciarse con bastante precisión este cambio de posiciones que experimentó.

    Sin embargo, sería lamentable sugerir que de blanco pasó a negro. Su matriz conceptual estuvo siempre hasta el último aliento en la literatura y sus posibilidades imaginativas y su capacidad para comprender el mundo y el tiempo que le tocó vivir.

    Los traspiés que tuvo tienen mucho que ver con situaciones políticas puntuales en las que pareciera que la puntería crítica le fallaba. O le temblaba el pulso.

    Es claro que su conflicto más fuerte lo tuvo con la realidad peruana, de la que era un apasionado, y en los últimos años se deslizó sin necesidad en el apoyo a Keiko Fujimori (hija de Alberto Fujimori, su adversario político décadas atrás, cuando Vargas Llosa fue candidato presidencial) frente Pedro Castillo, el candidato desconocido y emergente surgido de algún lado del magisterio peruano.

    Aunque desde su postura política liberal un tanto extrema se aproximó a dos pilares filosóficos como son Karl Popper e Isaiah Berlin, la verdad es que estaba lejos de la profundidad conceptual de estos.

    La producción literaria de Vargas Llosa es de una precisión técnica y una coherencia narrativa que, en todas sus novelas, sobre todo, se capta sin dificultad.

    Trátese de «La guerra del fin del mundo», «Pantaleón y las visitadoras» o «Tiempos recios».

    En «Tiempos recios», su penúltima novela, publicada en 2019, Vargas Llosa se sumerge con gran facilidad por los meandros de lo ocurrido con la conspiración que terminó derrocando al gobierno progresista de Jacobo Árbenz y abortando de este modo aquella primavera política que arrancó en 1944 y que tantas esperanzas hizo florecer en Guatemala.

    Condenar a Vargas Llosa a nombre de sus posturas políticas y olvidar que es uno de nuestros autores latinoamericanos que trajo la renovación de la novela en nuestro medio, es una tentativa fallida.

    Por la sencilla razón de que ahí está circulando su producción literaria sin dificultad entre miles y miles de lectores.

    ¿Entonces las posturas políticas no cuentan en un escritor? Por supuesto que cuentan, y hay veces que mucho.

    A pesar de los deslices políticos de Vargas Llosa sus novelas pueden caminar solas. No hizo propaganda con sus novelas ni intentó ninguna suerte de pedagogía.

    Quien no quiera leerlo por algunas de sus posturas políticas conservadoras (¡aunque se proponía ser ultra liberal!), pues que no lo lea.

    Quienes sepan tasar sus temas y su virtuosismo narrativo que sus novelas exudan, pues siempre agradecerán a Vargas Llosa haberlas escrito.

    En 2001, Mario Vargas Llosa, en «Diccionario del amante de América Latina» precisa su visión sobre la función de la literatura: «La literatura nos permite vivir en un mundo cuyas leyes transgreden las leyes inflexibles por las que transcurre nuestra vida real, emancipados de la cárcel del espacio y del tiempo en la impunidad para el exceso y dueños de una soberanía que no conoce límites».

    He ahí su estafeta.

  • Bendiciones queridas enfermeras

    Bendiciones queridas enfermeras

    Desde 1948, y por decreto legislativo publicado el 12 de mayo en el Diario Oficial, se celebra en El Salvador, cada 15 de mayo el Día de la Enfermera (o) con la finalidad de rendir tributo y justo reconocimiento a las personas que por vocación ejercen tan loable, sacrificada y humanitaria profesión.

    Se necesita vocación pura y amor por el prójimo para desempeñar una labor que requiere sacrificio y empatía, tal como lo hizo la enfermera más conocida y admirada en el mundo. Se trata de la británica Florence Nightingale, pionera de las enfermería moderna quien nació en 12 de mayo de 1820 y fallecida el 13 de agosto de 1910, a los 90 años de edad.

    Precisamente en honor a Nightingale, quien fundó su Escuela de Enfermería en 1860, se conmemora a escala mundial el Día Internacional de la Enfermería y en nuestro país cada 15 de mayo se les honra y reconoce como personas útiles y necesarias para la salud y los procesos de recuperación sanitaria. Salud enfermeras (os).

    En mi caso particular he estado en tres ocasiones al borde de la muerte: En febrero de 2013 un autobús arrastro mi carro unos diez metros y producto de ellos resulté con mis costillas quebradas, mi rodilla dislocada, ciego y y con pérdida de mis sentidos; la segunda vez en diciembre de 2019 cuando de emergencia me operaron por una hernia en la última vertebra y por una mala praxis me generaron una infección generalizada en todo mi organismo; la tercera ocasión me ocurrió en enero de 2024 cuando sufrí un derrame cerebral isquémico.

    En las tres ocasiones estuve hospitalizado y con ayuda de Dios, mi familia, los médicos y el personal de enfermería he logrado salir adelante. Actualmente aún me recupero de las secuelas de derrame, pero voy superando poco a poco y todo gracias a quienes me aman y a quienes aman a sus semejantes.

