Categoría: Opinión

  • ¿Les suena?

    Lo que la semana recién pasada generó más comentarios y reacciones, sobre todo en redes sociales, sin duda tiene que ver con las entrevistas segmentadas en tres entregas que el periódico digital “El Faro” les hizo a dos integrantes de la estructura criminal conocida como “Barrio 18 Revolucionarios”. Estas se posicionaron como el notición del momento y se sumaron a otros hechos que tuvieron lugar durante los días previos como la detención ilegal de Kilmar Ábrego, la droga incautada en Panamá que salió de acá y el desastre en la carretera de “Los Chorros”. Pero además existen otros contextos que se agregan al actual “estriptís” de nuestra preocupante realidad, cuyo ocultamiento o ninguneo oficialista no debemos permitir.

    Al contrario, estos deben ser considerados seriamente para tener más clara la “película” sobre la grave situación que impera en nuestra comarca y sus consecuencias al combinarlos con las revelaciones brindadas por ese par de malandros. Revelaciones que, en realidad, ya eran secretos a voces; es decir, las negociaciones del “bukelato” con las maras. Así, lo que está ocurriendo en materia económica y social debe ser conocido y comprendido por la gente a la que eso le afectó negativamente ayer, la perjudica hoy y –de no transformar radicalmente el escenario– la joderán aún más mañana.

    Comencemos por el endeudamiento público gestado por Nayib Bukele quien, cuando llegó constitucionalmente al Ejecutivo, heredó una deuda superior a los 19 000 millones de dólares acumulada desde la administración de Alfredo Cristiani hasta la de Salvador Sánchez Cerén; finalizado el 2014, ya superaba los 32 000. Así, lo amontonado en poco más de un quinquenio por el actual usurpador presidencial ‒de junio del 2019 a diciembre del 2024‒ representa casi el 60 % del adeudo nacional total durante las tres décadas precedentes. Y continúa enjaranándonos sin freno.

    Acerca del crecimiento económico, para el 2025 se prevé que nuestro país sea el penúltimo en la región con un 2.7 %; abajo estará Belice, con un 1.2. De lo que se sabe, El Salvador es el país con menos reservas internacionales netas; el que desde hace años, además, atrae menos inversión extranjera directa que –para colmo– en el 2024 se redujo en casi 79 millones de dólares.

    Según opinión fresquita del Banco Mundial, para mejorar en el corto plazo se debe –entre otros asuntos– “implementar reformas integrales que fortalezcan el capital humano de todos los salvadoreños a lo largo de su ciclo de vida (educación, salud), los mercados laborales, la infraestructura y la resiliencia al cambio climático”. Igualmente, “se requieren mayores esfuerzos para que las personas pobres puedan acceder a trabajos de calidad”; también “acciones de intermediación laboral para conectar a los trabajadores con las ofertas de empleo disponibles en el mercado”. Sin embargo, esos consejos siguen cayendo en saco roto.

    Al contrario, luego de tardar casi cuatro años en proponer un incremento al salario mínimo –violando el plazo de tres establecido en la Constitución, que es el mayor de Centroamérica– ahora Bukele plantea hacerlo en apenas el 12 %, lo cual resulta insuficiente de cara al alto costo de la vida. La situación, pues, está fregada para nuestras mayorías populares; pero no para las minorías privilegiadas.

    No digo, mucho menos aseguro, que pertenecer a ese estrato sea sinónimo de perversidad. Sin embargo, conocidas las declaraciones del par de miembros del “Barrio 18 Revolucionarios” confirmando el involucramiento dentro del mundo criminal de las maras por parte de funcionarios cercanos a Bukele ‒quien en algún momento sostuvo que “hasta cuando hay un baño sucio en algún lugar”, él lo sabe‒ no queda más que conocer las lecciones italianas y aprender de estas en lo que toca al universo mafioso.

    Versados en este sostienen que quienes piensan que la mafia es menos peligrosa porque no hay tanta muerte violenta, se equivocan; aseguran que es “quizás más peligrosa que antes porque es aún más invisible”. Las víctimas pasan a ser otras: las de “la explotación en los campos”. Ya no se no se matan entre ellos, para apuntar a lo que siempre fue y seguirá siendo su objetivo: acumular riqueza y poder. Se vuelven una mafia más empresarial, con capacidadd de “reinvertir también en mercados lícitos –no solo en ilícitos– grandes cantidades de dinero”, incluido el que obtienen del narcotráfico.

    “Y siempre con mayor capacidad de hacerlo ‒añaden‒ de manera aparentemente legal, creando también empresas offshore en paraísos fiscales pero también metiendo plata en negocios públicos y tomando contratos con el Estado para –por ejemplo– construir grandes infraestructuras o proveer insumos médicos a gran escala”. “Son empresas aparentemente legales, pero en realidad son controladas por personas que pertenecen a la criminalidad organizada”.

  • Olocuilta y otros distritos; literalmente sin alcalde

    Olocuilta y otros distritos; literalmente sin alcalde

    Tras un año ya se pueden analizar los resultados de los 44 alcaldes municipales de El Salvador quienes estrenaron el sistema de distritos. Y siendo objetivos podemos decir que en la mayoría de los municipios han sido más resultados negativos que positivos por muchos factores. Muchos alcaldes han demostrado incapacidad e inoperancia en el cargo.

    Yo vivo en San Salvador, pero soy oriundo de Olocuilta, hoy distrito del municipio de La Paz Oeste, al que además lo conforman los distritos de San Juan Talpa, Cuyultitán, San Luis Talpa, San Pedro Masahuat, Tapalhuaca y San Francisco Chinameca.

    Pues bien, Olocuilta ha vivido literalmente un año sin alcalde, sin proyectos y siendo el distrito que más fondos aporta al municipio. Su nivel de endeudamiento es menor que el de otros distritos similares. Los pobladores no han sentido que Salvador Alejandro Menéndez sea su alcalde, pues éste, siendo extranjero, parece más entregado a gobernar localmente a San Luis Talpa, el distrito donde reside y del que ya fue alcalde por varios periodos.

