Categoría: Opinión

  • Ante la guerra cultural

    Todo comenzó el 9 de noviembre de 1989 y culminó un 25 de diciembre de 1991; es decir, dos años después de la caída del muro de Berlín, cuando se disolvió la Unión Soviética, y las 15 repúblicas que la integraban, declaraban su independencia.

    No fue tan sencillo así, como comprar un ticket para ver un filme laureado en cualquier sala de cine de moda; hoy en vía de extinción ante los embates de Netflix, Hulu o PrimeVideo donde se puede ver cómodamente sentados en nuestras butacas, infinidad de series o películas con nuestras más admiradas actrices o actores, de hoy y del pasado.

    Fue un proceso de descomposición interna de un modelo económico y social, tan rígido como cualquier religión existente de las provenientes del Medio Oriente y el Mediterráneo. Con el agravante que este modelo estatista en lo económico, cultural y convivencia social producía tristeza, decepción y desgano. Y los dioses no eran los dioses griegos, romanos, cristianos o islamitas, sino simples hombres y mujeres con bajezas, envidias, limitaciones, pasiones, complejos y desviaciones psiquiátricas.

    Por supuesto obviaban un factor consubstancial al homínido cuando decidió caminar erguido: el sentido de la libertad. Y luego, cuando optó por vivir en comunidad con tantas libertades como cuantos humanos constituían la constituían; y decidieron crear normas comunes para todos y lograr vivir en convivencia, sin atropellarse unos a otros ni perder su libertad.

    Normas tan antiguas como las dadas por Moisés a su pueblo cuando salió de Egipto en busca de la tierra prometida, o las del rey Hammurabi de Babilonia, escritas unos 1700 años de nuestra era.

    La batalla ha sido interminable, paso a paso, a medida que el hombre (en sentido universal) fue adquiriendo conocimientos. La Carta Magna inglesa firmada por el rey inglés Juan sin Tierra en 1215 bajo presión de los Barones, lo convirtió en «el primero entre los pares» colocándole límites a su autoridad. Y así, pasando por la Ilustración, la Constitución escrita de los Estados Unidos, la Revolución francesa, los Derechos Humanos y un sin número de avances en el mundo occidental que se extiende hacia otros continentes, tendientes todos a salvaguardar la libertad individual, los derechos humanos y la protección de la naturaleza, hasta el presente.

    Al derrumbarse la concepción marxista de la sociedad, el estatismo, comunismo, socialismo científico en 1991, lo que quedó de ello fue una multitud de viudas y huérfanos en un erial espiritual sin retorno.

    En lo económico no había cómo mirar hacia atrás, dado que el estatismo pretendió sustituir la libertad individual, su inventiva, aspiraciones y limitaciones en un túnel interminable e inescapable. Mientras afuera los valores humanos, la libertad de comercio, la libertades individuales avanzaban con tropiezos, incomprensiones y privilegios indebidos, pero avanzaba con resultados concretos en todas las expresiones humanas.

    De modo que ese ejército sin alternativas lo que generó fue un vacío moral, conceptual y reivindicativo que hoy, se podría conceptualizar como el wokismo (progresismo sin alma), dirigido consciente o inconscientemente a derrumbar el modelo de economía de mercado y la llamada moral burguesa, en una búsqueda del poder desde donde se pudiere, de nuevo, imponer desde el estado, el control total de la ciudadanía.

    Así surgió o se mimetizó una vulgar y tradicional rebelión militar como la dirigida por Hugo Chávez en Venezuela, a la cual Fidel Castro le dio sentido político continental el llamado Socialismo del Siglo XXI, que arropaba todas las posturas antiestadounidenses, capitalistas, de libre mercado y electorales democráticas.

    Podemos de España con Pablo Iglesias a la cabeza, el PSOE de Zapatero y Pedro Sánchez, Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Mujica en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua, Salvador Sánchez Cerén y Mauricio Funes en El Salvador, Zelaya de Honduras, Martín Torrijos de Panamá, Fernando Lugo en Paraguay, Umala en Perú, Bachelet en Chile, Lula en Brasil. Y por supuesto todo el Medio Oriente y africano contrario al modelo democrático de libre mercado, desde Libia hasta Siria. Y por supuesto Rusia, China y Turquía, por otros motivos.

    Al final, como la interpretación de Raphael, «Todo se derrumbó».

    Lo que quedó fue un reguero de inadaptados, delincuentes y malvivientes saqueadores del erario espiritual y material. Perseguidores sanguinarios de quienes les impiden el libre disfrute del poder mal habido o mal utilizado.

    Lo que se observa en Venezuela no tiene referencia histórica. No ha existido en la historia de la gobernanza un caso cuyo gobierno se haya dedicado a destruir su propia nación en lo material, territorial e histórica como la banda criminal que oprime y dispersa a sus ciudadanos, en propio interés y en el de intereses extranjeros.

    En España, Pedro Sánchez y sus aliados disociados ha auspiciado al fragmentación nacional, como el caso de Cataluña, han dividido la nación regresando al pasado, introduciendo y valorizando los movimientos Lgbt, feminazis, transexualidad, aborto libre, el islamismo radical y la inmigración descontrolada. Los escándalos de sobornos, cargos inexistentes remunerados, coimas, contrabando, asociaciones ilícitas desde el gobierno, amenaza en convertir a España en un país paria dentro de la Unión Europea.

    En Argentina el triunfo de un liberal en lo económico y libertario en lo conceptual como Javier Milei, la rama más corrupta nacida del otrora peronismo, hoy conocida como el Kirchnerismo, conspira libremente todos los días contra un gobierno atento a devolver al ciudadano su libertad, entre ellas, el retiro paulatino del Estado en todas las actividades personales y nacionales, para substraerle al ciudadano el tutelaje estatal.

