Categoría: Opinión

  • Las ciencias sociales: ¿al borde de la irrelevancia o más indispensables que nunca?

    Las ciencias sociales: ¿al borde de la irrelevancia o más indispensables que nunca?

    El informe sobre el futuro del empleo 2025 del Foro Económico Mundial parece lanzar un mensaje inquietante para quienes estudian y ejercen las ciencias sociales. Entre las veinte ocupaciones que registrarán las mayores tasas de crecimiento a nivel global entre 2025 y 2030 figuran especialistas en Big Data, ingenieros en FinTech, expertos en inteligencia artificial y aprendizaje automático, desarrolladores de software, especialistas en energías renovables, analistas de seguridad informática, ingenieros DevOps o diseñadores de experiencia de usuario. Se trata de perfiles fuertemente tecnológicos o vinculados a la transición energética. Ninguno de ellos proviene de los campos tradicionales de la sociología, la ciencia política, la antropología, la economía o la psicología. A primera vista, los datos parecen sugerir que la economía del futuro prescindirá de las ciencias sociales, relegándolas a un papel marginal. Sin embargo, esta conclusión resulta precipitada y, sobre todo, engañosa.

    El mundo en el que estas ocupaciones despuntan no es un escenario puramente técnico. Está atravesado por megatendencias que configuran un contexto de enorme complejidad. El cambio tecnológico reordena industrias, destruye empleos y crea nuevas formas de desigualdad. El aumento de las tensiones geopolíticas y el neoproteccionismo remodelan las cadenas de valor, erosionan el multilateralismo y alimentan conflictos regionales. La transición verde, aunque imprescindible para contener el calentamiento global, redistribuye costos y beneficios, y puede dejar atrás a territorios y grupos sociales enteros si no se gestiona con criterios de justicia. Los cambios demográficos —envejecimiento en unos países, explosión juvenil en otros, y migraciones masivas en muchas regiones— alteran las estructuras familiares, los sistemas de protección social y las identidades culturales. A esto se suma una incertidumbre económica persistente, con ciclos financieros cada vez más cortos y choques recurrentes de precios de alimentos y energía. Ninguna de estas transformaciones puede ser comprendida ni gobernada solo con algoritmos. Cada una afecta relaciones de poder, formas de convivencia, instituciones políticas y modos de vida. Y precisamente ahí es donde las ciencias sociales resultan insustituibles.

    El mismo informe que pronostica la expansión de ocupaciones tecnológicas ofrece, paradójicamente, una clave que relativiza la supuesta irrelevancia de las ciencias sociales. Cuando identifica las diez competencias más demandadas por las empresas, la mayoría de ellas remite directamente a capacidades cultivadas en esos campos. El pensamiento analítico encabeza la lista, seguido de la resiliencia, la flexibilidad y la agilidad para adaptarse a cambios rápidos. El liderazgo y la influencia social se suman a un conjunto que incluye pensamiento creativo, motivación y autoconciencia, empatía y escucha activa, curiosidad y aprendizaje permanente, gestión del talento y orientación al servicio. Solo la alfabetización tecnológica responde estrictamente a un dominio técnico. En otras palabras, los empleos del futuro se sostendrán sobre una base de habilidades profundamente humanas: interpretar contextos, persuadir, negociar, cooperar, imaginar escenarios y aprender a lo largo de la vida. Todas ellas son fortalezas que las ciencias sociales y las humanidades han cultivado históricamente.

    Lejos de significar que estas disciplinas deban competir por el mismo tipo de empleo que los ingenieros o los desarrolladores de software, el hallazgo revela su papel central en la arquitectura del futuro. La tecnología puede automatizar procesos, pero no puede diseñar instituciones incluyentes, ni negociar acuerdos de paz, ni garantizar que la transición verde sea equitativa, ni recomponer la confianza en democracias polarizadas. Tampoco puede resolver, por sí sola, los dilemas éticos de la inteligencia artificial, las disputas en torno a la privacidad de los datos o los conflictos por recursos en un planeta cada vez más presionado. La contribución de las ciencias sociales es precisamente ofrecer marcos de interpretación, herramientas de mediación, criterios normativos y estrategias de cohesión que permitan a las sociedades gobernar esos cambios en lugar de ser arrastradas por ellos.

    Por supuesto, este papel no exime a las ciencias sociales de transformarse. Requieren actualizar sus métodos, incorporar análisis de grandes datos, inteligencia artificial y economía digital, y dialogar con las ciencias naturales y la ingeniería. Deben reforzar su capacidad de lectura crítica y deliberación ética, pero también su familiaridad con entornos digitales y su disposición a la colaboración interdisciplinaria. Su valor no radica en replicar perfiles tecnológicos, sino en orientar y humanizar su despliegue. En este sentido, la verdadera disyuntiva no es entre crisis y vigencia, sino entre repliegue y renovación.

    Mirado desde esta perspectiva, la aparente ausencia de las ciencias sociales en la lista de los empleos de más rápido crecimiento no es el anuncio de su desaparición, sino la señal de que su aporte es más necesario que nunca. Sin ellas, la transición ecológica carecería de justicia distributiva; la inteligencia artificial avanzaría sin salvaguardas éticas; las tensiones geopolíticas se agudizarían sin la mediación de la diplomacia y el conocimiento histórico; y las sociedades que envejecen o se transforman por la migración quedarían sin políticas capaces de integrar a sus nuevas poblaciones. El siglo XXI será, sin duda, un siglo de avances tecnológicos, pero también será un siglo de conflictos por el sentido, la equidad y la convivencia. Y en esa arena las ciencias sociales no son un lujo académico, sino una infraestructura intelectual y moral indispensable.

