Categoría: Opinión

  • Óscar y Francisco: la conexión

    Óscar y Francisco: la conexión

    No una sino varias veces, en privado y en público, siendo cardenal Jorge Mario Bergoglio dijo que si él hubiera sido el papa lo primero que hubiera hecho era ordenar la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero.

    Entre la conexión de ambos personajes universales, hay un par de argentinos: los cardenales Eduardo Pironio y Antonio Quarracino.

    Ellos conocieron personalmente a nuestro buen pastor; pero este y quien después llegaría a ser el recién fallecido papa Francisco, nunca se cruzaron en vida. Bergoglio se sentó en la silla pontificia en marzo del 2013 y honró su palabra, ordenando la beatificación de Romero como «mártir por odio a la fe» dos años después; esta se dio en la capitalina plaza de El Salvador del Mundo en mayo del 2016 y su canonización en la de San Pedro en octubre del 2018.

    Cuatro décadas atrás, casi, Romero viajó a Europa. Allá se encontró en junio de 1978 con Pironio, entonces prefecto de la Congregación para los religiosos y los institutos seculares; además, primer latinoamericano instalado en la curia romana. Al despedirse de quien ya antes era su amigo, le dijo que lo acusaban «de ser instrumento del comunismo en América Latina»; el cardenal le respondió: «No me extraña puesto que hasta publicaron un libro titulado ‘Pironio, pirómano'».

    Se reunieron nuevamente en el Vaticano en mayo de 1979. «Le expuse confidencialmente –narra monseñor en su diario– mi situación en mi Diócesis y ante la Santa Sede. Me abrió su corazón diciéndome lo que él también sufría; pero había que «seguir trabajando, informando lo más que se pueda la verdad de nuestra realidad». «Lo peor que puedes hacer ‒le dijo‒ es desanimarte. ¡Ánimo Romero!».

    Con el cardenal Quarrancino, no entablaron amistad. Siendo obispo de Avellaneda, este fue enviado a El Salvador para realizar una visita apostólica. Eran tiempos de Juan Pablo II. El embajador argentino de la época envió, a su cancillería, el Cable Nº 325 fechado el 22 de diciembre de 1978 informando sobre la investigación realizada por Quarracino. Comentó la «actitud» de Romero contra las autoridades estatales y el resto del obispado salvadoreño; también acerca de sus homilías «incitando» a la «rebelión» y la «colaboración de sacerdotes con grupos subversivos». Su «informante» ‒creía este «diplomático»‒ estaba firmemente convencido de que el enviado de la Santa Sede había constatado «dichas denuncias».

    El 28 de mayo del año siguiente, monseñor terminó la carta para la curia pontificia respondiendo a la recomendación de Quarracino sobre el nombramiento de un «administrador apostólico, sede plena». Entonces plasmó en su diario lo siguiente: «He expresado que tal solución no solo me parece ineficaz sino muy dañina para la Arquidiócesis»; «no se trata únicamente de resolver problemas personales –agregó– sino de que sea expresión de todo el pueblo de Dios la voz del obispo, lo cual se neutralizaría enormemente poniéndole un administrador apostólico». Lo sugerido por el purpurado argentino, señaló, se interpretaría como «una desconfianza acerca del propio obispo».

    Hoy Pironio ya es beato, Quarracino no; Pironio fue amigo de Romero y –según este‒ «de los obispos de América Latina», Quarracino no; en palabras de Francisco, promovido al obispado por Quarracino, Pironio era un «defensor incansable de la causa de sus hermanos más pobres» como lo fue Romero. Pero más allá de esa conexión episcopal argentina con este, digna de una buena pluma para recrearla, hay otra faceta del apenas difunto pontífice que merece destacarse por su enganche con el prelado salvadoreño: las desapariciones forzadas.

    La mujer que según el mismo Bergoglio le enseñó a «pensar la política» fue Ester Ballestrino, química paraguaya desaparecida por la dictadura de Videla entregada en diciembre de 1977 por Alfredo Astiz ‒joven militarucho conocido como el «Ángel de la muerte»‒ junto con cuatro monjas francesas y otras víctimas más; a todas las arrojaron vivas al mar, en uno de los llamados «vuelos de la muerte». El oleaje del Atlántico, años después, devolvió varios restos mortales de estas; los inhumaron en un cementerio para luego llevarlos a la iglesia de Santa Cruz, tras la autorización del arzobispo de Buenos Aires: el cardenal Bergoglio.

    Romero aseguró, en diciembre, de 1977 que la Iglesia no era «ilusa»; que esperaba segura «la hora de la redención». «Esos desaparecidos aparecerán», afirmó. «El dolor de estas madres ‒agregó‒ se convertirá en Pascua. La angustia de este pueblo que no sabe adónde va en medio de tanta angustia, será Pascua de resurrección si nos unimos a Cristo». Finalmente, Romero también pensó la política al punto de proclamar su dimensión en la fe; eso ocurrió cincuenta días antes de su martirio en Lovaina.

    Hoy, Romero y Bergoglio, ya se conectaron personalmente.

  • El pulso humano de una fuerza divina

    El pulso humano de una fuerza divina

    Justo, en este instante en el que nos deja un referente humano, que ha sabido custodiar todo y a todos, especialmente a los más desfavorecidos, para irse a la Casa del Padre, dejándonos una estela de vivencias y emociones imborrables, a través de sus encíclicas, exhortaciones y cartas apostólicas, se me ocurre evocar su eterna pulsación, que no ha sido otra que la entrega como guardián del análogo y aquello que nos circunda.

    Amparar quiere decir entonces vigilar nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque de ahí es de donde emanan nuestras intenciones buenas y malas, las que construyen y las que nos destruyen. Sólo el que sirve con amor sabe salvaguardar la savia existencial, como lo hizo en su peregrinar por aquí abajo ante los horrores de los conflictos, el Santo Padre Francisco.