    Hoy, desde su prisión domiciliaria, Cristina Kirchner, luego de un juicio por malversación y desviación de dinero público a su favor, iniciado en el 2008, finalmente recibió una condena que por su edad, pudo optar a la prisión domiciliaria, y la obligación de devolver al estado más de 1.300 millones de dólares mal habidos. Queda pendiente otra de traición a la patria, por su componenda con Irán, en el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994 donde murieron 85 personas.

    Es claro que el siglo XXI, se inició con un proceso político planetario, que nos conduce directamente no al fin de la historia, sino a una guerra cultural abierta y sin reservas que no debemos evadir, por el contrario, debemos asumir sin complejos.

  • La confianza en el ser humano y en la fuerza colectiva transformadora

    La esperanza es lo último que debe perderse. Tanto es así, que no hay concordia sin anhelo, como tampoco impulso sin familiaridad; y, aún menos, futuro sin creer en uno mismo. Hay que ilusionarse para poder cerrar brechas, promover el avance y elevar el espíritu creativo. Sin duda, nos merecemos otras situaciones y otros entornos, que reduzcan la polarización y refuerce el sentido de pertenencia armónica. Esto debe generar una concienciación global inclusiva, de respeto hacia todo, con la escucha permanente y el sincero abrazo; para llevar a buen término actividades comunitarias conciliadoras, que nos aviven el deseo de renovarnos, no sobre la desesperanza o la división, sino sobre nuestra humanidad compartida y la firme creencia en un mañana sin contiendas.

    La población tiene que dejar de herirse, de chismorrear, haciéndolo con valentía y tesón. El porvenir es nuestro, no hay que tenerle miedo. Será bueno extender pulsos y latidos, activar entre los jóvenes el anhelo de procrear y de crear otras atmosferas más fecundas. Factores económicos como el acceso a la vivienda, el costo del cuidado infantil o la inestabilidad laboral son limitaciones a la hora de decidir el número de descendientes que pueden tener las familias. El momento no es fácil, nunca lo ha sido. Ahora creo que debemos priorizar las necesidades y las opiniones de los jóvenes, pero también hay que dejarse asesorar por nuestros mayores; su cátedra viviente está ahí, para ponernos alas y reponernos de tantas inhumanidades vertidas por nosotros mismos.

    Será bueno, regresar a la autenticidad del ser que somos, adentrarnos en nuestros valores, para activar otras moradas más seguras y tranquilas. No hay que desfallecer en los intentos de cambio, entonces el desierto será un vergel y el jardín volverá a ser ese poema que nos trasciende e ilumina. Hemos de repoblarnos, sin duda, de fortaleza. Las personas están perdiendo la capacidad de tomar sus propias decisiones; y, esto es grave, se trata de una crisis de libertad. No olvidemos que, nuestra vida personal, tiene más valor que cualquier hazaña posesiva o de poder. Son las propias relaciones activadas de corazón a corazón, como servicio humanitario, las que realmente nos hacen despertar y tomar el camino del entusiasmo, hacia otros horizontes más níveos y mensos usureros.

    Lo sustancial es despojarse de mundo, situar a la persona humana en su integridad inviolable, en el centro de la exploración de la evidencia, con el único símbolo de hermanamiento que conozco, el de la bondad; ya que, tan solo buscando el bien de nuestros análogos, encontramos el nuestro. Un simple acto de clemencia es, por sí mismo, un acto de felicidad. ¡Practiquémoslo! Lo mismo sucede con la tecnología, ha de servir a todas las gentes y al planeta. Lo esencial es darle un cauce seguro, responsable y que no deje a nadie atrás. Indudablemente, cada pequeño gesto cuenta, al menos para que predomine el sentido de ser familia, de compartir las alegrías y las tristezas existenciales, junto con los valores humanos y los principios que los animan.

    En consecuencia, uno debe estar abierto a todas las preguntas, esto nos ayuda a conocernos y a reconocernos en nuestro diario vivencial; sin obviar que el entendimiento intergeneracional es crucial, al menos para generar franqueza y fortalecer la solidaridad y la equidad. Únicamente aquellas soluciones compartidas, sustentadas en los derechos humanos, repararán las heridas. En efecto, todos nos necesitamos en esta época de cambios radicales. Demos prioridad, pues, a estos modelos de actuación hogareña, sin perder nunca la paciencia, incluso cuando nos sintamos deshabitados y caídos, porque levantar la cabeza para recobrar nuestra dignidad es algo natural, que contrarresta toda adversidad. Nos salva la expectativa de no desesperarse. ¡Hagámoslo!

    • Víctor Corcoba Herrero es escritor español

  • La xenofobia hacia los migrantes

    Para iniciar el presente escrito, es oportuno definir qué es xenofobia: «Rechazo u odio al extranjero o inmigrante». A nivel mundial, algunos líderes están promulgando sacar a todos los migrantes, hasta a sus hijos; eso se conoció recientemente en España. Según el periódico español El País, el partido político VOX defiende abiertamente deportar a ocho millones de inmigrantes.

    Lo anterior se suma a la cacería de inmigrantes que ha abierto desde que llegó a su segundo mandato el presidente estadounidense Donald Trump. El pecado es ser inmigrante. Es más, si alguien tiene piel morena o es latino, rápidamente la policía le pide documentos. Muchos están en estos momentos pensando en el futuro cercano llegarán a sus casas o fábricas a deportarlos.

    Estados Unidos ha sido, desde la conquista de los europeos un país de migrantes. Su multiculturalidad es característico casi en toda su región. Los migrantes son los que construyeron y lo hicieron un país de las oportunidades.

    Recientemente hubo manifestaciones en Los Ángeles, California, esos disturbios fueron por las redadas contra inmigrantes sin documentos. Los migrantes anhelan mejores condiciones, las cuales no pudieron cumplir en su país de origen.

    Recordemos que, sin migrantes, especialmente en los Estados Unidos, ¿quiénes cultivarán las tierras, quiénes irán a pescar, quiénes limpiarán las casas y los jardines, quiénes trabajarán en restaurantes, etc. Quizá «el sueño americano» se esté esfumando para muchos que desean ir a ese gran país.

