Categoría: Opinión

  • Ponerse en camino siempre vale la pena, aunque te caigas

    Ponerse en camino siempre vale la pena, aunque te caigas

    Ponerse en camino es propio de quien busca la orientación debida y rebusca el sentido existencial. Los tiempos actuales nos instan a bucear por todos los rincones, a detenernos y a contemplar lo que nos circunda, para llenar los corazones de entusiasmo. Observar los latidos de la vida, beber de su armónica sintonía natural, estoy seguro que nos transforma las conciencias y nos motivan al bien. La frase de: Renovarse o morir, que siempre se ha dicho como recordatorio o receta, debe animarnos a reconstruir un mundo nuevo, con la savia renovada. Así, de hecho, ha de volver a encenderse el calor de hogar para calentar la frialdad de los corazones, dentro de los más endurecidos, inclusive nuestra particular sangre genealógica. ¡Explorémonos mar adentro!

    Activar el hermanamiento entre análogos es fundamental, en un orbe globalizado como el vigente, que suele ponerse en acción, obviando vínculos para adoquinar senderos e impedir la madurez poética, punto de llegada de un camino interior, que necesitamos rastrear por aquí abajo, para reconocernos en él y embellecernos de su sabiduría. En efecto nada somos, sino compartimos admiración y partimos del verso soy; para injertar ese universo de bondades, en el propio verbo viviente y evidente, del que formo parte. Por tanto, no sólo hay que levantar la vista, también se requiere despojarse de las miserias de uno mismo, encender la esperanza como aire de subsistencia, para no hacer de los problemas y de las dificultades el centro de nuestro caminar.

    Esta mirada que fraterniza, sobre todo hace que se sobrelleven mejor las vicisitudes de la vida; puesto que, permanece confiada, en el espíritu cooperante de la gratuidad y de la gratitud filial. Cuando esto sucede, los latidos conjuntos se fusionan, tanto para atendernos como para entendernos mutuamente. Por el contrario, cuando fijamos la atención exclusivamente en el poder, o en el afán posesivo, el miedo invade nuestro interior y lo desorienta, dando lugar al desconcierto, a la angustia y a la depresión. Bajo estas temidas y tremendas atmósferas, todo se corrompe, pero no permitamos que estos aires sean dominadores y nos empujen al desaliento. Lo importante es afrontarlo todo con humildad y arrepentimiento, a la espera de que la cultura del abrazo sea algo tan real como nuestros andares.

    Téngase en cuenta que, con la evolución de la tecnología y las nuevas herramientas, el potencial para recopilar, analizar y visualizar datos sigue ensanchándose, ofreciendo nuevas oportunidades para promover el desarrollo sostenible y la equidad social en todo el planeta. Lo cardinal es que toda la ciudadanía se incorpore a políticas sociales públicas, reforzando un mejor cohabitar y una rendición de cuentas objetivas. Desde luego, no hay información más tangible, que aquellos estudios estadísticos que convierten los datos abstractos, en revelación del momento, para que el poder de decisiones se sustente en fundamentos reales y concretos. Indudablemente, este es un modo de advertir lo que muchas veces no se deja oír, ni tampoco reparar.

    Hacer camino, por consiguiente, es fundamental en todo instante vivido. La realidad a veces nos enferma el alma, porque está cuajada de obscenos detalles que nos dejan sin vocablo. De ahí, la trascendencia de activar la comunión de pulsos y la unión de pausas reflexivas, para poder avanzar en humanidad, antes de que el contexto inhumano y amoral que padecemos en este inseguro hábitat, nos deshumanice por completo. Quizás tengamos que comenzar por revolvernos, para regresar a ese estado níveo que añoramos, pero que no cultivamos, ni lo estamos poniendo en nuestros pasos; y todo, porque nadie en el fondo ama a nadie. Ojalá, pues, la mística conjugación del verbo amar fuese certeza viva, y no una mera correlación de sentimientos vacíos.

    *Víctor Corcoba Herrero es escritor español

  • La Ley Contra la Usura en El Salvador: entre la protección formal y la exclusión real del crédito MYPE

    La Ley Contra la Usura en El Salvador: entre la protección formal y la exclusión real del crédito MYPE

    La usura es una práctica tan antigua como el crédito mismo. Consiste en el cobro de intereses desproporcionados que vulneran la capacidad de pago del prestatario y atentan contra su derecho de propiedad. En El Salvador, la Ley Contra la Usura buscó frenar estas prácticas mediante la fijación de tasas máximas legales y la penalización de cobros abusivos. Sin embargo, a más de una década de su entrada en vigor, dos debilidades estructurales explican por qué sus resultados han sido limitados: la forma en que se definieron los parámetros legales de las tasas máximas, la ausencia de líneas de base que permitieran dimensionar el problema antes de regularlo y la escasa capacidad para aplicar la Ley a los prestamistas informales.

    El primer problema radica en la fórmula de cálculo establecida en el Artículo 7 de la Ley, que determina que la tasa máxima legal permitida será equivalente a 1.6 veces la tasa efectiva promedio simple del mercado formal, calculada por el Banco Central de Reserva para cinco segmentos de crédito: consumo, tarjetas, vivienda, empresas y microcréditos de uso múltiple. Este mecanismo, aparentemente técnico y neutral, ha terminado distorsionando el mercado crediticio. Al basarse en promedios del sistema financiero formal —que incluye bancos privados, microfinancieras y banca estatal—, ignora las particularidades del crédito informal y del financiamiento a las microempresas de menor tamaño, cuyos costos operativos son mucho más altos. Así, el tope fijado no refleja la realidad de las instituciones formales que han desarrollado metodologías para atender a los sectores más pobres y de menor escala, lo que ha reducido drásticamente su capacidad de prestar.