    Nunca había agradecido de manera pública y sincera a las enfermeras, desde aquella que llegó a besarme la frente y a decirme que mi madre me enviaba saludos desde el cielo, hasta la que nunca me encontraba la vena para inyectarme el suero aduciendo que estaba «gordito». Resulta que, la segunda vez, estando internado en el hospital del Diagnóstico me dolía tanto mi cuerpo que tuvieron que inyectarme para provocarme el sueño y casi de inmediato comencé a soñar con mi madre y a pedirle que me ayudara en mi recuperación. Mi dolor desapareció y una joven enfermera entró a la habitación, me tomó de la mano y comenzó a orar por mí, al final me dio un beso en la frentey me mi dijo que mi mamá me mandaba saludos.

    Desperté llorando y creyendo que había sido un dulce sueño, pero entonces supe que pese a lo negativo y pésimo de mi diagnóstico médico no era mi tiempo para morir. Cuando recibí el alta una joven delgada y de piel morena vestida de civil me dio un abrazo y me dijo que ella era enfermeray que se alegraba por mi recuperación, porque una semana atrás había entrado a mi habitación a orar junto a mí. Hasta ahora ni siquiera sé su nombre, pero la recuerdo con mucho cariño y aunque regresé al hospital para el tratamiento nunca la volví a ver y nadie me dio referencias de ella.

    En los casi cinco meses que he pasado internado producto de mis quebrantos de salud tuve la suerte de tener excelentes médicos, pero también la suerte de tener a excelentes enfermeras y enfermeros que me supieron tratar y comprender en mi lecho de enfermo. Lo de la mala praxis fue debido a que soy alérgico a los antibióticos y a pesar de ellos me suministraron esos productos. Afortunadamente los médicos y las enfermeras (os) lograron sacarme de esa crisis somática.

    Hubo enfermeras que me trataron como a un niño y que estuvieron pendiente de todo lo que me ocurría. Puntuales, siempre dando palabras de aliento y con una dulzura que realmente parecían ángeles. Siempre hay alguna malhumorada y que ejerce sin vocación, pero son poquísimas, generalmente porque han hecho turnos de 24horas o más o porque sencillamente se equivocaron de profesión.

    Claro, uno como paciente reclama atención de inmediato, a veces sin darnos cuenta que aquellas mujeres y hombres vestidos de blanco, en ocasiones trasnochados, tienenmuchos enfermos a los cuales tienen que cumplirles dosis y seguimientos constantes. Profesionales que tienen que guardarse sus lágrimas ante la tristeza que las causa el dolor de los pacientes y que siempre deben transmitir optimismo, aunque el enfermo ya esté en su periodo terminal.

    “Cada vez que muere un paciente me deprimo y me encierro en el baño a llorar” me dijo Luisa Sandoval, una enfermera que me inyectaba en el Hospital Amatepec y quien se quedó siendo mi amiga hasta su fallecimiento en 2021, víctima del Covid-19. Luisa (QEPD) era enfermera graduada y un primor con todos los internos de aquella sala de traumatología.

    Yo vivo eternamente agradecido con cada enfermera (o) que me ha tocado seguir procesos de recuperación. Ellas (os), con mucha vocación, mal pagados, a veces incomprendidas (os) y haciendo sacrificios sobrehumanos cumplen una loable labor humanitaria.

    Felicidades a todas las enfermeras por su amor hacia la humanidad, muy especialmente a Doris Alexis Escobar, Teresa de Jesús Méndez, Cissy Chávez, Ana Zoila Escobar, Cruz María De la Cruz, Hilda Amelia Pérez y a todas (os) las que ejercen con amor y nobleza la enfermería. Bendiciones queridas enfermeras.

  • Segundo Congreso Internacional con el libro cubano exiliado

    Segundo Congreso Internacional con el libro cubano exiliado

    Hace diez años al periodista cubano Silvio Mancha, propuso convocar a un grupo de escritores y editores para celebrar un encuentro literario que reuniera libros, autores y casas editoriales que el totalitarismo castrista no permite circular en Cuba, en una palabra, creadores y creación que padecieran destierro.

    El castrismo desde su primer día en el poder declaró una ofensiva en toda regla contra quienes no pensaran como ellos. Practicaron el sectarismo y la discriminación ideológica, imponiendo un control de la información que culmino en una guerra real contra la oposición política y el fusilamiento moral de quienes pensaran libremente.

    Desde el primer momento las personas de criterios, los que rechazaban que le pusieran precio a su creación, padecieron un destierro interno que les obligo a escribir, pintar y pensar en la oscuridad. La vida se nos complico a todos porque escuchar una canción de Jose Feliciano o simplemente comentar un chiste de Guillermo Álvarez Guedes, era suficiente para terminar en una mazmorra.

    Sin embargo, desde el momento en que apreciaron que tanto el destierro que habían generado como la emigración que provocaron por el rígido control social establecido y la represión, iniciaron una campaña a favor de un intercambio cultural en el que los únicos beneficiaron son los servidores del totalitarismo.