    Recién había asumido el cargo tuvo el infortunio de acudir a entrevistas televisivas donde se atrevió a considerar como “rebeldes” a los distritos que no fueran San Luis Talpa. Tras haber ganado las elecciones y antes de asumir el cargo se comprometió a llevar desarrollo al municipio (los siete distritos), pero ya en el cargo se quejó públicamente de las dificultades financieras para cumplir su promesa. Luego hizo una distribución de fondos para distritos sin ningún criterio técnico más que sus intereses particulares, por ejemplo, asignó la misma cantidad de dinero a distritos con diferencias notables de población, extensión territorial, recaudación de tasas e impuestos, deudas y necesidades propias.

    Olocuilta vive desamparado al igual que otros distritos como San Francisco Chinameca y San Pedro Masahuat. En el primero ni siquiera conocen al alcalde y aseguran que no hay ningún proyecto de desarrollo local para su distrito. En el segundo se quejan de la ausencia edilicia en las necesidades distritales.

    En Cuyultitán, San Juan Talpa y Tapalhuaca señalan que al igual que en los otros distritos ni siquiera les rinden los informes financieros y que las antiguas alcaldías han sido llenadas con personal a fin al alcalde. En San Luis Talpa no es querido del todo. Hay personas que señalan se ha tomado atribuciones no acordadas en el concejo. Por ejemplo la lucha edilicia contra los pequeños emprendedores a quienes retira de las zonas estratégicas, sin embargo, él como empresario se ha tomado, con su hotel. casi la mitad de la carretera que lleva a la playa El Pimental.

    Al principio de su gestión se especuló sobre un alza exorbitante de su salario (y gastos de representación) y de las dietas de los concejales. Ante esto el alcalde Menéndez se defendió, amenazó con acudir a la Fiscalía General de la República para acusar a los opositores por difamación y presentó un acta en la que se consignaba que su salario era el mismo de antes. Sin embargo, quedó el sinsabor de no tener certeza de su dieta mensual en concepto de representación. Al no haber rendición de cuentas de manera pública queda esa duda.

    Es cierto que los 44 municipios carecen del ya desaparecido Fondo de Desarrollo Económico y Social (FODES) o que algunas atribuciones las administra ahora el gobierno central, pero las comunas siguen generando tasas y esos fondos tienen que verse en obras y ser transparentados de cara a los contribuyentes.

    Los alcaldes deben tener más presencia, pero no solo física, sino en obras que generen desarrollo local. Hoy más que nunca los alcaldes y sus concejos deben apostarle a la transparencia y a la participación ciudadana. Deben, también, fomentar los cabildos abiertos para recoger las verdaderas necesidades de las poblaciones distritales.

    Da la sensación que los alcaldes y sus concejos no tienen ninguna participación en la Dirección de Obras Municipales (DOM) que prioritariamente le apuesta a la red vial y que en algunos casos cierran accesos en municipios sin que haya intervención de las alcaldías. Han reparado calles en excelente estado y se han tardado semanas o meses en tramos cortos, sin que las comunas intervengan.

    Creo que en ese primer año muchos distritos están abandonados porque los alcaldes electos no se han despojado de su idiosincrasia y se entregan más a su distrito de origen. Así es el caso de Salvador Menéndez, quien aparentemente se dedica a gobernar localmente San Luis Talpa en detrimento de los demás distritos, donde incluso ha nombrado como directores a personas que no conocen el mismo distrito, por lo tanto, carecen de algo básico que se llama sentido de pertenencia y responsabilidad compartida con las comunidades.

    Tras un año Olocuilta está abandonado al estar literalmente sin alcalde y eso se ve reflejado en la falta de proyectos locales. Otros distritos tendrán la misma condición de abandono porque los jefes edilicios no han mostrado capacidad administrativa ni de gestión. Muchos se han limitado a cobrar sus salarios y a llenar las comunas de parientes, amigos y activistas.

    La reducción de municipios no ha dado resultado por muchos factores, siendo el principal la incapacidad de los alcaldes y sus concejos.

    • Jaime Ulises Marinero es periodista

  • Soldados de ayer, hoy y mañana

    Soldados de ayer, hoy y mañana

    Cada siete de mayo es una fecha especial, es el DIA DEL SOLDADO, ocasión que tiene doble conmemoración, primero, se rinde homenaje al soldado como tal, y segundo, se celebra un año más de creación de la Fuerza Armada de El Salvador, en este caso 201 años de existencia al servicio del estado salvadoreño, desde el siete de mayo de 1824.

    Los soldados del ayer, desde el primer soldado (general Manuel José Arce, fundador de la Legión de la Libertad), han sido servidores leales para la supervivencia del Estado de El Salvador, han defendido la Nación y han protegido el territorio nacional. Ellos han sido parte del proceso de evolución de la ahora institución bicentenaria (gloriosa, honorable, granítica, eficaz y multifacética). Han legado una fuerza armada que ahora va por una tercera centuria. Especial mención por los soldados héroes que ofrendaron su vida defendiendo el país, cumpliendo con lo juramentado ante el pabellón nacional, de cumplir aún a costa de la vida misma. Ocasión propicia para reiterar que cada soldado veterano, vive con la satisfacción de haber vestido el uniforme militar y está orgulloso de haber servido a la República de El Salvador enmarcado en lo que la constitución mandata para la labor castrense. Un merecido tributo para ustedes en esta fecha especial.

