Categoría: Opinión

  • Tiempo para el encuentro, no para el encontronazo

    Tiempo para el encuentro, no para el encontronazo

    Estamos llamados a reunirnos y a unirnos, a vislumbrar y a testimoniar esta presencia en un orbe frecuentemente distraído, hasta el extremo de dejarse corromper y no dejar que resplandezca en nuestra existencia la luz que iluminó la gruta de Belén. Con demasiada frecuencia, olvidamos que construir un mundo más celeste que terrícola, sólo es posible si la perversión no se interpone en nuestros andares, lo que requiere poner alma más que armas y mística poética más que política mundana. Vuelva a nosotros ese espíritu cercano y abandonemos por siempre aquello que nos degenera por completo. Sin duda, nuestra mayor perversión actual se sustenta en la universalidad de esta deformación que nos destruye, lo que nos invita a un cambio interior más auténtico y donante.

    Indudablemente, si no peleas por dar fin a este estado de podredumbre, acabaremos todos formando parte de él, lo que nos requiere moldear la integridad del mañana, que comienza con las decisiones que tomemos hoy. Será bueno, por consiguiente, que nos reencontremos para lograr enaltecer la voz con valentía. Un buen referente puede ser la escena de la creación de Adán pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, donde el dedo del Padre glorioso roza el dedo del hombre; así también, entre nosotros, lo humano y lo etéreo ha de sentirse para hallarse y descubrirse. Quizás entonces no concentraríamos el esfuerzo en la posesión y aún menos en el dominio. Al fin y al cabo, lo trascendente radica en encender la gran estrella del amor y  en dejar que reluzca en el camino.

    Lo complicado es andar perdido y no reconocerse. Cuando el propio corazón no se considera a sí mismo, tampoco se estima nada. Es el momento de la llamada interior, de la preparación a un examen sincero sobre nuestros ritmos. El tiempo es el mejor autor; démonos ocasión para generar tranquilidad  e injertar concordia en el horizonte diario, mientras nos ayudamos a edificar entornos de trabajo transparente, inclusivo y responsable. Reforcemos los estándares éticos en toda la sociedad. Quitemos muros y facilitemos espacios comunes, que sirvan para ofrecer calor de hogar. No hay mejor paz que la que uno mismo difunde e infunde a golpe de pulso, como fruto de la compasión vivida y de la amorosa pasión injertada.

    Se trata de un auténtico amor desinteresado, que se expresa en el amor fraterno que evita los litigios, no juzga y perdona, porque lo sustancial es conjugar el inmaculado ardor entre sí, comenzando por quererse uno a sí mismo para luego amar a los demás. Por eso, es vital que en cada amanecer tengamos una conversión, que nos lleve a desmantelar el aluvión de tormentos que nos atormentan, a frenar los flujos financieros ilícitos, garantizando que los recursos públicos se gestionan de forma transparente. Así, cuando los gobiernos actúan con rectitud, también uno se mueve bajo estos parámetros, haciendo que la confianza sea un hecho real. De lo contrario, resulta difícil restaurarse con el choque de beneficios terrenales, ya que el egoísta únicamente se ama a sí mismo sin rivales.

    Por desgracia, siempre se repite la misma historia, la del enfrentamiento entre semejantes, con la dificultad manifiesta de hacer genealogía, propagando un estado salvaje e inhumano, en el que tantas veces se hace realidad el dicho de que el hombre es un lobo para el hombre. Precisamente, ahora que estamos en un período de acogida, despertemos de todo este letargo y salgamos de este espíritu putrefacto que nos separa, engañados por historias que nos llevan a los callejones sin salida del consumismo. Es menester cuestionarse, buscar y rebuscar el verdadero amor, que no es otro que aquel que colma de significado y alegría la vida. Sea como fuere, estamos en un soplo de espera e ilusión, de reflexión y de transformación. Prepararse para ello, es la luz, que espigará en fraterna filiación.

     

  • Cambio de rumbo

    Cambio de rumbo

    Las condiciones no estaban dadas. No fue antes ni después que cumpliera su ciclo. Es como si fuera aquello de todo tiene su tiempo:  “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo…su tiempo la guerra  y su tiempo la paz..” Eclesiastés 3.8.

    Desde ese fatídico martes 2 de febrero de 1999, cuando aquél vanidoso, envalentonado, irrespetuoso y felón ex-militar alzó su mano derecha  y posó su izquierda sobre la Constitución de 1961 sobriamente empastada, mientras pronunciaba su histórica irreverencia que presagiaba los tormentosos y dolorosos días a porvenir: ”Sí, juro ante esta Constitución moribunda…”, Venezuela no sería la misma, ni para ella, ni para el continente, ni para el mundo.

    Primero se le llamó el proceso, luego revolución bolivariana, y finalmente el filósofo alemán nacionalizado mexicano Heinz Dieterich Steffan le otorgó el edulcorado nombre de Socialismo del Siglo XXI. Y con ese romántico nombre con aroma soviético/cubano, se inició el proceso más tenebroso, sufriente y alocado que haya conocido el continente americano, y buena parte de la comunidad internacional.

    Y con ese pomposo nombre, y una vez asegurada la cooptación de los poderes legislativo y judicial, los medios de comunicación, se inició el proceso de influenciar, financiar y participar en la actividad política y económica del resto de los países hispanoamericanos desde México a la Argentina, sin olvidar el esquivo Caribe angloparlante. Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador, Perú Bolivia, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Paraguay, Brasil, Ecuador, Perú. Todos ellos, alineados en un solo objetivo: enfrentar la influencia de los Estados Unidos en Hispanoamérica  y el Caribe; neutralizar la Unión Europea con su complejo del Buen Salvaje y buscar alianzas políticas, militares y comerciales, con Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Turquía, Siria y el Medio Oriente en general, salvo con  el Estado de Israel, declarado por el mismísimo Chávez como enemigo de la humanidad y con quien muy pronto rompió relaciones diplomáticas .

    Cuba fue otro esquema, en realidad, se fundió con la Venezuela y el Socialismo del Siglo XXI una alianza casi consanguínea, al punto que el propio Chávez lo presentaba como su padre.

    En el 2005 se debió reunir en la ciudad de Mar de Plata/Argentina una Cumbre Extraordinaria de Las Américas, para tratar el tema económico, una especie de ALCA continental. Cumbre que fue saboteada por los peronistas del ala kirchnerista bajo la protección y financiamiento de Venezuela. Allí se jugó la suerte del continente, y se supo desde ese momento que el objetivo era la destrucción de los valores democráticos occidentales sustentados en la libertad individual, la separación de los poderes públicos republicanos y la libertad de mercado.