    El segundo problema es la ausencia de líneas de base. No se elaboraron estudios que permitieran estimar el tamaño de la población afectada por la usura ni las tasas efectivas de interés que se les cobraban en el mercado informal. Sin este diagnóstico previo, la política se diseñó a ciegas: se establecieron límites sin conocer el punto de partida ni las condiciones reales del mercado. Esto impidió calibrar los topes según el comportamiento del crédito informal, que es donde la usura se manifiesta con mayor intensidad. Como resultado, la Ley logró contener parcialmente los abusos en el sistema financiero formal, pero no modificó sustancialmente las prácticas de los prestamistas informales.

    La justificación de una legislación contra la usura es, en principio, incuestionable. Su propósito es evitar que los créditos se conviertan en instrumentos de explotación y empobrecimiento. Desde la perspectiva económica y social, limitar los intereses abusivos busca proteger el ingreso de los hogares, evitar el sobreendeudamiento y garantizar que el crédito contribuya al desarrollo productivo. En las MYPES, este objetivo es crucial: cuando sus ingresos se destinan al pago de intereses desproporcionados, se erosiona su capital de trabajo, se restringe la reposición de inventarios y se bloquea la posibilidad de crecer.

    Sin embargo, la aplicación rígida de techos legales sin considerar las particularidades del microfinanciamiento ha generado un efecto perverso. Las microfinancieras formales, al no poder cubrir sus costos operativos bajo las tasas máximas permitidas, han reducido el número de créditos de menor monto y mayor riesgo. Esto ha dejado fuera del sistema financiero formal a una gran parte de los microempresarios, precisamente aquellos que la Ley buscaba proteger. Los datos de la Superintendencia de Competencia lo confirman: entre 2013 y 2018, la tasa máxima legal para microcrédito cayó hasta 59% en el segmento de subsistencia, pero el número de nuevos deudores se contrajo de forma significativa. Los créditos pequeños crecieron menos que los grandes, y los montos promedio aumentaron, señal clara de que los prestatarios más vulnerables fueron desplazados del crédito formal.

    El vacío dejado por las instituciones reguladas fue rápidamente ocupado por los prestamistas informales. El informe sobre el Estado de la MYPE en El Salvador 2025 elaborado por FLACSO y FUSAI, así como las encuestas realizadas por el Centro de Investigación de la Opinión Pública Salvadoreña (CIOPS) para la Asociación Bancaria Salvadoreña (ABANSA) en 2019 y 2022 revelan que más del 80% de los pequeños comerciantes y vendedores ambulantes sigue dependiendo de estos mecanismos de financiamiento, con tasas anuales que oscilan entre 1,800% y más de 13,000%. En este circuito casi no existen garantías legales, ni control sobre las tasas, ni mecanismos de defensa. Las prácticas coercitivas, la apropiación de bienes y la imposición de pagarés o hipotecas son frecuentes, lo que convierte al crédito en un factor de empobrecimiento.

    En la práctica, la Ley Contra la Usura redujo la exposición de los consumidores formales y MYPES de mayor tamaño a tasas abusivas, pero amplió la exclusión financiera de los microempresarios más pequeños. La fijación de topes excesivamente bajos ha generado una segmentación del mercado crediticio: mientras las instituciones financieras formales atienden a clientes de menor riesgo y mayor capacidad de pago, los sectores más pobres se ven empujados hacia el crédito informal, donde enfrentan condiciones mucho más duras. En otras palabras, la Ley trasladó el problema, pero no lo resolvió.

    La experiencia salvadoreña demuestra que regular la usura exige más que fijar un número. Se requiere un enfoque integral que combine supervisión, educación financiera, fortalecimiento institucional y conocimiento del mercado. Los techos a las tasas deben construirse sobre evidencia empírica y reconocer las especificidades del microcrédito. Asimismo, debe fortalecerse la capacidad estatal para monitorear el crédito informal y sancionar efectivamente las prácticas predatorias.

    En síntesis, la Ley Contra la Usura nació con una intención legítima y un sustento jurídico sólido, pero su eficacia se ha visto limitada por dos fallas de origen: la adopción de parámetros inadecuados y la ausencia de información de base. Mientras estos vacíos no se corrijan, los microempresarios salvadoreños —en especial los de menor tamaño— seguirán atrapados entre la rigidez del crédito formal y la violencia económica del crédito informal. El desafío, por tanto, no es solo prohibir la usura, sino construir un sistema financiero inclusivo, transparente y justo, que transforme el crédito en una herramienta real de desarrollo y no en un mecanismo de exclusión.

    *William Pleites es director de FLACSO El Salvador

  • Las enfermedades del siglo XXI

    Las enfermedades del siglo XXI

    Vivimos en una era paradójica. Nunca el ser humano había alcanzado tanto conocimiento ni tanto dominio sobre la materia, y, sin embargo, nunca había estado tan vacío, tan confundido y tan enfermo espiritualmente. En el siglo XXI las dolencias del alma se han convertido en la pandemia silenciosa de nuestra generación. La ansiedad, la depresión, el pánico, la fatiga emocional, las adicciones y la pérdida de propósito son los nuevos rostros del sufrimiento humano. Estas enfermedades, que la medicina clasifica con precisión clínica, son, en muchos casos, la expresión contemporánea de lo que el Evangelio describe como “espíritu de enfermedad”

    Tras el velo de la biología y la química, sigue operando una realidad espiritual: Satanás sigue atando almas, no siempre con cadenas visibles, sino con pensamientos, emociones y estructuras mentales que deforman la dignidad interior del ser humano. El relato de Lucas 13:10–17 nos sitúa frente a una escena profundamente teológica. Una mujer, dice el texto, “andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar”. Durante dieciocho años su cuerpo permaneció doblado hacia el suelo, en una postura que simbolizaba la esclavitud del alma humana bajo la carga del pecado, la culpa y el temor.