    Por desgracia, en los diversos periodos de la historia humana cohabitan “Herodes” que traman planes destructivos, que nos desfiguran humanamente; pero también, por suerte, en esta misma época contamos con personas de bien y bondad que nos concilian y reconcilian. Sin duda, esta ha sido la clave y el centro del Magisterio del Papa, durante su Pontificado, afanado en aplicar la mirada contemplativa al tiempo en que vivimos, en cuanto a los demás y a nosotros mismos, con una visión de hermanamiento, sustentada en la misericordia y el perdón, abierta a las periferias para subrayar el valor y la dignidad de cualquier vida humana.

    Desde luego, ha practicado la escucha, sin eludir a nadie, marcando un estilo aperturista de hacer iglesia, cruzando el camino sinodal.

    Su ministerio petrino ha generado siempre reflexión; máxime, en un tiempo, en el que la ciudadanía falla en la responsabilidad de mostrar cercanía, respeto por la creación y por los hermanos, además de las nefastas consecuencias de gobiernos guiados por la ambición del lucro, obviando la justicia social.

    Tener respeto por las criaturas y por el entorno en el que vivimos, ha sido su gran desvelo. Atender y entender a la gente, preocupase y ocuparse por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, por quienes son más frágiles y que a menudo borramos de la memoria, fue su empeño. Francisco siempre ha mostrado aproximación, y con su persistente espíritu piadoso, ha protagonizado momentos memorables, al ver como los que navegan solos, se hunden antes.

    Hace falta unirnos y reunirnos, compenetrarnos, sabiendo que precisamos de ese místico abrazo suplicante, que tanto ha vociferado el Santo Padre Francisco, pues el amor a la ciudadanía es una fuerza anímica que facilita el reencuentro entre unos y otros, pero también el encuentro pleno con Dios, hasta el extremo que quien no ama al semejante camina en oscuridades y permanece abatido.

    Así, nada más ser elegido, la noche del 13 de marzo de 2013, salió al balcón de la Plaza de San Pedro y alzó la vista hacia lo celeste para pedir “recen por mí”, frase que volvió a repetir sin cesar. Igualmente, su marcha terrenal ha querido que concluya en un antiquísimo santuario mariano, al que acudía a orar al comienzo y al final de cada viaje apostólico, como acción de gracias.

    El Papa no fue una voz meramente para los sin voz, fue el verbo en verso, sembrando tras de sí un legado de poesía, no de poder, de donación cordial y de servicio permanente. Su humilde palpitación humana, dejará huella para siempre, hasta en su mismo sepulcro, sencillo, sin decoraciones especiales y con la única inscripción: “Franciscus”. Que el Señor dé la merecida recompensa, a quien lo dio todo por la humanidad, principalmente por los migrantes, refugiados o presos, gestando situaciones gloriosas, como cuando lanzó a las aguas una corona de flores para recordar a los inmigrantes muertos en el mar en su visita a la isla de Lampedusa; además de hacer presente en su tramo final, el ofrecimiento al Señor del sufrimiento último, por la paz en el mundo y la amistad entre los pueblos.

  • Francisco: Visa directa al cielo

    Francisco: Visa directa al cielo

    Hay personas que al morir seguramente se van directo al cielo, una de ella es Mario Jorge Bergoglio, el argentino que el 13 de marzo de 2013 se convirtió en el primer Papa latino y jesuita que por amor a los pobres adoptó el nombre secular de Francisco, en honor a San Francisco de Asís.

    Francisco falleció el lunes pasado a los 88 años de edad, producto de las secuelas de una neumonía bilateral, apenas un día antes bendijo en del Vaticano a un multitud de feligreses congregados para rendir cultivo a la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

    Desde su llegada al trono católico Francisco siempre dio muestras de acercamiento a la gente y su mensaje siempre tuvo frases de esperanza, fe y amor al prójimo. Hizo llamados a la reconciliación mundial, a la priorización del bien común y a la protección de la fe a través de la bondad. Fue un Sumo Pontífice crítico de la misma iglesia católica a la cual pidió ser más exhaustivo para elegir a sus futuros sacerdotes. En 2015 cuando visitó Estados Unidos lamentó y pidió perdón por los niños abusados por algunos sacerdotes y se comprometió a vigilar de cerca esos casos para que no se repitieran.

    El Sumo Pontífice tuvo una mente más abierta y concordante con la realidad social. Fue inclusivo y aceptó a los homosexuales quienes condicionados genéticamente no pidieron nacer así, por lo tanto “no soy nadie para juzgarlos, si ellos creen en Jesús”, dijo. Incluso, estuvo de acuerdo con el control de la natalidad y el uso de anticonceptivos para evitar los embarazos problemáticos. Es preferible evitar los embarazos que los abortos señaló, al indicar que la iglesia se sigue oponiendo a esa práctica porque es un crimen.

    Para Francisco hasta los ateos tenían abiertas las puertas del cielo, porque lo prioritario es hacer el bien. Señaló que muchos siguen los rituales católicos y cristianos, pero no viven una vida de bondad hacia el prójimo. Si un ateo hace el bien seguramente para él hay un espacio en el cielo, sostuvo con mucha convicción cristiana.

    Respecto a la modernidad el jerarca universal de la iglesia católica dijo que la Internet era un regalo de Dios e instó a la feligresía a “hacerse ciudadanos del mundo digital”. También instó a la feligresía a hacer buen uso de las redes sociales porque son proclives a la manipulación y a la exclusión, además puede dar paso a la mala interpretación y a la distorsión e incomprensión de los contenidos. “A través de Internet se puede ofrecer mayores posibilidades de reencuentro y solidaridad entre nosotros”, reflexionó.

    Sobre la corrupción Francisco dijo que “es un mal mayor que el pecado”. Asimismo, la calificó como un virus social que infecta a todo y que afecta principalmente a los pobres y a las mujeres. Francisco instó a los países latinoamericanos y a todos los países del mundo a erradicar la corrupción involucrándonos todos contra ese flagelo social. “Nos compete a todos luchar contra este mal”, recalcó al tiempo que pidió apoyo total a todo esfuerzo contra la corrupción, fenómeno que es la destrucción de la persona.