    En los Estados Unidos, todos sabemos que es un país de inmigrantes, ya mencioné en otra ocasión que los únicos ciudadanos originales son las tribus indígenas que habitaban, como: cherokee, choctaw, chickasaw, creek (muscogee) y seminole. Con la llegada de los europeos todo cambió.

    Mientras tanto, Trump continúa arremetiendo contra los inmigrantes, ha eliminado para algunos ciudadanos el Estatus de Protección Temporal (TPS). El cual permite trabajar sin ningún problema a los migrantes. Además, el TPS se crearon para migrantes en donde hay conflictos armados, desastres naturales u otros conflictos.

    A nivel mundial, la xenofobia hacia los migrantes sigue dando de qué hablar. En países donde no se respetan los derechos humanos, seguirá viéndose en las noticias cómo mandan de vuelta a los migrantes a su país de origen. Siempre se observa a los migrantes bajarse del avión con una bolsa en su mano.

    En el contexto salvadoreño las cosas no son de color de rosa, es más, para los centroamericanos, la situación ha empeorado. Según los medios de comunicación, ha bajado la migración de salvadoreños hacia el país del norte. La situación en El Salvador está difícil, la canasta básica ha aumentado y las plazas laborales no cubren para los que la necesitan.

    Es lamentable ver a millones de personas que desean cambiar su rumbo de vida. El problema con el que se enfrentan es con gobiernos que les cierran las fronteras. Lo más triste es ver a niños que son separados de sus padres. Muchos padres arriesgan la vida de sus hijos, algunos son menores de edad.

    ¿Hasta cuándo podremos ver las fronteras sin murallas? Eso es difícil, a nivel mundial cada vez emigran más personas. La xenofobia hacia los migrantes está mezclada con el racismo. Por ejemplo, en países europeos odian a los que son de raza negra.

    La sociedad y los gobiernos, deben ser más tolerantes hacia los migrantes. Son ellos los que hacen el trabajo duro; por lo tanto, es recomendable verlos como personas útiles y no como si fuesen asesinos o personas mal habidas. No todos los migrantes son malas personas. Lástima que por unos paguen todos.

    • Fidel López Eguizábal, Docente
    fidel.flopez@gmail.com

  • Mala salud

    Si vamos a hablar de la situación de la gente que puebla el abajo y adentro de nuestro terruño, no hay duda que es esa y no otra la calificación de la atención que recibe. Exceptuando a los sectores privilegiados que pueden costearse para sí y su parentela un seguro privado o pagar las consultas, los medicamentos y de ser necesaria la hospitalización con o sin intervención quirúrgica, el resto de personas y familias –principalmente aquellas pertenecientes a las mayorías populares– se las ven a palitos cuando padecen alguna enfermedad o enfrentan emergencias que les afectan su condición física o mental. En el peor escenario, de plano, no les queda más que dejarse morir. Esa es la realidad en tan importante tema y no aquella de la cual presumen algunas figuras de la farándula gubernamental.

    Al respecto, para valorar someramente las jerarquías actuales de esta última, veamos algunas asignaciones incluidas en el Presupuesto General de la Nación aprobado por la Asamblea Legislativa para este año y comparemos. La determinación sobre la destinada para la cartera correspondiente al ámbito de la salud pública, fue reducirla por más de 90 millones de dólares; en cambio, al ramo de la Defensa Nacional le incrementaron arriba de los 53 y a la Presidencia de la República se la elevaron inicialmente en alrededor de veintiocho millones, pero le acaban de autorizar casi dieciocho más. Finalmente, el alza que le recetaron al lnstituto de Bienestar Animal por una nada llega a los nueve.

    Así las cosas, podría suponerse que en la agenda oficialista la salud de quienes recurren al sistema público existente para su atención importa menos que el armamento militar para combatir un enemigo que –luego de que Nayib Bukele asegurara el 1 de junio del 2022 que estaba «cerca de ganar» la batalla contra las maras– hoy «resucita» de la nada una de estas bautizada como «La raza»; asimismo, 1500 soldados y cinco centenares de policías cercaron recientemente un rincón del departamento de San Salvador para dizque combatir otro supuesto intento pandilleril por volver a las andadas. También es menos valiosa que la publicidad generada por una Casa Presidencial usurpada, promocionando lo anterior y otros contenidos que giran alrededor de quien la usurpa; igualmente, la atención sanitaria de los animales pareciera más apreciada que la de nuestra población necesitada de alivio.

    Pero el problema de la salud salvadoreña va más allá. Tiene que ver además con la de su sistema de justicia, que incluye no solamente al órgano judicial encabezado por la Sala de lo Constitucional de una Corte nada «Suprema» sino también a la Fiscalía General de la República y el resto del Ministerio Público; es decir, las dos procuradurías existentes solo en la forma pues en el fondo no pasan de ser un par de entidades genuflexas: la General y la de Derechos Humanos. De la corporación policial y la milicia, que de hecho anda metida donde constitucionalmente no le corresponde, ni hablar; a las pruebas me remito, en el marco del régimen de excepción.

    Y un país en el cual se encuentra vigente dicho régimen ininterrumpido y vuelto normalidad durante casi 40 meses, en cuyo marco ‒según la directora del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas– el 2.6 % del total de su población adulta se encuentra privada de libertad, en el que un buen número de esas personas no ha cometido delito alguno y en el que muchas de estas han muerto, no es un país vigoroso. No está sano, pues.

    Pero además, para bien, contemplamos el deterioro de la salud política de quienes se han sentido omnipotentes e intocables. El escenario está cambiando no porque se les haya aparecido la Virgen y estén convirtiéndose a la decencia, la bondad o la generosidad; es porque ha comenzado a temblarles el piso que creían granítico y estable, tal como le está pasando al «padrino» del norte continental.