    Los soldados de hoy, son ciudadanos de primera, que cumplen diversas tareas dentro y fuera del país. Están adiestrados, organizados y equipados en función de la defensa nacional. Se les ve cumpliendo misiones de apoyo a la seguridad pública y ante desastres naturales, así como con tareas de apoyo humanitario. Hombres y mujeres que visten el uniforme militar y sirven al país, día y noche, y con su esfuerzo sostienen al estado en los planos de la seguridad, defensa y desarrollo nacionales; cada uno merece se les reconozca su abnegación, coraje y estoicismo en el quehacer nacional. Algunos de ellos contribuyendo con la paz y seguridad internacionales, como parte de las operaciones de paz a nivel mundial. Para cada uno de ustedes un merecido homenaje en su día, sea que estén en su unidad, en las calles, en los caseríos, en los espacios marítimos, o en el exterior.

    Los soldados del mañana, serán producto de los planes de modernización de largo plazo, así como de las necesidades del país, del nuevo orden mundial y del nivel de profesionalismo que se les haya inculcado. Deberán servir bajo un marco legal apegado a los ideales democráticos a los que aspira la nación salvadoreña. El nivel tecnológico del momento les pondrá dilemas de su uso para la defensa nacional, haciendo que los principios, valores y virtudes que siempre han caracterizado al soldado nacional, estén más arraigados en su formación ética y moral. Los líderes tendrán un perfil más exigente, altamente capacitados para llegar a la tercera centuria con las mejores posibilidades de éxito y con la frente en alto, tal como se llegó al bicentenario, con orgullo de pertenecer a una institución profesional. Van a requerir de un sistema educativo integral, innovador, creativo y científico, que permita estar capacitados para aportar al bienestar y seguridad integral que el país va a necesitar en ese futuro cercano. Al soldado del mañana habrá que prepararlo desde ya.

    Para el soldado siempre habrá acusaciones, hay una razón, ellos están para defender a El Salvador, y el país siempre tendrá enemigos internos y externos; son un bastión invencible. De ahí las campañas de desinformación, falsas acusaciones, conspiraciones y denuncias sobre delitos no cometidos. La solidaridad con aquellos que han sido señalados ayudará a solventar este fenómeno injusto.

    Dentro de la vida militar hay diversos grados, sin embargo, al hablar de soldados se abarca la gama total de rangos, sean capitanes, sargentos, coroneles, cabos, o generales, es un término que identifica al hombre o mujer que viste el uniforme y presta juramento a la bandera, y promete cumplir su misión aún a costa de su vida. Felicidades en tu día soldado. Que descansen en paz los héroes nacionales que dieron su vida por El Salvador. Familiares de soldados, va para ustedes un cordial saludo, siéntanse orgullosos en esta fecha especial.

    • Eduardo Mendoza es General en situación de retiro

  • Salario mínimo en El Salvador: entre el rezago histórico y la urgencia de una política más justa

    Salario mínimo en El Salvador: entre el rezago histórico y la urgencia de una política más justa

    Una característica fundamental de los países que han experimentado mayores progresos socioeconómicos es su capacidad para lograr aumentos sostenidos en la productividad laboral y en los salarios pagados a los trabajadores, especialmente a los de menor calificación. A este equilibrio se le denomina eficiencia laboral. Por ello, la política de salario mínimo ha sido reconocida históricamente como una de las herramientas más relevantes para garantizar condiciones laborales dignas y una distribución más equitativa del ingreso.

    En El Salvador, el salario mínimo como derecho fue reconocido de forma tardía. Fue hasta en la Constitución de 1950 que, en su artículo 183, se estableció que “todo trabajador tiene derecho a devengar un salario mínimo”, el cual debía fijarse considerando el costo de vida, la naturaleza del trabajo, los sistemas de remuneración existentes y ser suficiente para cubrir las necesidades materiales, morales y culturales del hogar del trabajador.

    Su aplicación concreta, sin embargo, comenzó años después. No fue sino hasta 1961, que se decretó la primera Ley Transitoria de Fijación de Salarios Mínimos, comenzando con el sector comercio. En los años siguientes, se extendieron los salarios mínimos al agro, la industria, los servicios y otras actividades productivas, en algunos casos diferenciando por edad, sexo y tipo de labor. Esta fragmentación sectorial sigue parcialmente vigente, reflejando intentos de adaptación a las capacidades económicas desiguales entre sectores y actividades económicas.

    Un análisis histórico de esta política revela una desconexión persistente entre productividad y remuneración. Durante el auge del modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (MISI), entre 1950 y 1970, el país experimentó incrementos significativos en productividad laboral, inversión y empleo. No obstante, los salarios mínimos no siguieron esa tendencia. Lejos de mejorar, el salario mínimo agrícola perdió un 14 % de su poder adquisitivo entre 1965 y 1979. En los sectores de comercio, industria y servicios, la pérdida fue del 5 %. En otras palabras, aunque la economía se volvió más eficiente, los trabajadores no se beneficiaron de ello.

    Durante la guerra civil (1978–1992), el deterioro fue aún más severo. La inflación desbordada, sin mecanismos efectivos de ajuste salarial, provocó una drástica pérdida del poder adquisitivo. El salario mínimo agropecuario cayó un 71.4 % y el del comercio un 65.4 %, muy por encima de la caída del PIB per cápita.

    Con la adopción del modelo neoliberal a fines de los años ochenta, las expectativas eran que una mayor productividad impulsada por la apertura comercial y la inversión extranjera permitiría mejoras salariales. Sin embargo, los resultados no cumplieron esas promesas. Entre 1989 y 2004, los salarios medios reales cayeron más del 12 % y el salario mínimo real en comercio e industria se redujo casi un 17 %. Aunque se produjo una fuerte reactivación económica, los beneficios volvieron a eludir a los trabajadores más vulnerables.

    Un cambio importante ocurrió a partir de 2004. Aunque el crecimiento de la productividad fue más modesto, los sucesivos gobiernos mostraron mayor disposición a utilizar el salario mínimo como instrumento redistributivo. Entre 2004 y 2019, los salarios mínimos reales en comercio e industria no solo recuperaron la pérdida acumulada durante los primeros años del modelo neoliberal, sino que para 2019 eran 25 % superiores al nivel de 1989. Este cambio contribuyó a una leve mejora en la distribución del ingreso y al fortalecimiento del poder adquisitivo de los hogares asalariados formales.