    Bergoglio, incluso, se refirió al periodismo e hizo un llamado para evitar las noticias falsas y para instaurar la dignidad del periodismo, advirtiendo que por muy poco que se le cambie o distorsione a la verdad las consecuencias suele ser nefastas.

    En lo referente al celibato Francisco, el Santo Papa más cercano a la realidad, señaló estar de acuerdo que hombres casados puedan aspirar al sacerdocio, a efecto de enfrentar la falta de clérigos y la falta de vocación. Esta postura de Francisco, al igual que mucha, generó una serie de posiciones contrarias del ala conservadora y ultraconservadora de la iglesia católica, pero a su vez provocó muestras visionarias de apoyo. Así era Francisco, con su alto nivel de cristianismo impregnado en su corazón, solía interpretar y comprender a la humanidad.

    Francisco siempre adoptó posiciones a favor de los más necesitados y se manifestó como un férreo defensor de los derechos de los migrantes. Criticó a Donald Trump cuando éste en su primer periodo presidencial anunció la construcción de un muro fronterizo limítrofe con México. Los migrantes no son ilegales, como todos ciudadanos tienen derechos humanos que se les deben respetar y fomentar, señaló al tiempo que rechazo las deportaciones masivas a las que calificó de injustas violaciones y anticristianas.

    Mario Jorge Bergoglio fue un Sumo Pontífice diferente. Rechazó cualquier intento de vérsele como símbolo político (por lo que no viajó a su amada Argentina) y siempre sostuvo que no quiso ser Papa, porque de lo contrario no hubiese recibido las bendiciones que fue capaz de transmitir al mundo.

    El lunes pasado Francisco recibió el llamado celestial, apenas un día después del Domingo de Resurrección. Cumplió con su misión y se atrevió a adoptar posturas humanas y cristianas cercanas a la gente y a los tiempos modernos. Seguramente su pasaporte tiene visa directa al cielo.

    Qué Dios permita al Conclave cardenalicio elegir al mejor como el nuevo Sumo Pontífice, para que siga los pasos de Pedro, de Juan Pablo II y de Francisco y las sagradas enseñanzas de Jesús… Que el nuevo Papa sea cercano a la gente (a los pobres y necesitados), como Francisco. Amén.

    Jaime Ulises Marinero es periodista

  • La guerra comercial en marcha: ¿Quién gana y quién pierde?

    La guerra comercial en marcha: ¿Quién gana y quién pierde?

    Medicina, economía y futurología son profesiones distintas. El público reconoce con claridad la diferencia entre el área de especialización de un médico y un economista, pero sus expectativas en cuanto a su trabajo son diferentes. Un paciente sabe que, al enfrentar un problema de salud, lo primero que hará el médico será un diagnóstico, seguido de un plan de tratamiento, más que un pronóstico sobre la evolución futura de su enfermedad. Aunque el diagnóstico permita anticipar un posible desenlace, salvo que el problema sea trivial (por ejemplo, un virus pasajero) o demasiado grave, el médico suele ser reservado en sus predicciones.

    La relación del público con los economistas, en cambio, es muy distinta. Ante un fenómeno de impacto económico, las personas no buscan tanto una explicación (diagnóstico) ni un plan de acción, sino que esperan que los economistas —convertidos en una suerte de alquimistas modernos— predigan sus consecuencias, ya sea a nivel mundial, nacional, sectorial o incluso en unidades más simples como empresas y hogares. Con información limitada para satisfacer esa expectativa, la mayoría de los colegas recurre a la célebre palabra “depende” antes de emitir sus pronósticos, con la esperanza de que, si los resultados difieren de lo anticipado, la responsabilidad recaiga en los supuestos utilizados y no en la calidad de su análisis.

    Debo confesar que, desde que el presidente Trump anunció la imposición de aranceles a todos los países —con tasas más elevadas para aquellos con los que Estados Unidos registra mayores déficits comerciales—, casi no hay reunión familiar, laboral o social en la que no me pidan mi opinión sobre las implicaciones de la guerra comercial en marcha.

    Resistiéndome a iniciar mis respuestas con un “depende”, he preferido recurrir a mi experiencia como docente para desagregar, de forma didáctica, los principales efectos que típicamente genera un aumento de aranceles. Estos, en esencia, son cinco: aumento de precios, desviación de comercio, sustitución de importaciones, cambios en la recaudación tributaria, y alteraciones en los flujos de inversión, empleo y crecimiento económico.

    Aumento de precios. Cuando un país incrementa sus aranceles, los precios de las mercancías afectadas tienden a subir automáticamente en el mercado local. La magnitud de este efecto depende del porcentaje de arancel aplicado, del peso de las importaciones afectadas dentro del PIB y de la capacidad inmediata de sustituir esas importaciones por producción local. Cuanto mayor sea el arancel y el peso relativo de las importaciones en la economía, mayor será el impacto inflacionario. En contraste, si existe una sólida capacidad de sustitución doméstica, el efecto sobre los precios será menor.

    Desviación de comercio. El aumento de aranceles aplicados por Trump no es uniforme entre los socios comerciales de Estados Unidos, y muchos países han respondido incrementando sus propios aranceles contra bienes estadounidenses. Como resultado, los flujos de comercio bilateral con Estados Unidos tenderán a disminuir, mientras que los intercambios entre terceros países —que no eleven sus barreras comerciales entre sí— podrían incrementarse. Es decir, el comercio global no necesariamente se contraerá de forma uniforme: se reconfigurará geográficamente, desviándose hacia rutas donde los costos arancelarios sean menores.

    Sustitución de importaciones. Una de las principales apuestas de Trump es que el encarecimiento de productos importados estimule la competitividad de la industria local, desplazando las importaciones por producción nacional. Esta estrategia explica la disposición a aplicar aranceles diferenciados: proteger sectores estratégicos, especialmente aquellos que dependen de bienes intermedios o de capital esenciales para la producción interna.