    Mientras tanto, además, El Salvador continúa padeciendo una enfermedad terminal tradicional agravada. Los acuerdos que frenaron la guerra, en el mejor de los casos terminaron siendo cuidados paliativos y no la cura del mal histórico prevaleciente más jodido: la impunidad. Sus firmantes se envolvieron con el trapo chuco de una amnistía mutua y ese padecimiento no se superó; más bien alcanzó hasta la actualidad y empeoró. Ahora, desde hace más de seis años, con total arbitrariedad las cosas no siguen igual sino que están peor. ¡Basta ya, entonces! Curemos de raíz a este nuestro atropellado país.

  • Estachas unidas

    Hay dos cultos globales que superficialmente han reflejado cierta autonomía, dos instituciones malleras con las sensibles fibras de la pasión. Una, bastante más reciente, ha tejido lúdicamente un rico planeta paralelo, en tanto que la otra genera admiración mediante su perdurabilidad: el Estado más pequeño del mundo proyecta una sombra ubicua.

    De esta forma, la más joven exhibe un hipnótico espectáculo sencillo, al tiempo que la vetusta otro deslumbrantemente intangible. Sin embargo, con la superpotencia americana se han topado.

    La Iglesia católica, la más experimentada de las dos, para esta extraordinaria durabilidad, se sigue acomodando a los tiempos: los más conservadores acusan cualquier posible cambio y los menos conservadores la señalan por todo, pero los pontífices continúan siendo la encarnación del astuto juego de la conservación; con una entonación diferente del mismo discurso atraen más o menos a través de una cosechadora que, aunque se atasca, marcha.

    Además de los fieles, muchos críticos con la Iglesia quedan fascinados con el discurso cristiano del difunto papa Francisco. Hace unos años, otros menos críticos se derretían ante el discurso cristiano del bastante más carismático, e infinitamente más decisivo en lo político, Juan Pablo II. En el medio, unos y otros se aburrían con el discurso cristiano de Benedicto XVI.

    El Estado de la Ciudad del Vaticano sigue siendo la única monarquía absoluta y teocrática de Europa: el celibato de los sacerdotes se mantiene intocable y la mujer permanece como un auxiliar a la sombra. Por su parte, el aborto, la eutanasia, los anticonceptivos o el matrimonio homosexual son considerados aberraciones.

    Los «avances» de Francisco se apoyan en su reproche hacia los sacerdotes que no bautizan a los niños nacidos de parejas no casadas y en una actitud más benévola con respecto a los homosexuales. No obstante, su tenaz denuncia de la desigualdad es lo que encandiló a tantos. Un papa latinoamericano para recuperar la sangría causada por el protestantismo evangélico en toda América.

    Ahora, la Iglesia sube la apuesta y, manteniendo el enlace con Latinoamérica, se conecta directamente con la primera potencia de la tierra, el país con mayor proporción de evangélicos, a través de un papa estadounidense con un fuerte vínculo con Perú. León XIV refleja otra personificación católica de los símbolos que tantea y recolecta la permanencia.

    Por otro lado, la FIFA, la institución principiante, explotó en su descarada inflamación corrupta por un picotazo de Washington; del FBI destapando en 2015 el FIFA Gate a la organización de la 2026 FIFA World Cup se consolida una realidad sólidamente estadounidense del deporte rey, del fútbol americano a América futbolística.

    Por si fuera poco, ya con la Copa Mundial de 2026 junto a la Copa Mundial Femenina de 2031, y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, en el bolsillo, Estados Unidos ha organizado la primera gran competición global de clubes: la Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2025. Asimismo, se ha vuelto prácticamente la sede fija de los dos campeonatos continentales que reúnen a las selecciones de Centroamérica y Norteamérica: la Copa Oro de la Concacaf y la Liga de Naciones de la Concacaf. Por último, sin siquiera formar parte de la confederación responsable (la sudamericana), ha organizado la Copa América en 2016, en 2024 y presenta su candidatura para albergarla otra vez en 2028.

    Por añadidura, el capital norteamericano se hace con el 20% de la propiedad de los clubes de las cinco grandes ligas de Europa (Premier League, LaLiga, Serie A, Bundesliga y Ligue 1). La Premier, considerada la más importante del mundo, ya tiene a la mitad de sus clubes con dueños estadounidenses.

    El peso orgánico del fútbol y del catolicismo no es el del baloncesto y del evangelicalismo. Por lo tanto, es lógico que cualquier gran despliegue de poder deba acercarse de buena gana a estos fenómenos. Al fin y al cabo, de eso se trata esto: de creer y jugar.

    Según Edward Luttwak, los principales damnificados por el turbocapitalismo están «ávidos por entretenerse con algo que les haga olvidar sus frustraciones, como la religiosidad vehemente o los deportes televisados». Los Estados, en cambio, están ansiosos por embeberse hasta el hastío con estas fuerzas para que sus triunfos sean recordados.

    • Augusto Manzanal Ciancaglini es politólogo

  • El mal uso de las tarjetas de crédito ocasiona deudas

    Si una persona gana mil dólares mensuales por ningún motivo debería gastar más de esa cantidad al mes. Inclusive, debe ahorrar aunque sea una mínima cantidad, a efecto de poder subsanar alguna emergencia o eventualidad. Mi padre siempre nos aconsejaba en el sentido de no gastar más de nuestros ingresos y de tener el hábito del ahorro sin caer en la austeridad o avaricia.

    Sin embargo, en el sistema educativo nunca nos enseñaron, ni se enseña, lo básico de la economía doméstica, por eso muchos, alguna vez, hemos caído en deudas y en ocasiones hemos tenido que pagar mucho más de lo que hemos gastado porque hemos caído en préstamos, en deudas y en el pago de intereses sobre mora.

    Sobre la marcha de la vida hemos aprendido, algunos tras amargas experiencias, a manejar tarjetas de crédito. En mi caso personal viví una experiencia que me hizo pagar miles de dólares que nunca gasté. Resulta que hace unos 15 años de un banco me llamaron para decirme que por mi buena trayectoria crediticia tenía derecho a solicitar una tarjeta de crédito ejecutiva con la cual podía hacer retiros o pagos de compra por hasta 1,000 dólares semanales.