    No se trataba simplemente de una enfermedad ortopédica, sino de una opresión espiritual. Jesús mismo lo confirma cuando declara: “A esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?” La mujer encorvada representa la condición antropológica de la humanidad caída: un ser creado para mirar al cielo, pero condenado a mirar el polvo. San Agustín describió esta deformación moral con la expresión “homo incurvatus in se”, el hombre encorvado sobre sí mismo, atrapado en su propio ego, incapaz de levantar los ojos hacia Dios.

    Así está la civilización moderna: tecnológicamente erguida, pero espiritualmente doblada. Lucas, médico y teólogo, utiliza con precisión el término griego pneuma astheneias, “espíritu de enfermedad”, una expresión que revela la coexistencia entre lo físico y lo espiritual en el sufrimiento humano. La mujer no solo padecía debilidad corporal; era víctima de una fuerza opresora que anulaba su libertad y la mantenía mirando hacia abajo. El verbo sunkuptō, “encorvarse”, aparece en forma imperfecta, lo que indica una acción continua, una vida entera bajo el peso del dolor. “En ninguna manera se podía enderezar”

    Añade el evangelista, mostrando la absoluta impotencia de la condición humana frente al pecado. No hay esfuerzo moral ni terapia humana que pueda enderezar el alma cuando está atada por las cadenas invisibles del enemigo. Solo la intervención del Señor Jesucristo puede romper esa ligadura. La escena se desarrolla en la sinagoga, en el día de reposo. El escenario no es casual: es la confrontación entre la religión encorvada y el poder liberador del Reino. Allí donde la tradición había sustituido la compasión, Jesús irrumpe para restituir la esencia del sábado: la libertad del alma.

    La mujer estaba en la sinagoga, pero seguía atada; asistía, escuchaba, pero no había sido transformada. Así vive también gran parte de la humanidad actual: rodeada de religiosidad, pero sin experiencia de liberación. Jesús la ve, la llama y la toca. Tres gestos que resumen la dinámica de la gracia. Ver implica discernir la raíz espiritual del sufrimiento; llamar implica restaurar la identidad perdida; tocar implica comunicar la virtud divina que endereza lo que el pecado torció. El milagro no nace del mérito humano, sino de la iniciativa redentora del Hijo de Dios. Ella no lo buscó; Él la buscó.

    Y en un instante, dieciocho años de esclavitud se disolvieron ante una sola palabra: “Eres libre de tu enfermedad.” Este relato tiene una vigencia teológica profunda frente al sufrimiento contemporáneo. El “espíritu de enfermedad” del siglo XXI se manifiesta en formas más sutiles, pero igualmente destructivas. Millones viven encorvados por la ansiedad que domina la mente, por la depresión que apaga la esperanza, por la culpa que oprime la conciencia, o por las adicciones que esclavizan el cuerpo. Son cadenas que el mundo intenta aliviar con fármacos, terapias o distracciones.

    Pero sin atender la raíz espiritual del mal. La psicología puede describir la causa, pero solo el Señor Jesucristo puede desatar la ligadura. Las redes sociales han reemplazado la comunión por comparación; el ruido digital ha sustituido la oración por entretenimiento. El ser humano vive con la espalda recta y el alma doblada. Vive mirando hacia el suelo de sus logros, sin poder mirar hacia el cielo de su propósito. El diagnóstico Bíblico es claro: “No tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra principados y potestades” (Efesios 6:12).  Las enfermedades modernas del alma son el campo de batalla donde se libra la guerra invisible entre la verdad y la mentira, entre la luz y las tinieblas.

    La depresión no siempre es un desequilibrio químico: a menudo es una estrategia espiritual para sofocar la fe. La ansiedad no siempre proviene de la biología: muchas veces es el reflejo de un alma que no confía en Dios. El cansancio crónico que devora a las sociedades modernas no siempre nace del exceso de trabajo, sino de la ausencia de reposo en el Señor Jesucristo. La medicina es necesaria, pero incompleta si no se reconoce que el ser humano es espíritu, alma y cuerpo, y que cada una de esas dimensiones requiere redención. Cuando Jesús endereza a la mujer, no solo restaura su postura física, sino su verticalidad espiritual.

    Ella vuelve a mirar al cielo, vuelve a glorificar, vuelve a adorar. La curación se convierte en símbolo de la salvación. La libertad no es solo ausencia de dolor, es la capacidad de volver a levantar la mirada hacia el Creador. Por eso el texto culmina diciendo que “ella glorificaba a Dios” y que “todo el pueblo se regocijaba por las cosas gloriosas hechas por Él”. Donde hay liberación auténtica, hay adoración espontánea. Cuando el alma se endereza, el corazón alaba. La liberación no es un fin en sí mismo, sino un medio para restituir la comunión rota entre Dios y el hombre.

    El siglo XXI necesita urgentemente ese toque del Señor Jesucristo. Ningún algoritmo puede sanar la tristeza, ningún medicamento puede restaurar la fe, y ningún avance científico puede devolver la esperanza al alma humana. Solo el Señor Jesucristo sigue diciendo hoy lo que dijo en aquella sinagoga: “Mujer, eres libre de tu enfermedad.” Aquel gesto sigue siendo actual, porque el enemigo sigue atando, y Cristo sigue desatando. La verdadera terapia del alma se llama redención; el verdadero descanso no está en un sábado ritual, sino en el Señor Jesucristo que es nuestro reposo.

    *Jaime Ramírez Ortega es abogado

  • María Corina y José Daniel, héroes de nuestro tiempo

    María Corina y José Daniel, héroes de nuestro tiempo

    Desde finales del siglo pasado, situación que se acentúa cada día más, se puede apreciar que las personas que luchan por sus ideales y demuestran estar dispuestos a entregar sus vidas en el empeño, no cuentan mayoritariamente con el respeto y admiración de sus contemporáneos.