    Desde ese momento, el objetivo fue sustituir  la OEA por una nueva organización continental  sin la presencia e influencia de los Estados Unidos y Canadá. Y se consiguió. Ya para ese entonces el precio del petróleo había subido  de manera tan repentina y exponencial que le fue posible a Venezuela no solo crear, con la asistencia del Foro de Sao Paulo, diferentes organizaciones latinoamericanas y del Caribe que se podían financiar con el apoyo exclusivo de Venezuela.

    Fue el caso de la Alianza latinoamericana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) fundada por Hugo Chávez y Fidel Castro en el 2004, Petrocaribe fundada en el 2005, la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR) fundada en el 2008, TeleSur fundada en el 2005 que transmite en televisión de alta definición, y que desde el 2014 en inglés desde Quito, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), creada en el 2011, AlbaPetróleo en el 2006 entre PDVSA y una organización de 19 municipios de El Salvador gobernadas por el FMLN, Albanisa de Nicaragua (2007).

    En medio de esta ebriedad monetaria sin control en Venezuela ni en el país receptor, el Socialismo del Siglo XXI creó una alianza con los mismos fines ideológicos que abarcó  todo el continente hispanoamericano y el Caribe, la España de Zapatero y Pedro Sánchez, y las ciudades de Londres, Italia y Nueva York, además de sus alianzas políticas con Rusia, Bielorrusia, Irak, Siria, Irán, Turquía y Libia.

    Cuando no era donando o vendiendo petróleo y asfalto a precios reducidos, pagaderos a largo plazo, con intereses irrisorios, lo fue prestando un servicio público loable como la Misión Milagro, solo que los beneficios eran remitidos a Cuba.

    Hoy, todo es diferente. Nuestro continente hispanoamericano, decidió rechazar de forma contundente, esos cantos de sirenas sostenidos con dinero mal habido y peor distribuidos. Desde Argentina a Venezuela se ha rechazado el modelo estatista y unipersonal totalmente ideologizado del Socialismo del Siglo XXI, que no fue más que el mismo proyecto marxista tropicalizado por Fidel, que se derrumbó por sí solo.

    El primero en cambiar el ritmo sostenido fue El Salvador con la presidencia de Nayib Bukele, le siguió Ecuador, Bolivia, Peru, Paraguay, Chile, Saint Vincent y las Granadinas, Guyana, Trinidad y Tobago, República Dominicana, y tal como despuntan los resultados, Honduras. Con un hecho muy representativo, en Chile, y ahora en Honduras, cualesquiera fuere en definitiva el ganador, el 80% del electorado rechazó en forma irreversible cualquier propuesta que conlleve caudillismo, comunismo, socialismo, partidismo, negadores todos de la dignidad humana, la libertad y el Estado de Derecho democrático.

    *  Juan José Monsant Aristimuño es diplomático venezolano retirado. Fue embajador de Venezuela en El Salvador

  • ¡Impresentable!

    ¡Impresentable!

    Este martes 2 de diciembre se cumplieron 45 años de la captura, la violación sexual y el asesinato de Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y Jean Donovan. Creo no equivocarme al afirmar que con el sacrificio de estas cuatro religiosas estadounidenses, culminaron las muertes violentas más sonadas en el país y conocidas en el mundo durante 1980. La primera víctima fue Mario Zamora Rivas; este era hermano de Rubén, quien quizás por ser crítico de Nayib Bukele está siendo procesado de la manera más estúpida en el caso de la masacre en El Mozote. Tras la muerte de Mario, procurador general de pobres y dirigente del Partido Demócrata Cristiano, hubo más ejecuciones; monseñor Óscar Arnulfo Romero y otros nombres engrosaron la larga lista. Entonces no existía la figura estatal del “ombudsman”, cuya traducción al español es “defensor del pueblo”.

    Pero esos crímenes no fueron los únicos. Según la Comisión de la Verdad, citando al Socorro Jurídico Cristiano, la matancinga en ese año sumó casi doce mil personas entre la población civil no combatiente; la inmensa mayoría asesinadas a manos de fuerzas gubernamentales, pero también las hubo producto del accionar guerrillero. Además, una gran cantidad de gente fue detenida arbitrariamente y torturada; también abundaron las desapariciones forzadas. Junto con otras atrocidades ocurridas antes y durante la guerra, a excepción del caso de la masacre de los periodistas holandeses, quienes ordenaron y planificaron la barbarie así como quienes la financiaron y encubrieron permanecen protegidos por la impunidad.

    Solo que ahora, existe la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) como institución encargada –entre otras funciones– de asistir a “presuntas víctimas”. Al menos aún aparece en nuestra ninguneada y violada Constitución. Y todas las personas que sobrevivieron a los atropellos contra su dignidad junto a aquellas familias de las que no, no son “presuntas víctimas” sino víctimas reales que sufrieron antes por dichos vejámenes y han seguido siendo ultrajadas hasta la fecha al negarles siempre el conocimiento de la verdad sobre los hechos que las afectaron, la justicia que debió ser impartida y la reparación que les es debida.

    Fuera de algunos informes puntuales y bastante contados, como en el caso de la masacre dentro de la universidad jesuita perpetrada hace más de 36 años, la PDDH no ha estado a la par de esa parte de nuestro pueblo sufriente que en su mayoría habitó y habita el abajo y el adentro nacionales. Podríamos imputar a sus anteriores titulares de haber pecado por omisión, con o sin mala leche, al no agarrar por los cuernos al toro de la arbitraria protección de los autores imprescindibles de las canalladas del pasado.

    Pero ni el primer procurador –Carlos Mauricio Molina Fonseca, buena persona pero desconocedor en su momento de la materia– ni Eduardo Peñate Polanco, exjuez y exmagistrado cuestionado por su pasado en la judicatura y sancionado internamente dentro del Órgano Judicial que renunció al cargo, ni Marcos Valladares quien por ser su adjunto lo sustituyó, hicieron lo que Raquel Caballero de Guevara hizo y está haciendo: arrodillarse sin vergüenza ante el poder y ser tapadera de los malacates oficialistas y sus maldades mientras se dedica a ofender con su desprecio hacia las víctimas y hasta burlarse de estas.