    Cambios en la recaudación tributaria. Un aumento en los aranceles incrementa automáticamente el peso de estos impuestos en la estructura tributaria. Si el alza arancelaria no provoca una recesión, puede traducirse en mayores ingresos fiscales, ofreciendo al Estado una oportunidad para reducir el déficit fiscal o aumentar la inversión pública. No obstante, si la guerra comercial genera contracciones en el comercio global o en el consumo interno, el efecto puede ser contrario, erosionando la base tributaria.

    Cambios en la inversión, el empleo y el crecimiento económico. Trump aspira a que el encarecimiento de importaciones y la expectativa de un mercado interno más protegido atraigan inversiones hacia Estados Unidos. De lograrse, este movimiento reforzaría tanto la sustitución de importaciones como la capacidad exportadora, impulsando la creación de empleo y el crecimiento económico. Sin embargo, esta estrategia enfrenta riesgos: mayores costos de insumos importados pueden afectar negativamente a industrias dependientes de cadenas de suministro globales, limitando los beneficios esperados.

    Ahora bien, el problema fundamental es que ninguno de estos efectos depende únicamente de las acciones emprendidas por la administración Trump. La dinámica de la guerra comercial está determinada por la interacción de múltiples actores en un escenario global complejo. Como enseña la teoría de juegos, los costos y beneficios no son fijos: dependen de las estrategias adoptadas por otros jugadores.

    En consecuencia, el desenlace final “dependerá” —y mucho— de cómo reaccionen los principales socios comerciales de Estados Unidos, de la solidez de las economías involucradas, de la capacidad de adaptación de las empresas y consumidores, y de la evolución de factores geopolíticos que hoy resultan difíciles de prever.

    En definitiva, en una guerra comercial, como en toda guerra, es más fácil identificar a los primeros perdedores que a los eventuales ganadores.

    Ignorar la complejidad de estos factores sería un grave error para un país como El Salvador. La guerra comercial no perdona a los desprevenidos. Salir adelante exige visión estratégica: identificar nuevas oportunidades, proteger los sectores más vulnerables y diseñar políticas que refuercen la competitividad y la resiliencia económica. Solo los países que piensen y actúen rápido lograrán convertir la crisis en una plataforma de crecimiento.

    • William Pleités, director de FLACSO El Salvador

  • Violencia laboral contra la mujer en El Salvador: marco legal, desafíos y propuestas

    Violencia laboral contra la mujer en El Salvador: marco legal, desafíos y propuestas

    En El Salvador, la violencia laboral contra las mujeres es un problema preocupante que suele permanecer oculto. Un reciente estudio de la organización ORMUSA reveló que ocho de cada diez trabajadoras salvadoreñas que sufrieron violencia en el trabajo no buscaron asesoría legal tras el hecho [Diario El Mundo, «Ocho de 10 mujeres que sufrieron violencia laboral no solicitaron asesoría legal del hecho», 26 de marzo de 2025​]. Esta alarmante estadística, evidencia la brecha entre la existencia de un marco jurídico de protección y la realidad que enfrentan muchas trabajadoras. A continuación se analiza brevemente esta problemática, desde la perspectiva del Derecho Laboral Salvadoreño.

    El marco legal salvadoreño contempla diversas leyes para proteger a las mujeres contra la violencia laboral. La LEIV, aprobada en 2011, define la violencia laboral como un acto repetido de agresión contra las mujeres en el ámbito laboral. Sin embargo, una reforma en 2019 permitió que un solo acto grave, como una agresión sexual o despido discriminatorio, también se considere violencia laboral.

    El Código de Trabajo también regula explícitamente el acoso laboral y sexual, y establece la obligación de los empleadores de evitar cualquier tipo de maltrato. Además, el Código Penal tipifica el acoso sexual y contempla sanciones severas, especialmente cuando el agresor es un superior jerárquico.

    Pese a la existencia de leyes, muchas mujeres no denuncian por miedo a represalias como despidos o un hostigamiento mayor. La dependencia económica y la falta de una protección efectiva ante el despido retaliatorio son factores clave que disuaden las denuncias. A esto se suma la desconfianza en las instituciones y la percepción de que no se tomará en serio la denuncia. La falta de conciencia sobre los derechos laborales y las barreras culturales, donde se normaliza el acoso en entornos machistas, también contribuyen a la baja tasa de denuncias. Además, la ausencia de medidas de protección inmediatas para las denunciantes crea un vacío que fomenta el silencio.

    Las mujeres enfrentan un círculo vicioso: temen denunciar por posibles represalias y falta de confianza en la respuesta institucional; pero, al no denunciarse, los agresores quedan impunes y la problemática permanece invisible. Romper este círculo requiere no sólo difundir las vías legales existentes sino fortalecerlas, garantizando a la víctima que no quedará desprotegida al alzar la voz.

    Propuestas de reforma

    Para abordar estas barreras, se propone la creación de un fuero laboral para las trabajadoras que denuncien violencia laboral. Este fuero impediría el despido injustificado durante la tramitación del caso, garantizando la seguridad laboral de la víctima mientras se investiga.

    Asimismo, se propone incorporar medidas cautelares como la separación temporal del agresor del entorno laboral de la víctima, lo cual protegería su integridad mientras se resuelve el conflicto. Además, se sugiere la implementación de incentivos para las empresas que promuevan un ambiente laboral seguro y libre de acoso, tales como la certificación de buenas prácticas de prevención.

    Para combatir la violencia laboral contra las mujeres en El Salvador, es crucial mejorar el marco legal actual. Las reformas propuestas, como la creación de un fuero laboral para las denunciantes y la inclusión de medidas cautelares, ayudarían a crear un entorno más seguro para las trabajadoras.

    Además, la educación en derechos laborales y una transformación cultural en los centros de trabajo son esenciales para lograr una sociedad libre de violencia y discriminación, tal como lo establece la LEIV. Estas medidas permitirían a las mujeres sentirse protegidas y empoderadas para denunciar las agresiones sin temor a represalias, contribuyendo así a garantizar su derecho a un trabajo digno en un entorno respetuoso y libre de violencia.