    Desde junio de 2019, sin embargo, solo se ha autorizado un incremento del 20 %, aplicado en agosto de 2021. Para marzo de 2025, el poder adquisitivo del salario mínimo fijado para la industria, el comercio y los servicios — ajustado por el índice de precios al consumidor (IPC) general— había caído un 13.4 % respecto al momento de dicho aumento, aunque aún se mantenía un 4 % por encima del que tenía en mayo de 2019. No obstante, al considerar específicamente el encarecimiento de los alimentos, el deterioro es más pronunciado: ajustado por el índice de precios de este rubro, el poder adquisitivo actual del salario mínimo vigente en esos sectores es 20.6 % inferior al de agosto de 2021 y aproximadamente 5 % menor al observado al inicio del actual gobierno.

    La política de salario mínimo enfrenta, además, desafíos estructurales importantes. El primero es su limitada cobertura: gran parte de la fuerza laboral se encuentra en la informalidad, fuera del alcance de la legislación laboral. Muchos trabajadores por cuenta propia, empleados sin contrato o microempresarios no reciben siquiera el salario mínimo legal. Asimismo, los mecanismos de ajuste siguen siendo poco transparentes y escasamente sensibles a criterios técnicos o de equidad.

    Los criterios que suelen emplearse —costo de vida, tipo de actividad económica, niveles de productividad y negociación tripartita— deben fortalecerse sobre una base más empírica y rigurosa. Una política de salario mínimo eficaz debe sustentarse en datos confiables sobre la canasta básica, el nivel de vida de los hogares, la evolución de la productividad y las condiciones reales del mercado laboral. Pero también debe integrarse en una estrategia más amplia de formalización del empleo, apoyo a las micro y pequeñas empresas, y fortalecimiento de las capacidades estatales de inspección y cumplimiento.

    William Pleites es director de FLACSO El Salvador

  • No nos equivocamos: China sigue siendo una amenaza

    No nos equivocamos: China sigue siendo una amenaza

    Como ya se ha dicho en esta columna de opinión, los numerosos errores que Donald Trump está cometiendo en sus esfuerzos por lastrar la influencia china en el mundo, en la práctica solo han logrado socavar el prestigio de Estados Unidos como líder confiable.

    Pocas veces se ha visto, en la historia americana, a un presidente tan consistente en serrucharse el piso sobre el que está parado. Pero las torpezas del actual inquilino de la Casa Blanca no deben apartar nuestra mirada del peligro real que sigue suponiendo el gigante asiático.

    En redes sociales proliferan, aupados por los continuos desaciertos trumpistas, mensajes y videos que otorgan a China unas credenciales de legitimidad que no posee. Allí se dice, entre otras cosas, que los chinos ya han ganado la batalla del desarrollo y serán los nuevos dueños del mundo; que la desesperación estadounidense demostraría la incontenible fuerza —y la paciencia confuciana— con que el poder tecnológico de la gran República Popular ha conseguido imponerse en el mercado internacional; que el crecimiento económico chino, en fin, es ya un fenómeno tan evidente y espectacular, que Occidente debería “aprender” de una vez por todas que la eficiencia es más beneficiosa que la mera democracia.

    Todas estas afirmaciones adolecen, en el fondo, de perspectiva histórica. Si desde 1949 se implantó en China una sola visión política e ideológica, es sencillamente atroz que esa visión necesitara más de tres décadas —hasta el abandono, en buenas cuentas, de los dogmas maoístas en tiempos de Deng Xiaoping— para que asomara en el horizonte el tan prometido despegue económico.

    Antes de eso, millones de ciudadanos chinos pagaron con sus vidas la tozuda insistencia de Mao en echar a andar un modelo irracional y empobrecedor. (Que no se olvide, por favor, que el fundador de la República Popular China es, sumando cadáveres, el máximo genocida de la historia de la humanidad).

    Por otra parte, el gigante asiático solo puede ser un ejemplo de eficiencia en la medida en que puede serlo un sistema consciente del poder omnímodo que ha depositado en su clase dirigente. Cuando Deng Xiaoping propuso el concepto de “socialismo con peculiaridades chinas”, preparando el XII Congreso Nacional del Partido Comunista de 1982, lo que tenía en mente era una hibridación de economía centralmente planificada con una especie de capitalismo ultra-pragmático.

    Con sus sinuosidades, esto significaba avanzar en el abandono de varias utopías políticas que se creían intocables. El arribo de Xi Jinping, sin embargo, lejos de explayarse en esa ruta, ha consolidado el control ideológico sobre la educación, confirmado el verticalismo de la toma de decisiones en todos los ámbitos y restaurado el culto a la personalidad del líder.

    Xi tiene más coincidencias procedimentales con Mao que con Deng.

    Los 95 millones de miembros que en teoría conforman la base del único partido autorizado (mimetizado con el Estado) tienen muy escasa oportunidad de llegar a ocupar un cargo de importancia en la cúpula. La libertad de organización es inexistente, igual que las de expresión o de conciencia; internet está bajo estricta vigilancia y la academia solo responde a líneas directas emanadas de arriba.

    El peso de la mano estatal se hace sentir incluso en los grados de autonomía a que puede aspirar, por ejemplo, un millonario chino (aunque se cacaree que existen ahora más de seis millones de estos): el Partido Comunista decide quién recibe préstamos, quién compra divisas y quién obtiene el “respaldo” del Estado para progresar como empresario privado.

    Entonces, cuando se habla del crecimiento chino, es muy importante entender a qué nos referimos, porque es fácil caer en analogías gratuitas con respecto a las democracias occidentales.