    A sus actitudes y expresiones bayuncas –como enojarse y no responder en una entrevista al preguntarle por el nepotismo comprobado durante su primer mandato o presumir de su “linda cara” mientras “comparecía” ante la comisión legislativa respectiva al cuestionarla por sus viajes al exterior durante el segundo– debe sumarse algo más reciente e infame: la repartición de los premios y reconocimientos institucionales que acostumbran realizar anualmente desde hace un buen tiempo. ¿Por qué? Pues, entre otras razones, por haber galardonado a la Policía Nacional Civil siendo acusada de violar derechos humanos en el marco del régimen de excepción

    Además, por haberle entregado una estatuilla a Carlos Marroquín –alias “Sliptone”– nombrado por Bukele como director de Reconstrucción del Tejido Social y mantenido en el cargo hasta la fecha pese a que hace unos años escuchamos una grabación nunca desmentida en serio, no obstante la anuencia del medio que lo publicó a someterla a un peritaje para demostrar su autenticidad. En este, Marroquín se oye conversando con un desconocido integrante de una mara acerca de la protección y la ayuda que le brindó a un destacado líder pandillero para huir del país.

    A él, junto a la citada corporación policial y otras objetadas entidades estatales, la “defensora del puesto” le agradeció “por cada palabra y acción” buscando “proteger la vida, acompañar el sufrimiento, promover la justicia y sembrar esperanza”. ¿Proteger a quiénes? ¿A los liderazgos de esas agrupaciones criminales? ¿Sembrar esperanza entre una población desesperada por tantas causas? Debería ella responder tales interrogantes. Y usted que leyó estas líneas, me gustaría que respondiera esta: ¿Esta doñita es impresentable?

  • Modernización acelerada, viejos retos por afrontar: la transformación del Derecho Laboral salvadoreño en 2025

    Modernización acelerada, viejos retos por afrontar: la transformación del Derecho Laboral salvadoreño en 2025

    El Derecho Laboral en El Salvador atraviesa un proceso de modernización profunda. La reciente aprobación de la Ley para la Protección de Datos Personales ofrece un hito importante: por primera vez el país cuenta con una norma integral que regula el tratamiento de información personal de trabajadores y empleadores, consolidando derechos al acceso, rectificación, cancelación y oposición (ARCO-POL), así como obligaciones de custodia, seguridad y transparencia. Esta ley no es un accesorio: es una herramienta que reconoce la dignidad de las personas en un mundo laboral crecientemente digital y globalizado.

    De igual forma, la ratificación del Convenio 190 de la OIT sobre violencia y acoso en el mundo del trabajo consolida un compromiso internacional: visibilizar y sancionar conductas que vulneran la dignidad, la integridad física y psicológica de quienes laboran. Por primera vez, la normativa internacional exige que empleadores, sindicatos y Estado garanticen espacios laborales libres de violencia, sea en oficinas, casas, centros de trabajo o en entornos virtuales.

    Existiendo, a nuestro criterio, una deuda pendiente con una normativa secundaria que desarrolle todos los derechos y obligaciones detallados en el Convenio referido. A ese impulso normativo se añade una práctica judicial moderna: cada vez con más frecuencia se admite la prueba digital en procesos laborales, reconociendo que las relaciones laborales, los contratos, las comunicaciones y hasta las evidencias de acoso o incumplimiento pueden residir en plataformas electrónicas.

    Ese reconocimiento —aunque todavía con matices— desplaza la cultura del papel y consolida un enfoque de Derecho Laboral adaptado a la era digital. No obstante, más allá de estos logros, el escenario exige anticipación.

    Tal como advierte un reciente artículo sobre empleos en riesgo para 2030, la automatización y el uso de inteligencia artificial (IA) amenazan empleos administrativos, de oficina, contables, teleoperadores y otras ocupaciones repetitivas. Esa tendencia obliga al país no solo a modernizar la regulación tradicional, sino a construir un marco jurídico capaz de responder a la transformación estructural del trabajo: modalidades transnacionales, teletrabajo mas flexible, colaboradores que prestan servicios desde otro país para empresas sin presencia local, jornadas asincrónicas, la desconexión digital, regulación de algoritmos y protección de Derechos Fundamentales en entornos virtuales.

    En pocas palabras: el Derecho Laboral salvadoreño requiere Normas que garanticen Derechos ante la algorítmica, reglamentos claros para trabajadores remotos y transnacionales, protección frente a vigilancia digital, regulación sobre inteligencia artificial en la gestión del talento, así como estándares de formación continua. El camino recorrido en 2024–2025 demuestra voluntad normativa: protección de datos, dignidad, acoso cero, reconocimiento de lo digital.

    Pero el desafío del futuro —una revolución en la naturaleza del trabajo— demanda visión, actualización constante y compromisos de largo plazo. Si logramos anticipar esos cambios con regulación adecuada, no solo preservaremos Derechos sino que construiremos un mercado laboral competitivo, justo y preparado para la economía del siglo XXI.

    * Jaime Solís es experto en Derecho Laboral

  • Navidad: la sabiduría que adquiere un rostro humano

    Navidad: la sabiduría que adquiere un rostro humano

    Dos grutas han marcado un antes y un después en la historia de la humanidad: la caverna de Platón y la gruta de Belén. La primera, un mito narrado por un filósofo griego del siglo IV a. C.; la segunda, un acontecimiento histórico recogido por Lucas en su Evangelio.

    En el mito platónico se narra la historia de unos prisioneros encadenados dentro de una cueva desde su nacimiento, donde solo ven sombras proyectadas en la pared y las confunden con la realidad. Uno es liberado, descubre primero el fuego y luego, al salir, el mundo verdadero y el sol, causa de todo lo visible. Al regresar para ayudar a los demás y liberarlos, es rechazado y ridiculizado. Esta alegoría describe el paso de la ignorancia al conocimiento y la misión del filósofo de guiar hacia la verdad, aun frente a la resistencia (República, VII, 514a–517a).

    La escena de Belén es muy distinta: una noche silenciosa, una gruta humilde utilizada como refugio para animales, oscura y sin ornamentos. Allí, María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada (Lucas 2, 6-7).

    Con cuatrocientos años de distancia ambas historias nacen en una cueva: entrada estrecha, interior más amplio, penumbra que pronto se convierte en oscuridad; frío, ambiente húmedo y aire denso. El suelo, irregular y resbaladizo por las filtraciones, se acompaña de ecos que amplifican cualquier sonido, en un silencio que invita al recogimiento, creando una atmósfera de misterio y sacralidad.