    Durante tres años hice uso de ella casi de manera indiscriminado. Cada fin de mes depositaba el monto de lo que había gastado o retirado más otra cantidad extra. A los tres años comenzaron a acosarme los despachos de cobranzas porque supuestamente no había realizado algunos pagos. Con «voucher» fui al banco para demostrarles que no debía nada, pero según ellos yo había comprado un traje en un prestigioso almacén y había pagado con la tarjeta de crédito un boleto de ida y vuelta para Panamá, lo cual nunca ocurrió. Fui al almacén y a la agencia de viajes donde me dijeron que esas compras no estaban registradas a mi nombre.

    Puse la denuncia en la Defensoría del Consumidor y casi doce años después nunca me dieron solución. El asunto es que les pague todo al banco y les solicité anular la tarjeta, pero me pidieron esperar unos meses más hasta que la tarjeta se venciera. Ya no la volví a usar y el día que se vencía me presenté a una agencia para que la anularán. Mi sorpresa era que ya me tenían una tarjeta renovada y que les debía cerca de 75 dólares por manejo de la misma en los últimos cuatro meses. Obviamente pagué, no acepté la nueva tarjeta y con una tijera que le presté al mismo empleado rompí la tarjeta. Jamás he vuelto a manejar tarjetas de crédito y prefiero manejar efectivo.

    Manejas tarjetas de crédito requiere mucha responsabilidad y por supuesto saber usarlas. Los usuarios deben llevar un control de su uso y no exceder los ingresos personales para pagar en las fechas establecidas, porque de lo contrario se cae en mora y el sistema financiero abusa de los intereses sobre la mora.

    Según el Observatorio de Tarjetas de Crédito (OTC) de la Defensoría del Consumidor en El Salvador en promedio uno de cada siete salvadoreños es deudor de tarjeta de crédito, pues hay 937,312 personas que poseen tarjeta. Las cifras señalan que desde enero de 2024 hasta el 30 de junio pasado hubo un incremento de más de 170 mil deudores. Es decir que a diario alrededor de 353 salvadoreños se suman al uso y manejo de tarjetas de crédito, por tanto son deudores que pagan intereses y algunos caen en mora.

    Los datos de la OTC señalan que hasta junio pasado en el país circulaban 1,511,202 tarjetas de crédito o unidades de dinero plástico. Muchas personas se entusiasman con su uso y lo hacen sin criterios de economía doméstica y consumen ese dinero autorizado sin medir consecuencias. Al final del mes deben pagar lo consumido y sus ingresos son insuficientes, cayendo en una mora que se vuelve perdurable y angustiante, la cual es agravada por el acoso de las oficinas de cobro.

    No nos educaron sobre economía doméstica, pero nos formaron para vivir en una sociedad en extremo consumista, donde adquirimos productos y objetos que no necesitamos, pero que solemos pagar con tarjetas de crédito, porque de esa manera percibimos que el gasto es más bonancible. «Usar tarjetas para pagar todo es una forma de aliviar mentalmente el gasto y de creer que aunque innecesario el producto, al menos no se pagó en efectivo», dice m amigo psicólogo Orlando Zavaleta.

    El psicólogo afirma que muchas personas creen que poseer y usar tarjetas de crédito les de reconocimiento social y les eleva el ego, sin darse cuenta del peligro de endeudamiento que corren, si usan con desorden y sin criterio financiero el dinero plástico.

    «Ser tarjetahabiente conlleva responsabilidad y por más inteligente que se maneje una tarjeta siempre genera algún interés beneficioso para la entidad financiera, pues de otra forma no se extendieran», dice el economista y docente universitario Jaime Mauricio Meléndez.

    Personalmente pienso que las tarjetas de crédito generan la falsa sensación de estabilidad económica, pues muchos tarjetahabientes gastan más de sus ingresos y repentinamente caen en moras que se transforman en espirales de las que difícilmente se sale sin daños personales y muchas veces daños familiares.

    Mi consejo es que si nos ofrecen una tarjeta que no hemos solicitado, no la aceptemos. Nadie nos puede obligar a hacerlo. La falsa sensación de estabilidad económica es un espejismo que nos lleva al consumismo y el endeudamiento no deseado. Las tarjetas de crédito son parte de la cotidianidad, pero hay que saber manejarlas, de lo contrario lo mejor es no poseerlas.

    • Jaime Ulises Marinero es periodista

  • Suchitoto y Ciudad Vieja en 1528

    Esta ocasión es propicia para resaltar la grandeza de Suchitoto, porque hace «casi» 500 años, se fundó, en un área ubicada en lo que hoy es su jurisdicción, la entonces villa de San Salvador. Según algunos historiadores, en el año de 1528 los conquistadores establecieron un asentamiento 10 kilómetros al sur de lo que hoy es Suchitoto, en el valle de La Bermuda. Aunque hay datos de que en 1525 los españoles ya habrían establecido un primer asentamiento en territorio nacional, sin haber un dato certero de la ubicación exacta, ni hay mayor información debido a su existencia efímera, de casi un año, y a la entonces problemática que enfrentaron (ocurrió hace 500 años y es parte de la historia de la capital de El Salvador).

    Desde 1528 hasta 1545 permanecieron los conquistadores en ese núcleo poblacional, funcionando como la capital del país, sirviendo de bastión para concluir con la conquista del «Señorío de Cuzcatlán». Por diversas razones ese asentamiento tuvo que ser trasladado hasta donde está hoy San Salvador. Una de esas posibles razones, según algunos historiadores, era el asedio de los nativos en contra de la nueva capital. Lo que permite deducir la existencia de poblaciones indígenas en el área general del ahora Suchitoto. Sus orígenes precolombinos le dan un alto valor histórico al linaje suchitotense. Nótese ese enriquecimiento cultural en la zona, españoles e indígenas en la comarca en mención.

