Categoría: Opinión

  • Fidel Castro y el crimen organizado

    Fidel Castro y el crimen organizado

    En unos pocos días se cumple un aniversario más de la muerte del sujeto que destruyó la República de Cuba y ha puesto en estado agónico el concepto de nación en muchos de los hijos de la mayor de las Antillas.

    No se pueden abordar las acciones criminales acontecidas en Cuba en estos últimos 66 años, muchas de ellas con graves repercusiones en varios países, sin atribuirle la exclusiva responsabilidad a Fidel Castro.

    Si no fue el primero, no hay dudas de que el caudillo cubano se encuentra a la vanguardia de los delincuentes que vincularon el crimen con la acción política.

    Castro nunca fue un idealista, un hombre con pensamiento social definido, solo un sujeto que ambicionaba el poder de forma absoluta, sin espacios para el disentimiento, tal y como se produce en los grupos fuera de la ley.

    Castro mucho antes de tomar el poder había estado vinculado a grupos delincuenciales en la Universidad de La Habana y participado en más de un asesinato. Sus inclinaciones estaban muy definidas, razón por la cual, asumió la ruta de la violencia para lograr sus propósitos más nefastos.

    Según personas que le conocieron, su intelecto sólo se enfocaba hacia el control y la manipulación de los que le rodeaban, mientras, procuraba generar acontecimientos que le favorecieran.

    Afirman, que siempre padeció de un agudo mesianismo y que se consideraba elegido para realizar misiones trascendentes y únicas.

    Apuntan antiguos compañeros que anhelaba el poder a toda costa y que su participación en los pequeños, pero poderosos grupos mafiosos de la Universidad de La Habana, era el medio que le permitía escalar posiciones y adquirir prestigio en un ambiente que se caracterizaba por la violencia y la indiferencia de la gran masa estudiantil, que sólo quería concluir sus estudios.

    A través de la historia encontramos numerosos políticos que en sus acciones públicas fueron más letales que los criminales en serie más prolíficos, pero Fidel Castro, contrario a estos, fue un criminal antes de ser político.

    Cuando Castro asumió el control del gobierno cubano el 1 de enero de 1959, era la primera vez que el país estaba regido por un criminal transformado en político. Habíamos sufrido mandatarios que eran políticos con apetitos criminales, pero nunca, un criminal que manejaba la política como herramienta para gobernar el país.

    El quiebre de todas las instituciones republicanas, particularmente Justicia, Seguridad Pública y Fuerzas Armadas y la designación al frente de esas dependencias de funcionarios incondicionales que acataban los mandatos del “jefe”, no las legislaciones previamente establecidas, conduce a considerar a esos sujetos como parte del núcleo fundacional del aparato delictivo que asociado a organizaciones del crimen internacional, ha dirigido los destinos de Cuba y de más de un país del hemisferio en las últimas décadas.

    Castro recurrió a la violencia organizada para tomar el poder y desarroló esa exitosa estrategia en todo el hemisferio americano durante décadas desde el mismo año de la victoria insurreccional.

    La subversión arropada en propuestas ideológicas para disponer cambios políticos estructurales fue otra farsa del crimen organizado que Fidel impulsaba. Los subversores, más que enfrentamientos militares, practicaron el secuestro en busca de pagos de rescate, terminando involucrados en el narcotráfico internacional en procura de riquezas y poder.

    La Cuba de los hermanos Castro presenta un prontuario criminal que abarca desde actos terroristas, espionaje, asociación con secuestradores y narcotráfico, por referir solo los más relevantes.

    El totalitarismo castrista ha espiado a todos y todo sin excepción. Cierto que Estados Unidos ha sido su principal objetivo, pero a través de sus servicios de inteligencia, incluido el desaparecido Departamento América, el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Instituto de Amistad con los Pueblos (ICAP), sus espías han operado en incontables lugares, ya que los recursos provenientes del crimen organizado de que dispone el sistema siempre aparecen para tales actividades.

    El narcotráfico ha sido uno de los actos criminales más exitoso del totalitarismo castrista, tanto, que hay dos leyendas urbanas difíciles de rebatir.

    Cuentan que Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro acordaron en la primavera de 1961 que la mejor manera de destruir a Estados Unidos era convirtiendo a su juventud en adicta a las drogas y el Departamento América que dirigía el Manuel Piñeiro, cuando estaba falto de dinero organizaba redes de distribución de estupefacientes.

    *Pedro Corzo es periodista cubano. 

  • La Receta de una tragedia: Negligencia y error en el manejo de armas de fuego

    La Receta de una tragedia: Negligencia y error en el manejo de armas de fuego

    Desde la perspectiva de la criminología y la seguridad pública, los accidentes con armas de fuego no son únicamente «accidentes»; son, en su inmensa mayoría, descargas negligentes. Una  tragedia que resulta en muertos y heridos no es un evento aleatorio o inevitable, sino la consecuencia directa y predecible de fallos humanos evitables. Estos incidentes revelan una cadena de errores que, de romperse, salvaría innumerables vidas.

    Las reglas de oro con las armas de fuego 

    La historia del cine, la televisión y series fue afectada  luego de que el 21 de octubre 2021 mientras se desarrollaba el rodaje de “Rust” una película de vaqueros, el famoso actor Alec Baldwin de 63 años en aquel momento manipuló un arma de utilería en una escena efectuando disparos asesinando a Halyna Hutchins directora de fotografía de 42 años e hiriendo a Joel Souza de 48 años quien estaba de pie detrás de ella en una estructura de madera. Semanas después del incidente las investigaciones avanzaron, luego del ensayo de la escena que dejo muerta a la amiga del actor.