    La pregunta de fondo, entonces, no es si las ciencias sociales están en crisis o si son más necesarias, sino si estaremos a la altura de renovarlas para que continúen cumpliendo su misión histórica: dar sentido humano al progreso y convertir la disrupción en oportunidad para todos.

    *William Pleites es director de FLACSO El Salvador

  • Ritual a lo divino

    Ritual a lo divino

    La pregunta interna siempre es una de las mejores que podemos hacernos; porque es auténtica ante lo que queremos saber y si aún nos es posible, comprender. Así, en esos arremolinados pensamientos que no se desligan de la realidad que nos abrasa y frente a lo obtuso que puede llegar a plagar a la misma mente humana, surge la pregunta de dónde nace la necesidad de idolatrar, solo apareció o estaba por allí, en aquellos vacíos que se lían con el silencio de la inconformidad y la incesante búsqueda de identificación con algo.

    Si buscamos en que momento de la historia aparecieron los ídolos, encontraremos que dicho constructo social ha estado implícito en el pensamiento colectivo desde siempre.

    Dicha concepción es sustentada en lo imaginario y producto del pensamiento humano que, por naturaleza, va como el agua que se desborda pero que se contiene y toma su forma según encuentra límites al paso. Estas líneas divisorias que se colocan frente a la razón, fueron edificadas generaciones atrás; como una necesidad humana de pertenencia y de redefinición, así mismo aquel sentido errante que desde los anales del tiempo ha anidado en el hombre, ante el Universo que es mucho más grande de lo que el pensamiento puede abarcar.

    Emulando a Francis Bacon, filósofo inglés, nos explica la estructura de pensamiento que puede dar pie a la formación de los ídolos o como estos llegan a convertirse en narrativas personales, inspirando e impactando vidas de manera profunda. La llamó la teoría de los cuatro ídolos. Empezando con los  de la tribu; acá están todas aquellas primeras impresiones y conclusiones que el hombre logra formular de lo que tiene frente a si, casi como un pensamiento salvaje. Luego, los ídolos de la Caverna, en este nivel de conciencia, encontramos un razonamiento bastante individual, algo que define en gran manera su forma de ser ante lo que debe razonar.

    Continuando con los ídolos del Foro, acá ya está el de intercambio de ideas con las demás personas. En este momento es crucial que estas ideas, sean bien entendidas o mejor aún, correctamente expresadas, sino la persona que utiliza su razonamiento como recipiente y no como una llave, constantemente tendrá conceptos erróneos que harán su comprensión equivocada frente a la realidad.

    En una homologación con nuestro tiempo, en este grupo vendrían siendo la comunicación mediática, la variedad de influencers y demás personas que pueden contribuir en la formación de pensamiento e ideas en adeptos a redes sociales; interpretando dichos contenidos como realidad irrefutable, que la mayoría de veces no concuerda con la circunstancia individual. Y el cuarto grupo es el  de los ídolos del Teatro. Este último de los cuatro grupos que distorsionan el razonamiento, es uno de los más tramposos y a la vez cómodos para las personas de poca o nada reflexión.

    En este grupo yacen todas las formas de pensar impuestas por tradición, los variopintos axiomas que se convirtieron en fabulas y otras enseñanzas que se generalizaron  y se volvieron irrefutables. Craso error para las nuevas generaciones no cuestionarlas o al menos extraer solamente la buena intención con que fueron dichas. Ya que no existen máximas que podamos aplicar a todo.

    Ante estas redes e “ídolos” que moldean el pensamiento con su contenido, es nuestro deber reconocer y cuestionar, no simplemente seguir en repeticiones, sino evolucionar perspectivas. Porque es en el razonamiento libre que notamos la fragilidad de la vida, su finitud y la banalidad  que existe ante la fascinación y exaltación que produce un ídolo de cualquier naturaleza.

    Si hay un ritual a practicar debería  ser es el de apreciar y agradecer en conexión directa a lo divino, cada latido de nuestros corazones en este plano existencial

    *Ivette María Fuentes Cortéz es Lic. en Ciencias Jurídicas

  • Locos propósitos de una guerra loca

    Locos propósitos de una guerra loca

    Quizás ha hecho bien Donald Trump en quitarse la careta y llamar las cosas por su nombre: no más Departamento de Defensa. Ahora se llama Departamento de Guerra. Y es obvio, la Administración Trump está en guerra. ¿Y este hijo de inmigrante alemán quiere el Nobel de la Paz? ¡Nada más distópico que eso!

    El asesinato de Charlie Kirk, figura prominente del movimiento conservador que lidera Donald Trump y que se arropa bajo las siglas de MAGA (Make America Great Again, que tiene varias traducciones: Haz a Estados Unidos grande otra vez o Que Estados Unidos vuelva a ser grande o Estados Unidos siempre ha sido grande por si no lo sabían o Estados Unidos es lo que nunca ha dejado de ser…), es un inesperado episodio que enloquece más a esa atolondrada plataforma política que está decidida a imponerse a trancas y barrancas en Estados Unidos y en el mundo. ¿Podrá? Está por verse.

    El modo como se están desarrollando los acontecimientos de esta extraña y alocada guerra empujada por el gobierno norteamericano pareciera tener propósitos, pero no un guion establecido. Responde a impulsos.

    De entrada, es en todos los frentes y contra todos los que esos de MAGA consideran enemigos (quizá solo los halcones israelíes se salvan de ese sambenito). Esto se parece un poco al macarrón mental que Adolfo Hitler tenía durante la segunda guerra mundial, cuando les daba órdenes a los generales, él que solo era un cabo. ¡Y le hacían caso! El resultado ya se sabe.