    Ahora, se conoce como Ciudad Vieja, a los vestigios encontrados en donde estuvo ese asentamiento por casi 17 años aproximadamente. Su cercanía a Suchitoto, a solamente 10 kilómetros de la ciudad Pájaro-Flor, genera a dicha ciudad la responsabilidad de rememorar en el 2028 los 500 años de ese hecho histórico. Un reto cultural para las autoridades municipales, así como para los sectores educativo, cultural y turístico. Artistas, artesanos, comerciantes y población en general, darían también realce al esfuerzo para que sea una magna conmemoración.

    Sobre este tema de los 500 años hay diversas opiniones en cuanto a la certeza de la información, lo cual es muy enriquecedor. Son aproximaciones variadas que llevan a lo mismo, a la valoración histórica de Suchitoto en ese período, con pasajes propios del descubrimiento y conquista, pasando por las etapas de la colonización y las gestas que propiciaron el periodo republicano. Son muy notables los eventos que hasta la fecha se han realizado para revisar, discutir y valorar esa historia que es vital para la identidad nacional.

    En este 15 de julio del 2025, Suchitoto celebrará el centésimo sexagésimo séptimo aniversario de haber recibido el título de ciudad. Hecho ocurrido en 1858 durante la presidencia del Capitán General Gerardo Barrios. Fue un reconocimiento a la tenacidad de los pobladores de esa época (además, era la cabecera departamental de Cuscatlán desde 1835 a 1861). Como dato adicional en 1836 había recibido el título de villa.

    Pero, las glorias de Suchitoto no vienen solamente por ser ciudad desde hace 167 años. Desde 1821 desempeñó un papel primordial en la evolución del nuevo Estado de El Salvador. Durante el periodo colonial, fue parte del desarrollo político, económico, social y cultural, que se administraba desde Suchitoto. En el descubrimiento y conquista en sus alrededores, hubo interacción con los indígenas de la zona, quienes desde siglos atrás (año 1000 d.C.) ya poblaban la zona. Por tanto, las glorias de Suchitoto no vienen de hace 167 años, van más allá y viajan en los tiempos precolombino, colonial y republicano. Logros con un denominador común, la tenacidad de su gente.

    Llámese municipio, distrito, ciudad, villa o pueblo, es indiferente; su nombre es Suchitoto y tiene un capital peculiar, sus pobladores (nacionales y extranjeros), todos orgullosos de ser suchitotenses, trabajando por preservar el pasado glorioso, fortalecer el presente y preparar las condiciones para un mejor futuro. Hoy, se pueden mencionar y homenajear como hijos meritísimos a muchos suchitotenses, extensa es la lista, y miles los logros en favor del pueblo, pero sería imposible nombrarlos en esta ocasión. Loor a cada uno de ellos. Gracias por su esfuerzo.

    Finalmente, hay un hecho indiscutible sobre el valor histórico de Suchitoto; en sus alrededores hay dos tipos de vestigios culturales: Ciudad Vieja, que data de 1528, de influencia española, y el Sitio Arqueológico de Cihuatán, del periodo prehispánico, a 10 y 24 kilómetros respectivamente. Su evolución como la capital cultural de El Salvador, tiene raíces profundas, tiene su origen con la base indígena y la influencia de los conquistadores, que no viene de hace 167 años. Es un reto para las nuevas generaciones, «escanear la historia», y así, descubrir las glorias del pasado, valorar los logros del presente y construir un futuro prometedor para cada suchitotense. Viva Suchitoto.

    • Eduardo Mendoza es general retirado.

  • Infracciones

    La ciudad es proveedora de historias infinitas. Cada día, a cada hora, a cada minuto sucede ‘algo’. Pero el habitante urbano, común y corriente, a veces se desentiende de lo que acontece, de lo que le pasa, porque sabe que le pasa, e imbuido de un conformismo inaudito deja que le pase sin más.

    Pero que en un par de horas sucedan varias cosas relacionadas con el transporte urbano, no deja de ser extraordinario. Caldo de cultivo para un cuento de los de Julio Cortázar.

    Quienes son usuarios habituales de las rutas de buses urbanos están tan acostumbrados a estos extraños sucesos, que no hay asombro posible.

    La ruta 30, que tiene su recorrido del centro de la ciudad hasta el noroccidente de San Salvador y de Mejicanos, es un buen ejemplo de lo que sucede hoy por hoy.

    En esas horas prodigiosas (y de pronto se viene a mi mente ‘El prodigioso miligramo’, un cuento de Juan José Arreola) lo primero fue, a las 19 y 45 horas, con exactitud frente al semáforo que queda en la esquina del restaurante llamado Mamá Chuz, el motorista, un señor obeso, gritó: Alguien va para la Satélite. Dos dijimos que sí íbamos. El total de los pasajeros éramos unos veinte, y supongo que el motorista evaluó que dos eran una absoluta minoría, así que se desvió de la ruta y siguió recto. Los dos que habíamos dicho que sí íbamos para la Satélite, protestamos, pero el sujeto continuó tan campante. Entonces hice algo inadecuado, según el canon de comportamiento del usuario de buses urbanos, es decir, me levanté a increpar de buen modo al ‘mono estresado’ que iba al volante. Mire, le dije, debe retomar la ruta, está cometiendo una infracción. El señor (quizá pesaba unas 275 libras), detuvo el autobús, me vio (o eso me pareció) con sus ojos inflados y no contestó. Continuó su marcha.

    Fui terco y di un paso más: si lo ven los del Viceministerio de Transporte (VMT) lo van a infraccionar. Volvió a detener la marcha. Giró su cuerpo (o intentó hacerlo, porque su volumen no le permite mucho margen de maniobra) y con un gesto de manos que todo mundo entiende como ‘me vale’, siguió en su discurrir.