    Dave Halls director asistente tomó una pistola de utilería de un carro y se la entregó a Baldwin indicando incorrectamente que el arma no tenía munición real al gritar “pistola fría” segundos después era tarde, la vida de varias personas cambiaría para siempre.

    En El Salvador existe evidencia histórica, antropológica, sociológica y criminológica de la afición y preferencias por las armas de fuego en nuestra sociedad previo a la conquista, existe una preferencia por las armas cortas en especial la pistola que es conocida en el lenguaje popular como “escuadra” de hecho en Centroamérica existe una circulación de armas de fuego legales e ilegales, por lo que el tráfico de armas y la compra de estas en el mercado negro tiene alta demanda. Existe portación irresponsable de arma de fuego sin matricula legal y sin licencia de portación de arma de fuego a diario en el territorio nacional.

    El ya fallecido coronel Jeff Cooper de los Estados Unidos de Norteamérica considerado como el padre de la técnica de tiro moderno nos dejó un legado por medio de cuatro reglas básica de seguridad que son conocidas como “reglas de oro” que son sencillas, prácticas, pero poderosas, que nos permiten recordar y que tienen vigencia plena en la actualidad a tal punto que sirven como filtros a los que se deben someter el personal que formará parte de fuerzas elites técnica tácticas operativas de policías y ejércitos de prestigio en el mundo, así como de asociaciones y federaciones de tiro, esta son:

    Regla número uno: Trate todas las armas como si estuvieran siempre cargadas

    Regla número dos: No permita que su arma apunte hacia algo o alguien a quien no quiera disparar

    Regla número tres: Mantenga el dedo alejado del disparador hasta que no hay decidido disparar

    Regla número cuatro: Identifique siempre su blanco y lo que hay más allá de él

    El coronel Cooper por su experiencia tenía plena conciencia que todos los decálogos que se habían creado para la prevención de accidentes habían fallado por desaparecer de la memoria de los tiradores, de sus alumnos y que generaran accidentes, creó estos cuatro preceptos que en pleno siglo XXI siguen vigentes. De la observación y cumplimiento de estas reglas de oro no solo obtenemos la seguridad que toda aquella persona que manipula un arma de fuego lo hace bajo un protocolo, sino que protege la vida de los que se encuentran a su alrededor incluso en entrenamientos, competencias en tiro deportivo e implementadas por la International Practical Shooting Confederation-IPSC.

    Si usted manipula un arma de fuego es su responsabilidad, Alec Baldwin recibió un arma de utilería cargada con munición real de manos de un asistente Halls quien ya había sido despedido en un rodaje del 2019 donde se reportó otro disparo que no mato a nadie, y además en la grabación se encontraba una armera certificada Hannah Gutiérrez Reed, ambos manifiestan desconocer como el arma tenía “balas verdaderas”

    La semana pasada en nuestro país en el centro histórico un miembro de la Fuerza Armada de El Salvador incumplió las reglas de oro del coronel Cooper, y además los protocolos de seguridad en el manejo de armas de fuego de la Fuerza Armada provocando un homicidio culposo ya que no se puede establecer la intencionalidad de ocasionar el disparo, pero que pone en evidencia y al descubierto una cadena de errores y falta de sentido común. Pero que era totalmente evitable. Toda persona que tiene la responsabilidad de portar un arma de fuego debe de actuar con total responsabilidad y conciencia. Además de disponer de un programa de frecuente de capacitación y adiestramiento, pruebas psicológicas, programa de salud mental y física y una supervisión adecuada y frecuente. En el manejo de armas de fuego nadie se puede considerar un experto, siempre se deben respetar las reglas.

    Mis muestras de solidaridad y más sentido pésame para la familia de la señora Jessica Amanda Solis por su irreparable pérdida una tragedia que era 100% evitable, lo lamento mucho y no puedo imaginar su dolor e impotencia. que El Señor les brinde de su amor, consolación  y misericordia.

    El manejo de armas de fuego requiere de alta responsabilidad personal, pero también de conocimiento, adiestramiento, entrenamiento frecuente. Seguridad primero.

    *Por Ricardo Sosa, doctor y máster en Criminología. Instructor de tiro certificado  

  • Hospitales sin médicos: la otra cara de la salud en El Salvador

    Hospitales sin médicos: la otra cara de la salud en El Salvador

    “La medicina está en peligro porque los médicos estamos en peligro. Tenemos que sentarnos a trabajar y armonizar las posturas y acciones de quienes forman, los que conducen y los médicos”, subrayó el Dr. Martín Oliva, Ph. D., profesor de cardiología en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), en Concepción del Uruguay, Argentina, y senador provincial por Entre Ríos, quien recomendó fortalecer el recurso humano en lugar de invertir únicamente en infraestructura.

    Estas declaraciones del Dr. Oliva se sustentan en un estudio presentado en el Congreso Argentino de Cardiología, realizado en octubre de este año en Buenos Aires. Los resultados son alarmantes: solo el 52,8 % de los médicos argentinos respondió afirmativamente a la pregunta “Si pudiera elegir nuevamente, ¿estudiaría medicina?”. En contraste, 29,3 % rechazó esa posibilidad y 17,9 % no está seguro. Además, 64,5 % declaró sufrir desgaste profesional, entendido como agotamiento físico, emocional y mental derivado del estrés crónico no gestionado. Los más afectados son los residentes (más del 80 %), seguidos por especialistas en terapia intensiva, pediatría, cirugía general, neurología y clínica médica.

    En El Salvador, aunque la situación se manifiesta de manera distinta, comparte raíces similares. Nuestro país enfrenta una emergencia de salud pública derivada de la falta de personal médico a nivel nacional. Recientemente, este medio reportó que “el déficit de médicos especialistas ha provocado que las citas ginecológicas se retrasen y que las usuarias sean atendidas en menos ocasiones durante el año”.