    Trump se fue a ‘hacer la paz’ con Putin, en Alaska, pero no le salió el tiro. La locura guerrera de Putin es de otro tipo. Él ha sido espía de la KGB, Trump ha vendido y comprado cosas, chunches e inmuebles (¡y es buen actor según ha apuntado hace unos días Woody Allen!) y ha atropellado personas en su bulliciosa vida. Putin y Trump hablan idiomas diferentes en este escenario de guerra.

    Donald Trump se ha creído eso que como mantra se repite frente al espejo: que los Estados Unidos es el guardián del mundo y que puede hacer y deshacer. El segundo ataque a otra supuesta lancha de narcotraficantes (según la versión norteamericana) en aguas internacionales frente a Venezuela, sugiere que ese despliegue tendrá más componentes.

    Las declaraciones que recién ha dado Trump retrata el modus operandi norteamericano: los Estados Unidos tienen el derecho de hacer lo que les plazca en aguas internacionales. ¿Y a cuenta de qué? Pues porque sí. En eso, sin embargo, se parece a la lógica que Rusia está aplicando a Ucrania. Y tanto Rusia como Estados Unidos dicen que lo que hacen es en defensa propia: atacan primero a quien no los ha atacado. ¡Es de locos!

    La línea de guerra que está desplegando Trump dentro de Estados Unidos, persiguiendo a miles y miles de inmigrantes y además militarizando ciudades, solo va a conseguir que se generen, aquí y allá, modalidades de resistencia cívica que por ahora aún se expresarán en las urnas. Las encuestas ya están anunciando que entre la población de origen latinoamericano (mexicanos y centroamericanos son la mayoría) el apoyo a Trump se ha desmoronado.

    En esta cruzada de enemistarse con todo mundo, en el escenario internacional, Estados Unidos está, de hecho, sin respaldo mayoritario. En la votación para reconocer la solución de los dos Estados (Israel y Palestina) los norteamericanos solo fueron apoyados por Israel, como era de esperar, y secundados por Argentina, Paraguay, Hungría, Micronesia, Nauru, Palaos, Papúa y Tonga.

    El método de las amenazas a Rusia y a China no le está funcionando a Trump. Ni pareciera que se mueve India. En América Latina, los dos grandes referentes, México y Brasil, aún resisten el chantaje. Argentina, por ahora, ha perdido el decoro y la compostura, porque su presidente está desubicado. Es decir, la tienen cuesta arriba los Estados Unidos.

    El problema para la Administración Trump es que el tiempo es su peor enemigo. En el terreno económico las cosas no marchan bien y no mejorarán si se sigue con esa falta de previsibilidad. Y un grave traspié en lo económico sería terrible para este gobierno que en cada esquina lo está arriesgando todo, como apostador compulsivo.

    El pulso que ahora ha comenzado para hacer que retroceda Israel y asuma la salida de los dos Estados, y donde los países árabes están actuando en bloque, podría ser una derrota para Trump, que con sus omisiones y acciones ha estado respaldando esa brutalidad de asesinar en masa a la población palestina de Gaza.

    *Jaime Barba, REGIÓN Centro de Investigaciones    

  • Voces ahogadas en las cárceles

    Voces ahogadas en las cárceles

    El silencio para quienes han sido privados arbitrariamente de su libertad constituye una de las tragedias más profundas de nuestra sociedad contemporánea. No se trata solo del mutismo forzado por los barrotes de una celda, sino del grito ahogado de las familias que esperan, impotentes, respuestas que nunca llegan. En El Salvador, la captura de personas sin pruebas suficientes, sin garantías procesales y sin un debido proceso, ha erosionado no solo el Estado de Derecho, sino también la dignidad humana más elemental.

    En el núcleo familiar es donde más se siente el golpe de la arbitrariedad. La madre que cada noche mira el retrato de su hijo y pregunta a Dios por qué el destino le ha sido tan cruel; los hijos que crecen con la ausencia inexplicable de un padre que fue arrancado de sus brazos; las parejas que enfrentan el desgarro de una vida compartida que se interrumpe de manera abrupta. Esta disolución del tejido familiar no es un efecto colateral: es la consecuencia directa de un sistema que privilegia la estadística de detenciones por encima del respeto a la justicia.

    El dolor de las familias no es solo emocional, también es jurídico. Cuando la defensa no puede acceder a brindar una legitima defensa, cuando los jueces se pliegan a criterios no jurídicos, cuando el principio de presunción de inocencia se desvanece ante la retórica de la sospecha, la impotencia se instala como una losa. El derecho a una defensa efectiva se convierte en un simulacro, un formalismo vacío que no logra resistir el peso de un aparato estatal que confunde la severidad con la justicia y la represión con el orden. Los abusos de las autoridades no se manifiestan únicamente en la captura arbitraria.

    Se revelan en la falta de transparencia en las audiencias, en el ocultamiento de pruebas que podrían favorecer al detenido, en el uso excesivo de la fuerza y en la prolongación injustificada de los plazos de detención. Esta práctica, en nombre de la seguridad, reproduce un sistema donde el ciudadano es visto no como sujeto de derechos, sino como objeto de control. Desde la perspectiva jurídica, estos actos socavan la esencia del constitucionalismo moderno. Una Constitución no se honra en el papel, sino en su aplicación efectiva.

    Y cuando se priva a una persona de su libertad sin fundamentos claros, se viola no solo el artículo que consagra la libertad personal, sino también el principio superior de la dignidad humana. El derecho no puede ser un arma de intimidación al servicio del poder; debe ser un escudo que proteja incluso a quienes son señalados por las mayorías. La dimensión teológica de este drama añade un matiz de mayor profundidad. La Escritura exhorta a no olvidar a los presos, a identificarse con su sufrimiento como si nosotros mismos estuviéramos encarcelados.