    En ambos relatos, la oscuridad es el punto de partida, pero ambos terminan en la luz: en Platón, una luz exterior que revela la verdad; en Belén, una luz interior que nace de Dios hecho hombre. Para Platón, el hombre debe salir para encontrarse con la realidad; en el cristianismo, es necesario entrar para encontrarse con Aquel que es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). La caverna platónica exige esfuerzo humano y educación filosófica para llegar al bien; la cueva de Belén muestra a un Dios que se ofrece gratuitamente como nuestro único Bien.

    En Platón, el hombre emerge de la oscuridad hacia la luz para desplegar su facultad más divina: la inteligencia; en Jesús, en cambio, la Luz desciende a la oscuridad para manifestar la dimensión más humana de Dios: un bebé recién nacido.

    En el Evangelio, los pastores dormían al raso cuando “el ángel del Señor se les apareció, y la gloria del Señor los envolvió con su luz” (Lc 2, 8-9); en Platón, los prisioneros deben ser despertados por quien consideran un loco. El paso del sueño a la vigilia, de las cadenas a la libertad, de la ignorancia al conocimiento, la gracia de la conversión… supone siempre un despertar a la realidad.

    La gruta de Belén, lugar de sombras, se llenó de una luz que no provenía del fuego ni del sol, sino de la Eternidad hecha carne. Era como si el sol de la Verdad, del que hablaron los filósofos, hubiese entrado en la caverna de los hombres no para llamarlos desde fuera, sino para iluminarlos desde dentro.

    Ambos relatos coinciden en que la luz transforma radicalmente la visión de la realidad, pero difieren en el origen y en el modo de alcanzarla: en Platón, es fruto de la ascensión del hombre; en el cristianismo, es del descenso de Dios en la Encarnación. Para Platón, es el encuentro con la realidad; para Dios, es el encuentro con el hombre. Como dejó escrito san Agustín en las Confesiones (X, 27): “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Y tú estabas dentro de mí, y yo fuera… Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo”.

    La Navidad nos recuerda que la Encarnación del Hijo de Dios realiza la síntesis más alta que la mente humana, por sí sola, jamás habría imaginado: la verdad no es solo un tema de erudición, sino, en Jesucristo, es sobre todo un tema de Adoración. El Logos eterno requiere estudio, pero un estudio que se ha de realizar de rodillas.

    *Fernando Armas Faris, Sacerdote y Doctor en Filosofía 

     

  • Yamil Bukele, el nuevo presidente de la FESFUT

    Yamil Bukele, el nuevo presidente de la FESFUT

    A partir del próximo viernes asumirá oficialmente como presidente de la Federación Salvadoreña de Fútbol (FESFUT), Yamil Alejandro Bukele, quien desde hace seis años y medio ha desempeñado el cargo de presidente del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (INDES). Sobre Bukele se han generado, desde la prensa deportiva, una serie de expectativas alimentadas por el fracaso de los dirigentes anteriores que llevaron a nuestro fútbol once a ser un total fracaso localmente y en toda competición más allá de las fronteras.

    Las elecciones para el período 2025-2029 están programadas para el 12 de diciembre con la participación de los delegados de todas las categorías del futbol nacional, quienes de “forma secreta” emitirán su voto. Para dichas elecciones se postuló una planilla única abanderada por Bukele, quien lleva como compañeros de trabajo a Fabio Miguel Molina (sector privado) en calidad de primer vicepresidente; José Eduardo Amaya (sector privado) como segundo vicepresidente; y para los cargos de  directores postula a Brenda Alejandrina Salmerón (sector privado), Samuel Edgardo Gálvez (sector fútbol profesional), Mario Indalecio Miranda (sector aficionado) y Santos Antonio Zelaya (sector de fútbol aficionado).

    En otras palabras la planilla única es la que asumirá el reto de darle transparencia a la FESFUT y de generar las condiciones necesarias para sacar al fútbol nacional, en la modalidad once, del fondo que ha tocado desde hace varios años. Bukele sin tener competencia de otra planilla y contando con el apoyo casi unánime de la prensa deportiva, presentó su “Plan Maestro de Fútbol Salvadoreño 2025-2029” en el cual promete realizar una reingeniería uniendo el fútbol base, profesional y privado. Promete la transparencia y el desarrollo como pilares para lograr el gran objetivo.

    Su plan de reingeniería total contempla el reordenamiento institucional y la buena gestión administrativa y deportiva. Con el reordenamiento pretende profesionalizar el sistema  y establecer un modelo de transparencia para romper con prácticas deshonestas de dirigencias pasadas y sanear la institución; mientras que con la administración deportiva proyecta elevar el nivel del fútbol nacional y mejorar las condiciones de los actores del fútbol, léase jugadores, entrenadores, aficionados, árbitros y todos los protagonistas.

    El “Plan Maestro” también contempla el desarrollo de las selecciones en todas sus categorías y modalidades con reformas profundas enfocadas en el crecimiento y la mejora en el rendimiento de las selecciones nacionales; asimismo,  la gobernanza y la tecnología  a través de la modernización del uso tecnológico; además, contempla el área de la infraestructura, en el sentido de darle sostenibilidad al plan, es decir apostarle a mejores canchas y escenarios, básico para generar desarrollo.

    El plan de Bukele parece perfecto en un deporte donde por décadas todo se ha hecho mal. Tan mal se ha hecho que el mismo Bukele sin haber sido electo oficialmente, ya tomó decisiones como presidente de la FESFUT, por ejemplo ratificar a Hernán Darío “Bolillo” Gómez como director técnico de la Selección de Fútbol o presentar al ecuatoriano Galo Izurieta, como secretario general de la FESFUT.

    A los aficionados no nos queda más que confiar en que la gestión de Bukele ayudará a sentar las bases para sacarnos del fondo del fútbol once y que el futbol femenino y el futbol playa continuarán en alza respetando procesos de crecimiento y desarrollo. Al fútbol hay que masificarlo y  volverlo competitivo. La creación de escuelas de fútbol y el desarrollo transversal en el sistema educativo  nacional deben ser vitales. Las alcaldías y el Ministerio de Educación deben jugar un papel trascendental para fomentar los deportes y particularmente el fútbol. A las clases deben volver los profesores de educación física y cada distrito debe tener las escuelas o academias de fútbol necesarias. Los juegos estudiantiles a nivel nacional deben volver con el grado de competitividad  que tuvo en las décadas del 60, 70 y 80. Acá , el nuevo directorio, con Bukele a la cabeza, debe presentar planificaciones viables que se ejecuten con la inmediatez que se requiere.