    En el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) se estima un déficit del 40 % de médicos para atender a más de 2,1 millones de derechohabientes. El Ministerio de Salud (MINSAL), por su parte, reconoce una “grave crisis de médicos especialistas”, aunque no detalla cifras concretas.

    Según una encuesta de Comunidades de Fe Organizadas para la Acción (COFOA), el 67 % de los usuarios del sistema público espera entre 4 y 6 horas para recibir atención médica, y el resto al menos 2 horas. Además, 69 % de los pacientes incurre en gastos de bolsillo moderados o altos por la falta de insumos y medicamentos.

    A pesar de estos indicadores, el gobierno continúa priorizando la construcción de hospitales y la compra de equipo, presentando esta inversión como un salto hacia un sistema “de primer nivel”. Sin embargo, como señaló el presidente del Colegio Médico de El Salvador, Dr. Iván Solano, “estos datos matan relatos. Cuando decimos que tenemos el mejor sistema de salud del mundo, estos datos objetivos contradicen ese discurso”.

    A ello se suma un dato preocupante: la matrícula de estudiantes de medicina ha disminuido en un 25 % entre 2022 y 2024, después de casi dos décadas de crecimiento sostenido. Esto sugiere que, frente a una crisis de personal médico, el sistema educativo tampoco está respondiendo con la urgencia que el país necesita.

    Si no se toman medidas inmediatas para estimular la formación médica, mejorar las condiciones laborales y reconocer el valor humano de la profesión, el déficit actual podría transformarse en una crisis estructural de largo plazo.

    No basta con construir hospitales si no habrá médicos que los atiendan. La verdadera inversión en salud debe comenzar por rescatar la vocación, dignificar el ejercicio profesional y garantizar un entorno donde los médicos puedan servir sin agotarse ni perder la esperanza y con una remuneración justa y que responda a su rol fundamental en el desarrollo social de nuestro país.

     

     

     

  • Volvamos al libro, papel y el lápiz en las escuelas

    Volvamos al libro, papel y el lápiz en las escuelas

    El año escolar ha terminado en el sistema público salvadoreño y no podemos cerrar el cuaderno y dejar de escribir sobre la importancia que tiene la educación. Es pertinente analizar los resultados satisfactorios que se obtienen en los alumnos que leen y escriben. En ese proceso en donde un estudiante aprende, hay distractores como los teléfonos inteligentes.

    En las escuelas en Francia e Italia han prohibido el uso de los celulares en los salones de clases, ello porque corroboraron que esos aparatos estaban perjudicando la concentración de los estudiantes y, por ende, el proceso de enseñanza-aprendizaje. En Suiza, algunos padres de familia solo permiten el uso del celular a sus hijos un par de horas al día.

    En otro contexto, ¿saben qué es el FOMO? Es el miedo a perderse algo, es cuando existe la ansiedad de estar conectados a las redes sociales. Si hay prohibición del uso del celular en las escuelas, por lo menos, en esas horas no existirá esa adicción. Bien diría Marx en estos tiempos, el teléfono inteligente es el opio del pueblo.

    ¿Es mejor el aprendizaje con libros físicos y escribir las clases en un cuaderno? Sí, ya se ha comprobado. Es importante volver a una educación en donde no existía celulares, tablets o laptops. No me refiero a una educación bancaria, en donde el profesor depositaba sus conocimientos hacia sus estudiantes. Simplemente, es mejor el aprendizaje cuando un estudiante tiene su cuaderno y copia las clases. Se comprueba que tienen mejor comprensión lectora y aprendizajes significativos.

    Le exhorto a la ministra de Educación, que prohíba el uso de los celulares en las escuelas. Los alumnos deben dejar en un compartimiento su celular antes de entrar a la escuela. El uso fuera del aula es responsabilidad de cada estudiante. Sería una gran alegría para muchos, especialmente para los padres, quienes están conscientes de que sus hijos aprenden menos con el uso de los celulares.

    Un niño en etapa escolar aprende más usando cuaderno y lápiz, copiando; aprende más leyendo libros, aprende más cuando le dictan. Un niño aprende comprensión lectora cuando lee y escribe. Sin duda alguna, el acto de dibujar y escribir a mano ayuda a las habilidades motoras finas, escribir fomenta la creatividad e imaginación. Escribir en un cuaderno ayuda a la concentración y memoria; los niños y jóvenes tienen mejor pensamiento crítico.

    Es tan perjudicial el celular que ya sabemos los resultados catastróficos de unas pruebas internacionales realizadas por los alumnos. Es importante que los maestros no tengan distractores, que preparen bien un tema y que los pongan a escribir a los alumnos en las pizarras, que escriban un ensayo, que exhorten un discurso, etc.

    Es oportuno que en las escuelas se lean cuentos, leyendas y que los libros sean los protagonistas. Las tecnologías ayudan mucho; sin embargo, si es para perder el tiempo, no se cumple el objetivo de aprendizaje.

    Qué mejor ver a alguien leyendo un libro en un parque, en un bus o en un centro comercial. Es un deleite para el cerebro sentarse en una mesa, tomar un café y tener en las manos un libro y leerlo. Lógicamente, eso ya pocas personas lo hacen. Prefieren perder el tiempo en los celulares con sus trivialidades.

    ¿Por qué debemos volver al papel y el lápiz? Porque el alumno aprende más, se concentra, no hay distractores, comprende la lectura, tiene mayor retención del aprendizaje, tiene un mejor pensamiento crítico, se comunica mucho mejor, adquiere nuevas palabras. Al escribirlas, el cerebro trabaja mucho mejor.