    La cruda realidad es que los autores cubanos han sido víctimas de la guerra cultural que el castrismo inicio en el mismo año del triunfo de la insurrección, 1959. La censura se estableció de inmediato, la confiscación de casas editoriales, imprentas y librerías no se hizo esperar junto a la incautación de todos los medios de información o difusión, radio, televisión o prensa. La palabra la hicieron suya y como dice el escritor Jose Antonio Albertini, “empezaron a matar con tinta no solo con balas”.

    La idea de Mancha fue asumida como muy válida por escritores y editores, entre ellos Jose Antonio Albertini, Ángel Cuadra, Rosa Leonor Whitmarsh, Luis de la Paz, Ángel de Fana, Rolando Morelli, Alberto Muller y Juan Manuel Salvat, entre otros. El evento, se celebró durante dos días en una instalación de la Universidad Internacional de la Florida y se dedicó a la memoria de un grande del exilio Enrique Ros, escritor y luchador incansable contra el totalitarismo.

    El encuentro fue realmente un éxito, muy definido políticamente. Ningún sicario del castrismo fue invitado y se rechazó la participación de personas e instituciones que sostuvieran algún vínculo con el totalitarismo, dentro o fuera de Cuba, porque los organizadores siguiendo las enseñanzas de Jose Martí, están convencidos que la esclavitud del pensamiento, al igual que la esclavitud física, son una forma de opresión que impide el desarrollo individual y colectivo.

    Este año el académico Daniel Pedreira, actual presidente del Pen Club de Escritores Cubanos en el Exilio, compartió la idea de convocar a un segundo encuentro que de inmediato conto con el respaldo de varias instituciones y personalidades del destierro, entre ellas el Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, Plantados hasta la Libertad de Cuba, las editoriales El Ateje y Gota de Agua y la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio que junto a otras instituciones y personalidades, se incorporaron al proyecto decidiendo identificarlo como “Juan Clark, In Memoria”, como homenaje a un académico cubano que participo como paracaidista en la incursión a Cuba de la Brigada 2506 y posteriormente impartió clases en el Miami Dade College, quien fuera autor de una de las obras cumbres del exilio cubano, “Cuba, Mito y Realidad, Testimonio de un Pueblo”.

    La invitación y convocatoria emitida es de carácter internacional, y hasta el momento se ha extendido a todos los Estados Unidos, Canadá, Sudamérica y Europa y a todo autor nacional cubano que tenga una obra que la censura totalitaria no permita circular en Cuba sin importar donde se encuentre, ya que autores residentes en la Isla han aceptado sumarse a este encuentro que una vez más busca denunciar las numerosas limitaciones a la creación que el castrismo ha impuesto a la ciudadanía en general, incluido sus propios partidarios, quienes tampoco disfrutan de libertades para elogiar sin restricciones a sus amos.

    Pedro Corzo, Periodista cubano

  • Obra y posiciones (I)

    Obra y posiciones (I)

    La obra de un escritor debe apreciarse con cuidado y sin ditirambos. En muchos casos es la labor de toda una vida. Este es el caso de Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, quien falleció el 13 de abril en Lima a los 89 años.

    Su temprana emergencia, a los 27 años, dentro de la literatura continental (y tal vez mundial) con su novela «La ciudad y los perros» (que se publicó en 1963, y Julio Cortázar ya antes había leído el manuscrito en 1962, cuando se titulaba ‘Los impostores’), mostró que la literatura latinoamericana había entrado en una nueva época, no solo por lo que su novela comportaba sino porque era más o menos contemporánea y coincidente con «La región más transparente», de Carlos Fuentes, con «Rayuela» (y ‘Las armas secretas’), de Julio Cortázar, y con «Cien años de soledad», de Gabriel García Márquez. De hecho, la valoración de ‘La ciudad y los perros’ por parte de Cortázar (en carta al editor Joaquín Díez-Canedo, en 1962) no puede ser más explícita: ‘Un libro exasperado, por así decirlo, pero al mismo tiempo escrito con un dominio total de la lengua y una maestría que solo puede dar un talento natural para la novela’.

    Sin embargo, es necesario hacer algunas precisiones.

    «Rayuela» fue publicada en junio de 1963, aunque fraguada años atrás. Pero antes, en 1960, otra novela de Cortázar. ’Los premios’ había sido publicada.Incluso en la correspondencia inicial entre Cortázar y Fuentes, este le comenta en 1958 el manuscrito de otra novela (‘El examen’), que solo se publicaría después del fallecimiento de Cortázar en 1984. Y ya antes, Cortázar había publicado tres libros de cuentos: ‘Bestiario’ (1951), ‘Final del juego’ (1956), ‘Las armas secretas’ (1959).