    La nueva FESFUT debe ser abierta a las propuestas de los diferentes sectores, sin politizar con fines partidarios. La empresa privada y las instituciones públicas son necesarias no solo con patrocinios, pues también son fundamentales sus escuelas. Si tienen guarderías, pueden tener escuelas de futbol alentadas por medidas como excepción de impuestos o cualquier otro tipo de incentivos. Las propuestas del desarrollo del fútbol a escala nacional deben emanar de la FESFUT y para ello deben escuchar a genta con criterio de estadista y amante del fútbol, deseosos de querer servir al desarrollo de este deporte.

    Bukele ha iniciado con una medida impopular, como ha sido el anunció de la renovación del “Bolillo” Gómez, un buen técnico en su momento, pero que parece desfasado y que se ha quedado con la retórica de su pasado. Yamil tenía la oportunidad de iniciar con “casa limpia” y darle las gracias al “Bolillo”, quien hizo algo insólito al celebrar la goleada que Panamá le propinó a  nuestra Selecta. Ante todo el mundo celebró la derrota cuscatleca y luego se desligó del “fracaso” al culpar a los más de 40 años de inoperancia de nuestro deporte rey. Tenía razón en cuanto a la verdadera culpa, pero su promesa fue mejorar el rendimiento de la Selecta y “llevarnos al mundial”. Muchos le creyeron.

    Hay que agregar que con el “Bolillo” al frente la Selecta apenas pudo ganarle de manera inmerecida a Guatemala y luego sumó cinco derrotas seguidas, incluyendo las tres consecutivas en el estadio Cuscatlán, otrora escenario que daba miedo a los rivales. El “Bolillo” lanzó una pintoresca cortina de humo al mandar a reducir las dimensiones de la cancha lo cual mantuvo entretenidas las discusiones de los aficionados y algunos periodistas deportivos que vieron esa acción como una estrategia de primer nivel. Tres derrotas consecutivas en el Monumental nos demostraron que solo fue retórica barata. Por esta y otras realidades Bukele no lo debió ratificar cuando ni siquiera ha asumido el cargo de manera oficial. Ojalá  que por el bien de todos el  “Bolillo” no cierre la boca a los que no estamos de acuerdo con su ratificación o que Bukele rectifique.

    En cuanto al anunciado nuevo secretario general de la FESFUT, con todo respeto para el ciudadano ecuatoriano, pienso que en el país hay destacados profesionales con similar o mejor currículo. Como todo aficionado amante del fútbol, espero que Galo Izurieta me mande a callar con su buen desempeño.

    Bukele va a requerir de buenos asesores y honestamente pienso que los tendrá y sabrá escuchar. Ya dos de sus personajes de la planilla han sido criticados porque han ocupado cargos de decisión y no han sido del todo eficientes. Ojalá y alguien lo asesore y le diga que en primera división salen sobrando cuatro equipos y que en la liga ocho equipos, con un máximo de tres buenos extranjeros y con  buenos escenarios, son suficientes.

    Por ahora Yamil tiene el voto de confianza de la afición y el apoyo casi generalizado de la prensa deportiva . Todos los aficionados esperamos que al frente de la FESFUT haga un buen papel que se vea reflejado en un mejor nivel competitivo de nuestro fútbol. Suerte Yamil, suerte aficionados.

    *Jaime Ulises Marinero es periodista

     

     

  • Cuando los libros se vuelven fiesta: una invitación a soñar desde la lectura

    Cuando los libros se vuelven fiesta: una invitación a soñar desde la lectura

    En muchos lugares del mundo, los libros ya no viven encerrados en estantes: ahora caminan entre la gente, celebran, cantan y dialogan. He visto cómo las ferias del libro se transforman en verdaderas fiestas culturales donde miles de personas se acercan no solo a comprar, sino a vivir la lectura como una experiencia compartida.

    Y mientras contemplo todo esto, pienso con alegría que en nuestro querido El Salvador ya hemos tenido destellos de estas celebraciones. Y sé que podemos seguir fortaleciéndolas, con creatividad, unión y un renovado deseo de acercar los libros a más personas.

    Ferias del libro: cuando el papel se vuelve celebración

    Durante años, las ferias del libro fueron simples espacios de venta. Hoy, en muchas ciudades del mundo, parecen festivales: hay música, charlas con autores, talleres para niños, presentaciones teatrales y hasta experiencias digitales que mezclan tradición y tecnología.

    Lo más bello es que estos encuentros construyen puentes entre lectores y escritores. Cada conversación, cada libro firmado, cada historia contada frente a un público convierte a la lectura en un acto de comunidad.

    En El Salvador, aún podemos crecer en estas experiencias masivas, pero no estamos lejos ni impedidos. Contamos con talento, lectores fieles y espacios culturales que, con más impulso y apoyo, podrían convertirse en celebraciones literarias de gran alcance.

    Como salvadoreño y escritor, sueño con ver esas fiestas multiplicarse en plazas, parques y centros educativos.

    Premios literarios: cuando nacen nuevas voces

    También los premios literarios han cambiado. Antes parecían destinados solo a autores consagrados. Ahora vemos certámenes locales, regionales y temáticos que buscan iluminar nuevas voces: jóvenes, mujeres, escritores independientes y narrativas antes invisibles.

    Este cambio es una bendición para la literatura y una invitación para los lectores. Los premios funcionan como brújulas: nos muestran obras frescas, relevantes, que dialogan con temas como la migración, la identidad o la vida cotidiana en nuestras comunidades.

    Un premio bien otorgado puede cambiar una carrera, sí. Pero también puede cambiar a un lector que descubre una voz nueva que lo conmueve o lo inspira.

    Entre el libro impreso y lo digital: un nuevo equilibrio

    En los encuentros literarios también se conversa mucho sobre la edición digital. Audiolibros, plataformas en línea y dispositivos electrónicos han abierto puertas donde antes solo había muros.

    Es cierto que existen desafíos como derechos de autor, acceso tecnológico y calidad editorial, pero la meta es clara: llegar a más lectores. El libro digital no pretende sustituir al impreso; más bien lo acompaña y complementa. La lectura cambia de forma, pero no pierde su poder de transformar.