    Entonces, como decía mi abuela, se me calentó la cabeza y le lancé mi última carta con una interrogación: ¿qué tal si el presidente se entera?, ¿qué no vio lo que les pasó la otra vez a los transportistas con lo de la carretera a Los Chorros? El hombre dio un frenazo que casi me caigo, pero me logré agarrar de uno de los barrotes que para variar iba flojo ―porque esa unidad ya está para chatarra―. Me vio fijo a los ojos, noté que los tenía enrojecidos, y habló: A mí qué me cuenta, llame hasta a Donald Trump si quiere, pero en esta unidad mando yo. Y dio un grito espantoso: Los que se van a bajar, háganlo ahorita. Se bajaron casi todos, incluso los que iban en la dirección que llevaba el motorista mandón.

    Yo iba a tomar la 30-B, porque mi destino era la colonia Miramonte y me bajaría cerca de Metrocentro. Así que de la Mamá Chuz hasta la gasolinera Texaco, sobre la avenida Bernal, me fui caminando junto a otros que decidieron irse por ahí también. En silencio. Como si fuera una procesión fúnebre. El pinche motorista nos había maltratado y expulsado de la unidad de transporte y parecía que nosotros cargábamos con una culpa.

    Llegué a la gasolinera Texaco y me senté a esperar en la banca de metal que hay en ese sitio. Posé mi vista al frente y pasados unos segundos me levanté asustado, porque enfrente de esa parada de buses siempre ha habido una estructura metálica igual a la que estaba donde yo me encontraba. Pero ya no había nada. Me pasé la calle y fui a constatar. En efecto, la habían destrabado. Regresé a la parada a esperar la 30-B, aunque con mi mente dándole vuelta a la ‘desaparición’ de la banca metálica de la parada de buses. Y no me aguanté, y fui a preguntarle a uno de los muchachos dispensadores de gasolina. Ah, me dijo, ayer vinieron unas personas en un camioncito Kia blanco, la destrabaron rápido y se llevaron la banca metálica. Le agradecí la información y regresé a la parada de buses.

    Me senté, apesadumbrado. Y recordé que, en ese mismo lugar, hacía meses, había presenciado otra infracción: los trabajadores que estaban ‘destruyendo’ la acera para hacer un estacionamiento del edificio que ahora es para alquiler de apartamentos (pero que antes fue una bodega de materiales de construcción; ¿cómo hicieron esa mutación de uso del suelo urbano?), vi (¡y fotografié!) cuando movieron el rótulo de ‘no estacionar’ a 10 metros adelante.

    ¿Qué es esto?, me pregunté. La respuesta era obvia: la selva urbana.

    • Jaime Barba, REGIÓN Centro de Investigaciones

  • La masacre del rio Canimar

    Cuando Cuba estaba inmersa en el Éxodo del Mariel, 1980, con la consecuente separación familiar, las horribles golpizas y abusivos mítines de repudio- tiempos de los cuales muchos compatriotas deben sentirse avergonzados por la forma vil en que sirvieron a sus amos- sucedió uno de los crímenes más horrendo del totalitarismo castrista.

    «La masacre del rio Canimar», una desdicha con numerosas víctimas, la cantidad exacta de personas asesinadas se desconoce después de 45 años, fue un luctuoso suceso que la inmensa mayoría de los cubanos nunca conocieron. La prensa castrista, única existente en la Isla, jamás hizo público el crimen.

    Esta tragedia antecedió 14 años a otra violación que tampoco debemos olvidar, el hundimiento del «Remolcador 13 de marzo», ocurrido el 13 de julio de 1994, también con una secuela de decenas de muertos, por los cuales ningún victimario ha pagado un día de cárcel.

    Estos asesinatos de personas inocentes que solo trataban de abandonar el país son numerosos, y no dudamos que cuando el totalitarismo sucumba, accedamos a acontecimientos tan o más sangriento que el recordado hoy, como le ocurrió al pueblo rumano que vino conocer de la extrema maldad de los Ceaușescu después de la caída del régimen.

    El rio Canimar, el más caudaloso de la provincia, desemboca en la bahía de Matanzas.

    El 6 de julio de 1980, siguiendo una práctica iniciada en el mismo año 1959 y repetida a través de 66 años, incontables cubanos han intentado salir del país a riesgo de su propia vida o libertad, como se repitió con la tentativa de secuestro de la «lancha de Regla», 2003, que aun sin haber víctimas, tres jóvenes fueron fusilados y otros condenados a cadena perpetua, probablemente, ignorando que otros tres muchachos y muchos más, habían perdido la vida en parecidos intentos.

    Aquella mañana los hermanos Silvio y Sergio Águila Yanes, 18 y 19 años respectivamente y Roberto Calveiro León 16 años, abordaron el barco de turismo «XX Aniversario» con el objetivo de desviarlo y tomar rumbo hacia Estados Unidos, un anhelo entre los cubanos que ha crecido en la misma magnitud que el régimen los ha frustrado.

    Sergio, recluta del Servicio Militar Obligatorio, había sustraído varias armas de fuego para efectuar el secuestro, cuando lo consideraron oportuno decidieron tomar por la fuerza la embarcación gritando ¡Ah, Miami!, lo que fue acogido con alegría por la mayoría de los pasajeros que ignoraban, hasta ese momento, lo que pretendían los asaltantes.

    Según describe «Archivo Cuba», ONG orientada a investigar los crímenes del totalitarismo, el guardia de seguridad que se encontraba vestido de civil saco su arma resultando herido por Sergio. Los jóvenes, subieron al lesionado a un pequeño bote siendo conducido a la orilla del rio, conociéndose posteriormente que había fallecido.

    Cuando el barco tomo rumbo al mar abierto, el secretario general del Partido Comunista, Julián Rizo, cumpliendo órdenes de Fidel y Raúl Castro dictamino que la embarcación fuera hundida.

    Dos lanchas patrulleras dispararon en su contra, fuego que fue respondido por los secuestradores resultando en la muerte y herida de varios pasajeros. Después, un avión disparó contra la lancha a pesar de que los padres levantaron sus hijos para que no atacara, ocasionando más muertes.