    Jaime Solís es experto en Derecho Laboral

  • ¡Gracias Santo Padre Francisco!

    ¡Gracias Santo Padre Francisco!

    Hoy, termina un período de la historia que inició hace doce años -el 13 de marzo del 2013- con la quinta votación que nos dio al 266 sucesor de San Pedro. Al verle salir al balcón central de la Basílica de San Pedro en aquella noche romana, a todos nos sorprendió con su acento argentino, su bondadosa sonrisa y su cálida sencillez. “Hermanos y hermanas, ¡buenas noches! Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo… Y ahora, empezamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las iglesias”.

    Así daba inicio un pontificado con dos Papas viviendo en Roma y lo que aparentaba ser una justificación perfecta para centrarse en la polémica y sacarle partida en los medios. Pero, al contrario, el cariño sincero de Francisco al Papa emérito fue deslumbrante. Basta recordar las palabras que -en acción de gracias- el Santo Padre Benedicto XVI le dirige a Francisco con ocasión de la discreta celebración de sus 65 años de ordenación sacerdotal. “¡Gracias especialmente a usted, Santo Padre! La bondad que ha mostrado desde el primer momento de su elección, en cada momento de mi vida aquí, me impresiona, me llega hasta lo más profundo. Más que en los jardines del Vaticano, con su belleza, el lugar donde yo vivo es su bondad, allí me siento protegido… Y esperamos que usted siga guiándonos por este camino de la Misericordia Divina” (28-VI-2016).

    Este ha sido un papado marcado por la profunda humildad, sencillez y cercanía a los más necesitados y vulnerables. Un Pontífice que ha hecho creíble -una vez más- el mensaje de Jesucristo para la humanidad entera. Todos los gestos y palabras del Santo Padre han sido una manifestación de amor y de misericordia.

    El primer viaje que hizo fuera de Roma, a unos días de haber sido elegido, fue a Lampedusa una isla italiana (8-VII-2013), para mostrar al mundo la difícil situación de los migrantes africanos que cruzan el Mediterráneo y las innumerables vidas perdidas en el mar. Celebró la Santa Misa sobre un altar en forma de lancha.

    Su primer gran encuentro multitudinario fue en Rio de Janeiro en julio del 2013, en dónde se traslado en un utilitario Fiat Idea y se acercó a bendecir una humilde casa en una favela de la comunidad de Manguinhos (25-VII-2013).

    Dos años después convocó todo un año para reflexionar sobre la misericordia (8-XII-2015 al 20-XI-2016), que es el amor de Dios que asume nuestro dolor. En ese año comenzó una costumbre que denominó los viernes de la misericordia. Un viernes al mes el Santo Padre llevaba a cabo gestos concretos de amor inspirados en las obras de misericordia corporales y espirituales: visita sorpresa a una casa de ancianos, reunión con toxicodependientes y alcohólicos del (CEIS), encuentro con indigentes de los alrededores del Vaticano, visita a un campo de refugiados, otro viernes visitó una casa de acogida que atiende discapacitados mentales, visitó un hogar de sacerdotes ancianos, otro viernes a prostitutas liberadas de la «Comunidad Papa Juan XXIII», y así muchas salidas sorpresa. El 11 de noviembre el Papa Francisco participó del último viernes de misericordia del Año Santo y se encontró con siete familias formadas por sacerdotes que dejaron el ministerio en los últimos años. Podríamos seguir contando las visitas de hospitales, enfermos terminales, presos, y un largo etcétera del que todos hemos sido testigos.

    Perfectamente coherente con todo su pontificado, como broche de oro para concluirlo, testamento que deja a la Iglesia, o -mejor- como unas recomendaciones que el abuelo trasmite a las futuras generaciones nos regaló la carta Encíclica Dilexit Nos, sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo (24-X-2024). Un hombre con un corazón a la medida del Corazón de Cristo y que fue por delante en lo que denominó la “Revolución de la ternura”.

    Para terminar, una última instantánea de este gran papado. Ocurrió el 11 de abril de 2019, y es sin duda una de las imágenes más impactantes del pontificado. Durante una audiencia con los líderes políticos de Sudán del Sur, Francisco se agachó con muchísima dificultad y les besó los pies para abogar por la paz de esa región.

    Hoy la Iglesia y el mundo lloran la pérdida de un gran Papa. Nosotros, sus hijos, encontramos consuelo en saber que él intercede por nosotros desde el cielo y nos deja un legado ejemplar aquí en la tierra de amor y de ternura. Jesús hoy en el cielo «lo miró con misericordia y lo eligió», lema de su pontificado.

    ¡Gracias, Santo Padre Francisco!

    • Fernando Armas Faris es sacerdote católico, Licenciado en Teología y Dr. en Filosofía.

  • Neurociencia y fe

    Neurociencia y fe

    Porque la fe tiene que ver con la decisión de vida y con la experiencia en el seguimiento, y no con una mera reacción de alguna estructura cerebral que evidentemente también se producirá. Las observaciones anteriores, son parte de un artículo sobre neurociencia y fe, de la autoría del teólogo madrileño José Manuel Caamaño López. Este tema es en contexto del permanente estudio e investigación del cerebro humano, procesos mentales y manifestaciones conductuales.

    La neurociencia es una disciplina científica que estudia el sistema nervioso, entre los aspectos como su estructura, función y desarrollo, para dar paso a las bases biológicas de la cognición y la conducta. En este sentido y como un área específica se encuentra la neuroteología. Y es que el tema de fe o religiosidad es de gran interés para los investigadores en dicha disciplina, porque se trata de dar significado a una interrogante que dista de ser una conducta más de respuesta o condicionante.

    Comprensible es tratar de entender como en el marco de cualquier religión, se pueden unificar o al menos apreciar visiblemente manifestaciones de adoración y alabanza en multitud o el porqué de creer en algo que no se puede ver ni tocar. Tratar de saber adónde radica esa determinación tan personal, tomando en cuenta los factores familiares, sociales o culturales, que rodean a cada individuo.