    Cortázar había nacido en 1914 y Vargas Llosa en 1936, 18 años después. Esto quiere decir que la idea a veces infundada de señalar a los ‘4 fantásticos’ de la literatura latinoamericana (Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa) como una suerte de grupo homogéneo y bajo la viñeta de ‘el boom latinoamericano’ quizás no hace justicia a lo que ocurría en América Latina con esos autores y con otros autores que se hallaban activos (y no solo en novela, también en cuento, en poesía, en teatro, en ensayo y hasta en el filón testimonial, dado que las luchas políticas no convencionales saltaron a la palestra), y solo atrapa lo que podría ser la parte más rutilante de ese fenómeno cultural que tuvo a la década de 1960 como su despliegue esencial.

    Gabriel García Márquez (nacido en 1927), antes de la publicación de ‘Cien años de soledad’, en 1967, solo había publicado tres libros: ‘La hojarasca’ (cuentos, 1955), ‘El coronel no tiene quien le escriba’ (novela corta, 1961), ‘La mala hora’ (cuentos, 1962).

    Es decir, el así llamado ‘boom’ en realidad quizás solo remite a la saga editorial de estos autores que en la década de 1960 dejarán una huella indeleble en la literatura latinoamericana y mundial con novelas como ‘Rayuela’ ‘Cien años de soledad’, y ‘Conversación en la catedral’.

    Mario Vargas Llosa tuvo una fructífera actividad literaria y al ponderar sus novelas, relatos, ensayos, artículos y piezas de teatro sin duda que puede hablarse de una obra consistente y cuidada con bastante esmero. Basta considerar las novelas ‘La casa verde’ (1966) y ‘Tiempos recios’ (2019) para corroborar que el novelista peruano mantuvo siempre la cuerda tensa, y lo dicho por Cortázar a Díez-Canedo en 1962 parece ser un pronóstico certero.

    Sin embargo, un escritor no es solo sus creaciones literarias, y en el caso de Vargas Llosa, esto sin duda que es así. Las distintas posiciones políticas que sostuvo a lo largo de su vida han dejado una estela que no puede ignorarse ni escamotearse.

    Descalificar a Vargas Llosa, como a veces se hace, por sus posiciones políticas (sobre todo desde la década de 1980 en adelante) y señalar que eso afea su creación literaria quizás no sea la mejor manera de tasarlo. Y esto no quiere decir que sus posiciones políticas ―que al final de cuentas tienen que ver con su visión de mundo― no impacten sobre su creación literaria. En los temas escogidos. En el tipo de abordaje. En las preguntas existenciales que dimanan de lo creado. Claro que hay vasos comunicantes, pero las posiciones políticas no son la obra literaria.

    Martín Heidegger, que se adhirió al nazismo en 1933 y que se mantuvo dentro de Alemania durante toda la segunda guerra mundial sin ser un disidente del régimen, es un caso ejemplar de lo que es una obra (en este caso filosófica) presionada por el pasado político.

    • Jaime Barba, REGIÓN Centro de Investigaciones

  • Nuestro mundo tiene que hermanarse y la Paz esté con todos ustedes, fue el primer deseo del Papa

    Nuestro mundo tiene que hermanarse y la Paz esté con todos ustedes, fue el primer deseo del Papa

    El gozo es grande en la tierra. Todos estamos atónitos. El nuevo Papa ha vertido la esperanza de la concordia en todas sus presentaciones. Mi visión, al respecto, es que lo han entendido en todos los idiomas. Estoy seguro que, su espíritu reconciliador, unirá vínculos fraternos y conciliará pulsos divididos. Sea como fuere, necesitamos caminar unidos como jamás, con el brío de un humilde hacendoso en la cepa de un globalizado orbe, que requiere aunar latidos y aplacar tensiones, para proseguir el camino del entendimiento; y, así, poder respirar todos los mortales ese calor auténtico de amor, que vierte el hogar del verso y la palabra. En consecuencia, hay que volver al corazón, revolverse contra sí mismo en ocasiones, despejar caminos y gestar horizontes que nos armonicen.

    La sociedad está plagada de cruces que nos desconciertan e impiden repensar los momentos. Quizás tengamos que perdernos en soledad y en silencio por los diversos cauces de lágrimas, para reencontrarnos y reconocernos como gentes en ronda, que requieren de un ánimo lírico en conjunción con otros movimientos. El mal no puede destrozar nuestro inmaculado verso, que somos. El amor nos precede, dejémonos amar uniéndonos entre sí para curar todas las heridas, que nos hacemos unos a otros. La humanidad tiene que hermanarse, no ahorcarse, hasta compenetrarse con su propio inspirador celeste. Indudablemente, precisamos de otra iluminación más del alma que del cuerpo, para construir puentes y reconstruir pasos, que nos lleven a la concurrencia.

    Precisamente, esa mirada limpia, universal, serena y acariciadora de su Santidad el Papa León XIV, la primera persona de Estados Unidos que dirige la iglesia católica, aunque también posee la nacionalidad peruana tras trabajar en misión en el país latinoamericano durante muchos años, así como las raíces antecesoras de otros continentes, es lo que nos debe hacer reflexionar con sentido humanitario, para hacer frente a la complejidad del momento que vivimos. En efecto, nuestro planeta requiere de las voces más firmes en favor de la unidad, la dignidad humana y la compasión, sin obviar en ningún momento la justicia social. A pesar de la rica diversidad de orígenes y creencias, la ciudadanía en su conjunto debe compartir un objetivo común: que la conciliación nos abrace a todos.