    Padre de familia que lee siempre mis escritos, por favor, haga un experimento, léales a sus hijos cuentos antes de dormir y usted verá que eso les brindará una gran ayuda a ellos. Además, usted debe hacer que lean libros. No cometa el error de darles un celular desde temprana edad.

    Antes, las bibliotecas estaban más llenas; ojalá que los maestros fomenten el hábito de la lectura. Por lo tanto, es imprescindible que en las escuelas vuelvan los libros, que se use el cuaderno y el lápiz.

    *Fidel López Eguizábal, docente e investigador Universidad Nueva San Salvador fidel.lopez@mail.unssa.edu.sv

  • La integración regional y su vigencia

    La integración regional y su vigencia

    A la integración centroamericana no le corren buenos vientos. Son tiempos difíciles.

    ¿Pero por qué tanta necedad con la integración regional, si ninguno de los ocho países del SICA parece realmente quererla? El Salvador es el único que aporta sus ideas.

    Justificación. Es deseable el integrarse en naciones federadas o en naciones de amplio territorio,  porque permite hacer economías de escala en campos diversos y a nivel internacional el peso e influencia aumentar.

    Si examinamos la historia, notaremos que países inclusive insulares como el Japón o Inglaterra, han guerreado, a veces fraticidamente como en los EEUU o como en Europa entre países disímiles, para levantar naciones o comunidades de éstas, mejorando así además, los niveles de eficiencia productiva y eficacia distributiva.

    La Centroamérica original de 5 estados no fue la excepción. El que no se haya integrado como lo hizo la federación americana (EEUU) -donde todavía hay tensiones valga decir, lo hemos visto últimamente- a mi juicio se debe tanto a la manipulación de algunas poderosas familias anti integracionistas o amigas del vasallaje y a la geografía. Centroamérica territorialmente es la mitad de Colombia o Bolivia por ejemplo, pero a diferencia de éstas, que tienen tendencia geográfica circular, Centroamérica es alargada, lo que a los niveles tecnológicos del Siglo 19, era un problema.

    Nicaragua y la Costa Rica fronteriza con la Panamá colombiana, quedaban demasiado lejos para integrarlas correctamente e inclusive para que influyeran en el conflictivo norte. Sin embargo, en diversas ocasiones, destacándose la gran gesta centroamericana contra el filibusterismo norteamericano, que bien recoge el principal monumento patrio de Costa Rica, los centroamericanos hemos demostrado capacidad para luchar unidos reconociendo un origen y este servidor quisiera pensar, un destino común.

    La incorporación de Panamá al proceso integracionista cae por su propio peso. La de Belice y la República Dominicana, por méritos propios, enriquece multidimensionalmente al SICA, además de que estrecha lazos con el Caribe.

    Según el chatgpt, unidos somos 64 millones de seres humanos, viviendo en 570 mil kilómetros cuadrados, con un PIB nominal bruto de 515 millardos (miles de millones) de dólares, con un 15% de su comercio dirigido a si misma, pero en áreas claves para su empleo y diversificación económica. El comercio total asciende a unos 231 millardos de dólares, sin incluir servicios.

    Podría ser que algún país se sintiera capaz de integrarse al mundo en lo comercial por ejemplo, prescindiendo del resto de Centroamérica, lo que en el corto plazo puede funcionar, pero difícilmente a largo plazo como estrategia de incorporación mundial.

    Suiza, Noruega, Islandia o Singapur por ejemplo, lo han podido hacer, por situaciones muy especiales que en Centroamérica no se dan. Inclusive, hay que pensar que los países que compiten con Costa Rica, la RD y Panamá en sectores como la producción de semiconductores, son países mucho más grandes que los centroamericanos (i.e. Malasia, Tailandia, Indonesia, Taiwan, etc). Estratégicamente, habrá que pensar con mayor visión regional.

    Historia. En 1951, en condiciones políticas muy difíciles, los 5 estados hermanos engendrados al calor de la Capitanía General de Guatemala, suscriben la Carta que dio origen a la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), carta qué, en mucho mejores condiciones políticas, en 1991 fue redimensionada mediante el llamado Protocolo de Tegucigalpa a la carta de la ODECA. Dicho protocolo dio el marco legal  para la creación del SICA o detalladamente… Sistema de la Integración Centroamericana.

    Fiel a su nombre, funciona o debería funcionar (no opinaremos al respecto en este momento) como sistema o sea un conjunto de partes interdependientes motivados por logros comunes, que para efectos del SICA se agrupan en subsistemas  (económico, socio-cultural/ educativo (mi nomenclatura), ambiental   y político, de gran vigencia este último, porque el relacionamiento político siempre lo es, aunque la aspiración a la integración política, actualmente no esté cercana, ni siquiera en el horizonte.

    SICA. El SICA construye una integración holística o sea integral, como es en verdad la realidad: no se puede pensar en integración económica por ejemplo, sin tomar en cuenta la necesidad de ir homologando realísticamente la política social de los países o dándole forma a una ambiental común.

    Así mismo, lo que sucede en un país, más que no, afecta a los otros y se requiere de tratamiento. Como ejemplo, enumero a continuación algunas de las áreas que son parte del SICA: cooperación política, seguridad, economía, producción, comercio y emprendeduría; educación y cultura; política social en general, infraestructura, comunicaciones, energía y transporte; salud, gestión ambiental, gestión de desastres naturales, vivienda, equidad de género y minorías, migración, turismo y así sucesivamente.

    Muy a como se han concebido la Unión Americana (EE.UU.), la Mancomunidad canadiense y la Unión Europea, la integración debe de darse en donde se puedan aprovechar mejor las oportunidades o enfrentar desafíos, en función a economías de escala o promoviendo la homologación entre los países.