    Fidel Castro mandó un barco dedicado a trabajos industriales pesados a embestir al «XX Aniversario», causando que se hundiera, en ese momento Sergio cometió suicidio, mientras los sobrevivientes eran devorados por los tiburones, aunque algunos fueron salvados de morir ahogados por Silvio y Roberto.

    La dictadura comunicó que el barco se hundió accidentalmente cuando las olas hicieron al «XX Aniversario» chocar con una embarcación más grande y aunque afirman que recuperaron algunos cuerpos, no fueron devueltos a las familias para que celebraran funerales y entierros. La única víctima con un velorio fue el guardia.

    A los sobrevivientes se les ordenó guardar silencio y nunca reunirse en grupos, se les amenazó con ser enjuiciados como cómplices y prohibieron reuniones con más de dos de ellos presentes. Durante años, los agentes del gobierno monitorearon sus actividades. Los familiares de las víctimas por su silencio recibieron televisores y electrodomésticos reservados para altos funcionarios del gobierno.

    Las victimas que se contaron por decenas, salvo unas pocas, nunca han sido identificadas. En esta masacre sin sentido murieron muchos niños, la más pequeña de que se tenga noticias, fue Lilian González, de 3 años.

    • Pedro Corzo, periodista cubano

  • El Castillo de la Soledad

    Hacía diez años que no lo veía. Lo encontré frágil y notablemente avejentado, pero su rostro se iluminó de alegría al reconocerme.

    —Desde hace más de un año vivo solo en mi castillo —me confesó—.

    Mi reina se mudó a otro plano. Un cáncer de páncreas se la llevó, dejándome solo. Al decírmelo, sus ojos se inundaron y su mirada se apagó. Contemplando el vacío, su rostro se ocultó por un instante, y resurgió marcado por la tristeza. Era evidente: la soledad pesaba sobre aquel médico retirado y olvidado, que ahora habitaba únicamente en compañía de sus recuerdos.

    La soledad se ha convertido en un problema de salud pública a nivel mundial, reconocida incluso por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en noviembre de 2023 creó una comisión internacional para abordarla. La soledad es un estado subjetivo de distrés, asociado con la angustia y ansiedad que generan síntomas físicos y psicológicos como dolor de cabeza, tensión, insomnio, entre otros, los cuales experimentan las personas adultas mayores cuando hay una discrepancia entre las relaciones sociales que establecen, con la percepción de su entorno.

    En la actualidad, promover la inclusión e integración resulta apremiante, dado que, cada vez más personas mayores se encuentran en situación de aislamiento social y con sentimientos de soledad. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2021), la prevalencia del sentimiento de soledad en personas mayores de América Latina es del 25% al 32%, y se estima que una de cuatro personas vive en situación de aislamiento social. La soledad y el aislamiento social aumentan el riesgo de muerte prematura en un 25%, el riesgo de enfermedad cardiovascular en un 30% y el de demencia en un 50%. Se asocia también con deterioro en la salud mental y física, y un mayor riesgo de mortalidad en pacientes con enfermedades crónicas como el cáncer.

    El Salvador atraviesa un proceso acelerado de envejecimiento poblacional. Según el Censo de 2024, el índice de envejecimiento alcanzó 49.0, es decir, hay 49 personas de 65 años o más por cada 100 niños y jóvenes de 0 a 14 años, mientras que en 2007 era de 19.3, reflejando un aumento significativo en la proporción de adultos mayores respecto a la población joven. El envejecimiento es más avanzado en los tres departamentos más poblados del país: San Salvador (63.3), La Libertad (67.6) y Santa Ana (57.7). Para 2025, se estima que hay 800,000 personas de 60 años o más, lo que representará el 12.3% de la población total. De acuerdo con la CEPAL, en 2037 la proporción de personas de 60 años y más igualará a la de menores de 15 años, marcando un cambio demográfico histórico. El Salvador es ya el país más envejecido de Centroamérica, con una tasa de fecundidad que ha caído a 1.7 hijos por mujer y una edad media proyectada de 50.5 años para el año 2100. Sin embargo, en El Salvador, la prevalencia de la soledad entre la población adulta mayor no cuenta con una cifra oficial única y reciente publicada a nivel nacional. El adulto mayor y sus características epidemiológicas de salud y enfermedad no parecieran ser en una prioridad para el presente liderazgo de salud.

    ¿Qué medidas está tomando el MINSAL para afrontar este problema creciente y urgente?
    A finales del gobierno del FMNL, en año 2018, se publicó un documento titulado: Modelo de atención Integral en Salud para la Persona Adulta Mayor. Un modelo específico que busca garantizar el derecho a la salud de las personas mayores, promoviendo un envejecimiento activo y saludable. Este modelo incluye la ampliación de la accesibilidad a los servicios de salud, acercando la atención a las comunidades, fortaleciendo la red de servicios, la capacitación del personal en geriatría, y la promoción de la participación y contraloría social de las personas mayores.

    El Plan Estratégico Institucional 2021-2025 del MINSAL contempla metas alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluyendo la reducción de la mortalidad por enfermedades no transmisibles prevalentes en adultos mayores y el fortalecimiento de la infraestructura sanitaria y de recursos humanos para atender la transición demográfica.

    En nuestro país, existen una serie de leyes y planes pintorescos y con una abrumadora cantidad de palabras y oraciones bonitas y esperanzadoras que pretenden llenar a la ciudadanía de tranquilidad. Hacemos, pero no hacemos, o lo que hacemos no lo hace nadie. Las leyes y planes de gobierno se cubren con un velo.

    El velo ofrece la ventaja de que se ve y no se ve, o se ve mal si uno quiere, basta con hacerle un pliegue para duplicar su espesor cuando conviene, dos para cuadriplicarlo y no ver nada. La realidad: la cobertura del sistema de pensiones, la tasa de cobertura de la población en edad legal de jubilación (60 años y más para hombres, 55 años y más para mujeres) era de solo el 19% en 2018. El adulto mayor en nuestro país en su gran mayoría es una persona ignorada, pobre, mujer, viviendo en un castillo de soledad.