    Circunstancias que para nosotros serían inaceptables, como la movilización forzada de cientos de miles de personas para abrir una carretera o las penas a cadena perpetua —cuando no de muerte— contra ejecutivos de grandes compañías, son asuntos relativamente cotidianos en el mundo económico chino.

    Lo que en nuestros países llamamos “libertad de iniciativa”, en la República Popular es algo tan ficticio como los dragones alados.

    Pero quizá lo más preocupante del acrítico entusiasmo que la China continental causa en mucha gente sea la claudicación moral que esta admiración esconde. La efectividad en sí misma no es un valor, sino la consecuencia de haber aplicado un método con éxito; las formas para aplicar un método, empero, varían entre sí.

    En otras palabras, para que la eficiencia sea virtuosa, ella debe ser resultado de la aplicación correcta de los procedimientos empleados; de lo contrario, terminaríamos aceptando que el fin justifica los medios.

    La democracia y el Estado de derecho permiten que ninguna aplicación metódica limite los derechos o pisotee la dignidad de las personas.

    Por vigoroso que sea, el crecimiento económico alcanzado a punta de férreo control, planificación prolija y —cuando se necesite— inhumana represión, no es un camino aceptable ni puede ser el ejemplo a seguir para nadie que aprecie el objetivo último de cualquier sistema económico moderno.

    Por todo lo anterior, y más allá de los disparates de Trump, el modelo chino sigue siendo peligroso y digno de todas las alertas que ha despertado a lo largo de los últimos 75 años.

  • El Circo de la CELAC

    El Circo de la CELAC

    Hay que admitir que el castrochavismo ha sido muy prodigo en constituir organizaciones regionales con el objetivo de disponer de varios instrumentos para controlar la política en cualquiera de sus expresiones en el hemisferio y construir así, el mar de felicidad soñado por Fidel Castro y Hugo Chávez, una de las más crueles realidades para quienes son atrapados por sus distopias.

    Una de estas instituciones es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tuvo su más reciente cumbre el pasado mes de abril en Honduras bajo la presidencia pro témpore de la señora Xiomara Castro, presidenta del país centroamericano, quien le pasó el bastón a Colombia en la persona de Gustavo Petro.

    Es interesante apreciar que la Cumbre de la CELAC tiene lugar en Honduras cuando este país se apresta a elecciones presidenciales y se le entrega la presidencia a Colombia que también celebra comicios generales el año próximo, por lo tanto, es fácil colegir que estos encuentros tienden a impulsar políticamente a sus anfitriones facilitándoles una tribuna que, aunque de escaso prestigio, sirve para promoverlos, una practica que Fidel Castro y Hugo Chávez, implementaron durante sus respectivas dictaduras. Ellos, vivían fascinados por el circo, aunque siempre les racionaron el pan a su claque.

    La CELAC es la contraparte populista de la Organización de Estados Americanos, OEA, que en honor a la verdad parecen ser gemelas univitelinas en lo que a su mutua ineficiencia en cumplir sus respectivos objetivos concierne.

    La CELAC es un instrumento esencial para promover el despotismo, así que sus propósitos permanecerán vigentes mientras autócratas como Rafael Correa y Evo Morales ejerzan influencias en el contexto americanos y desgobiernen individuos como Nicolas Maduro, Daniel Ortega, Xiomara Castro y Miguel Diaz Canel, quienes nunca han dejado de ser enemigos de los valores democráticos, del escrutinio y de la crítica.

    Ellos y sus aliados, aunque no tengan los recursos iniciales que aportaba la Venezuela petrolera, son los iluminados de los tiempos de internet que solo aprecian la libertad y el derecho de los demás desde el meridiano de sus intereses. El CELAC, siempre será un instrumento de desestabilización y de concertación para aquellos que buscan el poder, los que quieren imponer su voluntad en detrimento de los derechos de los gobernados.

    Castro, Chávez y por supuesto el otrora potable para la clase política latinoamericana y Estados Unidos, Luis Inacio Lula da Silva, por suerte ya nadie cree en este sujeto, fundaron el CELAC, UNASUR y el ALBA una efusión de siglas que solo han servido para difundir sus propuestas con muy poco éxito.

    La decadencia del CELAC es más que evidente, como evidencia que solo asistieran 11 presidentes de los 33 estados que conforman la entidad, faltando el más conspicuo de todos, Nicolas Maduro, a quien Washington equiparo con Osama Bin Laden al ofrecer la misma cantidad de dinero por su captura. Monto al que son merecedores algunos de los participantes, entre ellos el dictador cubano Miguel Diaz Canel, que fue recibido en Tegucigalpa por quien algunos afirman es el verdadero mandante en el país, Jose Manuel Zelaya.

    Otro aspecto importante para destacar es que dos de los tres países que son en cierta medida la columna vertebral de la entidad, Nicaragua y Venezuela, estuvieron ausente, solo Cuba participo, porque el mendigo de su dictador no pierde oportunidad para reclamar un mendrugo de cualquier cosa que le permita seguir en el poder.

    Estos tres países enfrentan una profunda crisis de gobernabilidad por el amplio descontento popular que los obliga a imponer un estricto control social donde lo que no está explícitamente permitido está prohibido, mientras mantienen a numerosas personas en las cárceles.

    Cuba tiene encerrada a 1152 personas por causas políticas, la mayoría de ellos 66 años después de llegar la tiranía al poder; Venezuela tiene 1601 prisioneros políticos y Nicaragua aun tiene cerca de un centenar de presos políticos después de haber vaciado las cárceles al desterrar a varios cientos de prisioneros y quitarles la ciudadanía, aunque cualquiera de ellos son ciudadanos con más decoro que el que nunca tendrá la pareja Daniel Ortega y Rosario Murillo.