    Perspectivas. El Secretario General del SICA debe  tener presente que es un secretario general, no un presidente de sistema. Su labor está delimitada por la voluntad de la membresía.

    Más que crear tensiones entre el SICA y sus países miembros, la secretaría general del SICA, debe  promover y facilitar el fortalecimiento institucional y sistémico, consolidando enlaces con las instancias correspondientes en los países miembros y extra regionalmente, con la clara visión de que el SICA llegue a funcionar como un reloj suizo, por la vía de la integración posible: obras y actividades que integren, políticas regionales claras en el área ambiental, en la educativa, en la gestión de desastres o el estudio serio pensando en una concreción bajo los cánones modernos de las alianzas público-privadas, de un ferrocarril regional que quizás algún día todavía lejano, se convierta en parte de un ferrocarril desde Bahía  Blanca, Argentina podría ser, hasta Ciudad del Cabo en Sud África (ya se habla de eso).

    Necesitamos proyectos ambiciosos en que todos estemos de acuerdo y que nos unan. ¡No más “nadaditos de perro”! Personalmente le tengo ilusión a la Región centroamericana: hay que construir laCentroamérica posible “desde ya”.

    *Carlos Manuel Echeverría Esquivel, fue embajador de Costa Rica en El Salvador y SICA y fue asesor del SG SICA.

  • El pulpo

    El pulpo

    No hablaré del animal definido como un “molusco cefalópodo dibranquial, octópodo, que vive de ordinario en el fondo del mar y a veces nada a flor de agua”; este, “muy voraz” pero “comestible”, “se alimenta de moluscos y crustáceos”. Tampoco mencionaré a Juan Gualberto Fernández Rivera, aquel legendario deportista nacido en Honduras quien fuera guardameta en diversos e históricos equipos de la primera categoría del fútbol salvadoreño –cuando acá realmente había fútbol respetable– e integrante de la selección nacional clasificada a los Juegos Olímpicos de 1968, en los que fue protagonista; este arquerazo, bautizado desde cipote como “el Pulpo”, también cuidó las redes del “equipo de todos” durante las épicas jornadas en la contienda por participar en el Mundial de 1970 celebrado en México; pese a ser el titular en dicha eliminatoria, épica además por todo lo que se tejió alrededor de la “guerrita” con Honduras en julio de 1969, no jugó ni un minuto en el Estadio Azteca durante dicho torneo.

    Me encantaría recordarlo, pero no. Mejor hablaré de una real y tremenda “especie devoradora”; una de esas que tragan con ansiedad desmedida, sin freno y con apetito del todo insaciable. En su caso, el plato servido y apetecido es el poder político y económico dentro de esta nuestra parcela centroamericana. Y los “tentáculos” de tal versión “novedosa” de un pulpo que navega en estas intranquilas aguas ya atraparon también, de hecho, hasta la regencia oficial del mencionado “deporte de las mayorías”; el “deporte rey” desde hace ratos venido bastante a menos en El Salvador.

    No digo que antes alcanzó niveles de excelencia, no obstante destacadas y rutilantes figuras que surgieron en el campo de juego; ciertamente tuvo, además, momentos de brillantez regional en el ámbito de “clubes” y selecciones. Pero ahora, solo el fútbol guanaco puede presumir dos penosos “récords” universales: aquel marcador con el que Hungría derrotó al equipo nacional en 1982 y el no haber asistido desde entonces a una “justa mundialista”. Sumando la que tendrá lugar en América del Norte el 2026, se cumplirán 44 años de esa prolongada ausencia que cala en lo más profundo de la ‒por no llamarla de otra forma‒ “noble afición”.

    A esta, ansiosa huérfana de triunfos y satisfacciones de otro tipo en el ámbito deportivo, hoy quieren encasquetarle una fantasía “bukeleana” para embaucarla una vez más. A menos que Dios baje el dedo para ordenar que no se realice, es un hecho consumado la toma de la Federación Salvadoreña de Fútbol dentro de unas pocas semanas por parte del pulpo oficialista que no se cansa de justificar sus desmanes con la misma cantaleta: hoy todo es posible en el “país más seguro del hemisferio occidental”, de la mano de su omnipresente e inigualable “líder” siempre acuerpado por su “clan” familiar de cuyo interior ya fue escogido y prácticamente ungido el futuro presidente de la entidad rectora del balompié salvadoreño: el hermano de Nayib, quien es o era el mandamás de la Federación Salvadoreña de Baloncesto y del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador.

    Al contemplar esa puesta en escena, no queda más que volver la vista a lo ocurrido en Nicaragua donde Daniel Ortega, Rosario Murillo y familia –instaurada como la nueva dinastía que nada debe envidiarle a la somocista– finiquitaron el secuestro del entretenimiento más popular en ese país vecino: el béisbol. Para ello había que “darle en la nuca” a otro “histórico” y muy cuestionado, por turbio, dirigente político sumamente cercano a dicha camarilla hasta hace poco: el nada sencillo Bayardo Arce, capturado por el régimen dictatorial el recién pasado junio. Este era el poderoso dirigente de la liga profesional de dicha actividad deportiva, desmantelada hace poco para crear la llamada Asociación Profesional de Béisbol Nicaragüense bajo el absoluto control de la familia presidencial.

    Para ello, la jaranera “Chayo” ya movió hábilmente sus tentáculos. Así garantizó que el excomandante mochado no le estorbara en su camino hacia la toma del trono dinástico, que aspira ocupar cuando su marido se haya despedido de este mundo. Y en esa puesta en escena, ya le cayeron al “deporte rey” chocho. Pareciera que una conjura similar está por completarse acá en El Salvador, para manipular las frustraciones futboleras de nuestro pueblo en función de los intereses oficialistas y sus jugosos negocios. Así se mueven estos “dioses del Olimpo” centroamericano que, como parte de su desenfrenada ambición de poder, no pueden negar lo que está a la vista: sin vergüenzas de por medio, terminan hermanados en sus enfermizas y lucrativas  confabulaciones en medio de las cuales no sobresalen ni el honor ni la lealtad.

