Redes sociales y polarización: tener más amigos ahora nos vuelve menos tolerantes

La polarización política no es nueva, pero desde 2010 se ha disparado a niveles nunca vistos, coincidiendo con la expansión global de los smartphones y las redes sociales. Un estudio del Complexity Science Hub, publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), señala que la mayor conectividad social está fragmentando las sociedades democráticas y empujándolas hacia burbujas ideológicas cerradas y conflictivas.

Según el análisis computacional de más de 27.000 encuestas del Pew Research Center, el número promedio de amigos íntimos en Europa y Estados Unidos se ha duplicado en menos de dos décadas: de dos en 2008, a entre cuatro y cinco en 2024. Estos “amigos cercanos” son aquellas personas cuyas opiniones influyen directamente en temas importantes para el individuo.

Sin embargo, lo que a primera vista parece un indicador positivo de vida social es, en realidad, una fuente de intolerancia creciente.

“Si tengo dos amigos, haré todo lo posible por conservarlos. Pero si tengo cinco, es más fácil prescindir de uno cuando hay conflicto. Ya no necesito ser empático”, explica Stefan Thurner, coautor del estudio.

Más amigos, menos democracia

La investigación advierte que la hiperconectividad está facilitando la formación de grupos homogéneos donde todos comparten una misma visión del mundo, lo que reduce el intercambio de ideas, aumenta el rechazo al disenso y erosiona el debate democrático.

Los datos muestran un giro marcado hacia posiciones ideológicas extremas. En 1999, solo el 14 % de los estadounidenses expresaban opiniones totalmente de izquierda; para 2017, esa cifra había subido al 31 %. En el caso de la derecha conservadora, el salto fue del 6 % al 16 % en ese mismo periodo.

“Las personas ya no combinan ideas de izquierda y derecha según el tema. Cada vez más se alinean completamente con un solo bando”, señala Jan Hofer, también del Complexity Science Hub.

Los investigadores describen esta dinámica como una “transición explosiva” en la que la conectividad sobrepasa un umbral crítico y la sociedad se fragmenta en comunidades hostiles entre sí, sin canales efectivos de comunicación o diálogo.

Una amenaza directa para las democracias

La democracia, advierten los expertos, requiere espacios de encuentro, comunicación y tolerancia entre distintos grupos sociales. Cuando estos desaparecen y se impone la fragmentación, el sistema democrático se degrada.

“La fragmentación destruye la base social de la tolerancia y, con ella, provoca la erosión a largo plazo de las estructuras democráticas”, concluye Thurner.

Como solución, el estudio hace un llamado a fomentar en los jóvenes la capacidad de diálogo con quienes piensan distinto, así como a cultivar la empatía como valor social, para frenar la deriva hacia una polarización sin retorno.