    La literatura como motor social

    En estos espacios literarios también se reflexiona sobre el papel social de la lectura. No se habla solo de entretenimiento, sino de educación, inclusión, convivencia y construcción de ciudadanía.

    Un país que lee piensa mejor, dialoga mejor y sueña mejor. Como dice la Escritura: “La sabiduría es árbol de vida a los que de ella echan mano; y bienaventurados son los que la retienen” (Proverbios 3:18).

    Leer es justamente eso: abrazar una sabiduría que ilumina nuestro caminar diario.

    Un sueño posible para El Salvador

    Sueño, como Alfredo y como salvadoreño, con ver nuestro país lleno de ferias del libro vibrantes, premios literarios que impulsen nuevas voces, debates culturales que unan a la comunidad y jóvenes que descubran en un libro un mundo nuevo.

    Sueño con ver a El Salvador celebrar la palabra escrita como celebramos la música, el arte o el deporte. Y creo sinceramente que es posible. Porque todo comienza con un libro abierto. Y con alguien, quizá usted, quizá yo, dispuesto a leer la primera página.

    *Alfredo Caballero Pineda, es escritor y consultor empresarial. 

    alfredocaballero.consultor@gmail.com

     

  • Tu cámara te puede proteger o te lleva a Mariona

    Tu cámara te puede proteger o te lleva a Mariona

    En El Salvador estamos viviendo tiempos tan peculiares que, si no fuera por la seriedad del asunto, uno pensaría que la realidad nacional fue escrita por un guionista que mezcla drama, comedia y advertencia moral en un solo episodio. La seguridad ha mejorado, sí, pero también vivimos días en los que la prudencia dejó de ser una virtud opcional para convertirse en un sistema de seguridad personal. Hoy más que nunca conviene caminar suave, pensar antes de hablar y recordar que una respuesta impulsiva puede convertirse en un boleto directo a un conflicto legal.

    Porque seamos sinceros: hay personas tranquilas… y luego están los otros. Los héroes improvisados de la calle. Los gladiadores del tráfico. Los comentaristas jurídicos espontáneos que se creen expertos en leyes por haber visto un video de treinta segundos en redes sociales. Y estos personajes abundan. Son los que creen que cualquier desacuerdo es un debate nacional, los que inflan el pecho como si la arrogancia fuera un músculo, y los que imaginan que levantar la voz automáticamente les concede la razón. Ese eterno problema del orgullo humano que, por cierto, nunca ha ganado un juicio, pero sí ha ganado muchos problemas.

    La arrogancia, además, es peligrosa porque convence al individuo de que es infalible. Le susurra al ciudadano: “Puedes decir lo que quieras, amenazar a quien quieras, grabar a quien quieras, porque tú sabes tus derechos”. Pero la realidad es que la ignorancia jurídica combinada con el orgullo es una receta infalible para el desastre. Esa mezcla convierte a una persona común en una fábrica de conflictos legales ambulantes. Es como caminar con una antorcha dentro de una tienda de fuegos artificiales: tarde o temprano algo va a explotar. Y claro, en esta época moderna el orgullo encontró su nuevo juguete: el teléfono celular.

    No falta quien, en vez de respirar profundo y evitar un conflicto, decide sacar el dispositivo como si fuera una espada y comienza a grabar todo lo que se mueve. Pero grabar a una persona sin su consentimiento no es un acto heroico ni una muestra de “ciudadanía responsable”. Según el artículo 26 de la Ley Especial Contra Delitos Informáticos y Conexos, es un delito de verdad, con sanciones reales, aunque algunos sigan creyendo que “si uno está en la calle, todo se puede grabar”. No, no se puede. Y sí, hay que repetirlo, porque la soberbia suele ser sorda.

    En este escenario aparece uno de los personajes más fascinantes de nuestra fauna social: el opinador autodidacta en leyes. Ese ciudadano que jamás ha leído un código, pero opina sobre derecho con la firmeza de un magistrado de la Sala de lo Constitucional. Pretende corregir al abogado como si este fuera un estudiante que repite clases. Es exactamente como cuando un chamán discute con un médico sobre un dolor de estómago. El médico pide exámenes, calcula riesgos, receta tratamientos; el chamán, convencidísimo, recomienda pasar un huevo y una rama para expulsar la mala energía.

    Ambos creen tener razón, pero solo uno tiene ciencia, estudio y respaldo profesional. Lo mismo ocurre cuando ciertos expertos de redes sociales “explican” por qué supuestamente sí se puede grabar sin permiso, por qué insultar no es delito, o por qué amenazar “solo de palabra” no tendrá consecuencias. Hablan con tanta seguridad que uno sospecha que su valentía proviene más del orgullo que del conocimiento. La arrogancia, sin duda, encuentra su escenario preferido en las calles. En el tráfico, donde el calor, el estrés y la impaciencia se mezclan sin misericordia.

    Es ahí donde aparecen los personajes que confunden tono elevado con autoridad moral. El conductor que baja la ventana para “enseñar respeto”. El peatón que se siente juez del orden vial. La persona que cree que alzar la voz la convierte en dueña de la verdad. Pero cuando de pronto esa actitud arrogante cruza la línea hacia insultos, amenazas o grabaciones ilegales, el asunto deja de ser comedia urbana y se convierte en materia penal. Después vienen las frases clásicas: “Fue un momento de enojo”, “No pensé que era delito”, “Solo quería que me respetaran”.

    Sí, pero un instante basta para que la libertad quede comprometida. Y aquí es donde entra el aporte poderoso: la verdadera fortaleza no está en la voz que grita, sino en el corazón que domina su propio impulso. En estos tiempos turbulentos la persona fuerte no es la que impone miedo, sino la que evita el conflicto. No es la que responde con orgullo, sino la que actúa con inteligencia emocional. La soberbia hace ruido, pero la prudencia salva vidas. La arrogancia levanta muros, pero la humildad abre puertas. Y cuando la sociedad entera se encuentra en un proceso de reacomodo y disciplina, cada acto responsable se convierte en una contribución a la paz nacional.