    Quizás, en el pasado se valoró en demasía el heroísmo, pero prefiero esa consideración a apreciar que personalidades capaces del sacrificio por la bandera que enarbolan, son ignoradas o simplemente sustituidas por individuos que destacan por actividades que sin duda demandan talentos y habilidades, pero que no muestran la vocación de servicio por su comunidad de los primeros.

    María Corina Machado y José Daniel Ferrer han demostrado una capacidad de sacrificio excepcional, una entrega que afecta a sus familiares, ambos, han dado muestras de una tenacidad, coraje y decoro que deberían se polo de atracción de quienes creemos en la libertad como la simiente fundamental de cualquier comunidad.

    La líder política venezolana a través de la organización cívica Súmate, 2002, hizo gala de una energía y dedicación notable. Su trabajo en esa entidad fue arduo y dedicado, convirtiéndose paulatinamente en una dirigente a la que había que considerar parte de lo mejor de la reserva patriótica de Venezuela.

    En una cuesta arriba muy fuerte, fue electa diputada a la Asamblea Nacional de Venezuela, comicios en que fue la legisladora que más votos obtuvo. Desde su curul, confronto al autócrata de Hugo Chávez diciéndoles las verdades que algunos callaban. Machado se convirtió en la enemiga más odiada del chavismo, situación que se concretó cuando fue golpeada brutalmente por un diputado sicario del sátrapa de Fidel Castro en Venezuela, golpiza, que fue presenciada con complacencia por el capo del narcotráfico, Diosdado Cabello.

    María Corina, como ha ocurrido a través de la historia cuando los déspotas intentan quebrar a quienes les retan, se creció, y su esfuerzo conquisto los mayores logros, puesto que resembró la esperanza en la oposición y en la ciudadanía de que destruir el régimen criminal de Nicolas Maduro era posible.

    Machado, consciente de los riesgos que conlleva oponerse a una dictadura y comprometida con la precaria legalidad que ofrece el dictador, aceptó el reto del régimen y desarrolló una estrategia que permitió acceder a los resultados verdaderos de las elecciones del 28 de julio de 2024. Su talento y tenacidad demostraron ser eficaces, convenció a todos, que el decoro unido a la disposición al sacrificio es imbatible.

    José Daniel Ferrer es otro de los casos en los que se confirman hasta la saciedad el decir martiano, “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres”.

    Con pesar lo reconozco, en Cuba, mi país, hay muchos ciudadanos sin decoro, pero nunca han faltado quienes tienen pundonor para repartir, como es el caso de José Daniel y de otros compatriotas que han ofrendado su vida a la Patria común o que han estado y están muriendo a plazos en las ergástulas castristas.

    José Daniel ha demostrado hasta la saciedad estar comprometido con la libertad y el respeto pleno a la dignidad del hombre, como demostró al sumarse a la recolección de firmas para impulsar el Proyecto Varela, siendo apresado y condenado a 25 años de cárcel en la Primavera de Cuba, una oleada de arrestos en la que fueron apresados activista de derechos humanos y bibliotecarios independientes.

    Permaneció ocho años en prisión sin hacer concesiones a la tiranía, siendo reconocido por Amnistía Internacional como preso de conciencia. No aceptó ser desterrado y continuó la lucha por la libertad constituyendo la Unión Patriótica de Cuba, UNPACU, liderando acciones cívicas y de solidaridad con la comunidad carente de los más importantes recursos para la vida.

    Su rechazo al sistema totalitario le ha causado numerosas detenciones, golpizas, torturas y confinamientos en solitario. Su solidaridad con los manifestantes pacíficos del 11 de julio del 2021 lo condujo de nuevo a prisión. Su heroísmo en las prisiones castrista donde fue cruelmente abusado por los esbirros del régimen y por mandato del alto gobierno, lo han convertido en un héroe merecedor del mayor respeto y del merecido descanso que le prepara para próximas batallas.

    José Daniel y María Corina, quizás no se conozcan, pero están unidos indisolublemente en la historia por el compromiso de ambos con la libertad.

    *Pedro Corzo es periodista cubano

  • Lenguaje, ideología y control social: Una columna desde la Criminología

    Lenguaje, ideología y control social: Una columna desde la Criminología

    La reciente directriz del gobierno del presidente Nayib Bukele de erradicar y prohibir el llamado «lenguaje inclusivo» en todos los centros educativos públicos y dependencias gubernamentales es una medida que, desde la óptica de la Criminología y la Victimología, merece un análisis que trascienda la mera disputa lingüística. Esta acción, enmarcada en la protección de la primera infancia, niñez y adolescencia contra «injerencias ideológicas,» toca fibras sensibles del control social formal y la construcción de la realidad social.

    El argumento oficial se centra en garantizar el buen uso del idioma y proteger el «desarrollo integral» de los menores de edad. Se percibe una clara aversión hacia lo que se engloba bajo el paraguas de la «ideología de género.» siendo una medida categórica y contundente.

    La prohibición se convierte en un acto de control social formal estudiado por la criminología, ejercido directamente por la institución gubernamental. El lenguaje es mucho más que un conjunto de reglas gramaticales; es un vehículo de cultura, pensamiento e identidad. Al regular estrictamente su uso, el Estado ejerce un poder significativo sobre cómo se nombra la realidad.

    Esta medida de estricto cumplimiento a nivel nacional transforma al Estado en el «guardián lingüístico» y, por extensión, en el «guardián ideológico.» En esencia, el gobierno está utilizando su poder coercitivo para institucionalizar una visión particular de lo que es correcto y natural en términos de género y lenguaje. Consagrado en parte en el artículo sesenta y dos de nuestra constitución, donde el gobierno de turno tiene la obligación de preservar y enseñar el castellano. Por lo tanto, sus reglas y normas.