    Pienso que siendo una disciplina científica, su objetivo podría, entre otros, encontrar en cualquier lóbulo del cerebro la razón del creer o no y por qué en Dios o en una fuerza divina.

    En mi opinión, no se encontrará, al menos no de forma física. Y no solo es porque me decante en cierta manera, en la parte intangible de este plano existencial; pero creo que la fe y la vida vienen entrelazadas desde antes de materializarse en cada ser humano. Por lo que en nuestra fragilidad biológicamente humana, no es posible encontrar todas las respuesta a lo que siempre ha sido, será y seguirá siendo el misterio mismo no revelado; así creamos que al morir trascenderemos a otro plano o que simplemente la luz se apagará y todo habrá sido un sueño.

    Si casi todo pudiéramos explicar con razonamiento, por medio de un método o manual, todos estaríamos encasillados en respuestas ya esperadas, existirían sentimientos a la medida y con límite de expresión y sentir, no nos desbordaríamos ni veríamos el nacimiento de nuevos soles en nuestro interior. En situaciones cruciales en la vida, no podemos explicar con efectos bioquímicos y neurales, que si bien se activan en estructuras cerebrales, los impulsos de seguir adelante, de confiar, pues antes hubo una chispa, pero que tal chispa o energía era impredecible ver en su aparición, menos aún, de donde surgió.

    Solamente podemos sentir esa decisión hacia la vida en nosotros u observarla en otros.

    El misterio de lo etéreo en un mundo áspero, que a diario nos desensibiliza y lástima profundo, pero que irónicamente nos deja una grieta donde vuelve a entrar la cálida luz. Una luz que es la señal de esperanza, que nos cobija y alienta a continuar, porque no lo comprendemos ni sabemos explicar todo, pero la certeza que debemos confiar existe. Eso es fe.

  • Los perjuicios intangibles del Castrismo

    Los perjuicios intangibles del Castrismo

    Hace unos días en una charla entre amigo conversamos que los regímenes de fuerza, en particular los de corte totalitario o mesiánicos, causan en la sociedad numerosos y diferentes clases de daños. Hablamos de los fusilados y muertos en combate en la lucha por la democracia. Los cientos de miles que pasaron largos años en la cárcel, la destrucción económica de nuestro país, el deterioro general de las edificaciones y los millones que debieron partir al exilio o decidieron emigrar, por la catastrófica situación que la dictadura ha generado.

    Estábamos inmersos en esos aspectos cuando mi esposa comentó, ustedes hacen, justamente, al igual que la mayoría de los observadores y analistas, referencias a los perjuicios humanos y materiales, pasando por alto los intangibles, obviando que cada una de las personas a las que le cambio la vida o fue terminada por el régimen hubieran podido aportar a Cuba muchas cosas positivas.

    Esta observación nos condujo a tratar aspectos que algunos de nosotros nunca habíamos considerado o abordado muy vagamente como cuanto habrían aportado a la Isla los dirigentes estudiantiles Pedro Luis Boitel, muerto en huelga de hambre en 1972 y Porfirio Ramírez, fusilado junto a cuatro compañeros en octubre de 1960, o el civilista Orlando Zapata Tamayo, también muerto en huelga de hambre en el 2010 en reclamo de sus derechos, en una Cuba democrática.

    Pensamos también en los aportes a la República que los cientos de miles que pasaron por la prisión política y aún se encuentran en Cuba, como los exprisioneros Guillermo Fariñas, Félix Navarro y Jose Daniel Ferrer y las prisioneras políticas, entre muchas, Sally Navarro y María Cristina Garrido, si en nuestro país se respetase plenamente la dignidad humana.

    Inmediatamente después la conversación se orientó al exilio, al éxito profesional de decenas de miles de compatriotas y al económico de muchos más. Los numerosos profesores universitarios y en otros niveles de la educación, así como la gran cantidad de trabajadores que desempeñan funciones importantes en todos los sectores de la sociedad, tales como las comunicaciones, la industria, la construcción y los servicios en general.

    Por supuesto que la charla nos trasladó a la política y a los políticos cubanos que participan en esa actividad en Estados Unidos y otros países, los numerosos congresistas de origen cubano que han servido y sirven en la Cámara de Representantes y los que han integrado el exclusivo club de los 100 del senado estadounidense para terminar que dos cubanos participaron activamente en una campaña presidencial y que uno de los dos es Secretario de Estados, la posición no electa mas importante de este gran país.

    La charla se enriquecía mencionando a los políticos, cuando Luz Martínez, mi esposa, y Jose Antonio Albertini mencionaron al comisionado de la ciudad de Miami recientemente fallecido, Manolo Reyes, debo decirlo, ahí todos callamos y rendimos con el silencio un modesto homenaje a una persona que se había ganado el respeto de todos nosotros por sus acciones y sencillez.

    Manolo Reyes era un hombre respetable. Cordial y sincero, y todos coincidimos que en una “Cuba con todos y para el bien de todos” habría sido una cantera muy provechosa para la república. Manolo habría sido un excelente funcionario publico en cualquier instancia cubana y no dudamos de que hubiera sido un invaluable alcalde para la ciudad de Miami.

    Hablando del fallecido, Daniel Pedreira, recordó a otro grande de los cubanos en la política estadounidense, el congresista Lincoln Diaz Balart, que recientemente partió al infinito. Un hombre que al igual que Reyes sentía por Cuba una gran pasión y se consideraban obligados a servirla en cualesquiera instancias en la que pudieran desarrollar sus talentos.

    Desgraciadamente el totalitarismo castrista imposibilitó que estos dos hombres honestos y trabajadores, junto a otros con un profundo compromiso con la comunidad, también desaparecidos, en la Isla o fuera de ella, aportaran a la nación cubana su talento y dedicación, esos daños intangibles del castrismo son tan o mas destructores que los otros que integran su trágico legado.