    Necesitamos más ciudadanos que respiren antes de reaccionar, que midan consecuencias antes de actuar, que prefieran escuchar antes que discutir. El país no necesita más héroes callejeros: necesita gente inteligente. No necesita más opinadores sin fundamento: necesita personas que entiendan que la libertad es el tesoro más fácil de perder por una tontería. Y perderla por orgullo es una tragedia innecesaria. La humildad no es debilidad; es madurez. La prudencia no es cobardía; es sabiduría. Son virtudes que mantienen a las personas lejos de las audiencias judiciales, lejos de los problemas y, sobre todo, cerca de su familia.

    Porque mientras las cárceles están llenas de historias que comenzaron con un arrebato de orgullo, los hogares están llenos de familias que siguen unidas gracias a alguien que supo cuándo callar, cuándo ceder y cuándo retirarse a tiempo. Así que recuerde esta verdad que hoy es más urgente que nunca: la libertad se cuida como se cuida la respiración. No la arriesgue por ganar una discusión, por demostrar prepotencia, por grabar y publicar sin permiso o por querer parecer más fuerte de lo que realmente es. En nuestra realidad actual, la persona sabia es la que no entra a conflictos que no necesita.

    También es importante aclarar que la grabación solo es válida y legítima cuando se hace por razones de seguridad personal, es decir, cuando la persona necesita documentar un hecho para presentarlo exclusivamente ante la Policía o en un tribunal de justicia. En ese contexto, la ley lo permite porque se trata de proteger un derecho o demostrar una situación real. Pero esa grabación jamás debe ser publicada en redes sociales, porque ahí la intención cambia por completo: ya no es seguridad, sino exposición pública.

    Y cuando se expone la imagen de alguien sin su consentimiento, no solo se violenta su dignidad, sino que además se activa responsabilidad penal. En otras palabras: grabar para defenderse está permitido; publicar para avergonzar, exhibir o “hacer viral” es meterse en un problema legal del que después nadie quiere responsabilizarse. En conclusión, grabe solo para protegerse, nunca para exhibir. Una grabación usada correctamente puede ser una defensa; una grabación publicada sin permiso puede ser un delito. La diferencia entre prudencia y problema está en un solo clic.

  • Resiliencia demográfica en El Salvador: construir puentes entre generaciones antes de que se cierre la ventana del bono demográfico

    Resiliencia demográfica en El Salvador: construir puentes entre generaciones antes de que se cierre la ventana del bono demográfico

    El Salvador vive una transformación demográfica profunda que está redefiniendo el tamaño, la estructura y el futuro del país. La población prácticamente ha dejado de crecer, la fecundidad ha caído muy por debajo del nivel de reemplazo y las cohortes de niños y jóvenes se reducen con mayor rapidez de la prevista. Paralelamente, aumenta la proporción de adultos mayores y persiste un patrón migratorio que, durante más de medio siglo, ha reducido la base poblacional joven y ha consolidado redes transnacionales que sostienen buena parte del ingreso de los hogares. Esta nueva realidad demográfica plantea un desafío central: la necesidad de fortalecer la resiliencia del país frente a cambios profundos en su estructura por edades.

    La resiliencia demográfica se refiere a la capacidad de una sociedad para anticipar, absorber y transformar los efectos de estas transiciones. Esa capacidad depende, sobre todo, de dos pilares que determinan cómo se distribuyen riesgos y oportunidades entre generaciones: la solidaridad de corto plazo y la cohesión social intergeneracional, que garantiza la sostenibilidad de los pactos sociales en el largo plazo.

    En El Salvador, la solidaridad se manifiesta con especial claridad a través de las remesas, los subsidios públicos y la cooperación internacional. Entre estos mecanismos, las remesas constituyen el pilar más visible y estable. Durante décadas han funcionado como la principal fuente de apoyo económico entre generaciones, tanto dentro del territorio como entre familias separadas por la migración. Su peso en la economía ha crecido de manera sostenida: de representar menos del 5 por ciento del PIB en los años previos a la guerra, pasaron a promediar más del 11 por ciento tras los Acuerdos de Paz, superaron el 20 por ciento después de los terremotos de 2001 y alcanzaron casi el 25 por ciento en el período pospandemia. Este incremento revela que, conforme avanza la transición demográfica y se profundiza la emigración, las remesas se han convertido en un componente estructural del bienestar nacional.

    A nivel de hogares, alrededor de una cuarta parte de las familias salvadoreñas recibe remesas. Este porcentaje aumenta en aquellos hogares donde viven niños, adolescentes o adultos mayores, lo que confirma que las remesas actúan como un mecanismo de solidaridad intergeneracional que compensa las cargas de cuidado y la insuficiencia de ingresos laborales. En ausencia de una cobertura amplia de seguridad social, las remesas funcionan como un seguro informal que permite cubrir necesidades básicas y absorber choques económicos. Sin embargo, esta dependencia también crea vulnerabilidad, pues expone al país a cambios en políticas migratorias o en las condiciones laborales de la diáspora, variables que escapan al control nacional.

    Si la solidaridad atenúa las vulnerabilidades de corto plazo, la cohesión social intergeneracional determina la capacidad del país para sostener acuerdos justos entre edades en el tiempo. Aquí aparecen tensiones significativas. El primer indicador crítico es el acceso de la población económicamente activa a la seguridad social. Aunque ha habido avances claros, el país continúa con dos tercios de su fuerza laboral fuera del sistema. Este rezago implica que los riesgos asociados a enfermedad, vejez o pérdida de ingresos siguen recayendo casi exclusivamente en las familias, reproduciendo desigualdades entre quienes pueden cotizar y quienes se mantienen en la informalidad. Un pacto intergeneracional sólido requiere ampliar de manera sustantiva esta cobertura.

    El segundo indicador es la carga tributaria. El Salvador ha alcanzado niveles históricos de recaudación, lo que abre una oportunidad para invertir de forma decidida en la niñez y la juventud. Este grupo etario, que se reduce con rapidez, constituye el núcleo de la resiliencia futura del país: serán menos, pero deberán sostener a una población mayor que envejece aceleradamente. La inversión en salud, educación y habilidades productivas no es un complemento, sino una condición indispensable para enfrentar el futuro con equidad y sostenibilidad. Pese a ello, la proporción del gasto público destinada a educación y salud ha tendido a disminuir durante los últimos 20 años, lo que revela una prioridad cada vez menor en estas áreas claves para el desarrollo humano.