  • Cuando la tranquilidad en las calles choca con la angustia en los hogares

    Cuando la tranquilidad en las calles choca con la angustia en los hogares

    Es cierto que la seguridad ha mejorado sustancialmente en nuestro país. Aquí en oriente, donde vivo, se puede salir tranquilamente a cualquier hora del día, con una seguridad cercana al 100% de no estar expuesto a ningún tipo de delito o peligro, lo que genera gran tranquilidad para las familias y fomenta la convivencia ciudadana.

    Sin embargo, también es cierto que la seguridad física de la ciudadanía no está en sintonía con la seguridad económica familiar. Actualmente, es evidente que existe una discrepancia entre seguridad y economía. Esta situación no solo es percibida por la ciudadanía, sino que también está reflejada en los índices económicos.

    El último reporte del Banco Central de Reserva, publicado la semana pasada, señala que la deuda pública de nuestro país está progresivamente alcanzando al producto interno bruto (PIB). La deuda pública actualmente suma $32.2 billones de dólares, lo cual equivale al 88% del PIB, de los cuales al menos el 25% vence en un plazo de uno a cinco años. Y para hundir nuestras expectativas aún más, hace dos semanas se confirmó que El Salvador tiene la tasa de crecimiento económica más baja de la región Centroamericana, con proyecciones futuras que auguran males mayores. Además, es uno de los países menos atractivos para la inversión extranjera directa y ocupa el último lugar de la región en términos de acumulación de capital.

    Crecimiento bajo, salarios estancados, inflación en bienes básicos. ¿Qué significa para el ciudadano de a pie que la deuda pública este en esa magnitud hoy?

    Se sigue dando prioridad a la seguridad y al orden. Cada día se nos exhiben sus logros: “Cero homicidios en tantos días”, nos dicen. Sin duda, es un logro que se agradece. Pero ¿no será que otras dimensiones del desarrollo nacional están siendo desplazadas?

    Temas como la participación ciudadana, la transparencia o el pluralismo político parecen haber quedado en segundo plano. Toda información relacionada con los contrapesos en el país está bajo “reserva” por muchos años venideros. Solo conocemos lo que el gobierno quiere que conozcamos. Incluso mandos medios de importantes instituciones públicas, como el Ministerio de Salud, carecen de acceso a información esencial. Navegan un barco a ciegas, haciendo tanteos a diestra y siniestra con la intención de tomar decisiones acertadas para el bien de la población. Pero así no se gerencia una empresa, así no se dirige una institución, y mucho menos así se gobierna un país.

    A menos, claro, que el objetivo sea concentrar el poder en una sola persona o partido político; aumentar la corrupción y la impunidad —basta recordar la reciente publicación de El Faro sobre las compras de insumos para el Ministerio de Salud durante la pandemia—; controlar el relato público y difundir propaganda gubernamental; debilitar el Estado de derecho; y desmovilizar a la ciudadanía. En otras palabras, debilitar profundamente nuestra democracia.

    Es cierto: este gobierno cuenta con un apoyo popular sin precedentes. Pero también la Revolución Cubana gozó de una euforia similar hasta mediados de los años sesenta. En la década de los setenta comenzó la represión del disenso y la emigración masiva de críticos y de las clases medias. En los noventa, el apoyo popular se desplomó, y para 2021 el rechazo al régimen cubano era generalizado, con una economía nacional completamente en bancarrota.

    Hoy, nuestro país ha aprobado reformas constitucionales que permiten la reelección indefinida del presidente, extienden el mandato a seis años y socavan cada vez más los controles institucionales. ¿Cuáles son los riesgos a largo plazo a los que se expone nuestro país?

    Quiero ser honesto: he apoyado el plan de seguridad de este gobierno, y lo sigo apoyando. No deseo un regreso a la violencia de años anteriores. Sin embargo, al observar la situación económica de la población, los presuntos casos de corrupción y la impunidad que se perciben a flor de piel, así como las millonarias inversiones en infraestructura que no se traducen en mejoras reales en educación o salud, me cuesta ver un verdadero desarrollo social en nuestro país.

    Y aunque me siento más seguro en las calles, el futuro, sinceramente, me angustia.

  • Aprender unos de otros es tan necesario, como justo

    Aprender unos de otros es tan necesario, como justo

    La globalización nos ha puesto en bandeja de que estamos vinculados entre sí, lo que requiere cultivar la convivencia y dejarse acompañar, con la predisposición de la acogida y el deseo de compartir experiencias. En consecuencia, nuestra primordial tarea es hacer familia, sumar fuerzas y trazar objetivos conjuntos, no vivir los unos contra los otros, sino en el otro, abriéndose a nuevos horizontes universales, sin abecedarios que nos enfrenten, ni muros que nos separen, utilizando los lenguajes del corazón, que es lo que hace espigar el sentido compasivo. Lo importante reside en no desfallecer, tampoco se trata de vivir de nadie, sino de donarse para que las alianzas sean posibles y la concordia inunde nuestros pasos, ofreciendo el buen poso de la amistad.