    Los movimientos religiosos y las religiones han tenido siempre un papel fundamental en la propia historia humana. Fue notable el caso del budismo, que tuvo una influencia considerable en las primeras rutas comerciales; y que, ahora la UNESCO está implementando con un apasionado proyecto para desarrollar una ruta sobre su patrimonio, para el desarrollo del turismo sostenible en Asia Meridional. Es precisamente este diálogo intercultural, estos encuentros contemplativos de reflexión común, lo que favorece el diálogo y la comprensión mutua. El actual Papa, también lo subraya con sus originales gestos, recorriendo los senderos de la entereza y contando con la ayuda divina, que es el que sabe abrir caminos de alianza, donde no lo logran los seres humanos.

    Naturalmente, en nuestra época, vivir este vigor es aún más ineludible. Hacen falta faros de luz para que las tinieblas se disipen; puesto que, con las armas no se conseguirá, es preciso activar la temática del encuentro, que es lo que nos permitirá ahondar en la situación del planeta y valorar cuál ha de ser el esfuerzo que hemos de realizar conjuntamente. Estoy convencido que, el flamante Pontífice, será una persistente voz de hermandad, que nos allane el pasaje de la plática en medio de las muchas crisis que nos asolan. Por eso, creo que es esencial que él hablase de paz y la promueva, alimentando y alentando la cultura al abrazo sincero y el culto al amor auténtico; escuchándonos de lleno, ya que toda persona ha sido creada a imagen y semejanza del Creador, cuestión que jamás debe olvidarse.

    • Víctor Corcoba Herrero es escritor español

  • Desde Roma al mundo: comienza el pontificado de León XIV

    Desde Roma al mundo: comienza el pontificado de León XIV

    Llevamos más de 20 días con la mirada puesta en Roma y todos nos hemos convertido en vaticanistas especializados.

    Finalmente, a las 19:13 hora local de Roma se dio el anuncio oficial tan esperado de la elección. Fue realizado por el cardenal Dominique Mamberti, quien pronunció el tradicional «Habemus Papam» desde el balcón de la Basílica de San Pedro: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam: Eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Robertum Franciscum Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Prevost, qui sibi nomen imposuit Leonem Decimum Quartum.”

    Creo que todos -tanto especialistas como curiosos- fuimos a buscar a internet lo que pudiéramos encontrar del nuevo Papa. Comenzaron las conjeturas: “El primer norteamericano”, “nacionalidad peruana”, “hombre confianza de Francisco”, “un Papa que de la unidad y del dialogo”, “está hablado de la paz”, “sensibilidad por los pobres y los marginados”, “misionero”, etc.

    No conviene que nos llenemos de prejuicios y que le etiquetemos con categorías que no corresponden a un hombre que hace Dios presente en la cultura. Por otra parte, una certeza tenemos ahora mismo y es que ha escogido un nombre en continuidad con una gran Papa de la historia: León XIII.

    Por eso conviene recordar quien fue Gioacchino Pecci, León XIII. Papa entre 1878 y 1903.

    Su papado coincidió con una época de grandes cambios: el auge del imperialismo (1871-1914), la segunda revolución industrial y la moda de pensar que todo se podía explicar con la ciencia (lo que se conoce como positivismo científico).

    León XIII heredó dos grandes problemas del papa anterior. La Iglesia Católica se encontraba muy aislada a nivel diplomático (en 1870, cuando los Estados Pontificios fueron invadidos, solo Ecuador protestó). Y por otra parte la cultura dominante de la época, muy racionalista y científica miraba con desprecio al catolicismo.

    Leon XIII, quiso romper con ese aislamiento, tanto político como cultural. Reactivo la diplomacia del Vaticano. Con la ayuda de su secretario de Estado, Mariano Rampolla (que estuvo en el cargo de 1887 a 1903 y fue uno de los primeros con funciones parecidas a las actuales), hizo varias cosas:

    Negoció con Bismarck para acabar con el Kulturkampf (una política alemana contra la Iglesia); después de eso, tuvo una buena relación con el emperador Guillermo II.

    Intentó mejorar las relaciones con el gobierno italiano. En Francia, promovió el ralliement, una política para que los católicos aceptaran la república. También actuó como mediador internacional: en 1885 entre Alemania y España (por las Islas Carolinas), en 1890-91 entre Bélgica y Portugal (en África), en 1895 entre Haití y República Dominicana.

    Fue un Santo Padre que impulsó la cultura católica y abrió la iglesia al mundo:

    En 1879, publicó la encíclica Aeterni Patris, relanzando la filosofía tomista (de Santo Tomás de Aquino).

    En 1881, abrió el Archivo Secreto Vaticano a los investigadores, lo que le dio mucho prestigio en los círculos académicos. También se crearon institutos históricos nacionales en Roma y la Escuela Vaticana de Paleografía, Archivística y Diplomática.