    El tercer elemento es el endeudamiento público, que ha crecido incluso en contextos de mayor recaudación. El problema no es la deuda en sí, sino su uso. Cuando los recursos no se destinan a inversiones estratégicas que aumentan la productividad o fortalecen el capital humano, se debilita la cohesión intergeneracional y se trasladan cargas injustas hacia las generaciones futuras. En un país que envejece rápidamente, la falta de orientación con visión de desarrollo en el gasto limita la capacidad de asegurar bienestar sostenido en el tiempo.

    A pesar de estas tensiones, El Salvador aún se encuentra en una etapa favorable de su bono demográfico, caracterizada por una tasa de dependencia relativamente baja. Esta condición ofrece una ventana de oportunidad para fortalecer la productividad, ampliar la protección social y preparar al país para el envejecimiento acelerado que se avecina. Pero esta ventana se cerrará en los próximos 25 años, cuando la proporción de adultos mayores crezca más rápido que la de personas en edad productiva.

    La experiencia internacional muestra que los países que han logrado convertir la transición demográfica en un motor de desarrollo han construido puentes sólidos entre generaciones: inversión prioritaria en la niñez y juventud, sistemas de cuidados que distribuyen responsabilidades de manera equitativa, estrategias fiscales sostenibles y una vinculación activa con sus diásporas. El Salvador necesita avanzar en esa dirección si quiere enfrentar su futuro demográfico con estabilidad y justicia.

    La resiliencia demográfica no es un resultado automático; es una decisión colectiva. El país aún dispone de una oportunidad única para fortalecer la cohesión entre generaciones y transformar su transición demográfica en una plataforma de desarrollo inclusivo. Pero esa oportunidad, como la población joven, se reduce año tras año. Aprovecharla requiere visión, voluntad política y un pacto renovado que asegure que ninguna generación tenga que enfrentar sola los desafíos del futuro.

    *William Pleites es director de FLACSO El Salvador

  • Identidades en caos

    Identidades en caos

    Hace muchos años el escritor Stefan Zweig publicó un libro titulado, “La Confusión de los sentimientos”, algo que, a mi parecer, están padeciendo quienes de buena fe respaldaron el totalitarismo castrista, principalmente, algunos intelectuales, que al ver el cúmulo de fracasos que resultaron sus empeños, se han alejado y hasta roto con el sistema.

    Sin embargo, debemos tener en cuenta que algunas de estas personas en sus tal vez torturadas conciencias tengan neuronas que insisten en justificar el pasado, no por el castrismo sino por ellos mismos, recurriendo, cuando intercambian ideas con individuos de pensamientos contrarios, a las gastadas consignas que usaron en sus tiempos cuando eran devotos servidores de una propuesta fracasada.

    Estos creadores renegados no han roto meridianamente con el pasado como hizo entre otros, Alberto Álvarez, un académico con gran coraje intelectual que nunca deja de alertar sobre aquellos que siguen recurriendo a argumentos y propuestas marxistas o castristas.

    Álvarez, llama la atención sobre académicos supuestamente asilados que en realidad no han roto con el totalitarismo y siguen defendiendo, o al menos justificando, las fórmulas del castrismo. Estos “quedaditos”, usan sus conocimientos académicos para tener una vida a su gusto, esforzándose por tener un pie en la Isla sin sufrir los quebrantos del fracaso que ayudaron a edificar.

    Hay que reconocer que por talentosos que puedan ser estos creadores fueron formados en una sociedad de crispación absoluta, condicionados a odiar y desacreditar a quienes no pensaran como ellos. La descalificación, el fusilamiento moral del adversario en base a la narrativa castrista, deber ser un lastre muy complicado para ser liberado, sin embargo, he conocido a varios intelectuales crecidos bajo el totalitarismo que lo han logrado, siendo para mi Álvarez un ejemplo, aunque no el único.

    Es muy difícil respetar a sujetos que se mienten a sí mismos y pretenden hacerlo con los demás, actuando por oportunismo y no por convicción. Mientras, al interior de Cuba, intelectuales, periodistas y creadores en general confrontan la autocracia sin temor a las consecuencias, a pesar de amenazas comprobadas de terminar con sus huesos en cualquier mazmorra.

    Sin embargo, hay unos terceros que no debemos omitir. Individuos que por su conducta sufren también un severo ostracismo interno que los ha ido convirtiendo en no personas por asumir posiciones críticas. El sistema no les perdona su falta de incondicionalidad, sus cuestionamientos, por pálidos que sean, aunque, paradójicamente, varios de ellos, siguen creyendo en el socialismo a pesar del desastre que ayudaron a crear.

    Algunas de estas personas sufren un síndrome similar al de los llamados “quedaditos”. Han roto con el sistema, pero no con su pasado. Cuando debaten defienden sus antaño quehaceres, más que a la propia tiranía, discutir con ellos es harto complicado porque intentan justificar sus actuaciones aludiendo que eran tiempos diferentes y hasta sugiriendo que el castrismo no era en principio nefasto, sino que se endureció en respuesta a quienes lo enfrentaron.

    No cesan de relacionar a la oposición histórica y hasta sectores de la llamada disidencia con Estados Unidos y sus agencias de investigación, aun mas, gustan identificar a su adversario con el mandatario en funciones, específicamente con los más conservadores y, por último, tienen un mantra predilecto, “el bloqueo”, aunque conocen que este no existe y que las limitaciones impuestas al pueblo cubano han sido instaladas por su propio gobierno.

    El totalitarismo y sus defensores, abiertos o encubierto, no cesan de recurrir a la descalificación de adversarios y enemigos, vinculando a quienes contrarían sus propuestas a potencias extranjeras o a intereses contrarios a la Patria, calificándolos de traidores.

    Ese desprestigio no es casual, es parte del descrédito sistemático implementado por el sistema para restarle fuerza moral a quienes postulan propuestas contrarias a las oficiales.

    A través de los años he conocido y compartido con algunas de estas personas que reconocen haberse equivocado y tuvieron el coraje de rectificar su rumbo combatiendo, al riesgo que fuera necesario, incluido la cárcel, la motivación de sus probables injusticias, el mas notable de todos, Ricardo Bofill.

    Confieso que admiro a esas personas, aunque no tanto como a aquellos que nunca se dejaron obnubilar por la utopía. Merecen respeto por su rectificación, pero más que todo, por su decisión de combatir a quien los convirtió en instrumentos de odios.
    A los que aun padecen la confusión les sugiero un profundo acto de contrición, errar es humano y la justicia nos alcanzará a todos.

    *Pedro Corzo es periodista cubano