  • Mario Vargas Llosa, esencial y vitalmente escritor

    Mario Vargas Llosa, esencial y vitalmente escritor

    Con Mario Vargas Llosa (1936-2025) ha muerto el último gran exponente del llamado boom Latinoamericano, un extraordinario fenómeno creativo y editorial que, en puridad, debería denominarse boom de la novela hispanoamericana, pues todos sus integrantes fueron primordialmente novelistas y ninguno de ellos era oriundo de Brasil, Quebec o el Caribe francófono, ni escribieron sus obras en otra lengua que no fuera el castellano, si bien Julio Cortázar, nacido circunstancialmente en Bélgica, redactara en francés Les discours du Pince-Gueule (1966), traducido después como Los discursos del Pinchajeta.

    Con la desaparición de Vargas Llosa, fallecido en la cumbre de una bien trabajada celebridad, llega a su fin el ciclo biológico de una pléyade de escritores que enriquecieron el mapa literario del mundo al tiempo que sus nombres pasaban del oscurantismo editorial a la difusión masiva, el estruendo publicitario, la rendición de la crítica, los premios y las giras internacionales. Los propios protagonistas, sin embargo, más de una vez confesaron sus personales escepticismos sobre el boom. A Cortázar le incomodaba semejante término onomatopéyico en inglés, Gabriel García Márquez apenas se refirió a él, y Carlos Fuentes, siendo el único que dedicó un libro al asunto, prefirió el título de La nueva novela hispanoamericana (1969). Todos ellos, eso sí, dejaron testimonio abundante de las implicaciones del fenómeno: ruptura con el lenguaje anterior, actualización vanguardista del binomio realidad-ficción y un claro compromiso político (no únicamente estético) con los cambios históricos que por entonces se producían en el subcontinente.

    En 1971, Vargas Llosa comentó: “Lo que se llama boom y que nadie sabe exactamente qué es —yo particularmente no lo sé— es un conjunto de escritores —tampoco se sabe exactamente quiénes, pues cada uno tiene su propia lista— que adquirieron de manera más o menos simultánea en el tiempo cierta difusión, cierto reconocimiento por parte del público y de la crítica. Esto puede llamarse, tal vez, un accidente histórico. Ahora bien, no se trató en ningún momento de un movimiento literario vinculado por un ideario estético, político o moral. Como tal, ese fenómeno ya pasó”.

    El peruano, de hecho, será el primero y el único que se desencantará clamorosamente de la revolución cubana con crítica abierta a las bases filosóficas y antropológicas del socialismo, aspecto que le acarreará numerosos ataques de tipo ideológico y hasta personal. Su editor en Alfaguara, Juan Cruz, sostiene que “crear malentendidos en torno a Vargas Llosa ha sido siempre un deporte internacional”. Curiosamente, entre tan numerosos detractores es raro hallar alguno con capacidad teórica suficiente para refutarle en el campo de las ideas, bien sea porque las ignoran o prescriben de entrada, o porque les resulta árido contradecirle desde el conocimiento de los autores liberales que ello exige. (Ya abordaré este tema en otra columna).

    El caso es que Mario Vargas Llosa llegó a ser, por encima del resto de sus colegas del boom, el escritor que mayor influencia ejercería como personalidad mediática, desde contertulio frecuente en programas de entrevistas hasta columnista internacional de prestigio, pasando por actor teatral, cronista deportivo, fracasado director cinematográfico, miembro de comisiones oficiales —como la que presidió en 1983 para investigar la masacre de periodistas de Uchuraccay, (Ayacucho)— e incluso jurado del certamen Miss Universo, en cuyo panel estuvo acompañado, en 1982, por el histrión Franco Nero y el ilusionista David Copperfield.

    La farándula persiguió al Nobel hasta sus últimos años de vida, cuando tomó la decisión, inesperada y otoñal, de compartir almohada con la socialité Isabel Preysler, estrella de las revistas españolas del corazón con dos divorcios a la espalda, madre de cinco hijos y viuda del ex ministro Miguel Boyer. Tras romperse esta extraña relación, en 2022, Vargas Llosa volvió bajo el mismo techo con su esposa Patricia, quien estaba a su lado al momento de morir el pasado 13 de abril en Lima.

    El autor de La fiesta del Chivo, ya se sabe, también vivió y sufrió las asperezas no solo del activismo político sino de la política activa. En su juventud, siguiendo los postulados de Jean-Paul Sartre relativos al “compromiso”, adhirió en serio a la idea —“persuasiva y exaltante”, diría luego— de que el mundo podía ser radicalmente mejorado desde el humanismo empoderado y que la literatura tenía la obligación de contribuir a este proceso. En 1966 afirmó: “La razón de ser de la literatura es la protesta, la contradicción y la crítica. El escritor ha sido, es y seguirá siendo un descontento. Nadie que esté de acuerdo con la realidad en la que vive acometería esa empresa tan desatinada y ambiciosa: la invención de realidades verbales”. Pero tan temprano como 1967, en una Carta al vocero del Partido Comunista Peruano, alegará que si un escritor está “profundamente comprometido con su vocación, amará la literatura por encima de todas las cosas”.

    Y aunque entre 1987 y 1990 Vargas Llosa trabajó a conciencia en una candidatura presidencial que acabó en frustrante derrota, hemos de recordar algo que había escrito en 1983 al publicar Contra viento y marea, su primera recopilación de artículos periodísticos: “La literatura, a fin de cuentas, importa más que la política, a la que todo escritor debería acercarse sólo para cerrarle el paso, recordarle su lugar y contrarrestar sus estropicios”.

    En definitiva, como constructor imaginativo y perseverante de nuevas realidades, es decir, en tanto esencial y vitalmente escritor, Mario Vargas Llosa contribuyó como pocos a la expansión universal de Hispanoamérica, en una apuesta inequívoca por ese arte en que todo puede ser creado “a partir de las verdades y mentiras que constituyen la ambigua totalidad humana”.

  • Sobre inmigraciones y wokeismo

    Sobre inmigraciones y wokeismo

    Tres causas inmediatas, latentes en el electorado estadounidense fueron definitorias en el contundente triunfo del candidato republicano, Donald Trump, en las elecciones del pasado 20 de enero del corriente año.