    En 1891, publicó la famosa encíclica Rerum Novarum, que marcó el inicio del pensamiento social católico.

    En 1893 sacó Providentissimus Deus sobre el estudio de la Biblia y en 1902 creó la Comisión Pontificia Bíblica.

    No cabe duda de que el Espíritu Santo se ha lucido una vez más y los hijos de este nuevo Padre nos llenamos de alegría.

    • El padre Fernando Armas Faris es sacerdote católico.

  • Femicidio o feminicidio, ¿cuál es la diferencia desde la Criminología?

    Femicidio o feminicidio, ¿cuál es la diferencia desde la Criminología?

    Desde mi perspectiva como criminólogo y victimólogo la distinción entre femicidio y feminicidio, aunque a veces sutil, es crucial para comprender la raíz profunda de la violencia letal contra las mujeres en nuestra sociedad. No se trata de un mero juego de palabras, sino de reconocer la dimensión estructural y el componente de odio que subyace a estos crímenes.

    Si bien el término femicidio puede entenderse en su acepción más literal como el homicidio de una mujer, es la forma extrema de violencia hacia las mujeres, es la muerte misógina de mujeres; por otro lado, feminicidio involucra la impunidad que estos casos en la mayoría de los países. El término acuñado y popularizado por académicas como Diana Russell y Marcela Lagarde, va mucho más allá. El feminicidio implica que la muerte de la mujer ocurre en un contexto de violencia de género, motivada por el odio, el desprecio, la misoginia y las estructuras patriarcales que históricamente han subordinado a lo femenino. En muchos Estados existe negligencia, incompetencia, y ausencia de voluntad política y técnica especializada para investigar, capturar, demandar y lograr la condena del imputado por eso se condena a un Estado.

    En El Salvador leemos, vemos en televisión y redes sociales, escuchamos en radio muchas definiciones erradas, tergiversadas, o con alguna tendencia dependiendo en nombre de quien lo expresa, o generalizando; esta distinción de los términos se vuelve fundamental. No todos los asesinatos de mujeres son feminicidios en el sentido criminológico estricto, como puede ser el caso de un asesinato por robo en un autobús o en un local comercial. Sin embargo, la violencia feminicida sí es un fenómeno palpable y arraigado, donde el odio hacia lo femenino se manifiesta en un continuo de agresiones que culminan en la privación de la vida.

    ¿Cómo se evidencia este odio? Se revela en la brutalidad de los actos, en la cosificación del cuerpo de la víctima, en la saña con la que se infligen las heridas, en la exhibición de los cuerpos como trofeos de poder. Se manifiesta en los celos patológicos que justifican según este hombre machista el control y la posesión, en el castigo ante la autonomía femenina, en la creencia de que la mujer es un objeto desechable.

    Este odio no surge de la nada. Se alimenta de una cultura machista profundamente arraigada, donde los roles de género son rígidos y la autoridad masculina se impone a través de la violencia. Se perpetúa en la impunidad que a menudo rodea estos crímenes en los cinco continentes, enviando el mensaje de que la vida de las mujeres tiene menos valor.

    La relación entre la violencia feminicida y el feminicidio es de causa y consecuencia. Las formas previas de violencia de género –la psicológica, la física, la sexual, la económica– son los escalones que conducen al acto final. El femicidio es la expresión más extrema y letal de ese odio hacia lo femenino que impregna nuestra sociedad.

    Estimado y estimado lector ahora tiene información criminológica para establecer y no confundir el homicidio de una mujer, el femicidio (no tipificado en El Salvador) y el feminicidio. Previo a la aprobación de la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV) pude exponer en varias ocasiones que la palabra femicidio era la que más aplicaba en nuestra sociedad, aunque en el período 2010-2018 si hubo casos de feminicidio por deficiencias y negligencia del Estado, evidentes en casos impunes. La revisión integral y actualización de la LEIV es indispensable luego de 15 años de vigencia.

    Para abordar esta problemática de manera efectiva, debemos ir más allá de la tipificación legal del feminicidio, feminicidio o homicidio de mujer. Es crucial desmantelar las estructuras culturales y sociales que alimentan el machismo y la misoginia. Esto implica una transformación profunda en la educación desde la primera infancia, en los medios de comunicación, en las instituciones, sector privado y en las actitudes individuales. Este odio hacia lo femenino no se combate o erradica por un decreto.

    La lucha contra la violencia feminicida y el feminicidio exige una comprensión profunda de la raíz del problema: el odio hacia lo femenino. Solo reconociendo y confrontando este odio podremos construir una sociedad donde las mujeres puedan vivir libres de violencia y donde sus vidas sean verdaderamente valoradas. La sangre derramada de cada víctima nos recuerda la urgencia de esta tarea.

    *Por Ricardo Sosa, Doctor y máster en Criminología
    www.ricardososa.net

  • De lustrar zapatos a una carrera universitaria

    De lustrar zapatos a una carrera universitaria

    Es importante recalcar que el estudio hace que el destino de muchos seres humanos cambie.