  • El futuro de la Iglesia en juego: lo que podemos esperar del próximo cónclave

    El futuro de la Iglesia en juego: lo que podemos esperar del próximo cónclave

    La Santa Sede ha anunciado que la reunión de los señores Cardenales de la Iglesia que elegirá al sucesor de San Pedro y heredero de Francisco, dará inicio el 7 de mayo. Tradicionalmente, a esta reunión se le denomina cónclave(del latín cum clave, es decir, «con llave»), en alusión al encierro obligatorio de los Cardenales hasta que se elija al nuevo Romano Pontífice.

    El deber ahora de los cardenales es llegar a Roma, instalarse, conversar entre ellos para conocerse mejor, acudir al Espíritu Santo y discernir quién será el elegido. Por la mañana del día 7 se celebrará una Santa Misa especial, denominada Misa pro eligendo Pontifice. Por la tarde, los cardenales electores entrarán a la ancestral Capilla Sixtina. Una vez que haya ingresado el último, el Maestro de Ceremonias Litúrgicas Pontificias proclamará el «extra omnes», ordenando que todas las personas no autorizadas abandonen la capilla.

    Durante un cónclave, los cardenales electores están sometidos a restricciones estrictísimas de confidencialidad y aislamiento, con el fin de preservar la libertad y el secreto del proceso de elección papal. Tienen prohibido: el uso del celular, computadoras, radios o cualquier medio electrónico, dar o recibir información del exterior, hablar públicamente o filtrar detalles del cónclave y llevar documentos personales o tomar notas sin autorización.

    Después de las oraciones y la ceremonia de apertura, se llevará a cabo la primera votación en la tarde del miércoles. A partir de ese momento, se realizarán dos votaciones por la mañana y dos por la tarde de cada día, según la tradición. A modo de referencia, la duración es muy variada.

    El papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio) fue elegido en laquinta votación del cónclave de 2013: una se realizó la tarde del primer día y, el segundo día, fue elegido en la cuarta votación. El papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) fue elegido en la cuarta votación del cónclave de abril de 2005, es decir, en la primera de la tarde del segundo día.

    El papa Juan Pablo II (Karol Wojtyła) fue elegido en la octava votación del cónclave de octubre de 1978, en la tarde del tercer día. El papa Juan Pablo I (Albino Luciani) fue elegido en la cuarta votación del cónclave de agosto de 1978, es decir, en el segundo día.

    El papa Pablo VI (Giovanni Battista Montini) fue elegido en la sexta votación del cónclave de 1963, al tercer día. El papa Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) fue elegido en la undécima votación del cónclave de 1958, tras cuatro días de deliberación.

    Al finalizar cada votación, las papeletas son quemadas para comunicar el resultado al exterior. Si el humo que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina es negro, significa que no se ha llegado a un consenso. En ese caso, se debe esperar a la siguiente votación.

    Para que un papa sea elegido, se requiere una mayoría calificada de dos tercios (2/3) de los votos de los cardenales electores presentes. En esta elección, se estima la participación de 130 cardenales, por lo que se necesitarían poco menos de 90 votos para elegir al nuevo pontífice.

    Cuando se alcanza el consenso y un candidato recibe los votos necesarios, se le pregunta si acepta la elección. En caso afirmativo, se le consulta qué nombre papal asumirá. Luego se retira a cambiarse de vestidura para aparecer en el balcón de la Loggia de las Bendiciones, desde donde se pronuncia el famoso “Habemus Papam”.

    El cónclave más largo de la historia fue el que eligió al papa Gregorio X en 1271, y duró casi tres años (noviembre de 1268 a septiembre de 1271). Fue tan prolongado que las autoridades locales encerraron a los cardenales, redujeron sus raciones de comida al mínimo e incluso quitaron el techo del edificio para forzarlos a decidir. Por el contrario, el cónclave más breve fue el de Clemente IV en 1265, que duró solo un día. Conviene rezar y tener paciencia.

    • El padre Fernando Armas Faris es sacerdote católico

  • La Sombra del Machismo: Cuando el "Honor" se Tiñe de Sangre

    La Sombra del Machismo: Cuando el «Honor» se Tiñe de Sangre

    La noticia nos golpea con una brutalidad escalofriante, un eco doloroso que resuena en las estadísticas y en el silencio de las víctimas. Otra mujer, arrebatada de su vida por la mano de un hombre que alguna vez juró amarla. Y, aunque cada caso tiene sus particularidades, una sombra oscura y persistente se cierne sobre estos crímenes: el machismo.

    Como criminólogo, he dedicado años a desentrañar las complejas motivaciones detrás de la violencia. En el caso de los feminicidios perpetrados por hombres con arraigadas creencias machistas, no estamos hablando simplemente de un arrebato de ira, celos o de un conflicto que se descontrola. Nos enfrentamos a una manifestación extrema de una ideología tóxica que considera a la mujer como una posesión, un objeto cuyo valor reside en su sumisión y obediencia a los dictados masculinos.

    El machismo, en su núcleo más violento, se nutre de una concepción distorsionada del poder, dominio y del «honor». Para estos hombres, la autonomía femenina, la independencia de pensamiento o la simple decisión de romper una relación se perciben como una afrenta directa a su autoridad, una humillación intolerable. Su «honor» masculino, frágil y construido sobre la dominación, se siente mancillado.

    En este retorcido esquema mental, la mujer no es un ser humano con derechos y deseos propios, sino una extensión de su identidad masculina. Cualquier intento de ella por ejercer su libertad se interpreta como una rebelión que debe ser sofocada, incluso con la aniquilación. El control, la posesión y la anulación de la individualidad femenina se convierten en imperativos para restaurar ese «orden» patriarcal que sienten amenazado.

    Es crucial entender que esta violencia no surge de la nada. Se gesta en una cultura que, aunque avance lentamente hacia la igualdad, aún tolera micromachismos, chistes sexistas, la cosificación de la mujer y la perpetuación de roles de género rígidos. Estos elementos, aparentemente inofensivos, crean un caldo de cultivo donde la idea de la superioridad masculina y la subordinación femenina pueden enraizarse profundamente en la psique de algunos hombres.