    Estas ideologías y concepciones fueron autorizadas, avaladas y promovidas por los gobiernos del partido FMLN desde el año 2009, ocasionado un grave daño e impacto a nuestra sociedad. Permitiendo que agendas globalistas que atentan contra los principios de la familia, de las personas nacidas hombres y mujeres puedan manifestar que se sienten diferentes a su sexo biológico y que pueden ser lo que digan, principios y valores cristianos consagrados en el libro más traducido a idiomas, dialectos y el más vendido en la historia de la humanidad, la biblia, todo en un sistema antivalores debido a sus filosofías y creencias marxistas leninistas, no dejaron nada a nuestra sociedad, fueron promotoras de rebeldía en adolescentes y jóvenes, de ingreso a pandillas criminales, de abandono de las escuelas, de una vida de excesos en drogas, alcohol y estupefacientes.

    Desde este espacio expreso mi apoyo a las medidas del gobierno y de la ministra de educación, ciencia y tecnología por la prohibición del denominado lenguaje inclusivo en todos los centros educativos públicas y dependencias de la institución para garantizar la protección de la primera infancia, niñez y adolescencia de ideologías que afectan el desarrollo integral. Cada persona tiene la libertad de decidir sobre su cuerpo y sexualidad, pero no imponer su criterio a una sociedad. Ahora lo que falta es que las familias asuman su rol, y se ponga en práctica y sea una realidad el control social informal, los principios, valores, normas de cada familia para expresar y manifestar el amor por el más próximo, la empatía, el respeto, solidaridad entre otros. El gobierno ha intervenido con el control social formal pero lo más relevante es que cada uno de nosotros asumamos nuestro rol y salvemos la familia salvadoreña para rescatar nuestra nación.

    * Ricardo Sosa es doctor y máster en Criminología

    @jricardososa 

  • ¿Usted de qué se va a disfrazar?

    ¿Usted de qué se va a disfrazar?

    ¿Usted de qué se va a disfrazar?, me preguntaron los muchachos. Les respondí que del sacerdote de la película del exorcista de 1973. Les gustó mi idea. Ahora tengo que conseguir un sombrerito negro, porque de sacerdote ya visto siempre. El disfraz no era para Halloween, sino para una fiesta de disfraces con un grupo de universitarios. Así que tranquilos, no estoy apuntándome al “día de las brujas”. Aunque si somos rigurosos, no debería llamarse así. Personalmente, prefiero llamarle “All Hallows’ Eve” (Halloween para los amigos), como le llamaba la tradición anglosajona a la víspera de la Solemnidad de Todos los Santos.

    Imaginemos que vamos por la tarde de un 31 de octubre en las calles del Londres de la baja Edad Media. Nos encontraríamos con grupos de indigentes y niños, disfrazados de muertos, espíritus o santos, que van de casa en casa cantando y recibiendo un “soul cake”, el predecesor del pan de muertos. Si preguntáramos a algún lugareño a qué se debe el “flashmobe” a lo “The Walking Dead”, nos responderían que se trata del “Souling” (lo siento por los nombresitos en inglés). El “Souling” duraba de la tarde el 31 de octubre al 1 de noviembre.

    La costumbre tenía su sentido, y partía de una idea básica y hoy algo olvidada: cuando mueres no te vas automáticamente al Cielo; quien obra el mal, tiene que reparar con oración y buenas acciones durante su vida si quiere gozar de la Vida Eterna después de morir. En el cristianismo, además, se añade a las opciones del más allá, la posibilidad de reparar los pendientes en el Purgatorio, o definitivamente pasar la eternidad en la soledad, dolor y tristeza más absoluta: o sea, el Infierno.

    El “Souling” era una forma de recordar que hay familiares, amigos o conocidos, que esperan la ayuda de nuestras oraciones y buenas obras para poder salir del Purgatorio. El “Souling” era una especie de “obra de misericordia a domicilio”. Vivir la caridad con los vivos, en favor de los muertos, y al revés. Eso, ni Miguel, el niño protagonista de la película Coco con su canción “Recuérdame”.

    Lamentablemente, a esta tradición anglosajona, le pasó las de Santa Claus. Terminó desplumada en la amalgama de culturas de los Estados Unidos. Luego el cine y el marketing hizo lo suyo, poniéndole sabor a brujas, calabazas y fantasmas.

    Sería genial que nuestra cultura recuperara los valores detrás del verdadero Halloween, o mejor dicho “All Hallows’ Eve”: una historia llena de esperanza, donde se refuerzan los lazos con los vivos, y no se olvida a los difuntos. Nos ayudaría, además, a ser más responsables de nuestros actos, y a descubrir que ni el más secreto pensamiento deja de tener alguna repercusión en la sociedad. La culpa y el remordimiento encontrarían una forma auténtica de sanación, y ahorraría bastantes migrañas ocasionadas por el peso de las propias faltas.

    *El padre Hugo Dávila es sacerdote católico, doctor en Teología de la Historia

  • ¿De verdad se gasta menos en políticos en El Salvador?

    ¿De verdad se gasta menos en políticos en El Salvador?

    Hace unos días leí una publicación en Facebook que abordaba las razones por las cuales en El Salvador se percibe un crecimiento sustancial en la construcción de obras públicas. El post provenía de una cuenta llamada “Badabun” y afirmaba que la aparente abundancia de recursos se debía a tres factores principales: primero, que el gobierno ya no roba dinero; segundo, que el país está mejor administrado (se gasta menos en políticos y más en obras, reduciendo el gasto en publicidad y viajes); y tercero, que El Salvador produce más (gracias al aumento del turismo, la inversión y la confianza).

    Sin embargo, estas tres afirmaciones no están respaldadas por reportes o estudios serios e independientes; de hecho, gran parte de la información relacionada con dichas variables no está disponible en fuentes gubernamentales. Aun así, me llamó la atención la variable relacionada con el gasto en políticos, por lo que decidí investigar más al respecto.