    El Señor Jesucristo experimentó la injusticia de un proceso viciado, cargó sobre sí acusaciones falsas y soportó la humillación de ser condenado sin culpa. Esa experiencia divina se refleja hoy en los miles de inocentes que enfrentan la cárcel sin haber tenido siquiera la oportunidad de ser escuchados. Es aquí donde resuena con fuerza la exhortación del apóstol Pablo: “Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo” (Hebreos 13:3).

    Este pasaje no es una simple recomendación es un llamado a la empatía activa, a la solidaridad que se transforma en acción y en denuncia frente a la injusticia. Ante esta realidad, la sociedad no puede callar. Callar es ser cómplice. Callar es permitir que la arbitrariedad se normalice, que la injusticia se convierta en rutina y que el dolor de las familias se pierda en la indiferencia. Levantar la voz no significa debilitar al Gobierno Central ni favorecer a los pandilleros, significa recordar que la justicia sin piedad es tiranía, y que la seguridad sin derechos es solo una máscara de opresión.

    La verdadera fortaleza de un país no se mide por la cantidad de reos que encierra, sino por la calidad de justicia que imparte. Un Estado que encarcela a inocentes destruye su propio futuro, porque cada familia desintegrada, cada hijo huérfano de padre injustamente detenido, cada madre que llora en silencio, son heridas abiertas en el cuerpo social que tarde o temprano reclamarán cicatrización. El Salvador necesita reencontrarse con los principios que dieron vida a su Constitución, necesita autoridades que comprendan que la represión indiscriminada siembra resentimiento.

    Y que la justicia, aunque lenta, debe ser imparcial y transparente. La dignidad humana no admite excepciones. El dolor de los inocentes no puede ser silenciado. Es deber de los jueces, de los fiscales, de los abogados y de toda la sociedad romper ese silencio y devolver la esperanza a quienes hoy sufren en las sombras de la injusticia.

    * Jaime Ramírez Ortega es abogado

  • 91 congreso del Pen Club Internacional.

    91 congreso del Pen Club Internacional.

    Tuve el honor de participar en el 91 Congreso del Pen Club Internacional que se celebró en Cracovia, Polonia, al que concurrieron cientos de personas miembros de las decenas de clubes de todo el mundo que participaron, siendo uno de ellos el Pen Club Cubano Exiliado que preside el doctor Daniel Pedreira.

    La delegación cubana estuvo integrada por tres personas, el doctor Pedreira, el exprisionero político Kemel Jamiz quien, aunque no es miembro del Pen, recibió con beneplácito nuestra invitación a que participara en el evento, y este servidor.

    El Pen Internacional, fundado en Londres en 1921, por Catherine Amy Dawson Scott, es una organización que promueve la libertad de expresión y la amistad entre escritores. Su nombre, es un acrónimo de Poetas, Ensayistas y Novelistas y ha incorporado a sus eventos, acción que reproducen los Pen locales, el concepto de la Silla Vacía, que consiste en designar a un creador en prisión o perseguido, como ocupante simbólico de un puesto importante en la reunión plenaria.

    Antes que todo debo decir que el programa estuvo muy bien organizado, el Pen anfitrión, el de Polonia, hizo un excelente trabajo que todos debemos reconocer. Las jornadas fueron fuertes, pero no agotadoras y se discutieron muchos temas de actualidad sobre los que vale la pena reflexionar.

    Nunca había participado en un encuentro de escritores poetas y periodistas de tal calibre y no pude evitar pensar cuantos de estos sucesos valiosos se han perdido los creadores cubanos por padecer un régimen totalitario de 66 años, por su parte, los autores del exilio han tenido la oportunidad estar presente gracias a la gestión de Octavio R. Costa, Reinaldo Bragado Bretaña, Indamiro Restano y  Armando de Armas quienes bajo el liderazgo del inolvidable Ángel Cuadra, lograron que el Pen Internacional acogiera al Pen Cubano Exiliado, una condición bastante complicada de lograr.

    La delegación del Pen Cubano tenia como objetivo la materialización de que la poetisa cubana encarcelada, María Cristina Garrido Rodríguez quien cumple una condena de siete años de cárcel por manifestarse pacíficamente el pasado 11 de julio de 2021, exigiendo “libertad” para Cuba, fuera distinguida con la previa propuesta de que ocupara una silla vacía, distinción que alcanzo también otro latinoamericano, el periodista venezolano, también en prisión, Rory Branker.

    Otro propósito de la delegación de cubanos exiliados fue que se dilucidara la participación en el Pen Internacional de un Pen Cubano radicado en la Isla, una membresía objetada por los desterrados desde los tiempos en que fungía como presidente del mismo el escritor Jose Antonio Albertini, quien siempre objeto la incorporación de un club habanero porque este nunca podría cumplir los preceptos fundacionales del Pen Internacional de defender la libertad de expresión e información y menos, luchar a favor de aquellos a los que la dictadura castrista conculca sus derechos, además, de no haber dado señales de actividad desde hace varios meses por lo que fue puesto a “dormir”, condición que fue refutada por el doctor Pedreira por considerar que por todas las causas expuestas debería ser excluido de la organización.

    Pero bien, no todo lo que brilla es oro y en mis cuatro días de sesiones continuas y reuniones de pasillo, pude apreciar, es una opinión personal, que una organización que se ha ganado un amplio prestigio internacional esta en peligro de perder su identidad y transformarse en un cuerpo de activistas guiado, mas por las simpatías y antipatías que por la razón.