    En esta oportunidad no hubo duda, reconteo o señalamientos. No solo ganó de manera inequívoca en el Colegio Electoral (una extraña formula que data de 1785, mediante la cual se conjuga el voto directo, con el voto de los parlamentarios), sino en el voto popular.

    Muchos y concienzudos análisis se han hecho y podrían hacerse aún más sobre las causas que generaron tal fenómeno, a pesar de haber estado rodeado de varias causas judiciales, en muchas de las cuales fue declarado culpable antes del día de la votación.

    Este circunstancia tan particular solo se ha visto recientemente en Hugo Chavéz en 1998 y en Nayib Bukele en el 2019. No obstante el de Chávez, para los efectos comparativos, tuvo la debilidad que ese año la abstención del electorado rozó el 69%.

    Contrario el caso del Presidente Bukele que su primera elección la ganó por sobre el 53.3% de la totalidad del electorado y su segunda presidencia (2024) la obtuvo con el 84.65%.

    Fueron tres procesos diferentes con causas diferentes, pero latentes y apremiantes cada una de ellas, en la psiquis de sus respectivos pueblos o naciones.

    En el caso que nos ocupa, el de los Estados Unidos (por diversas circunstancias he sido testigo presencial en cada uno de esos tres procesos) con toda certeza al margen de otras motivaciones particularizadas, podríamos situar las más apremiantes y emotivas fueron: 1) la inmigración, 2) la presión de imponer el wokismo y 3) el hecho económico.

    La inmigración desbordada e incontrolable se estaba haciendo sentir en los Estados Unidos de una manera negativa. Ese espectáculo continuo de la frontera sur del país de una muchedumbre cada vez más voluminosa de migrantes presionando traspasar la frontera de manera legal o no, se hizo alarmante en el todo social, desde Florida hasta Nueva York.

    Pronto se llegó a no diferenciar la inmigración por causas políticas a la inmigración errante por las calles y suburbios de las ciudades, que hizo resentir al ciudadano común. Si a ello agregamos los continuos delitos graves cometidos por a todas luces indocumentados y no controlados por las autoridades, se fue conformando un patrón de opinión de rechazo a la inmigración, generalizándose sin distingos, el desorden, el crimen, la vagancia con el extranjero, sin mayores diferenciaciones.

    Solo se sentía que un número mayor de violaciones, robos, asesinatos, infracciones de todo tipo se encontraban unidas a la presencia cada vez mayor de inmigrantes (hispanoamericanos, africanos, haitianos y hasta del Medio Oriente). Sí, se sentía cierto prejuicio racial, era obvio en las expresiones públicas y privadas.

    En ese fenómeno se coló la inmigración inducida proveniente de Venezuela y Cuba particularmente, a través de bandas criminales politizadas (el Tren de Aragua, por ejemplo), cuyo objetivo irrefutable fue la de crear caos y desestabilización en la sociedad estadounidense. Invadirla desde abajo, aprovechando las debilidades del sistema (un poco lo que hizo el integrismo islámico en Europa, pero más brutal).

    A ello se agrega un creciente malestar en el ámbito laboral, puesto que muchos, casi todos los inmigrantes indocumentados aceptaban salarios por debajo de los mínimos, en detrimento de quienes se encontraron en desventaja al tener la carga de la declaración del impuesto sobre la renta y el pago del seguro social.

    2) la cultura Woke se fue imponiendo en Los estados Unidos de una manera inaceptable, incluso entre quienes tradicionalmente han estado involucrados en la defensa de los derechos humanos. La negritud, el feminismo, la preferencia sexual entre otras expresiones en y de la sociedad estadounidense, se fue desplazando hacia la imposición al todo social, mimetizándose con tendencias antidemocráticas y posturas políticas excluyentes relacionadas antiguamente con el marxismo. Lo observado en las universidades estadounidense de mayor prestigio mundial es simplemente inaceptable, presagiaba la involución cultural, y la destrucción de los Estados Unidos de América.

    Fenómeno que no es exclusivo de ese país, España por ejemplo, a través del Podemos, antiguamente dirigido por Pablo Iglesias, y el PSOE de hoy dirigido por Zapatero y Pedro Sánchez han desatado una guerra cultural sostenida en conceptos y valores que enfrentan la esencia de los valores y cultura de Occidente, basados en la cultura y valores de la civilización judeocristiana.

    Por otra parte el feminismo militante que intenta sustituir el matriarcado de signo contrario al patriarcado, ha llegado a zonas francamente insostenibles; como la libre elección del sexo diferente al cual se nació, en un proceso denominado de transexualidad. Donde el sexo no lo define el nacimiento sino la elección posterior del concebido; incluso elección dejada al criterio de un menor de edad.

    Ya no se trata de la aceptación del otro en su sexualidad, sino cambiar el sexo del femenino al masculino o viceversa mediante tratamiento hormonal. Esto ha llevado al caso que un hombre que ha decidido ser mujer, exige competir deportivamente con una mujer nacida mujer.

    Estas posturas no fueron aceptadas por el todo social, y fueron relacionadas con el Partido Demócrata, su candidata y sus parlamentarios.

    Finalmente, el hecho económico. Que bien ha podido ser consecuencia del orden mundial desestabilizado por las guerras focalizadas en Eurasia (Rusia/Ucrania) y el Medio Oriente (Palestina-Israel), al contraerse los mercados y encarecerse el vital combustible basado en los hidrocarburos, se hizo sentir en el consumidor de la clase media; aunque la economía en general de los Estados Unidos se encontraba estable, pero encareciéndose.

    El miedo o la precaución del electorado que una administración demócrata fuere a profundizar la desestabilización, un modo de vida, una seguridad existencial, ante aventuras ideológicas no compartidas por el todo social, culminó en la necesaria inclinación hacia la protección de valores tradicionales dispuestos a evolucionar, pero no a erradicarlos o sustituirlos por aventuras o pretensiones ideologizadas, una vez extinguida la oferta comunista o castrista.