    En general la información colectada sobre si el presente gobierno ha optimizado la administración de los fondos del estado, tiende a focalizarse en dos áreas: seguridad publica y crimen, y administración fiscal y económica. En ambas áreas, se observa un impacto sólido, cuando se compara con gobiernos anteriores. Todos sentimos y percibimos una profunda mejoría en la seguridad de nuestro país, aun y a pesar en ciertas limitaciones en nuestras libertades democráticas y derechos humanos. Así también, El Salvador ha mejorado su eficiencia administrativa en materia fiscal, reflejado en un aumento de los ingresos tributarios como porcentaje del PIB, atribuible a una mejor recaudación y mayor actividad económica respecto a años previos.

    De acuerdo con el Ministerio de Hacienda, en su reporte “Análisis del gasto por áreas de gestión del Presupuesto General del Estado y Presupuestos Especiales 2025”, el gasto del Gobierno de El Salvador en el rubro de “conducción administrativa” —que comprende los recursos asignados al Órgano Legislativo, la Presidencia, los ministerios y los organismos de control— se estima en 666.9 millones de dólares para el año 2025.

    Dentro de este monto, la Asamblea Legislativa y sus diputados cuentan con una asignación de $46.9 millones; la Presidencia de la República, $103.5 millones; la Corte de Cuentas, $50.4 millones; el Tribunal Supremo Electoral, $8.3 millones; y el Ramo de Hacienda, $92 millones.

    En conjunto, el gasto destinado a la conducción administrativa representa aproximadamente el 6.9% del gasto público total y cerca del 1.8% del PIB nacional.

    ¿Cómo se compara este gasto público del gobierno actual con gobiernos anteriores?

    Según documentos del actual gobierno, la brecha presupuestaria durante la administración de Bukele ha venido reduciéndose de manera gradual. Durante 2019, esta brecha ascendía a 1,200 millones de dólares, disminuyendo a 645 millones en 2020 y a 496 millones en 2022. En 2023, la brecha se redujo a 472 millones, en 2024 a 338 millones, y finalmente se cerró a cero dólares para el presupuesto de 2025. Aunque el gasto en políticos se ha mantenido estable entre 6% y 7% del presupuesto total en el periodo 2015-2025, Bukele ha logrado eliminar la brecha presupuestaria en 2025, en contraste con los gobiernos anteriores que tenían brechas fiscales mucho mayores y dependían más de financiamiento externo. Esto refleja una gestión más austera y eficiente del gasto público, con énfasis en la autofinanciación y control fiscal, marcando un cambio significativo respecto a administraciones previas.

    ¿Como se compara el gasto en políticos en el salvador con otros países de Centroamérica?

    El gasto administrativo en Costa Rica es proporcionalmente menor respecto a su PIB que en El Salvador debido a un presupuesto mucho más amplio, pero con fuerte enfoque social. En Guatemala, el gasto en administración política, incluyendo legislativo y ejecutivo, es un porcentaje similar o ligeramente inferior comparado con El Salvador, aunque el presupuesto general es más elevado y mayor proporción se destina a pensiones y programas sociales. Aunque no pudimos encontrar información especifica para Honduras y Nicaragua, estos países generalmente destinan una porción del presupuesto a administración política y gasto público similar o algo mayor que El Salvador, pero con menor eficiencia y control fiscal reportado internacionalmente.​

    El análisis del gasto público en El Salvador revela que, aunque existen percepciones populares sobre una mejor administración y gasto eficiente del gobierno actual, la realidad es más compleja. Si bien el gobierno de Bukele ha logrado reducir significativamente la brecha presupuestaria y mejorar la eficiencia en áreas clave como seguridad y administración fiscal, el gasto en políticos se ha mantenido estable en torno al 6.9% del presupuesto total. Comparado con gobiernos anteriores, la administración actual ha cerrado la brecha presupuestaria a cero y ha logrado un mayor control fiscal, sin embargo, el aumento de la deuda pública y ciertas prácticas aún generan debates sobre la sostenibilidad y transparencia de esta gestión. En el contexto regional, El Salvador muestra un gasto político proporcionalmente mayor que Costa Rica, similar a Guatemala, pero con retos en eficiencia y controles. Por tanto, aunque hay avances reales, la percepción de que se gasta mucho menos en políticos y más en obra pública debe matizarse con datos y análisis objetivos para entender plenamente la complejidad del gasto público en el país.

    Esto invita a una reflexión sobre la necesidad de transparencia y contrapesos democráticos para garantizar una administración pública equilibrada y sostenible a largo plazo.

    * El Dr. Alfonso Rosales es médico epidemiólogo y consultor internacional.

  • Los problemas endógenos y exógenos del sistema educativo público salvadoreño (I)

    Los problemas endógenos y exógenos del sistema educativo público salvadoreño (I)

    Como docente investigador, me gustaría escribir sobre un sistema educativo salvadoreño de calidad; sin embargo, hay mucho trabajo por hacer. Como lo he mencionado, no es lo mismo contar con más de 5,000 escuelas si no hay una inyección de capital considerable para que todo marche óptimamente.

    El Ministerio de Educación (MINED) está haciendo su esfuerzo, eso es bueno, pero hay problemas estructurales heredados. Existen problemas endógenos y exógenos en la educación. En un escrito mencioné que la ministra Trigueros, no puede saber sobre pedagogía o currículas o planificaciones educativas; sin embargo, tiene a un equipo multidisciplinario que le puede ayudar. Al visitar unas escuelas, corroboró que hace falta mucho por hacer.

    Con respecto a los problemas endógenos, podemos mencionar la infraestructura escolar, la falta de capacitación de los docentes, incumplimientos de la currícula educativa durante la planificación anual. Muchos centros escolares deben de tener laboratorios, centros de cómputo, educación física, musical y todo lo que ayude a los alumnos a ser competentes.