    Por ejemplo, una propuesta de la directiva de reformar los estatutos por los que se rige la institución alude a ampliar el espectro de los miembros permitiendo el ingreso de personas que no sean precisamente novelistas, poetas y ensayistas lo que abriría las compuertas a activistas políticos de todas las tendencias, condición que a mi juicio acabaría con la efectividad del Pen.

    Además, en una reunión que sostuvieron varios directivos de los Pen latinoamericanos, bajo la dirección de la señora Alicia Quiñones, uno de los participantes expreso preocupación por los indocumentados que se encuentran en prisión en Estados Unidos y la posibilidad que algunos de ellos fueran autores, a lo que respondí que eso podía ser cierto, pero que en ningún momento se podía comparar lo que afirmaba con lo que sufrían los creadores en Bolivia, Nicaragua, Venezuela, Cuba y otros muchos países.

    * Pedro Corzo es periodista cubano

  • ¿Somos realmente libres? Una mirada crítica a la independencia salvadoreña

    ¿Somos realmente libres? Una mirada crítica a la independencia salvadoreña

    Hoy me dirigía a realizar algunas tareas domésticas cuando, al pasar frente a una escuela, me encontré con todos sus alumnos alineados a lo largo de la carretera, enarbolando pequeñas banderas de nuestro país. Por supuesto, disminuí la velocidad del automóvil, sorprendido por el griterío de los jóvenes en uniforme. Recordé que, en esta época y con la nueva ministra de Educación, deben saludar. Al mismo tiempo, me hizo pensar que estamos en el mes de la patria, ese tiempo en que con júbilo patriótico celebramos nuestra independencia nacional. ¡Que somos libres y soberanos! Pero… ¿realmente lo somos?

    El concepto de independencia nacional se describe como la condición en la que un pueblo o un Estado logra autonomía plena frente a cualquier otra potencia extranjera, es decir, cuando deja de estar sometido política, económica, militar o culturalmente a un poder externo. Es decir, la independencia nacional es la capacidad de un país para ejercer soberanía plena sin subordinación externa, tomando decisiones propias sobre su gobierno, economía y cultura.

    ¿Pero es nuestro país realmente independiente?

    Sin intención de parecer sacrílego o traidor, creo que esta es una pregunta importante que nos invita a reflexionar sobre el estado actual de nuestra soberanía y libertad. Reflexionar sobre nuestras fortalezas y debilidades es esencial para poder avanzar como nación.

    La independencia de El Salvador —como la de muchos países— puede analizarse desde distintos ángulos. Uno de ellos es la independencia histórica: El Salvador proclamó su independencia de España el 15 de septiembre de 1821, junto con otras provincias centroamericanas. Sin embargo, en los años siguientes estuvo ligado al Imperio Mexicano (1822-1823) y luego formó parte de la Federación Centroamericana (1824-1839), hasta que finalmente quedó como república independiente. En este sentido, sí es independiente en lo formal y jurídico, ya que no está bajo dominio colonial.

    Otro aspecto por considerar es la soberanía política. El Salvador tiene su propio gobierno, constitución, leyes e instituciones. Elige a sus autoridades y no depende jurídicamente de otro país. Pero en la práctica, la influencia externa es fuerte, especialmente de Estados Unidos —en política, economía, migración, seguridad y remesas—, así como de organismos financieros internacionales. Esto limita la capacidad de tomar decisiones completamente autónomas.

    La dependencia económica es otra variable que afecta nuestra independencia. Más del 20% del PIB proviene de remesas familiares enviadas desde EE. UU., lo cual genera un nivel considerable de dependencia. Además, el país importa gran parte de lo que consume —alimentos, energía y bienes industriales—, lo que hace que su independencia económica sea muy frágil.

    Finalmente, la independencia cultural también merece análisis. El Salvador conserva su identidad, tradiciones y expresiones propias, pero está expuesto a una fuerte influencia cultural extranjera, desde medios de comunicación y música hasta la moda y el uso del idioma inglés entre los jóvenes.

    El Salvador es independiente de manera formal y jurídica, pero en la práctica su independencia es limitada por la dependencia económica, la influencia política y la presión de actores internacionales. Dicho de otra forma: es soberano en papel, pero vulnerable en la realidad.

    Entonces, ¿porque celebramos con tanto fervor nacionalista?

    Esta pregunta, que estoy seguro muchos se hacen, y que toca una distinción entre lo simbólico y lo práctico.

    Celebrar la independencia no es solo conmemorar la ausencia de dominio colonial, sino recordar la identidad nacional, la lucha de los próceres y los valores de libertad y soberanía. Celebrar la independencia es recordar que como pueblo se luchó, algunos hasta la muerte, por obtener una identidad propia y un derecho para decidir nuestro propio destino. Es cierto que a través de los años y presiones externas, cierto grado de esa identidad salvadoreña y esa autonomía se han visto disminuidas, pero es que esa celebración también nos sirve como recordatorio de los desafíos que todavía tenemos como nación. Nos sirve también como un acicate hacia nuestras aspiraciones de libertad y soberanía.

    En estos tiempos ningún país ni nadie es completamente independiente. En pocas palabras: celebramos la independencia porque representa nuestra identidad y soberanía histórica, incluso si la independencia “real” es parcial. Es más, un acto de memoria y aspiración que un reflejo literal de la situación actual.

    *El Dr. Alfonso Rosales es médico epidemiólogo y consultor internacional

  • El invierno poblacional y el futuro de la humanidad

    El invierno poblacional y el futuro de la humanidad

    Los expertos ya no tienen dudas sobre cuál es la verdadera bomba de tiempo que amenaza a la especie humana: el sostenido declive demográfico. Después de aquel falso dilema setentero que vaticinaba el fin irremediable de los recursos del planeta debido al crecimiento poblacional, la realidad actual está demostrando que tales augurios eran, por lo menos, científicamente débiles.