    En unión y en unidad todo es posible llevarlo a buen término, comenzando por la crisis del hambre actual que no se debe a la falta de alimentos, sino a la desigualdad, los conflictos y las decisiones políticas, y acabando por la inseguridad, como es cualquier actividad nuclear que puede dar lugar a una escalada con resultados catastróficos. Sea como fuere, no debemos olvidar el desastroso legado de más de dos mil pruebas con dichas armas que se han llevado en los últimos ochenta años. Desde luego, las potencias nucleares deben retirarse, dejar de jugar con el futuro de la humanidad. El mundo precisa de una prohibición real y vinculante de dichos ensayos, ya que toda persona es titular del derecho inviolable a una vida íntegra, también desde el punto de vista anímico.

    Quizás tengamos que antes aprender a reprendernos a nosotros mismos, al menos si queremos vivir en el amor y en la verdad, sabiendo que el diálogo sincero es el camino hacia el encuentro de unos y de otros, más allá del odio y el prejuicio. Por ello, en lugar de artefactos, demos abrazos; pongamos alma y no armas, demos aliento y moral y no repitamos los errores del pasado. Ayudémonos a sobrellevar la creciente pobreza, a que cese la multitud de conflictos y el sufrimiento humano generalizado, pongamos el tesón en aminorar fuegos injustos que nos destruyen, siendo operarios de esperanza. Jóvenes y adultos, tenemos un papel concreto que desempeñar; hagámoslo sin miedo, juntos, podemos demostrar que cuando actuamos en coalición, conseguimos lograr el cambio.

    Es ineludible, por tanto, dedicar un esfuerzo adecuado a la formación en valores. Aquí es fundamental la experiencia del silencio, de la escucha, así como de la contemplativa hacia todo lo que nos rodea. Dejémonos de endiosarnos, bajemos a nuestro interior, compartamos pasos e interroguémonos sin cesar. Pensemos en cuantos trances se podrían evitar y resolver así, poniéndonos en sintonía con los demás, mediante el sincero deseo de entenderse y atenderse recíprocamente. En efecto, las naciones han de fusionarse, ya no sólo para desarrollar los marcos que nos permitan convertirnos en una civilización multiplanetaria, sino también para evitar la incitación de afrontar situaciones nuevas con sistemas antiguos.

    Cumplamos, pues, con nuestros principios comunes de acoplar pulsos y de hacer las debidas pausas, centrándonos en la ciudadanía y concentrándonos en el esfuerzo de dar vida y de donarla. Ahí radica el avance de la generación, en sumar buenos propósitos y mejores quehaceres, hermanados con nuestras diferencias, pero adheridos, siempre. Las divisiones no son buenas para nadie. El único camino posible es la armonía, lo que nos demanda un mayor trabajo humanitario como obligación estética. De lo contrario, nos volveremos inhumanos y el futuro será un auténtico infierno de bombas e intereses mundanos. Al fin y al cabo, nos conviene desechad la falsedad y volver a ese orbe auténtico; cada cual, con su prójimo, para hacerlo próximo siempre y tenerlo a nuestro lado.

  • Conflictividad global

    Conflictividad global

    ¿Es inédita la interferencia política y militar de Estados Unidos en los asuntos de América Latina? Por supuesto que no. De hecho, se trata de una constante desde el siglo XIX. Hace años el legendario periodista Gregorio Selser mostró un documentado detalle de esto. Es decir, no se trata de una invención para señalar una infracción. Se trata de una realidad imposible de ocultar. Y de borrar.

    La línea operativa que ha venido siguiendo la administración Trump desde hace unos meses al movilizar ingentes recursos bélicos en el Caribe y en el Pacífico, es una suerte de glosa a todo aquel cúmulo histórico de acciones que desde Estados Unidos se han dirigido, como latigazos, hacia América Latina.

    Estados Unidos, dado su talante imperial, ahora indisimulado, ha hecho y desecho en diferentes partes del planeta, pero es en América Latina desde finales del siglo XIX hasta la fecha donde ha procedido con ‘sentido de propiedad’.

    El ‘cerco’ por el Caribe a Venezuela y ahora por el Pacífico a Colombia (y Ecuador, y tal vez México) bajo la consigna de luchar contra el narcotráfico llevará, si no se busca un modo de aplacarse la tensión generada, a un cuadro explosivo.

    ¿Podrían entrar las tropas norteamericanas a los territorios venezolano, colombiano o ecuatoriano, e incluso boliviano, para ‘eyectar’ a los cabezales, que según el análisis de la inteligencia norteamericana son los responsables del flujo de drogas hacia Estados Unidos? Sin duda que están en capacidad de hacerlo.

    ¿Eso es en realidad lo que quieren hacer? ¿O el menú es mucho más amplio?

    El poderío militar de los Estados Unidos es indiscutible y en este performance marítimo (y aéreo) que por ahora escenifica, es fácil identificar que hay algo más que unas acciones de presión e intimidación o de guerra sicológica. Los varios millones de dólares que implica esa enorme movilización de recursos frente a las costas de América Latina de seguro que no comportan un gasto sin más. Deberán sacarle rédito a eso.

    La mentalidad de guerra que la administración Trump gusta hoy mostrar para las cámaras, debe leerse como lo que es: una preparación para la guerra. Cualquier guerra. Contra cualquier enemigo. En cualquier tiempo.

    ¿Por qué puede proceder en este momento de esa forma la administración Trump? Porque sus halcones han tasado el escenario y han concluido que en las actuales condiciones no hay contrapeso posible frente a esas poderosas fuerzas militares norteamericanas. Sin embargo, esta fortaleza militar de la que hace gala la Gran Potencia del Norte no coincide con su dinamismo económico. Este desfase quizás es uno de los elementos que puede iluminar la comprensión del ‘momento histérico’ que se vive.

    La andanada de tetuntazos arancelarios que lanza el presidente Trump, parece más palos de ciego que otra cosa. Lo que con la economía no puede, quizá lo quiere resolver con la mostración (y ‘prueba controlada’) de su dispositivo militar de alcance global.