    Los problemas exógenos se refieren a variables difíciles que el mismo MINED pueda controlar, como: pobreza, migración, deserción escolar, brechas digitales, desmotivación o apatía por seguir estudiando, etc. Esas son variables complejas de controlar. En El Salvador y en muchos países de Latinoamérica, los mismos padres le coartan la libertad de seguir estudiando a sus hijos.

    La población salvadoreña tiene el promedio de escolaridad hasta séptimo grado, esto se corrobora en la encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2024, publicada por el Banco Central de Reserva (BCR). Escuelas hay por todos lados, entonces, ¿por qué razón está disminuyendo la matrícula de los estudiantes?

    Lo anterior es un problema estructural que se ha venido corrigiendo, para ello, el gobierno actual le ha aumentado el presupuesto al MINED, eso es punto positivo. Es de analizar estadísticas sobre los estudiantes que inician parvularia y logran culminar con éxito su carrera universitaria. Lógicamente, se debe mejorar la tasa de escolaridad. En otro contexto, hasta el mismo rector de la Universidad de El Salvador mencionó que ha bajado la matrícula de estudiantes.

    Es recomendable que los maestros no impartan una variedad de asignaturas, para eso estudió una especialidad. Eso significa que hace falta contratar a más docentes. Y, acá no se trata de despotricar a las universidades que se especializan en pedagogía, es de analizar factores como el salario que reciben los docentes. Un docente motivado rendirá más.

    Es importante que los centros educativos públicos terminen la planificación escolar. En el siguiente grado vienen las dificultades de aprendizaje. El rendimiento académico se mide a través de pruebas internacionales. El Salvador debe mejorar en ese aspecto; ya que, por ejemplo, en el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) hemos quedado en los últimos lugares.

    Les pregunté a unos docentes de centros educativos públicos qué se puede hacer para mejorar la calidad educativa y me contestaron lo siguiente: Se debe tener mejor control en el uso de las tecnologías educativas, el uso debe ser con fines educativos. Se debe tomar más en cuenta en las instituciones las “Escuelas para padres”; ya que, ellos mismos manifiestan también los problemas que aquejan a sus hijos. Disminuirles carga administrativa a los docentes que tienen dirección. Que se defina con los planes curriculares con los que se debe trabajar; puesto que, tanto cambio afecta.

    El año escolar está por terminar y tal parece que lo bueno de este año en el ámbito educativo es que eligieron a una mujer como ministra de educación. Militar, joven y con deseos de hacer cambios sustanciales. Un aspecto positivo y que anima a seguir analizando es la reconstrucción de algunos centros escolares. Eso es estímulo para el personal administrativo, directores y, por ende, para los alumnos. Hay mucho por analizar sobre los  factores endógenos y exógenos del sistema educativo salvadoreño.

    * Fidel López Eguizábal es docente e investigador Universidad Nueva San Salvador

    fidel.lopez@mail.unssa.edu.sv

     

  • Carta abierta a la “defensora del puesto”

    Carta abierta a la “defensora del puesto”

    San Salvador, El Salvador, martes 14 de octubre del 2025L VII aniversario de la canonización del máximo defensor de nuestro pueblo: san Romero de América

    “No era procuradora cuando publiqué esa foto, lamento tu falta de objetividad; pero si alguna vez me necesitas, no dudes en buscarme”. Esta “aclaración” y queja, licenciada Raquel Caballero de Guevara, usted me la mandó el viernes 10 de octubre recién pasado mientras aspira a ser ‒por tercera ocasión‒ titular de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos. Así reaccionó a lo que expresé al pie de dicha gráfica que difundió, en una “red social”, dos días antes. “¡Di no al turismo del oficialismo!”, escribí. Además me mandó copia de la misma, con la fecha cuando fue tomada: 23 de julio del 2022. Menos de tres meses antes, pues, de que se reenganchara en el cargo con los votos de la “borregada” cian y sus comparsas en una Asamblea Legislativa patética. Mi acotación la divulgué abiertamente; su réplica fue en privado.

    Hoy reconozco el error cometido y le ofrezco una disculpa. Eso sí, permítame señalar algo: mi imprecisión tiene que ver con un asunto de temporalidad, no de objetividad como usted asegura. Cuando posó para la cámara en ese momento, no la habían reelegido aún para que ‒hablando del “deber ser”‒ velara por el respeto y la garantía de nuestros derechos, investigara de oficio o por denuncia recibida casos en los que hubiesen sido violentados, asistiera a presuntas víctimas, promoviera recursos judiciales o administrativos para proteger dichos derechos, y vigilara la situación de las personas privadas de libertad. De las catorce que aparecen enlistadas en el artículo 194 constitucional, esas son las primeras cinco funciones que debió cumplir durante sus dos períodos en el puesto: del 2016 al 2019 y del 2022 hasta estos días. Considerando únicamente esas, no pasa el examen.

    Pero si vamos a hablar de objetividad, antes que nada aclaremos de qué se trata. Tiene que ver con lo real, con lo que puede verificarse; su contrario es la subjetividad cuya “base” está relacionada con lo que alguien cree, siente u opina. En la defensa y protección de los derechos humanos, la primera es esencial. Por ello, siendo Comisionado Nacional nombrado para ello en su país, nuestro querido Leo Valladares tituló así el célebre informe preliminar que publicó sobre personas desaparecidas en Honduras entre 1980 y 1993: “Los hechos hablan por sí mismos”. Ni más ni menos.

    Y en el caso de su permanencia al frente de la que debiera ser una real defensoría del pueblo, tanto durante la administración anterior como en la que está por finalizar,  destacan ciertos hechos censurables que reclaman su contundente aclaración para pensar en usted como alguien del todo solvente para continuar al frente de dicha entidad, nacida del sacrificio del pueblo salvadoreño desde antes de la guerra y durante la misma. No son los únicos reprochables, pero se encuentran entre los más destacados.