    En noviembre del año pasado, un informe de la Escuela Kennedy de Harvard afirmó que la población se desploma en más de 60 países, y en algunos casos de forma tan drástica, que la capacidad de reemplazo generacional se ha perdido o está a punto de perderse. “Las familias con uno o ningún hijo son cada vez más comunes”, dice el documento. “La proporción de personas adultas mayores está aumentando, mientras que la de la gente en edad laboral se reduce. En China y Japón, el mercado de pañales para ancianos ya es más grande que el de los bebés”.

    Ciertamente, la cifra mundial de habitantes se ha duplicado en los últimos 50 años hasta alcanzar los 8.200 millones actuales. Pero todos los promedios manejados por las agencias internacionales vaticinan que la tendencia al alza llegará a estabilizarse, para 2080, en 10.300 millones de personas. Mientras tanto, la caída de las tasas de natalidad sumada al envejecimiento poblacional constituye el desafío de largo plazo que mayor atención demanda.

    Los surcoreanos disminuirán de 50 a 27 millones para fines de este siglo; ya en 2036, tendrán el doble de personas mayores de 65 años que menores de 18.

    Si hablamos de regiones enteras, el oriente asiático presenta los índices más desastrosos. Japón ha sido el primer ejemplo de envejecimiento poblacional acelerado, al punto que sus actuales 123 millones de habitantes disminuirán a solo 70 en los próximos 75 años. En este momento, sin embargo, el peor escenario lo enfrenta Corea del Sur, cuya tasa de natalidad —0,7 bebés por mujer— es la más baja del mundo. Los surcoreanos disminuirán de 50 a 27 millones para fines de este siglo; ya en 2036, tendrán el doble de personas mayores de 65 años que menores de 18.

    China impuso una horrible política leninista de “hijo único” por varias décadas y ahora enfrenta las consecuencias. Pese a los esfuerzos del Partido Comunista por obligar a sus miembros a tener bebés, las proyecciones indican que los actuales 1.400 millones de habitantes apenas rozarán los 800 millones en 75 años. Los chinos tienen hoy menos hijos que durante la peor época del “hijo único”.

    En cuanto a Europa, como se sabe, lleva medio siglo convirtiéndose, ahora sí biológicamente, en el “viejo” continente. Según las previsiones, la población europea caerá de 740 millones a 590 para finales de siglo, representando apenas el 6% de la población planetaria. Las estadísticas de Eurostat son contrastantes: 4.680.000 bebés nacieron en 2008 versus los 3.880.000 de 2022. Y el número se ha estancado. Rusia tuvo, en 2023, un índice de natalidad de 1,5 hijos por mujer, su peor marca desde los años 90. ¿Y Estados Unidos, el otrora país de la fertilidad? Nada mejor: el año pasado tuvo una reducción de 76.000 niños comparado a 2023, convirtiéndolo en su dato más bajo desde 1979.

    África es el único continente que exhibe cifras positivas. Aunque las tasas de natalidad también allí han decrecido, sus proyecciones indican que, para los próximos 75 años, habría 2.500 millones más de personas que hoy. En el año 2100, los africanos serían la gran excepción en un mundo cada vez menos habitado.

    El demógrafo británico Paul Morland, una autoridad en esta materia, ha calificado el colapso poblacional como un “Armagedón” y ha declarado recientemente, a la revista italiana Tempi, que el desarrollo material alcanzado por la civilización humana, sin precedentes en la historia, es el que estaría empujando al rechazo de la reproducción, entre otras cosas por los niveles de sacrificio que comporta en sociedades cada vez más habituadas al confort y al egoísmo.

    Morland afirma que las políticas de inmigración, los incentivos fiscales y las reformas a los sistemas de pensión, aunque útiles, no revertirán los efectos de la catástrofe. En su último libro No queda nadie. Por qué el mundo necesita más niños, sostiene que es necesario “comprender las causas materiales e ideológicas del problema y determinar qué podemos hacer si queremos que la humanidad prospere, o incluso que siga existiendo”.

    “Se necesita”, dice, “una verdadera revolución cultural”, pero una en la que gobiernos, sociedades, economías y estructuras religiosas puedan ahondar en los valores que hacen que la vida humana sea digna de ser vivida: “La mayoría de las personas quiere tener hijos y la mayoría de las personas puede hacerlo. Pero además de cambiar los sistemas fiscales y de prestaciones, o el mercado inmobiliario, debemos sobre todo intervenir en la cultura predominante, para que formar una familia y dar a luz a la próxima generación se convierta en lo más emocionante y urgente que los jóvenes quieran hacer”.

    Lo que no puede esperar más es un debate abierto, franco y multidisciplinario sobre las duras implicancias del declive demográfico que estamos protagonizando y qué vamos a hacer para tratar de revertirlo. De lo contrario, como afirma Paul Morland, “cualquier etnia o nación que evite la búsqueda de recursos morales y culturales —incluso religiosos— para ir en la dirección opuesta, desaparecerá”.

  • Una nueva perspectiva en la Defensa de los Derechos Humanos: La primera cumbre global en San Salvador 

    Una nueva perspectiva en la Defensa de los Derechos Humanos: La primera cumbre global en San Salvador 

    La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) de El Salvador, bajo la dirección de la Dra. Raquel Caballero de Guevara, planifico, coordino y ejecuto la denominada: Primera Cumbre Global sobre Derechos Humanos en San Salvador para a inicios de septiembre 2025. Este evento, que reunió a instituciones de derechos humanos de todo el mundo y expertos, abordó los desafíos emergentes de la era digital y sus impactos en la dignidad humana. Desde una perspectiva criminológica, este enfoque es fundamental, ya que la digitalización no solo ha transformado la sociedad, sino que también ha dado lugar a nuevas formas de criminalidad y vulnerabilidad.