    El caso de Edwin Alexander Tepas Hernández, de 26 años de edad, es para tomarlo de ejemplo. Todo inició cuando Alex dejó de estudiar contabilidad en el Liceo Cristiano por diferentes motivos. Le faltaba un año para poder graduarse de bachiller general. Luego, empezó a lustrar zapatos. Le faltaba un año para terminar el bachillerato, luego se incorporó a modalidad flexible para terminar el bachillerato.

    Estuvo a punto de dejar de estudiar; sin embargo, se preguntó: ¿Sería que toda mi vida lustraré zapatos?

    Ya graduado de bachiller, decidió estudiar la carrera de Derecho en la única universidad pública de El Salvador, Universidad de El Salvador, UES. Cuando realizó el examen de ingreso en la UES, de 50 puntos, sacó 37 puntos de nota. Luego, tuvo la segunda oportunidad de volver a realizar el examen para nuevo ingreso; sin embargo, declinó. Alex no se rindió; su sueño era ser abogado. Así fue como se inscribió en la Universidad Cristiana de las Asambleas de Dios, UCAD. Al principio pensaba estudiar Psicología; pero en esa universidad no tienen esa carrera.

    Con sacrificios y un arduo trabajo, ha lustrado zapatos en el parque Libertad, San Salvador. Gracias a su coraje y empeño, ya lleva su quinto año de la licenciatura ende Ciencias Jurídicas. Alex, igual que miles de estudiantes, ha tenido la mayor dificultad, lo económico.

    Lo más duro que le ha tocado vivir a Alex con respecto a su trabajo de lustrar zapatos son los desalojos en los portales del parque Libertad. Le ha tocado andar con su cajita corriendo de abajo para arriba; ya que, los del Cuerpo de Agentes Metropolitanos CAM lo persiguen. Una historia igual a la de muchos emprendedores o, como les dicen, vendedores ambulantes.

    Lo bueno es que la historia de Alex es de una persona humilde. Sus luchas y triunfos se las dedica a su padre y madre, quienes también han vivido del sector informal. Cuenta, Alex, que su mamá vendía café con pan y que su padre también lustra zapatos. Todos sabemos que muchos hijos copian lo que el padre hace; por eso Alex decidió también hacer lo mismo. Una actividad que le ayudaría a salir adelante y poder culminar su carrera universitaria. La herencia de lustrar zapatos viene desde el abuelo, quien trabajó 55 años lustrando zapatos; su padre ya lleva 27 años y Alex, 8 años.

    El joven comenta que no le gustó trabajar en una empresa, ya que, dice que uno es explotado y no anhelaba ganar el sueldo mínimo. No es fácil ser lustrador de zapatos; sin embargo, él sabe que gana un poquito más. El futuro abogado manifiesta que en el país no hay oportunidades, no hay apoyo para las personas que se ganan la vida en el comercio informal.

    Alex, ¿cómo ha sido su vida en los ocho años que lleva lustrando zapatos? Me ha costado; nos ven de menos. A pesar de la extrema pobreza que podamos llevar, he luchado.

    De ser lustrador, estoy cumpliendo mis sueños, gracias a Dios. Antes era la carrera la que costaba, ahora es terminarla. En la pandemia dejé de trabajar y eso fue difícil para seguir costeándome la carrera. A pesar de los desalojos, he persistido y no me he rendido. No solo a mí me ha afectado lo que sucede en el Centro Histórico, hay muchos jóvenes que del sector informal están sacando sus estudios.

    ¿Qué consejos le puede dar a las personas que declinan luchar por sus sueños? Mi consejo que le puedo dar a las personas que declinan en seguir estudiando es que les echen ganas, que sigan adelante. Pues si yo, lustrando zapatos en el parque Libertad puedo, yo creo que todos podemos esforzarnos, podemos hacer un doble, triple o cuádruple esfuerzo por seguir adelante.

    Yo sueño algún día tener mi título en el campo de la abogacía. Deseo ser la primera persona graduada en mi familia. A pesar de todo lo que hemos sufrido y llorado a raíz de los desalojos, seguimos persistiendo en nuestro trabajo para llegar nuestra comida a nuestra casa, poder pagar nuestras deudas, poder ir sobreviviendo, no con riquezas sino con limitantes, pero gracias a Dios, ahí vamos.

    Alex sueña con graduarse y sacar su notariado y aplicar a una maestría en derecho penal o en criminología. El joven, igual que muchos que estudian derecho, anhela trabajar en la Procuraduría General de la República, Fiscalía General de la República o en los Derechos Humanos. Lo notable de Alex es que anhela sacar de la pobreza a su familia. Con su carrera quiere dar ejemplo a sus primos y hermanos, que al esforzarse en la vida se obtienen los sueños planeados.

    No le han importado las humillaciones que le hacen los del CAM; lo importante es tener esos doce dolaritos diarios. Alex siempre se encomienda a Dios para poder culminar sus días sin problemas. El futuro jurisconsulto; les da las gracias a sus padres porque siempre lo han alentado a seguir adelante. En sus ocho años, Alex logró interpretar, analizar qué es lo que quiere en la vida. No ha sido fácil, pero gracias a Dios no se ha rendido.