    Cuando una mujer decide romper con ese esquema de control, cuando se atreve a decir «no» o a construir su propio camino, desafía directamente la base de su poder. La respuesta violenta, en estos casos extremos, no es un acto impulsivo, sino la culminación de una visión del mundo donde la mujer que se rebela debe ser castigada, silenciada para siempre.

    No podemos simplificar estos horribles crímenes a meros «crímenes pasionales». Son la expresión más brutal de una desigualdad de género histórica y persistente. Combatir el feminicidio exige un abordaje multifacético que va más allá de la sanción penal. Requiere una profunda transformación cultural que cuestione y desmantele las estructuras patriarcales desde sus cimientos.

    La educación desde la primera infancia, en igualdad, la promoción de relaciones basadas en el respeto mutuo, el empoderamiento femenino y la deconstrucción de los estereotipos de género son herramientas fundamentales en esta lucha. Debemos crear una sociedad donde la autonomía de la mujer no sea vista como una amenaza, sino como un derecho inalienable. Solo así podremos empezar a desterrar la sombra del machismo y evitar que el «honor» masculino siga tiñéndose de la sangre de las mujeres.

    • Ricardo Sosa, Doctor y master en criminología

    @jricardososa

  • Un Papa con los tiempos

    Un Papa con los tiempos

    Desde su hospitalización en el Hospital Gemelli de Roma donde fue ingresado de urgencia por una afección respiratoria que le perseguía desde su juventud, se presentó el inevitable desenlace de su muerte sesenta y tres días después de su ingreso.

    Joven, con apenas una veintena de años, había perdido una cuarta parte de su pulmón derecho debido a una grave infección que ameritó una operación de urgencia. Eso fue en su ciudad natal de Buenos Aires cuando aún estaba en el seminario.

    Cuando el pasado domingo de Gloria le llevaron al balcón para su salutación Urbi et Orbi, a duras penas se le pudo escuchar su entrecortada y apagada voz. Pero allí estaba, sentado en su silla de ruedas; sabía que era la última vez que se asomaría a ese balcón, y no podía faltar a su última cita. A fin de cuentas para ello había sido elegido por el Espíritu Santo.

    Ya no está entre nosotros, recibiendo a todos de aquí, allá o acullá, imitando a Cristo, como lo aconsejaba Thomas de Kempis por allá en el siglo XV, en un devocionario de alta circulación en su momento; o el propio San Francisco de Asís, cuyo nombre escogió Jorge Mario Bergoglio para ejercer su papado, y con el murió.

    Cada Papa de nuestra era, ha marcado su ministerio con la impronta que ha movido los pilares de la Iglesia consciente del cambio epocal, interpretando el signo de los tiempos, tal como aconsejaba el Señor a sus discípulos. León XIII con su Rerum Novarum, Juan XXIII con su Concilio Vaticano II, Paulo Sexto con su Populorum Progressio, Juan Pablo II con su Humanae Vitae y su Laborem Exercem entre 14 que nos dejó; Bendicto XVI con Deus caritas est y Caritas in veritate. Francisco fue prolifero en sus escritos desde su apostolado como Arzobispo, Cardenal y como Papa recordamos sus encíclicas Lumen Fidei y Laudato si.

    Su apostolado y humanidad, sus errores y aciertos, pero sobre todo su fe en Cristo, el significado de su muerte y la trascendencia de su resurrección que conlleva la vida, el volver a nacer es el legado que nos deja. Su compromiso con los débiles, los menores, el recibir a todos en su seno sin juzgar, con el solo «vete y no peques más» despertó pasiones a favor y en contra de su apostolado.

    Le acusaron de peronista, y lo fue. Se afilió a la Juventud con Perón, cuando Perón asumió el poder por segunda vez, que logró entre otros aciertos, detener el movimiento comunista que amenazaba por asumir el poder en Argentina. Luego cada uno siguió su vida y su historia. ¿Kirchnerista? No, fue obvio que no, el primer Kirchner, Alberto, le veto, se le enfrentó cuando el Arzobispo de Buenos Aires, nuestro Papa Francisco, aún era Jorge Mario Bergoglio, por sus señalamientos y desaciertos descontrolados en beneficio de un proyecto ajeno al bien general argentino.

    Cristina tampoco le fue cercana, fue dura con él, le ignoraba y no guardaba sus enconos contra el Arzobispo que ya denunciaba la corrupción generalizada y su exclusión. Claro cuando fue designado Papa, fue la primera en sacar la bandera de la paz, y no se cansó de solicitar citas en el Vaticano. Allí fue recibida, pero nunca más Francisco regresó a su natal Argentina.

    Fue un Papa de su tiempo que debió luchar, enfrentarse a los múltiples intereses y desviaciones de la Curia romana; al propio tiempo que asumió el propósito de aplicar lo decidido en el Concilio Vaticano Segundo convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y concluido por el Papa Paulo VI en 1965, pero que los intereses internos, ignorancia, comodidades, y el disfrute del poder, impidieron su aplicación.

    Francisco tiene en su haber la sencillez, su compromiso y vivencia con la Palabra de Jesús transmitida por los apóstoles. Tuvo la entereza de evidenciar la corrupción moral y material de sacerdotes, obispos y cardenales. Hizo visible y tomó decisiones ante los abusos sexuales, maltratos y pedofilia sacados y abusos de poder de hombres de la Iglesia.

    Convocó al sínodo sobre la sinolidad, hoy ya en implementación, que horizontaliza la relación entre sacerdotes y fieles; persiguió y castigó la corrupción. Suspendió de sus funciones cardenalicias y abrió juicio civil y eclesiástico a dos Cardenales. Hoy impedidos por suerte divina, de integrar el conclave que elegirá al Nuevo Papa, al peruano Juan Luis Cipriani por abuso sexual y al Cardenal italiano Angelo Bacciu suspendido y enjuiciado por malversación y corrupción.