    La Criminología como herramienta para la Defensa de los Derechos Humanos ️

    La criminología, como disciplina que estudia el delito, al delincuente y la reacción social, tiene un papel crucial en este nuevo panorama. Tradicionalmente, la defensa de los derechos humanos se ha centrado en violaciones cometidas por el Estado o agentes de la Administración Pública. Sin embargo, la era digital ha introducido amenazas que trascienden las estructuras tradicionales, como el cibercrimen, la vigilancia masiva y el uso indebido de la inteligencia artificial (IA). La agenda de la Cumbre reconoció estos temas, incluyendo «Gobernanza, Nuevas Tecnologías y Derechos Humanos» y «Derechos Humanos e Inteligencia Artificial».

    Para una defensa efectiva, no basta con reaccionar a las violaciones; es necesario comprender los factores que las propician. La criminología puede aportar su experticia para:

    Comprender la cibercriminalidad: Analizar cómo los delitos digitales, como el robo de identidad, el acoso en línea y la explotación infantil, afectan los derechos humanos de la población. Esto implica estudiar los patrones de estos crímenes y el perfil de los perpetradores.
    Evaluar la vigilancia digital: La criminología puede evaluar los riesgos de una vigilancia digital que, si bien se justifica en la lucha contra el crimen, puede vulnerar la privacidad y otros derechos fundamentales. Es vital analizar la proporcionalidad y la necesidad de tales medidas.
    Analizar la IA y el sesgo algorítmico: Los sistemas de IA utilizados en la justicia penal o en la seguridad ciudadana pueden perpetuar o incluso magnificar sesgos raciales, de género o socioeconómicos. Un enfoque criminológico es esencial para auditar estos sistemas y asegurar que sean justos y transparentes, garantizando el respeto al principio de no discriminación.

    Desafíos y Oportunidades para la PDDH

    La PDDH, al igual que otras instituciones del Ombudsperson, se caracteriza por ser un ente con rango constitucional según el articulo 194 para El Salvador. Su rol se basa en la persuasión, la mediación y la denuncia pública. En el contexto digital, esto se traduce en la necesidad de desarrollar nuevas herramientas y estrategias. La Cumbre ha servido para que la PDDH y sus homólogas compartan buenas prácticas y fortalezcan su capacidad técnica para investigar violaciones de derechos humanos en el entorno digital.

    Los desafíos son significativos. No hay que perder de vista que la defensa de los derechos humanos es interdependiente y universal. Un enfoque criminológico ayudaría a la PDDH a abordar no solo los crímenes digitales, sino también las violaciones tradicionales que ahora se manifiestan en el ciberespacio, como las amenazas a la libertad de expresión o el ciberacoso.

    La Primera Cumbre Global de Derechos Humanos no es solo fue un evento; es ahora una gran oportunidad para el posicionamiento y liderazgo de El Salvador en la reflexión sobre los derechos humanos en la era digital. La hoja de ruta global que se espera adoptar al final del encuentro en San Salvador debe reflejar este compromiso, con metas claras para proteger a las poblaciones vulnerables en este nuevo y complejo entorno.

    Ha sido un evento de altísimo nivel técnico, donde los principales representantes y expertos en materia de Derechos Humanos del mundo estuvieron reunidos en El Salvador. Felicitaciones a la señora procuradora y a su equipo de trabajo por la excelencia en la organización y posicionar al país como referente.

    * Ricardo Sosa es Doctor y máster en Criminología 

    @jricardososa 

  • Estrategias de manipulación de masas 

    Estrategias de manipulación de masas 

    Como docente de comunicaciones en diferentes universidades, hemos analizado junto con mis alumnos cómo los medios de comunicación tradicionales y no tradicionales manipulan a las masas. El poder mediático es inminente. La manipulación se ha dado a través de la psicología social y la propaganda. Las masas también son influenciadas por líderes (…). Las masas son emotivas e irracionales.

    Los medios de comunicación se crearon para entretener, informar, culturizar y educar a las masas. Aunque, pareciera que, en muchas ocasiones, especialmente las redes sociales, su misión es idiotizar a las masas. Son muchos los teóricos que han estudiado el comportamiento humano y sus reacciones ante la exposición de los medios de comunicación, especialmente: los audiovisuales.

    El comunicólogo George Gerbner creó la Teoría del Cultivo (Cultivation Theory), en donde plantea que a las personas es fácil moldear las percepciones y actitudes mientras más tiempo estén viendo televisión. Los espectadores tienden a creer que la realidad social es parecida a la que sale en la televisión.

    Mientras tanto, Gustave Le Bon manifiesta que las masas son irracionales, sugestionables y emocionales. Las masas se manipulan con elementos semióticos, ejemplos: imágenes, fotos y símbolos. Identificó que las mentiras penetran fácilmente en el inconsciente de las personas.

    Por otra parte, los autores de la Escuela de Frankfurt analizan la manipulación de los seres humanos gracias a los medios de comunicación. Sus teóricos manifiestan que, el entretenimiento se convierte en una vía de escape que impide a las masas pensar de forma crítica sobre su propia situación de opresión. En síntesis, existe una anulación del pensamiento crítico.

    En estas teorías también tenemos al lingüista estadounidense Noam Chomsky, quien escribió diez estrategias de manipulación mediática. Incorporo una en la que hace reflexionar, es la estrategia “Dirigirse al público como si fueran niños”, Chomsky manifiesta que los medios de comunicación usan mensajes simples, un lenguaje infantil. Tal pareciera que las masas no pudieran razonar por sí mismas. Escribió algo que es de analizar: “La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destrúyelos cerebros”.