    Porque no es solo China el contrapeso a Estados Unidos en el terreno económico, sino todos los integrantes de los BRICS, y esto es algo que no puede desanudar Donald Trump. La Unión Europea es otro valladar que no está resultando fácil domeñar.

    En síntesis, hay un concepto que puede aplicarse sin desperdicio a lo que ahora está emprendiendo la administración Trump: la conflictividad global. Atizar esa conflictividad, imaginan los halcones y otros pajarracos que será el camino que pondrá adelante a Estados Unidos. Y eso sería así, si todos los ‘enemigos’ con los que está peleando (incluidos los internos) se quedan inmóviles, tiritando en una esquina del ring mundial (y local).

    La mesa económica global se mueve rápido. Para cada movimiento anunciado por Trump, hay una respuesta de sus ‘enemigos’. Algunos de sus aliados naturales incluso se encuentran frente a graves dilemas porque pareciera que ya no hay consideraciones, existe ‘tabula rasa’ para todos.

    Atacar las instalaciones nucleares de Irán fue una temeridad muy peligrosa, que más adelante le pasará factura no solo a esta administración sino a la política global norteamericana. Azuzar a Venezuela (y ahora a Colombia) con una posible intervención militar o la ejecución de ataques puntuales no ya en aguas internaciones sino en puntos precisos dentro de esos países, de realizarse, será un curso de acción del que resulta difícil imaginar que pueda sacar ventajas Estados Unidos.

    Si este es un plan estratégico norteamericano para reconfigurar su hegemonía mundial, de verdad que está enredado, porque como en el billar, Trump está tirando una bola para golpear a otra bola que debe chocar con otra y esta con otra, para ir a caer en una de las seis troneras.

    Lo que sí es seguro que está logrando Estados Unidos es exacerbar la conflictividad global, y esto se sumará a la crisis política que se ha creado dentro de su país.

    *Jaime Barba, REGIÓN Centro de Investigaciones

  • Leer para pensar, sentir y crecer: La potencia de leer a los clásicos en la formación humana

    Leer para pensar, sentir y crecer: La potencia de leer a los clásicos en la formación humana

    Leer un libro de los grandes escritores clásicos de la literatura universal es mucho más que pasar páginas. Es un encuentro con el alma del pensamiento humano, con las preguntas que no se agotan y las respuestas que seguimos buscando. Cada clásico, como Sófocles, Cervantes o Alejandro Dumas, es una conversación entre generaciones que se dan la mano a través del tiempo.

    Las personas que leen estas obras, sin importar la edad, adquieren una formación profunda en valores, pensamiento crítico y comprensión cultural. No es casualidad: los clásicos enseñan a mirar la vida con amplitud, a dudar con inteligencia y a soñar con propósito.

    El primer fruto de la lectura es el desarrollo del pensamiento crítico. Las grandes obras presentan dilemas morales y conflictos que invitan a reflexionar, analizar y decidir con sabiduría; ese es el principio de la madurez.

    El segundo beneficio es el dominio del lenguaje y la expresión. Leer enriquece el vocabulario, mejora la sintaxis y ofrece modelos de escritura refinada. Quien lee con frecuencia habla y escribe mejor, se comunica con claridad y convence con respeto. La palabra bien dicha es poder, y quien sabe usarla, construye.

    También está la comprensión profunda de la condición humana. Los clásicos exploran emociones universales: el amor, la ambición, la lealtad, la justicia, la traición y la esperanza. Leer nos permite entender al otro, ponernos en su lugar y crecer en empatía, esa virtud tan escasa en los tiempos modernos.

    Un cuarto beneficio es la conexión con la historia y la cultura. Las obras literarias clásicas son testigos de su tiempo. En ellas comprendemos cómo pensaban los pueblos, qué valores defendían y cómo soñaban un futuro mejor. Leer a Shakespeare, Dostoievski o Mario Vargas Llosa nos abre la mente y nos enseña que cada época tiene su belleza y su lucha.

    Y un quinto regalo de los clásicos es el fomento de la creatividad y la imaginación. Las tramas complejas y los simbolismos literarios despiertan la mente, estimulan nuevas ideas y nos ayudan a resolver los problemas del presente con una mirada más amplia.

    Pero para cosechar estos frutos hay que cultivar el hábito. Leer diariamente, aunque sea poco; elegir libros que despierten interés; buscar un rincón tranquilo para concentrarse; anotar pensamientos y compartir lo leído. Leer en papel o en formato digital importa poco: lo esencial es la constancia.

    Leer construye el carácter y fortalece la mente. Quien lee con reflexión y curiosidad mejora su comunicación, amplía su visión del mundo y aprende a tomar decisiones con criterio. Además, la lectura alimenta la empatía, la creatividad y la resiliencia, virtudes esenciales para crecer en cualquier ámbito: familiar, laboral, social o espiritual.

    Como dice la Biblia, en las palabras de un padre aconsejando a su hijo: “La sabiduría, ante todo; adquiere sabiduría, y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Proverbios 4:7). Los libros clásicos son, precisamente, fuentes de esa sabiduría que no pasa de moda.

    Quien lee a los clásicos gana madurez, profundidad, criterio y sensibilidad. Se distingue por pensar mejor, comunicarse con elegancia y comprender el alma de su tiempo.

    No dejen que el ruido del mundo apague su voz interior. Lean para pensar, sentir y crecer. Cada página es una llave que abre puertas al conocimiento, a la libertad y al verdadero valor de ser ustedes mismos.

    *Alfredo Caballero Pineda, es escritor y consultor empresarial.

    alfredocaballero.consultor@gmail.com