    El futuro profesional exhortó aconsejando a la juventud: “La educación, para todos en general, es importante, la cual puede cambiar el futuro de nuestras vidas. Eso es algo fundamental, la educación, desde la niñez, la adolescencia, hasta cuando uno es joven y gradúa de la universidad. Con ello, uno puede ser parte de un cambio en la sociedad”.

    Fidel López Eguizábal es docente Investigador Universidad Francisco Gavidia

    flopez@ufg.edu.sv

  • El Día de la Cruz en el Parque Cuscatlán

    El Día de la Cruz en el Parque Cuscatlán

    El 3 de mayo, el Parque Cuscatlán volvió a convertirse en un escenario de arraigo cultural y encuentro comunitario con la celebración del tradicional Día de la Cruz.

    En el Anfiteatro La Hoja, se instaló la cruz hecha de troncos de árbol de jiote y, a sus pies, se colocó una alfombra de hojas de mata de huerta con flores, montones de fruta, cortinas y niditos de colores, huevitos con confeti y decoraciones de papel picado. Pero la vistosidad de la escena no debe distraernos de la verdadera razón de esta celebración: un profundo deseo de conexión con nuestras raíces, reafirmando que los parques son mucho más que espacios verdes, porque son territorios donde florece la identidad.

    La búsqueda de los troncos de jiote ya da para una crónica, pero igualmente importante fue que el montaje se hizo gracias a los miembros del equipo de trabajo del parque, a voluntarios y estudiantes en servicio social del Instituto Nacional General Francisco Morazán, la Universidad Pedagógica y la Universidad Evangélica y a visitantes frecuentes que usan el parque para reunirse, ejercitarse y procurarse una mejor salud.

    El Día de la Cruz, que forma parte del patrimonio cultural salvadoreño desde tiempos coloniales, simboliza la llegada de las lluvias, la fertilidad de la tierra y la espiritualidad popular. Es una tradición que se transmite con sencillez y orgullo, y que cobra especial fuerza cuando se vive en comunidad.

    Mientras caminaba entre las personas que estaban esperando el inicio de la agenda cultural, escuché comentarios que me llenaron de alegría: “Estoy esperando que empiecen las danzas de Los Historiantes”, contaba una madre a sus hijos, “ellos sacan unos corbos y los golpean y es bien bonito”. Otra señora, venía desde Morazán, me compartió con entusiasmo que había viajado solo para estar presente en la actividad y felicitaba al parque porque todo estaba “impecablemente organizado”. Esas voces espontáneas, que surgen entre la colectividad, son el mejor termómetro del impacto real de este tipo de iniciativas.

    El Anfiteatro de la Hoja, inaugurado junto con la renovación del parque en 2019, ha sido en estos cinco años un escenario multifacético que ha acogido obras de teatro, conciertos, proyecciones de cine, conversatorios, desfiles de moda y actividades comunitarias de todo tipo. Esta infraestructura pública ha demostrado su enorme valor al convertirse en un punto de encuentro para distintas expresiones culturales y sociales. Este 3 de mayo fue nuevamente testigo de la vitalidad de una tradición que se renueva, no como un gesto nostálgico, sino como una afirmación viva de identidad cultural arraigada que trasciende a las nuevas generaciones. En su escenario danzaron los tradicionales Historiantes de San Antonio Abad de Don Celio, los Viejos de Agosto que sacaron a bailar a niños y grandes por igual y los bailarines folklóricos que demostraron sus alegres vestuarios y su técnica deslumbrante. Los aplausos fueron abundantes y muy bien merecidos.

    La actividad se realizó gracias al trabajo articulado entre la Fundación del Parque Cuscatlán (FUNDAPARC) y la Alcaldía de San Salvador Centro y terminó con la repartición de las frutas. Cada persona se llevó la fruta de su selección entre mangos, sandías, melones, plátanos, guineos, paternas, aguacates, mamones, piñas y hasta flor de izote. “¿Señora, y cómo va a prepararla?”, pregunté, y me contestó con una gran sonrisa: “A mi esposo y a mí nos gusta con huevo y en sopa”, respondió mientras se despedía risueña, recordándome que en cada tradición también vive nuestra cocina, nuestros afectos y nuestras historias.

    Donde florece la identidad de la tradición, florecen también la esperanza, la memoria y la comunidad. El próximo 3 de mayo caerá en domingo, y desde la alianza entre FUNDAPARC, la Alcaldía de San Salvador Centro y nuestros socios del sector privado, renovamos nuestro compromiso de mantener viva esta celebración. Que cada fruta compartida al pie de la cruz siga siendo símbolo de generosidad, de encuentro, inspirando a nuevas generaciones a reencontrarse con lo que somos y soñar juntos con lo que podemos ser.

    • Mayu Ferrufino, directora de la Fundación Parque Cuscatlán