    Si analizamos a Joseph Goebbels, quien creó estrategias de manipulación de masas, ocupó la prensa, la radio, el cine, la literatura y el arte para llegar a las mentes de las masas. Los alemanes rápidamente cayeron en la trampa de la manipulación. Goebbels fue el jefe de propaganda de Hitler y supo engañar a la sociedad.

    En otro contexto, el líder, añadió Freud en su libro “Psicología de las masas y análisis del yo”, representa el ideal del yo de las masas: aquello que desearían ser, las cualidades que quisieran tener. En la infancia, los niños quieren ser como sus padres. Después forman parte de diferentes grupos y construyen su ideal del yo conforme a los más diversos modelos. Por eso, un político sabe cómo manipular las mentes de las personas, y no importa sean o no estudiadas.

    Los que no analizan o no poseen pensamiento crítico, rápidamente creen hasta en las noticias falsas o bulos. La manipulación política y mediática están inmersos en su diario vivir.  Las masas son una especie —que cada vez se suma al conglomerado que no analiza—. Luego, se arrepienten por sus actos, por haber seguido a falsos líderes o porque supo que fácilmente fue manipulado para votar por un candidato.

    En conclusión, siempre ha existido la manipulación de masas, variados autores en diferentes ramas de la ciencia han escrito libros, han investigado cómo a los seres humanos se les manipula en la religión, en la publicidad, en la propaganda y en otros contextos como el deporte, particularmente en el fútbol. La manipulación es más fácil cuando los receptores no analizan los mensajes.

    * Fidel López Eguizábal es Docente e investigador Universidad Nueva San Salvador

    fidel.lopez@mail.unssa.edu.sv

  • Proteger la vida siempre

    Proteger la vida siempre

    Ante el aluvión de adversidades e injusticias, sólo cabe el sosiego y activar el deseo auténtico de amar, a pesar de los pesares que nos lo impidan. Si una historia ociosa, por si misma, ya es una defunción adelantada; también una existencia que no se salvaguarda es un error que nos tritura. Estamos para dar aire, no para quitarlo. En consecuencia, las personas no deberían ser asesinadas nunca, tampoco por usar, traficar o vender drogas. Convertir el planeta en un incesante campo de batalla, es una de las crueldades mayores. La presencia de minas terrestres y municiones sin detonar, continúan poniendo en riesgo a comunidades enteras. Los niños son especialmente vulnerables, protegerles ha de ser norma persistente, sobre todo para restablecer el acceso a una educación segura.

    Quien nos roba los sueños, además nos sustrae la supervivencia, dejándonos un vacío que únicamente se llena con amor. Sea como fuere, no podemos seguir cometiendo deslices, la virtud viviente está en donarse a cambio de nada. Reivindico, pues, el desarme. El miedo evita la vida y corrompe la belleza de su disfrute. Por tanto, estamos obligados a dejarnos acompañar y a custodiar lo que nos rodea, tanto a la mística naturaleza como al semejante que nos nutre de su compañía. Son, precisamente, estos actos de cada uno, los que nos dan vuelo de resistencia. Por desgracia, hemos perdido el respeto, hasta el extremo de no acatar el derecho humanitario, en particular la obligación de proteger a los civiles, del uso indiscriminado de la fuerza y del desplazamiento forzoso de la ciudadanía.

    Nuestros niños son el futuro; por ello ninguno debería perder acceso por ir a la escuela. Sin embargo, la triste realidad está ahí, habla por sí sola: La violencia contra la infancia en los conflictos armados alcanza niveles como jamás, la educación se halla una vez más atrapada en la red del fuego cruzado.

    “El bolígrafo, el libro y el aula son más poderosas que la espada”; acaba de requerirlo con un mensaje, el propio Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres. No desperdiciemos nuestro andar por aquí abajo, que debe reconstruir, no destruir; con tal suerte, que enérgicos permanezcamos hasta en la expiración. Será una caritativa huella vertida, alcanzar a vislumbrar la implacable grandeza del místico ser, loar su inspiración inherente y el anhelo de vivir para los demás.

    La manera de proceder tiene más valor que cualquier algoritmo y las relaciones sociales requieren espacios humanos muy superiores a los esquemas virtuales que, cualquier máquina sin corazón, puede preconfigurar. Es cierto que la digitalización nos está transformando para bien o para mal, dependiendo de cómo nos relacionamos con ella.

    A mi juicio, es fundamental para fomentar el pensamiento crítico, identificar información confiable y veraz, en una búsqueda viva y fecunda de sentido común, con todas las implicaciones éticas y existenciales que esto conlleva. Ojalá aprendamos a reconocernos y a corregir nuestro propio comportamiento, antes que a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas. En el fondo, nuestra oportuna presencia debe ser más que una pena, un verdadero poema que ilumine.

    Alumbrar significa resplandecer; y, eso, es lo que hay que respetar y proteger de manera absoluta desde el momento de la concepción vivificante, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser angelical al quehacer de los días, como si cada amanecer fuese el último, aprovechando el instante desde la pequeñez. Tenemos que ir más allá de la oscuridad, lejos de la atracción de las luces mundanas y distantes de las modernidades impuestas, como puede ser el cultivo de la indiferencia e impulsar la división, cuando la comunión conjunta de latidos, con estilo de hogar es lo más sublime y cooperante. ¡Qué duros son los abandonos entre análogos!; nos destierran el armónico palpitar, con riadas de lágrimas. Démonos cercanía, ¡al menos ganaremos sonrisas! Algo es todo.

    *Víctor Corcoba Herrero es escritor español