    Le recordaré primero que el Tribunal de Ética Gubernamental la condenó, en diciembre del 2018, por nepotismo en el ejercicio de su mandato inicial. Durante una entrevista televisiva realizada en enero del siguiente año, cuando fue interrogada al respecto su respuesta fue evasiva y agresiva; sin respaldo, sostuvo que eso era parte de una “agenda oscura” y habló de “amenazas a muerte” provenientes del “crimen organizado”, pero aseguró que no se iba a “doblegar” ante este. Sin embargo, a la fecha, que yo sepa nadie ha atentado contra su integridad física o la de alguien perteneciente a su entorno más cercano. Antes, en enero del 2018, despidió a Mirna del Carmen Rojas Márquez; pese a que el Tribunal del Servicio Civil ordenó en abril del 2019 su restitución, usted no acató tal decisión y la víctima falleció en mayo.

    Con actitud desafiante y altanera se “defendió” como “gata panza arriba”, al ser interrogada recientemente en la comisión legislativa sobre su viajadera y la reserva de esa información. Ni hablar de su apología sobre el “bukelato”; por cierto, antes de este nunca se perpetraron “más de tres mil asesinatos” mensuales como indicó en su tan descompuesta defensa. A su nefasta gestión frente al absolutismo gobernante se suman jerarcas eclesiales timoratos, partidos anodinos, academia silenciada o silenciosa, organización social precaria y una población mayoritariamente mansa o miedosa. Habrá, pues, que defender los derechos humanos como en tiempos de Romero.

    Francamente indignado,

    Benjamín Cuéllar Martínez

    Posdata: ¡Cuidado con su principal rival!

    Nota del autor al miércoles 15 de octubre el año en curso: con su nuevo reenganche,  esta “carta abierta” ‒difundida antes de que la renombraran por tres años más‒ confirma la certeza de mi llamado final formulado.

     

  • Buscar el encuentro siempre, jamás el encontronazo

    Buscar el encuentro siempre, jamás el encontronazo

    Nuestra propia vida debe contar con el estimable propósito de ser, un permanente encuentro sorpresivo con aquello que nos acompaña, incluidos nuestros semejantes, y un reencuentro consigo mismo. Necesitamos hallarnos corazón a corazón, para la concurrencia de latidos en un mundo repleto de ofensivas, que ha de fraternizarse y no destruirse. Sin duda, tampoco es saludable para nadie mantenerse distante, ni indiferente o pasivo; la cercanía es fundamental en un planeta, totalmente globalizado, que requiere del don de la concordia entre semejantes. Hemos de entrar en diálogo, sin exclusiones de ningún tipo, sabiendo que nadie tiene la verdad absoluta. Por eso, es vital escucharse, atenderse y entenderse, unirse y reunirse en alianza, para conciliarnos entre sí.

    Seamos responsables, pues; comprometámonos en defender y proteger los derechos humanos, poniéndonos en disposición de esas gentes, que son víctimas de un aluvión de injusticias y dejadez por parte de todos. Ciertamente, las autoridades tienen que implicarse mucho más, pero también nosotros tenemos que redoblar esfuerzos en la lucha contra la impunidad, fomentando la unidad y el amparo, nunca el aislamiento y el desamparo. El vínculo del pulso está ahí, llamándonos a formar hogar y a sentirnos familia, no campo de batalla y desconsuelo. Con genuina empatía hacia todos, hemos de ofrecer nuestra colaboración, para que la noble tarea de servicio sea más poética que política, menos interesada y más donante en suma.

    Esto nos demanda el cultivo de una racionalidad humana más observadora, justa e ilustrada. En efecto, hay que salir de esta mediocre mundanidad, conocerse y reconocerse como seres en relación, apoyarse en caminos recorridos, pero esperanzarse en otro futuro más melódico que terrícola. Desde este enfoque, se muestra que la confianza en la certeza y la razón en la conciencia, no sólo no se oponen, sino que se apoyan y complementan de modo admirable. Sea como fuere, en tiempos tan revueltos, donde los avances tecnológicos parecen dejar en penumbra a los problemas más trascendentes, la ciudadanía se merece un reposo para cuestionarse y; además, una acción y reacción a la crecida de inseguridades, tras pensar y repensar el camino a tomar.

    Sí, es bueno meditar, encontrarse uno a sí mismo y salir a desprenderse en busca de una mano amiga. Buscando las lozanas sensaciones se hallan las imágenes, las nuevas sendas con sus lenguajes y sensibilidades; quizás tengamos que poner más poesía y menos poder, porque nuestras entretelas son débiles y el cuerpo orgulloso, lo que debe animarnos a no desfallecer jamás, para poder bajar del pedestal y liberarnos del aluvión de cadenas que nos ahogan diariamente. No olvidemos que el tiempo es el mejor guía, siempre encuentra el momento para inspirarnos, para sentirnos musa y volvernos poetas en guardia. Sólo a través del verso, interiorizado en el alma, nos daremos cuenta que no somos libres; ya que, cada vez más individuos, se hallan todavía encadenados a la pobreza.

    Son estos períodos difíciles, de los que debemos aprender a dejarnos ayudar para que nos apoyen, los que nos sacan del individualismo, fortaleciendo los lazos, incluso de personas que, en un principio, no estaban próximas a nosotros. Una vida grande siempre nace del encuentro, debido a un gran motivo y a un fuerte fundamento. Con la situación actual que tenemos, en el que los desastres se multiplican y amplifican, devastando vidas y medios de subsistencia, suprimiendo en un soplo décadas de avances en materia de desarrollo, no debe ser tanto un problema más, si en la toma de decisiones comenzamos por mejorar el ánimo para conectarnos entre nosotros, haciendo frente conjunto en correspondencia a las adversidades. La suma de fuerzas, eleva aparte el espíritu: ¡Que lo sepamos!