    A esa realidad eclesial, al ejercicio de los intereses del poder terrenal que ocasionó la renuncia de un Papa, y quizá el asesinato de otro, fue que decidió Francisco enfrentar, para regresar a la esencia del pensamiento y la práctica cristiana.

    Fue difícil iniciar el desmantelamiento de una práctica que se fue instalando desde la Edad Media, cuando comenzamos a ejercer el poder terrenal y nos acostumbramos; sin mucha diferencia con lo que hoy hace el integrismo islámico en Afganistán, Irán, Palestina, Francia o Italia.

    La muerte del Papa Francisco abre la incógnita sobre lo que vendrá. Sus reformas y estilo son muy difícil de desmantelar y regresar a la vieja práctica y dogmas eclesiales; pero igual, continuarlas y profundizarlas, dada la lucha de intereses que se enfrentarán en el Cónclave que se iniciará el próximo siete de mayo, no pareciere que será el caso.

    Por ahora se observan tres tendencias: 1) el grupo por continuar y profundizar las reformas, 2) el grupo conservador que intentará continuarlas pero con prudencia y menor premura, y 3) el grupo reaccionario que intentará echar al olvido o ignorar las actualizaciones y reformas iniciadas por Francisco.

    Conociendo la naturaleza humana, la segunda tendencia debería ser la que se imponga en la votación final. Y allí hay un Cardenal de origen italiano quien fuere muy cercano a Francisco, que podría ser el elegido.

  • El papa Francisco y su legado

    El papa Francisco y su legado

    Ya empezaron a visitar la tumba del papa Francisco muchos fieles católicos.

    Un ser humano que dejó un gran legado.

    Su lucha por los pobres, por los desposeídos jamás se olvidará.

    Algunos manifestaban que era un Papa revolucionario; lo que quiso hacer fue cambiar el rumbo de la Iglesia católica y lo logró.

    Al principio tuvo detractores, sin embargo, eso no fue obstáculo para él.

    Se le catalogó como un revolucionario, pero no era un simple revolucionario, nada más quería hacer cambios.

    Entre las obras que realizó en vida están: luchó por los pobres, fue el primer Papa latinoamericano, fue el primer Papa jesuita, promovió la paz y la convivencia entre personas de diferentes religiones o credos, abrió el liderazgo de las mujeres en la Iglesia, promovió la inclusión, estuvo pendiente de los casos de pedofilia de algunos sacerdotes a nivel mundial y promulgó que los países ayuden a disminuir los efectos del cambio climático.

    Los seres humanos somos frágiles y nos dejamos dominar fácilmente por la maldad, por los falsos placeres y caminos equivocados.

    Cada ser humano; tiene una forma diferente de pensar, de actuar.

    Y, el papá Francisco supo comprender a todos los seres humanos.

    Supo escuchar.

    Ese carisma y humildad lo caracterizaron.

    Cambió los estereotipos, hizo que muchos pensáramos diferente.

    Las reglas del catolicismo sufrieron cambios desde que el papa Francisco fue elegido.

    Ese fue un reto grande para el pontífice.

    Su misión fue cambiar el protocolo, romper paradigmas y estereotipos en la Iglesia católica.

    En otro contexto, El Salvador es un país conservador.

    Muchos no aceptaron los cambios que el papa Francisco realizó.

    Sin embargo, le dio un rumbo nuevo al catolicismo.

    Hubo más inclusión a sectores que antes eran vistos de menos.

    El legado que dejó el papa Francisco a El Salvador fue que canonizó en la Plaza de San Pedro en el Vaticano a Óscar Arnulfo Romero.

    Siempre se reunió con la juventud; ya que, la juventud necesita oportunidades de empleo, una visión diferente de ver la vida, necesita de enseñanzas religiosas.

    «Es cierto que hoy en día nuestros jóvenes sienten la fascinación de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer y las redes sociales”.

    Exhortó en aquella ocasión cuando visitó Brasil en el año 2023.

    El papa Francisco fue un gran comunicador, fue un Papa cercano, especialmente con la juventud.

    El papa Francisco visitó Brasil, que es el país más católico de América, y uno en donde tiene más seguidores la Iglesia católica.

    Algunas protestas, no fueron suficientes para que la juventud, se abocara a las calles a escuchar sus mensajes.

    Jóvenes de todas partes del mundo, con esfuerzos y ahorros, lograron estar frente al pontífice que trajo nuevas expectativas en una Iglesia católica que ha estado perdiendo adeptos por errores cometidos por sacerdotes y otros miembros cercanos al Vaticano.

    En muchos países que visitó dejó una semilla de fe y esperanza.

    El papa Francisco pidió perdón por los errores cometidos por la Iglesia católica.

    Además, reformó el Código de Derecho Canónico para endurecer las sanciones a los sacerdotes culpables de abuso.

    Muchas cosas quedaron pendientes.

    Su carisma, humildad, generosidad y otras características, fueron su sello.

    Francisco, el papa jesuita y argentino, buscó convertir a muchos fieles.

    Tuvo un diálogo concertador y buscó cambios en países que se han olvidado de la fe y los valores.

    Luchó por un mundo menos desigual.

    El papa Francisco tuvo que iniciar limpiando su casa, poniendo reglas, las cuales cambió.

    Que su pontificado sea un ejemplo para el próximo Papa que llegará a guiar a la Iglesia católica.

    Lo recordaremos por su sencillez, austeridad, humildad y lucha por los pobres.

    Es difícil escribir en un artículo lo que realizó el Papa de los desposeídos.

    Siempre estará latente su inigualable legado.

    Que descanse en paz.

    Fidel López Eguizábal es Docente investigador Universidad Francisco Gavidia

    flopez@ufg.edu.sv